30 de junio de 2021

Adrienne Ségur (1901- 1981)

 


Adrienne Ségur a los 35 años. 
Fotografía de Erwin Blumenfeld (1936).



Adrienne Ségur fue una ilustradora franco-griega, especializada en libros infantiles y cuentos de hadas. Aunque a principios de su carrera creó personajes propios, como el osito Misha, o el conejito Cotonnet, la mayor y más importante parte de su obra estaría centrada en la ilustración de cuentos de autor, como Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll (1949), El Cascanueces de E.T.A Hoffman (1953), o Las zapatillas rojas de Hans Christian Andersen (1966), entre otros.


Adrienne Ségur nació en Atenas en noviembre de 1901. Era hija del escritor Nikolaos Episkopopolous, que entre 1880 y 1930 publicó, en griego, numerosos cuentos de fantasía, terror y erotismo. Instalado en París con su familia, y nacionalizado francés en 1906, el padre de la autora cambió su nombre a Nicolas Ségur y continuó publicando, en francés, amparado en la amistad del poeta Anatole France. Adrienne estuvo familiarizada, desde su infancia, con los más selectos círculos literarios y las mayores casas editoriales.


Comenzó a ilustrar cuentos infantiles con dibujos en blanco y negro muy joven, con el nombre artístico de Adrienne Novel. Pronto pasó a la acuarela, pero, con la ocupación alemana en la Primera Guerra Mundial, tuvo que dejar de lado una carrera apenas empezada. Tras el armisticio, continuó ilustrando cuentos de hadas, y ya firmaba como Adrienne Ségur a finales de los años 20, como vemos en el cuento de André Maurois Le Pays des trente-six mille volontés (1929). 


Le pays des trente-six mille volontés, de André Maurois.
(1929).

En los años siguientes creó un personaje propio, el conejito Cotonnet, que protagonizó los libros Les aventures de Cotonnet (1930), Cotonnet aviateur (1932) y Cotonnet en Amérique (1934). Las ilustraciones, tanto en blanco y negro como en color, eran de trazo simple y coloreado también sencillo, adecuadas para los lectores más pequeños.


Cotonnet aviateur (1932).


En 1932 se casó con el poeta y filósofo egipcio Mounir Hafez. En 1933 escribió e ilustró otro cuento con un personaje original: Micha, le petit ours brun, publicado por Haumont, que fue llevado a Estados Unidos por Artists and Writers Guild en 1935. En el año 1934, además de escribir e ilustrar el tercer y último libro de Cotonnet, ilustró los Cuentos de Perrault. Entre 1936 y 1939 colaboró diariamente con la revista Le Figaro, de cuya sección infantil llegó a ser la directora. 


Durante la ocupación, hay indicios de que la artista y su marido llegaron a ser vigilados o incluso arrestados como presuntos espías, pero, si fue así, no se ha podido documentar. Su único trabajo conocido durante la guerra fue una colaboración con Maggie Salcedo para la edición del libro de Winifred Pares The secret of the dusty house, que en francés se tituló La maison grise d'en face y se publicó en 1940, con ilustraciones a color de Salcedo, y en blanco y negro de Ségur.


Tras la guerra, ilustró una compilación de diez cuentos de Nanine Gruner, Anne Dujardin y Jean Sinaire titulada L'ours Pafu raconte... (1946) y Un tout petit cochon s'en allait à l'école (1947), seguidos de una presentación de la que sería su primera obra mayor, Alicia en el País de las Maravillas (1949), publicada por Flammarion.




Ilustración para el cuento "Ernestine" 
de L'ours Pafu raconte (1946).


Tras ilustrar otras obras de éxito para varias editoriales a principios de los años 50, Flammarion decidió asegurarse a la autora, y en 1956 firmó con ella un contrato por el que trabajaría para la editorial prácticamente en exclusiva, recibiendo a cambio una remuneración generosa, una tirada mayor de la habitual en libros ilustrados similares, y la mitad de las ganancias de las ediciones internacionales. Flammarion, además, alquiló para ella una casa en medio de la naturaleza en Saint-Gervais-la-Forêt, donde vivió rodeada de animales domésticos y silvestres, y en contacto directo con árboles y flores. A partir de entonces, sus principales obras fueron publicadas por Flammarion: Ib y Cristina, y otros cuentos de Hans Christian Andersen (1958), y compilaciones de varios autores como La rose de Noël (1962), Le livre des bêtes enchantées (1965), Le chat Jéremie et autres contes (1967) o L'oiseau d'or (1970), entre otros. 


Le livre des Bêtes enchantées (1965), 
uno de los más logrados trabajos de la autora.

Su último trabajo publicado fue La légende de Venise de Simone Kervyn (1973); el avanzado estado de su artritis le impidió seguir dibujando. En sus últimos años se retiró a París, donde falleció en agosto de 1981.




La Alicia de Adrienne Ségur es una niña de aspecto feérico, de piel blanca como la nieve, ojos con largas pestañas siempre entrecerrados, y unos labios llenos que suelen ser el único foco rojo o rosado de las ilustraciones a color. Sus cabellos castaños y su vestido amarillo llaman poco la atención, pero su rostro es un elemento central en todos los dibujos en los que aparece.






Los animales, por quienes la autora sentía tanto amor como fascinación, pueblan todas las ilustraciones del País de las Maravillas. No solo el Conejo Blanco, la Oruga, el Gato de Cheshire o el Grifo: insectos en el campo, pájaros en el jardín, crustáceos en la playa, y todo tipo de criaturas silvestres se acercan a Alicia en su recorrido.







Como se puede observar, las ilustraciones en color parten todas de una paleta de verdes, amarillos y marrones que evocan los colores naturales del bosque y del campo, donde el azul y el rojo destacan por su rareza. Las escenas "de interior", en la sala de juicios de la Reina de Corazones, consisten en dibujos en blanco y negro, o están coloreadas principalmente con grises y sombras.




A pesar del éxito, tanto nacional como internacional, de los libros ilustrados por Adrienne Ségur en las décadas de los 50 y 60, el grupo Flammarion no se ha ocupado especialmente de reeditar sus obras. Las ediciones más recientes, de los años 90, son de aquellos libros cuyos derechos fueron adquiridos por editoriales norteamericanas como Little Golden Books, que ha seguido publicando sus cuentos de hadas en pequeño formato. Debido a la difusión de la que gozaron en su momento, se pueden encontrar todavía los libros originales de segunda mano, pero el estado de conservación y los precios varían enormemente. 



La Alicia en el País de las Maravillas de Adrienne Ségur no se ha publicado nunca en España, pero sí en Méjico, gracias a la editorial Renacimiento. La primera tirada, de 4000 ejemplares, fue en 1959; la segunda, en 1978. Ambas son en la actualidad casi imposibles de conseguir: los pocos ejemplares que he encontrado a la venta están obscenamente deteriorados, casi deshechos. Aunque me pesa admitirlo, no tengo muchas esperanzas en conseguir una edición decente de este libro, si el grupo Flammarion no decide reeditar, como se merecen, las obras de esta ilustradora tan injustamente olvidada. 




Fuentes: 


Adrienne Ségur en Art Passions.


Adrienne Ségur en el blog Soloillustratori, 8 de marzo de 2014.

"Adrienne S. ou le livre enchanté", en el blog Floridum Mare, 12 de enero de 2016.


BOTOUROPOLOU, Ifigénie. "Renan, personnage du roman de Nicolas Ségur: Monsieur Renan devant l’amour", en Études Renaniennes, n°117, diciembre de 2016, págs. 73-82.

"Gatos y cuentos de hadas de Adrienne Ségur", en el blog Gatos y respeto, 18 de junio de 2020.


"Hommage à Adrienne Ségur", en La Nouvelle République, 21 de mayo de 2012.




23 de junio de 2021

"Ojos de bacalao" (1871)

 

"Me dijo: 'Cazo las mariposas que duermen entre el trigo'".
Charles Folkard, 1921.


La presente entrada trata sobre la canción "Ojos de bacalao", aunque en realidad habla sobre "El hombre viejo viejo". Aun así, eso es solo de lo que habla; la entrada está dedicada a "Caminos y maneras". Pero si se preguntan cuál es esta entrada, es "Sentado en una valla", y va más bien sobre "En el páramo solitario".


Como los perspicaces lectores ya habrán adivinado, se trata de un mismo texto con varios títulos, con los que el Caballero Blanco confunde a Alicia en una de las escenas más celebradas - y estudiadas - de A través del espejo. Casi al final de su recorrido del tablero de ajedrez, con su objetivo de llegar a la última fila y convertirse de peón a reina ya muy cercano, Alicia es acompañada por el noble pero desastroso Caballero Blanco, que se cae continuamente del caballo e inventa sobre la marcha los artilugios más dispares. Cuando el Caballero le explica su receta de pudín de papel secante, Alicia se queda pasmada, pensando en cómo debe de saber un postre con semejante ingrediente principal; el Caballero malinterpreta su silencio, y cree que se siente apenada por tener que separarse de él. Su intento de animarla da lugar a este intercambio sobre la naturaleza simbólica del nombre de las cosas:



- Estás triste. - dijo el Caballero en tono ansioso - Deja que te cante una canción para consolarte.
- ¿Es muy larga? - preguntó Alicia, porque ya había oído mucha poesía aquel día.
- Es larga. - dijo el Caballero - Pero muy, muy bonita. Todo el que me oye cantarla, o prorrumpe en lágrimas, o...
- ¿O qué? - dijo Alicia, porque el Caballero había hecho una pausa repentina.
- O no prorrumpe, ya sabes. El nombre de la canción se llama "Ojos de bacalao".
- Oh, ¿ese es el nombre de la canción, entonces? - dijo Alicia, tratando de interesarse.
- No, no lo entiendes. - dijo el Caballero, que parecía algo molesto - Así es como el nombre se llama. El nombre, en realidad, es "Un hombre viejo viejo".
- ¿Entonces, yo tendría que haber dicho: "Así es como se llama la canción"? - se corrigió Alicia.
- No, no tendrías, ¡eso es otra cosa! La canción se llama "Caminos y maneras", pero eso es solamente cómo se llama, ya sabes.
- Bueno, ¿cuál es la canción, pues? - dijo Alicia, que en ese momento estaba completamente desconcertada.
- A eso iba. - dijo el Caballero - La canción es "Sentado en una valla", y la melodía es de mi invención.

Como la propia Alicia no tardará en advertir, la melodía no es invención del Caballero Blanco, sino que pertenece a la canción "Te doy cuando poseo, que más no puedo" ("I give thee all, I can no more"), del poeta y músico irlandés Thomas Moore. Dicha melodía, que también se conoce como "Mi corazón y laúd" ("My Heart and Lute"), no parece tener la misma popularidad que otros temas de Moore, ya que solo se encuentran algunas grabaciones de aficionados, y al parecer nadie la ha cantado con la letra de Carroll. Ofrezco aquí la mejor y más profesional versión que he encontrado, con arreglos de Henry Rowley Bishop, interpretada por la mezosoprano Guðrún Jóhanna Ólafsdóttir, y con Francisco Javier Jáuregui a la guitarra.



Acerca del poema en sí, es tanto una reelaboración como una parodia, como sucede también con "Jabberwocky". Carroll ya había publicado, en 1856 y de modo anónimo, un poema casi idéntico titulado "En el páramo solitario" ("Upon the Lonely Moor"). Tanto este primer texto como su revisión de A través del espejo parodian el argumento del poema "Resolución e independencia" ("Resolution and Independence", 1807) de William Wordsworth, en el que un viajero encuentra a un hombre anciano en un paraje desolado, y lo cuestiona repetidamente sobre cómo se gana la vida (el anciano captura sanguijuelas para los doctores de la época). El poema de Wordsworth es muy largo y solemne, y aunque no tiene nada de humorístico, Carroll encontraba divertido cómo el poeta incordiaba al anciano en su afán de aprender su sabiduría rural (lo mismo que hace el muchacho del poema "Eres viejo, padre William"). 

 

John Tenniel, 1871.


"Ojos de bacalao" está compuesto, por tanto, de la métrica y la rima (y la melodía) de "Mi corazón y laúd", y el argumento de "Resolución e independencia". Tiene un total de 83 versos, octosílabos y hexasílabos alternos. Los primeros 64 se agrupan en ocho estrofas de ocho versos, divididas, a su vez, en dos estrofas de cuatro,  con rima cruzada abab. A partir del verso 65 hay una estrofa de cuatro versos suelta, y los últimos quince versos suelen presentarse seguidos. Si queremos contextualizar un poco, podemos leer el poema de Wordsworth aquí, el de Thomas Moore aquí, y la parodia de Carroll de 1856 aquí. Y cuando estemos listos, podemos disfrutar de la divertida y hermosa versión en silva de "Ojos de bacalao" (de merluza, en este caso), por el traductor Emilio Pascual, a continuación:   



Te contaré todo lo que pueda
aunque ya por contar no queda mucho. 
Una vez vi a un anciano viejo viejo 
sentado en un vallar tomando el sol. 
- ¿Quién eres, buen anciano? - yo le dije -
¿Qué haces? ¿Cómo vives todavía? 
Su respuesta colóse por mi mente 
como el agua a través de un colador. 

Recuerdo que me dijo: 
- Cazo las mariposas
que duermen por el trigo trigo trigo. 
Con ellas, unas buenas empanadas 
de carne me cocino
que luego voy vendiendo por las calles. 
Me las compran - recuerdo que me dijo - 
los hombres que navegan 
por mares procelosos y bravíos. 
El pan de cada día 
así ganar consigo,
que nunca nunca nunca es suficiente. 
Y ahora, señor mío, 
si su merced tuviera la bondad...

Recuerdo que yo estaba meditando
un plan para teñirme los bigotes
de verde, y emplear un abanico
tan grande que impidiera su visión. 
Y no sabiendo dar una respuesta 
a todo lo que el viejo me decía
le grité: - ¡Vamos! ¡Dime de qué vives! 
Y le di en la cabeza un torniscón. 

Con su voz bondadosa 
volvió a su historia el viejo:
- Me paseo, recorro los caminos
y cuando me tropiezo con un arroyuelo,
lo arrojo a la montaña 
en llamarada ardiendo. 
De ahí sacan esa loción que llaman
"Aceite Macasar de Rowland". Pero...
pero solo me dan por mi trabajo 
dos peniques y medio. 

Recuerdo que yo estaba meditando 
el modo de comer solo manteca 
para engordar un poco cada día 
a base de este aumento de ración. 
Entonces le di un fuerte vapuleo 
hasta que se le puso azul la cara,
y grité: - ¡Vamos! ¡Dime cómo vives, 
qué haces y cuál es tu profesión! 



Peter Newell, 1902.



- Cazo ojos de merluza
- me dijo - entre las zarzas y los brezos. 
Con ellos, en la noche silenciosa, 
hago hermosos botones de chaleco. 
¡Y a fe que ni por oro 
ni por plata los vendo! 
El que quiera comprarlos ha de darme 
un penique de cobre por diez de ellos. 

Me dedico a cavar, y en ocasiones 
mantecados encuentro 
o bien unto los árboles con liga 
para pescar cangrejos. 
También suelo buscar ruedas de taxi 
por riscos y por cerros. 
Y de este modo amaso mi fortuna. 
- concluyó con un guiño picaruelo - 
Y ahora, señor mío, 
voy a beber un trago muy contento 
a la noble salud de su merced. 

Entonces sí le oí, pues en mi mente 
ya había madurado un gran proyecto:
¡Salvar el puente del Menai del óxido, 
recociéndolo en vino de Jerez! 
Mucho le agradecí que me dijese 
su método genial de hacer fortuna. 
Pero, principalmente, que bebiera 
a la noble salud de mi merced. 

Y ahora, cuando alguna vez los dedos 
se me quedan pegados en la cola 
o me empeño en meter el pie derecho 
en el zapato izquierdo, por azar, 
o me cae un objeto muy pesado 
en el pie, machacándome los dedos,
recuerdo aquel anciano venerable 
que antaño conocí, y me echo a llorar. 

Lo recuerdo con su mirada dulce, 
sus cabellos más blancos que la nieve, 
su cara, parecida a la de un cuervo,
 y su lento, pausado conversar. 
Le brillaban los ojos como brasas, 
parecía sumido en su desgracia 
y mecía su cuerpo, consolándose, 
en rítmico columpio pendular. 

Murmuraba entre dientes por lo bajo, 
como si hablara con la boca llena, 
y a veces, resoplaba como un búfalo 
en la tarde estival. 
Porque fue en una tarde de verano, 
una tarde apacible muy lejana, 
cuando vi a aquel anciano viejo viejo, 
sentado en un vallar.


Es aceptado entre los estudiosos de la obra que Carroll se retrató a sí mismo en el personaje del Caballero, y el episodio suele interpretarse como una despedida definitiva de la niña Alicia (Alice Liddell era ya una adolescente mientras Carroll escribía A través del espejo; tenía 19 años cuando se publicó). En el texto no se indica la edad del patoso paladín, y el ilustrador Tenniel lo pintó como un anciano al que puso su propia cara, pero pocos discuten que el personaje representa cómo Carroll se veía a sí mismo en relación con la pequeña Alicia de los cuentos. En ese aspecto, la canción del Caballero aporta una nuevo nivel de lectura. Antes de despedirse de una niña, el Caballero recuerda a un anciano. ¿Es posible que el Caballero se pregunte también si Alicia lo recordará después de su encuentro? ¿Si ella misma, en el futuro, contará "Una vez vi a un extraño caballero, cayendo del caballo sin parar"?  



John Tenniel, 1871.

Si era ese el deseo del Caballero, Carroll haría que se cumpliera. En una bella anticipación, el narrador de A través del espejo nos dice que, de todo lo que vio Alicia en su sueño, aquella sería la escena que mejor recordaría después: al Caballero Blanco, recortado contra el sol poniente que destellaba en su armadura y hacía a la niña guiñar los ojos, entonando aquella canción sobre un hombre viejo y solitario al que conoció tiempo atrás. Parece haber un deseo por parte de Carroll de que Alice Liddell, en el futuro, también lo recordara con ternura.



El Caballero Blanco aparece en unas quince adaptaciones en cine y televisión, contando tanto las que son exclusivas de A través del espejo como las que lo incluyen en Alicia en el País de las Maravillas. Su canción de muchos nombres, sin embargo, solo aparece en dos: muy abreviada, e interpretada por Reginals Gardiner, en la versión de George Schaefer de 1955; y completa en la de John Henderson de 1998. Está hermosamente interpretada por Ian Holm en el doble papel de Caballero y anciano, y en mi opinión es lo mejor de la película. 




Las poesías de A través del espejo suelen dejarse de lado, siendo "La Morsa y el Carpintero" la única que en ocasiones se salva; que el poema del Caballero tenga solo dos personajes y un diálogo lo hace poco apto para emplear metraje en él. Pero sí da para emplear tiempo y discusión, como demuestran los ríos de tinta que ha hecho correr este episodio: se ha estudiado tanto por la interpretación de su personaje principal (¿Es Carroll? ¿Es Tenniel? ¿Es Don Quijote?), como por el significado de su encuentro con Alicia, o la carga de filosofía semiótica de los nombres de su canción. Pero no hace falta investigar esos temas para disfrutar de la simple locura de sus inventos, del ritmo sosegado - aunque interrumpido por frecuentes y aparatosas caídas - de su recorrido por el bosque, y del afecto con que se tratan mutuamente Alicia y él. La próxima vez que tengamos un vaso, taza o copa en la mano, prorrumpamos en un brindis, ya que no en lágrimas, a la noble salud del Caballero y el viejo viejo anciano.


John Tenniel, 1871.




Fuentes:


Alicia y el espejo mágico en YouTube, a partir de la secuencia de "Ojos de bacalao".


CARROLL, Lewis; Ana-Emilia (trad.); PASCUAL, Emilio (trad.). Las aventuras de Alicia, Edival-Alfredo Ortells, Valladolid-Valencia, 1977.


COHEN, Morton; GREEN, Roger Lancelyn. The Letters of Lewis Carroll, Oxford University Press, Oxford, 1979.


HINZ, John, "Alice meets the Don", en South Atlantic Quarterly, nº 52, págs. 253-266, 1953. 


Spotify, por la grabación de "My Heart and Lute".


Wikimedia Commons, por las ilustraciones de Tenniel.


9 de junio de 2021

Alicia de Walt Disney (1951). Quinta parte.




Esta es la quinta y última parte de un artículo sobre la Alicia de Walt Disney. La primera trata sobre sus orígenes, la segunda sobre la adaptación de los libros de Carroll, la tercera sobre el diseño de personajes, y la cuarta sobre la banda sonora. 


Walt Disney había soñado con adaptar Alicia en el País de las Maravillas desde los años 30, y su sueño se hizo realidad en 1951. Distribuida por RKO Radio, la película se estrenó en Londres, en el Leicester Square Theatre, el 26 de julio, y en Nueva York, en el Criterion Theatre, dos días después. El estudio puso especial interés en que todos los carteles promocionales recalcaran que el color era exclusivamente en Technicolor, y que era una película de dibujos animados al cien por cien, para evitar posibles confusiones con la Alicia de Dallas Bower (que combinaba animación de marionetas con imagen real, y usaba un coloreado de menor calidad), la cual, a pesar de sus intentos de sabotaje, se estrenaba la misma semana. 

Sin embargo, todos los desvelos de Disney y el inmenso trabajo en equipo de dibujantes, animadores y músicos culminaron en una acogida muy fría. Los puristas de la obra original, especialmente en el Reino Unido, acusaron a Disney de "americanizar" un clásico de la literatura inglesa, y los críticos atacaron la estructura episódica de la película, resaltando las diferencias entre el estilo de los tres directores y la amalgama de personajes y escenas de ambos libros. "El señor Disney se ha tirado de cabeza a estas obras, ha agarrado los personajes favoritos, y los ha metido juntos, lo quieras o no... Luego ha esparcido un montón de canciones, y lo ha presentado todo en Technicolor", observó un crítico de The New York Times. Por su parte, al público no le gustó que la historia no se desarrollara como las anteriores películas de Disney, en que el héroe o la heroína superaban una serie de dificultades hasta derrotar al villano y regresaban triunfantes. Aparentemente, que la muchacha protagonista no acabara convirtiéndose en princesa al final de la película, como había sucedido con Blancanieves y Cenicienta, fue algo que defraudó a gran parte de los espectadores. 

 
Básicamente, esto pasó en el estreno.
©Disney, 1951.


Los frustrados animadores de Disney no se privaron de lanzar dardos envenenados unos contra otros. "Alicia no nos daba nada con lo que trabajar. Coges a una niñita buena y la metes en una casa de locos, y no tienes nada... Ella no tenía nada que hacer, más que encontrarse con un chiflado tras otro", dijo Mark Davies. Otro de los "nueve viejos" de Disney, Ollie Johnston, recordaría más tarde: "Walt nos culpaba a nosotros, nosotros lo culpábamos a él. Nos decía: 'No le pusisteis corazón; era muy mecánico'. Tenía razón, pero no fue necesariamente culpa nuestra. Fue culpa de todos, supongo". Un tercero, Ward Kimball, opinó que tres directores y dos jefes de animación eran demasiados cocineros para un solo plato, y que la rivalidad que les hacía intentar superar con sus escenas a las de los otros acabó teniendo consecuencias desastrosas:
 "Tuvo demasiados creadores y directores. Es el caso de cinco realizadores, cada uno intentando resaltar más sobre el otro, hacer su secuencia más memorable, más grande y más desquiciada... todo esto provocó que el resultado final no fuese el deseado". El propio Walt afirmó en una entrevista de 1964 que la película fracasó porque "nadie quería hacerla".

La hostil recepción y los pobres resultados en taquilla (5.6 millones de dólares frente a un presupuesto de 3 millones) constituyeron un varapalo para el estudio, que salvó los muebles gracias a los enormes beneficios de Cenicienta del año anterior (partiendo de un presupuesto ligeramente inferior, Cenicienta había recaudado 263 millones). Alicia recibió una nominación a los Oscar para la mejor banda sonora de una película musical, pero perdió ante Un americano en París de Vincente Minnelli. También compitió en la 12ª edición del Festival de Cine de Venecia; el León de Oro se lo acabó llevando Rashoumon de Akira Kurosawa.

Pero Alicia seguía siendo el sueño de Walt, y no renunció fácilmente al ingente trabajo que había supuesto convertirlo en realidad. Su siguiente película fue también la adaptación de un clásico de la literatura británica: Peter Pan de J.M. Barrie. Tanto la voz de Kathryn Beaumont como algunos de los temas musicales descartados de Alicia se reutilizaron para la nueva película, y los directores fueron los mismos: Wilfred Jackson, Hamilton Luske y Clyde Geronimi. Cuando en 1954 Disney inauguró una serie de documentales para televisión presentados por él mismo, Alicia, en el segundo programa, fue la primera película de la que incluyó fragmentos, siendo así pues el primer largometraje de Disney que se emitió por televisión, aunque no en su integridad.


Walt Disney presenta su versión de Alicia en televisión.
Noviembre de 1954.


Walt Disney, que falleció en diciembre de 1966, no llegó a ver el renacer del País de las Maravillas. La película de animación psicodélica Yellow Submarine, inspirada en la música de los Beatles y dirigida por George Dunning en 1968, despertó el interés por la animación como un arte capaz de tratar temas contemporáneos y atraer a los adultos tanto o más que a los niños. Junto con Fantasía y Los Tres Caballeros (que también fueron fracasos en su momento), Alicia se convirtió de repente en una película pionera de la animación experimental, y comenzó a proyectarse en universidades y escuelas de arte. Los estudios Disney estaban muy contrariados por la relación de Alicia con las drogas alucinógenas (relación a la que había contribuido, en gran medida, la canción de 1965 "White Rabbit" de Jefferson Airplane), y llegaron a retirar copias de la película para impedir que se proyectara en espacios "alternativos". Sin embargo, viendo la creciente atención que generaba, el estudio decidió finalmente reestrenarla en los cines en 1974, con un cartel que claramente intentaba sacar partido del auge de la psicodelia. 





El gran éxito de público de todas las clases y edades despejó el temor de que solo los jóvenes fumadores de marihuana pudieran estar interesados en verla. Este triunfo inesperado hizo que se reestrenara en el Reino Unido en 1979 y de nuevo en Estados Unidos en 1981, el mismo año en que se editó por primera vez en formato doméstico. Así, en la década de los 80, Alicia quedaría consagrada como uno de los grandes clásicos de Disney, y en la actualidad se considera una de sus obras más brillantes.


Primera edición en VHS, en diciembre de 1981.
Foto de Maxwell Goudiss.



Aunque no ha vuelto a proyectarse en cines, las ediciones en vídeo doméstico no han dejado de venderse desde entonces: existen por docenas en VHS; se lanzaron por lo menos seis diferentes en el formato LaserDisc, y las que hay en DVD son incontables. Solo en la década de 2010 se realizaron tres ediciones distintas: una en 2010, para promocionar la película de Tim Burton; otra en 2011, con motivo del 60 aniversario de su estreno; y otra en 2016, por su 65 aniversario; estas dos últimas ya en un doble formato de DVD y Blu-Ray. Los cinco parques temáticos de Disneyland tienen una atracción - las Tazas Locas - inspirada en la película; y los parques de París y Shanghái tienen además un laberinto de setos - El Curioso Laberinto de Alicia -, si bien el de Shanghái toma elementos de la película de 2010, mientras que el de París está íntegramente basado en la de 1951.


El Curioso Laberinto de Alicia en Disneyland París.
Foto propiedad de Disneyland Paris Discovered.


Poco después de su estreno en los países de habla inglesa, el doblaje al español se llevó a cabo en los Estudios Churubusco Azteca, de Ciudad de Méjico, bajo la dirección de Edmundo Santos, quien hizo además las voces del Lirón y Tweedledee. Así, Méjico fue el primer país de habla hispana en estrenarla, el 17 de enero de 1952, en el Cine Alameda de Ciudad de Méjico. A España no llegaría hasta el 17 de abril de 1954, proyectada en los cines madrileños Palace y Pompeya, y se emitió por primera vez en televisión el día de Navidad de 1986. 


En la actualidad, la versión de Disney de Alicia en el País de las Maravillas es la más conocida y recordada por el público en general. No se ha vuelto a realizar ninguna otra adaptación en dibujos animados para la gran pantalla: todas las demás versiones (como las de las productoras Hanna-Barbera, Jetlag o Burbank Films) se realizaron directamente para televisión o formato doméstico. Hay una serie completa de dibujos animados inspirada en los libros de Carroll (la de Nippon Animation) y muchos capítulos sueltos en series que adaptan cuentos clásicos (como en Cuentilandia o Castillo de Cuentos). Algunas de estas versiones son más fieles a los textos originales; otras tienen más coherencia interna; y otras modernizan la historia para atraer al público del momento; pero ninguna se ha acercado a la popularidad que consiguieron los personajes y las canciones de Disney, ni ha rozado siquiera el nivel de su animación. Independientemente de la opinión que nos merezca el imperio Disney en general y esta película en particular, no se ha hecho aún otra adaptación que la supere. El sueño que Walt logró cumplir en 1951 sigue siendo el referente absoluto, y tal vez definitivo, de las adaptaciones en dibujos animados de Alicia en el País de las Maravillas.





Fuentes:
 
CROWTHER, Bosley. "Disney's Cartoon Adaptation of 'Alice in Wonderland' Arrives at Criterion", en The New York Times Archives, 30 de julio de 1951.

FINCH, Christopher. The Art of Walt Disney: From Mickey Mouse to the Magic Kingdom, Harry N.Abrams INC, Nueva York, 1975.

MASLIN, Janet. "At the movies", The New York Times, 19 de abril de 1985. 

MERLOCK JACKSON, Kathy (ed.). Walt Disney: Conversations, University of Mississippi Press, Jackson, 2006. 

STEPHEY, M.J. Top 10 Disney Controversies: Alice in Wonderland, en Time, 9 de diciembre de 2009.

THOMAS, Bob. Disney’s Art of Animation: From Mickey Mouse to Hercules, Hyperion, Nueva York. 1992.
 
Why Was "Alice in Wonderland" Poorly Received by Audiences in 1951?, en The Take.







Artículos más leídos