27 de diciembre de 2021

A través del espejo, y lo que Alicia encontró al otro lado (Primera parte)

 




Esta es la primera parte de un artículo dividido en cinco. La primera trata de la concepción del libro; la segunda, de su argumento y desarrollo, y el problema de ajedrez que plantea; la tercera y la cuarta, de sus personajes; y la quinta, de su influencia y adaptaciones.


A través del espejo, y lo que Alicia encontró al otro lado (Through the Looking-Glass, and what Alice found there), habitualmente abreviado como A través del espejo o Alicia a través del espejo (Through the Looking-Glass o Alice through the Looking-Glass) es un libro de Lewis Carroll que fue publicado el 27 de diciembre de 1871, hoy hace 150 años. 


Portada de la primera edición de 1871 (fechada erróneamente como de 1872), 
con la Reina Roja en actitud amonestadora.

El libro está concebido como una una continuación de Alicia en el País de las Maravillas, que transcurre seis meses después del primer sueño de Alicia  - en una nevada tarde de noviembre, en vez de la soleada tarde primaveral, y dentro de una habitación, en lugar de a la orilla del río - y cuenta las nuevas aventuras de la niña, quien, al preguntarse cómo será la habitación del otro lado del espejo, atraviesa sin dificultad la lámina de cristal y se encuentra en un mundo sorprendente donde muchas cosas funcionan de manera invertida. Mientras que los gobernantes del mundo de su primer sueño eran los reyes de una baraja de cartas, aquí son los reyes y reinas de ajedrez, y Alicia descubrirá que ella misma es capaz de convertirse en reina si atraviesa un enorme prado que está dividido en casillas como un tablero de este juego y logra llegar a la última fila. La mayor parte de los doce capítulos (del segundo al noveno), así pues, está estructurada como una partida de ajedrez, en la que se alternan las jugadas de las piezas blancas y rojas hasta que Alicia, como peón blanco, llega a la octava casilla y es coronada reina.


Diagrama de Lewis Carroll en el que detalla 
cómo Alicia gana la partida en once movimientos.


Al igual que sucedió con Alicia en el País de las Maravillas, A través del espejo tiene su origen en historias improvisadas por el autor para las hermanas Liddell. En el artículo "Alice on the Stage", Carroll cuenta que había estado enseñando a las niñas a jugar al ajedrez, e inventaba pequeños cuentos para ilustrar los movimientos de las piezas y las técnicas de apertura o ataque más sencillas. Por otra parte, es conocido el interés de Carroll por los fenómenos ópticos relacionados con la reflexión, como la inversión de una imagen, o su progresivo empequeñecimiento al reflejarse en múltiples espejos. Asimismo, para entretener a sus corresponsales infantiles, Carroll solía escribir al revés, de derecha a izquierda, de abajo arriba, o con el texto invertido, de modo que fuera necesario sostener la carta ante un espejo, o mirarla al trasluz, para poder leerla con comodidad. 


"Carta del espejo", enviada por Lewis Carroll 
a su amiga-niña Edith Ball, el 6 de noviembre de 1863.


Existe, a propósito de los orígenes del libro, una anécdota relacionada con una niña llamada Alice Theodora Raikes, hija de los vecinos de uno de los tíos de Lewis Carroll. Según lo contó la propia Alice, Carroll se acercó a ella cuando la vio jugar con otros niños en el jardín comunitario, un día que estaba visitando a su tío, y al parecer le dijo: "¿Así que eres otra Alicia? Tengo cariño a las Alicias". Les propuso a los niños mostrarles algo curioso, y los llevó a un almacén que estaba abierto al jardín donde jugaban, en el que había un alto espejo de pie. Le entregó una naranja a Alice Raikes y le preguntó en qué mano la tenía; ella le dijo que en la mano derecha. Entonces la hizo colocarse frente al espejo y le preguntó en qué mano tenía la naranja la niña reflejada. Alice le contestó que en la mano izquierda, y Carroll le pidió que le explicara cómo era eso posible. Tras reflexionar un poco, Alice le dijo que, si ella estuviera al otro lado del espejo, seguiría teniendo la naranja en la mano derecha. Aparentemente, Carroll la consideró una buena respuesta. Años más tarde, "alguien" le dijo a Alice Raikes que Carroll había declarado que ese encuentro le había dado la idea para A través del espejo


Aunque la anécdota en sí parece auténtica, no está nada claro cuándo se produjo, ni existe ninguna evidencia de cuándo, ni a quién, dijo Lewis Carroll que había sido su fuente de inspiración. Raikes, ya con su apellido de casada Fox, contó la historia al periódico londinense The Times el 22 de enero de 1932, mucho después de la muerte de Carroll y de cualquier familiar que pudiera confirmar cuándo tuvo lugar ese encuentro; es posible que se conocieran con A través del espejo ya avanzado o fase de impresión, y que la niña, al ver después el libro, se convenciera de que al autor se le había ocurrido gracias a la adivinanza del espejo y la naranja.


La primera fecha oficial en que aparece la idea de este libro es una carta que Carroll envió a su editor, Arthur McMillan, el 24 de agosto de 1866: 


Probablemente pase algo de tiempo antes de que me vuelva a dar el placer de coger papel y tinta. Tengo, sin embargo, la vaga idea de escribir una especie de secuela de Alicia, y, si acaso llega a ser algo, tengo la intención de consultarle en el momento, para que el asunto esté correctamente organizado desde el principio.


Medio año más tarde, el 6 de febrero de 1867, volvería a escribir a McMillan: "Espero completar otro libro sobre Alicia dentro de no mucho". El desarrollo de esta novela, con todo, sería muy lento: no hay constancia de que Carroll empezara la redacción hasta enero de 1868; no envió el primer capítulo completo a su editor hasta enero de 1869; y el manuscrito final no estuvo completado hasta enero de 1871. 


En lo que se refiere a las ilustraciones, Carroll había estado buscando un artista en la primera mitad de 1868. Su primera elección fue John Tenniel, quien ya había ilustrado Alicia en el País de las Maravillas, y había tenido un gran éxito. Pero Tenniel se negó, alegando que tenía mucho trabajo en Punch y otros proyectos como para embarcarse en otro libro; no es nada arriesgado aventurar que Tenniel no quería volver a trabajar con Carroll después de lo exigente que se había mostrado en su anterior colaboración. Carroll probó suerte con otros ilustradores: Richard Doyle, autor asimismo de viñetas para Punch, que rechazó la propuesta también por tener mucho trabajo; el escocés Joseph Noel Paton, que alegó estar demasiado enfermo; y William Schwenck Gilbert (el de las operetas de Gilbert & Sullivan), que también estaba muy ocupado con su carrera de letrista. Resuelto a conseguir a Tenniel, Carroll llegó a ofrecerse a pagarle a Punch cinco meses de su sueldo para liberarle del trabajo y que pudiera ilustrar su libro. Probablemente esta oferta contribuyó a ablandar a Tenniel, quien, en junio de ese año, se ofreció a "ir haciendo" alguna ilustración "en sus ratos libres". A Carroll no debió de sonarle muy convincente, así que le propuso el trabajo a John Proctor, ilustrador en las revistas Judy y Moonshine (competencia directa, por cierto, de Punch), pero este también lo rechazó, y el contrato de las ilustraciones de A través del espejo fue firmado finalmente en noviembre de 1868 por John Tenniel. 


Como había sucedido con Alicia, y confirmando todos los temores de Tenniel, la realización de los dibujos para A través del espejo fue conflictiva. Aunque le daba libertad para hacer su propia interpretación de personajes y escenarios, y hasta aceptaba consejos sobre el texto, Carroll asediaba al dibujante con quejas y especificaciones una vez le enviaba los bocetos. En principio, había encargado cuarenta y dos ilustraciones, ya que era el mismo número que había en Alicia, y un número al que Carroll le tenía especial cariño, pero fue pidiéndole más, algo que frustraba al ilustrador, ahogado con sus otros trabajos, hasta que al final fueron cincuenta. Probablemente, la ilustración más famosa del libro es la del monstruo llamado Jabberwock, pero la más curiosa es la que nunca hizo: Carroll escribió un capítulo sobre una avispa que llevaba peluca, y Tenniel rechazó tajantemente dibujarla, alegando que "estaba fuera de todas las posibilidades del arte". Incluso cuando las ilustraciones ya se habían tallado en bloques de madera para la imprenta, hubo que rehacer algunas esas piezas porque a Carroll, aunque había dado el visto bueno a la ilustración de Tenniel, no le gustó el resultado en las pruebas y los hizo modificar. 


Aunque había sido el deseo de Carroll de que el libro se publicara antes de la Navidad de 1871, para que fuera uno de los "regalos estrella" de aquel año, todos los cambios y problemas mencionados hicieron que se retrasara su salida, y acabó publicándose dos días después de la Navidad. En otro paralelismo con Alicia en el País de las Maravillas, Tenniel se mostró descontento con la calidad de la impresión de las ilustraciones, y Carroll sugirió retirar el libro de la circulación como había hecho con Alicia, pero esto no llegó a suceder y ninguna copia fue devuelta. 


A pesar de todas las complicaciones, y de salir a la venta después de las compras masivas de Navidad, se vendieron 15000 copias del libro en las siete semanas siguientes a su publicación, y renovó el interés por su predecesor, las ventas del cual también se incrementaron como consecuencia. 


En el siguiente artículo repasaremos las aventuras de Alicia en este mundo del espejo donde tantas cosas marchan al revés, y observaremos más de cerca el problema de ajedrez que Carroll plantea al principio del cuento.


Fuentes:


CARROLL, Lewis; GARDNER, Martin (ed.). The Annotated Alice, Penguin, Londres, 2001.


CARROLL, Lewis; GONZÁLEZ ÁLVARO, Juan (int.), Ana-Emilia (trad. prosa), PASCUAL, Emilio (trad. verso). A través del espejo, y lo que Alicia encontró al otro lado, Ediciones Gaviota, Madrid, 1990.


CARROLL, Lewis. “Alice on the Stage”, The Theatre, 1887. 


CARROLL, Lewis. Through the Looking Glass, and what Alice found there, Penguin Books, Londres, 1984.


COHEN, Morton N. Lewis Carroll: A Biography. Random House, Nueva York, 1995.


COHEN, Morton N. "So you are another Alice", en The New York Times, 7 de noviembre de 1971.


COLLINGWOOD, Stuart Dodgson. The Life and Letters of Lewis Carroll, T. Fisher Unwin, Londres, 1898. 


DEMAKOS, Matt. Cut-Proof-Print. From Tenniel’s Hands to Carroll’s Eyes, Stuffing the Teapot Press, Chatham, 2021.




25 de diciembre de 2021

Tercer cumpleaños de Estudios Carrollianos

 


En el tercer cumpleaños del blog, me doy cuenta de que este es el año en que menos entradas he publicado. Pero creo que es también en el que más material he acumulado para escribirlas: he adquirido una docena de libros relacionados con Carroll (y leído la mayor parte de ellos), he visitado una exposición dedicada a Alicia en el País de las Maravillas en el museo V&A de Londres; he participado en charlas y conferencias vía telemática; y recientemente he visto la última adaptación cinematográfica de una de las obras del autor. Aunque este año, lamentablemente, me haya quedado corta en las publicaciones, espero compensarlo el próximo, contando y compartiendo todo lo que he aprendido en este. 

Muchas gracias, como siempre, a los lectores y lectoras que se acercan a este diminuto espacio de internet a echar un vistazo. Sin vosotros, seguir estudiando a Carroll, aunque todavía apasionante,  sería un poco solitario. Sed bienvenidos y bienvenidas a mi rinconcito siempre que queráis, y disfrutad de una taza de té por año de vida del blog.


Irene Martínez




7 de diciembre de 2021

Alicia en miniatura



Mi agradecimiento a Juan Ángel Serrano por sus oportunas correcciones.


 
Del cuento "It's about time!
de la colección Disney's storytime treasures library (1998).

 

"¡Qué sensación más extraña!", se dice a sí misma Alicia, después de beberse la poción de la botellita, "Debo de estar encogiéndome como un telescopio". Se encoge, en efecto, hasta llegar a las diez pulgadas (25.4 cm.), y más adelante, tras aumentar de tamaño y darse aire inconscientemente con el abanico del Conejo Blanco, vuelve a reducirse hasta quedar en nueve pulgadas (22.8 cm.), lo que le hace exclamar, desesperada: "¡Nunca había sido tan pequeña como ahora, nunca!". 

 
Ilustración de Gordon Robinson (1916).

Sin embargo, científicos de las universidades de Cardiff, dirigidos por el doctor Daryl Beggs, han conseguido que sea más pequeña todavía, más pequeña de lo que nunca se habría imaginado el propio Carroll: han reducido las páginas del libro a un tamaño de 85x60 micrones. ¿Cuánto es un micrón? La milésima parte de un milímetro. Como referencia, el diámetro de un cabello humano mide entre 50 y 70 micrones. 


 


La página oficial del proyecto describe el libro como: "La más pequeña reproducción nunca hecha de Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas, con letras que se miden en nanómetros", y a continuación concreta: "las 78 páginas y 26.764 palabras de la historia se han traspasado a un pequeño chip de silicio, en que cada página tiene el ancho de un cabello humano (60 micrones). Cada letra individual solo tiene dos micrones de alta, y está hecha de oro puro". 

 

 

Según explican Daryl Beggs y Dimitra Fimi (la asesora literaria), escogieron el libro de Alicia en el País de las Maravillas no solo por las reducciones de tamaño de la protagonista, sino por la fascinación por las miniaturas y lo diminuto que, en general, sentían los victorianos. Fue la época en que se perfeccionó el microscopio, se popularizaron las figuritas de animales en joyería y adornos, y comenzaron a construirse detalladas casitas de muñecas (no tanto como juguetes, sino como modelos educativos donde las niñas recreaban la organización de un hogar).


Cocina de una casita de muñecas de 1840.
Victoria&Albert Museum of Childhood.

Charles Dodgson, el futuro Lewis Carroll, no se resistió al encanto de lo diminuto. Su tío Skeffington Lutwidge tenía una colección de instrumentos ópticos (además de otras curiosidades, como una nevera), y contagió a su sobrino su afición a observar minúsculos animales vivos por medio de un microscopio. "Es una visión de lo más interesante", escribiría Dodgson en su diario en 1852,  "dado que estas criaturas son convenientemente transparentes, y puedes ver sus órganos brincando como piezas de una intrincada maquinaria, y hasta la circulación de la sangre". Un año más tarde, John Benjamin Dancer (1812- 1887) inventó la microfotografía, el proceso de reducir fotografías a un tamaño de milímetros, de modo que solo puedan ser vistas a través de un microscopio. La novedad causó furor en la Inglaterra vitoriana al menos durante cuatro décadas, y no cabe duda de que Charles Dodgson, que se inició en la fotografía en 1856, debió de admirar muchas de estas imágenes microscópicas. 


Microfotografía de la Luna.

No olvidemos, por otra parte, que la producción de libros en miniatura data de la era renacentista (aunque ya se escribían obras a mano en miniatura antes de la invención de la imprenta), y ha sido un arte que ha perdurado durante siglos. El libro como miniatura legible a simple vista es un objeto común para coleccionistas y curiosos, y hoy en día es muy fácil encontrar libros de Alicia en miniatura, que caben en la palma de la mano pero también se pueden leer.



Edición en inglés de Wartelsteiner GmbH, 2016.
Mide 38x53 mm.


 
Edición en castellano de Minilibros, 2012.
Mide 50x60 mm.


Hasta el presente año, el honor del libro más pequeño nunca hecho - certificado con récord Guinness - lo tiene el cuento Teeny Ted from Turnip Town (2007), escrito por Malcolm D. Chaplin y publicado por Robert Chaplin, en Canadá. El ejemplar está impreso en treinta microtabletas de silicio y tiene un tamaño de 70x100 micrones. Sin embargo, parece ser que aún hay otros más pequeños: los dos creados en 2016 por el miniaturista siberiano Vladimir M. Aniskin. Ambos ejemplares - uno de los cuales contiene una lista de nombres de microminiaturistas, y el otro el alfabeto cirílico - miden 70x90; excepcionalmente están hechos a pulso, sin la ayuda de brazos o dedos robóticos, y presentados sobre el corte transversal de una semilla de amapola. Las letras miden 15 nanómetros.


La zona blanca de esta imagen es el corte de la semilla de amapola.
El libro está en la placa dorada del centro.
Imagen de Vladimir Aniskin.


Tanto el libro de los hermanos Chaplin como los dos listados de Aniskin  podrían  quedar desbancados si la Alicia de Beggs se presenta a los récords. No cabe duda, sin embargo, de que con el desarrollo de la nanotecnología, Alicia seguirá haciéndose más y más pequeña, hasta medidas inconcebibles. Desde hace poco, Alicia en el País de las Maravillas puede ser leída por los klingon: a partir de ahora, también podrán leerla los nanites.

 

Fuentes:

 

A cabinet of curiosities, página web de Howard Lynk. 


GAMERO, Alejandro. "Breve historia de los libros en miniatura", en La piedra de Sísifo, 27 de febrero de 2019. 


Tiny Alice Project.



Wikipedia.



1 de diciembre de 2021

Carta náutica en blanco





Había comprado un gran mapa del mar
  Sin un solo vestigio de tierra que pisar,
 Y su tripulación estaba encantada de ver
       Un mapa que todos podían entender.


    “¿De qué sirven el Polo y Ecuador mercatoriano,
  Trópicos, Zonas, y líneas del Meridiano?”
Dijo el Pregonero, y replicó su tripulación:
  “¡No son más que una simple y pura convención!"


  “¡Otros mapas tendrán relieve, islas y cabos!
  Pero gracias a nuestro Capitán bravo,
 (Así dijeron) tenemos lo adecuado:
        ¡Un perfecto y absoluto mapa en blanco!”


El alivio de los tripulantes - ninguno de los cuales tiene formación en marinería - al constatar que tienen un mapa "que pueden entender" es hasta cierto punto comprensible (si bien es también alarmante). La cartografía, durante los muchos siglos en que se carecía de tecnología tal como satélites, radares, sonares y drones, era una ciencia altamente especializada que requería una gran capacidad de observación, un pulso firme, y mucho, mucho tiempo para dedicarle. Si en la dispar tripulación del snark hubieran contado con un Cartógrafo, o por lo menos con un Barrelman (ayudante del vigía) que se hubiera ocupado de dibujar sobre el mapa en blanco, ¿cómo lo habría hecho?


Como se puede observar, en la carta náutica ya están dibujados los meridianos, pero la distancia entre los paralelos es variable según se acerquen o se alejen del Ecuador. Por tanto, lo primero que se determina es la distancia entre paralelos según el punto de la Tierra en que estemos. Esto se hace comprobando nuestra posición, por ejemplo con un sextante, y a partir de ahí, el cartógrafo calcula en el triángulo de paralelos la separación que debe dejar entre los paralelos que dibuja. 


Triángulo de paralelos.

Después de trazar los paralelos, se calcula la forma y el relieve de la costa, según otra serie de fórmulas. Pero lo más importante son los detalles del propio mar: la profundidad del fondo, el tipo de lecho marino, los posibles escollos o bosques de algas... El tipo de fondo se comprueba con el escandallo, una pieza de plomo (llamada pilón o plomo) atada a una cuerda (llamada sondaleza) con nudos a cada cierta distancia (metros, brazas...). Se echa al agua y se cuentan cuántos nudos se sumergen hasta que toca fondo. El escandallo tiene una oquedad en su base en la que se coloca una bola de grasa o sebo. Al recogerlo, tiene adherida a la grasa una muestra del lecho marino, y así se puede saber si es roca, fango, arena o cascajo (restos pulverizados de caparazones y coral fosilizado. Esto es importante porque dependiendo del tipo de fondo, se elige el fondeadero (lugar donde se echará el ancla), siendo el mejor fondeadero posible el de arena, donde el ancla y la cadena se asientan por completo) y el peor el de roca (donde el ancla puede quedar atascada en grietas o resbalar sobre una superficie demasiado plana).


Rueda de rumbos.


El rumbo de referencia es siempre el norte porque es el más fácil de identificar: de noche por la Estrella Polar, y de día según el sol: al amanecer, si una persona se pone de pie con los brazos en cruz, y el derecho orientado hacia la salida del sol, lo que tiene delante siempre será el norte. De hecho, el rumbo se expresa siempre en grados de diferencia del rumbo verdadero que se está llevando respecto al norte, siendo por tanto el norte el rumbo 000º, el este el 090º, el sur el 180º, y el oeste el 270º. por tanto, para poner rumbo noreste, se mandará al timonel "Proa al 045º".


Un mapa en blanco evita todos estos complicados embrollos, pero también pone a toda la tripulación en riesgo de acabar en un territorio de boojums en vez de en uno de snarks. Hoy en día, sin embargo, el dibujar físicamente un relieve de costa sobre una cartulina en blanco es algo que ha quedado desfasado por la digitalización de la cartografía, y la tecnología que permite fotografiar y medir con exactitud cada centímetro de la tierra y el agua. La carta mercatoriana que ilustra este artículo fue impresa, quizá por última vez, en 1964, y rescatada in extremis de acabar destruida. Se encuentra ahora a buen recaudo, y aún tiene una misión que cumplir: teniendo una carta náutica en blanco, solo me queda la pequeñez de conseguir un barco (simplemente iré a pedírselo al rey, como en El cuento de la isla desconocida) y la importante labor de reunir a mi tripulación. Como yo soy Profesora, ¿quién me podría acompañar? ¿Un Pintor, un Peluquero, un Pescador? Y como animal de a bordo, ¿un Pájaro, un Panda, un Pangolín? Se aceptan propuestas.

 

Fuentes:


Diagrama de carta mercatoriana en blanco para latitudes entre 61ºN y 61ºS. Diseñada por el cartógrafo Sebastián Ayala, del Instituto Hidrográfico de la Marina, Cádiz, España. Segunda edición de 1950; quinta impresión de 1964.


Asesoramiento experto de Ricardo Martínez, antiguo cabo primero de la Armada Española.

 

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15 de noviembre de 2021

Alicia en klingon

 



QelIS boqHarmey (pronunciado, aproximadamente, "Kei-lish-bok-jar-mei") es la primera - y me atrevería a decir que la única en mucho, mucho tiempo venidero - traducción de Alicia en el País de las Maravillas al lenguaje klingon. Ha sido elaborada por el autor alemán Lieven L. Litaer, experto y profesor de klingon, y se publica en ediciones bilingües con traducción inversa al inglés o alemán.





El klingon (o klingonés, menos frecuentemente) es un lenguaje artificial creado por Mark Okrand como idioma del pueblo klingon, una raza y cultura ficticia del universo Star Trek. En principio, los personajes klingon – mayoritariamente guerreros, fuertes y orgullosos, con un elevado concepto del honor – conversaban en la serie en inglés, incluso entre ellos. La existencia de un idioma klingon se había mencionado por primera vez en el episodio de 1967 “The Trouble with Tribbles” (“Los tribbles y sus tribulaciones”), pero no se oyó hablar a ningún klingon en este lenguaje hasta Star Trek: la película, de 1979. El productor Jon Povill y el actor James Doohan (Montgomery “Scotty” Scott) idearon algunas palabras y una fonética básica del klingon para que un solo personaje hablara en un determinado momento. Según Mark Lenard, el actor que hacía de capitán klingon, fue Doohan quien le grabó unas líneas, y Lenard se limitó a aprenderlas y repetirlas de una manera adecuada a su personaje, pero sin que el texto tuviera una estructura o un significado concreto. 


No fue hasta unos años más tarde, en la película Star Trek IV: en busca de Spock (1984), cuando el actor y director Leonard Nimoy (Señor Spock) decidió que el klingon debería ser un idioma completo y no un simple parloteo que sonara alienígena, de modo que encargó al lingüista Marc Okrand, que anteriormente había creado unas pocas frases en vulcaniano, que lo desarrollara por completo, a partir de las ideas de Povill y Doohan. Así, Okrand creó el idioma y presentó en 1985 un Diccionario de klingon, que sentó las bases para que este lenguaje continuara ampliándose en subsiguientes películas, series y novelizaciones; incluso se han propuesto dialectos del mismo. Dentro del universo Star Trek, todos los personajes klingon hablan su lengua – que no siempre se traduce o subtitula – y algunos personajes humanos, sobre todo capitanes y diplomáticos, han aprendido a hablarla como segundo o tercer idioma.


En la actualidad hay en la sociedad real una comunidad de hablantes de klingon, ya que resulta atractivo tanto a los interesados por los lenguajes artificiales (como el volapük o el esperanto), como a los estudiosos de idiomas creados para mundos de fantasía (como el quenya), y por supuesto a los trekkies o aficionados a las sagas de Star Trek


De hecho, parece que no la hay. 
"Estar solo" se expresa en klingon con un prefijo.


Se han traducido al klingon textos clásicos como Hamlet o El arte de la guerra. Se ha adaptado el cuento Canción de Navidad  a una obra de teatro en la que principalmente se habla este idioma (solo el narrador habla en inglés), y existe una ópera, titulada ʼuʼ, escrita e interpretada completamente en klingon. 


Escena de ʼuʼ en su estreno 

el 10 de septiembre de 2010, en el teatro Zeebelt de La Haya.


No es la primera vez que los filólogos del klingon han intentado llevar la obra de Lewis Carroll al espacio exterior: ya mencioné en este artículo sobre el poema "Jabberwocky" que se había empezado una traducción al klingon, aunque hace un tiempo que no he mirado si está terminada. Es la primera vez, sin embargo, que se traduce un libro completo de este autor. Lieven L. Litaer ya había traducido en 2018 El Principito de Antoine de Saint-Exupéry (con el título de ta'puq mach), y también había traducido unas líneas de Alicia que se citan en klingon en un episodio de la serie Star Trek: Discovery. Traducir el libro completo era todo un reto, como sucede en cualquier otro idioma, por la cantidad de juegos de palabras y bromas internas, pero Litaer aceptó el desafío. El resultado es una traducción de Alicia en el País de las Maravillas fiel a la obra original: no adapta la época ni el entorno, ni la reescribe con personajes klingon. Es simplemente el cuento que leerían los niños klingon si los linguïstas de su planeta lo tradujeran a su idioma. 




Dado que el lenguaje klingon está construido en torno a las características de su pueblo, es rico principalmente en vocabulario de la guerra, la tecnología, las armas, la historia y los viajes interestelares, por lo que suele "quedarse corto" en lo que sería una conversación cotidiana. Así, en las primeras líneas del texto, en que Carroll dice que Alicia comenzaba a aburrirse por estar junto a su hermana "sin nada que hacer", Litaer opta por decir que está "sin ninguna misión que cumplir", lo que sin duda constituiría un motivo de aburrimiento para un klingon, niño o adulto. Sin embargo, Litaer no ha necesitado añadir más que unas diez palabras nuevas en klingon - palabras que, al al parecer, han sido creadas por el propio Marc Okrand - para poder realizar una traducción completa. 




Que Alicia en el País de las Maravillas es un libro que trasciende el tiempo y el espacio... terrestre, es algo que ya sabíamos. Pero claro está que, cuando menos lo esperamos, resulta que llega más lejos, que sube más alto. Ahora, más que ninguna otra vez, ha atravesado la última frontera. ¿Qué puede ser lo siguiente? 



Starry night. Diseño de Frank Nguyen.



Fuentes:

CARROLL, Lewis; LITAER, Lieven L. (trad). QelIS boqHarmey – Alice's Adventures in Wonderland, Egpyt Verlag, Berlin, 2021. Disponible en Amazon y en  klingonisch.de/webstore



Wikipedia.


6 de noviembre de 2021

Alicia de Jan Švankmajer (1988)




 

Něco z Alenky (literalmente, "Algo de Alicia") es una adaptación de Alicia en el País de las Maravillas, de imagen real y animación en volumen, del director checo Jan Švankmajer. Estrenado en 1988 en Nueva York, fue el primer largometraje del autor tras una larga lista de cortos de dibujos animados y animación de recortables, plastilina y marionetas. Tiene una duración de 86 minutos. 


Jan Švankmajer, de ascendencia bohemio-germánica, nació en Praga en 1934. En su infancia, recibió un regalo de Navidad que definiría su vocación para siempre: un teatrillo de marionetas. Estudió en la Universidad de Artes Aplicadas de Praga, y más tarde en el Departamento de Títeres de la Academia de las Artes Escénicas de Praga. Uno de sus primeros trabajos en animación fue su colaboración en la película de marionetas Johanes doktor Faust dirigida por Emil Radok en 1958. En el mismo año comenzó a trabajar en el teatro Semafor de Praga, donde fundó el Teatro de Máscaras, y posteriormente pasó al teatro Laterna Magika, donde volvería a colaborar con Radok. 



Fotograma de El último truco.


Su primer cortometraje fue El último truco del Sr. Schwarzewalde y el Sr. Edgar (Poslední trik pana Schwarzewaldea a pana Edgara), estrenado en 1964. Su estilo fue evolucionando del manierismo al surrealismo, siendo su primera obra dentro de esta corriente El jardín (Zahrada), de 1968; no tardaría en definirse a sí mismo como surrealista y unirse al Grupo Surrealista Checoslovaco en 1970. En esta época fue el principal editor de la publicación surrealista Anagolon. Durante la "normalización" (nombre que recibe el período que siguió al Pacto de Varsovia de 1968, hasta la liberación e independización de las naciones soviéticas que comenzó en 1987), el trabajo de Švankmajer fue vigilado y reprimido por las autoridades comunistas; de hecho, se le prohibió filmar películas entre 1973 y 1979. Esto hizo que fuera completamente desconocido fuera de su país hasta los años 80, en que cortos como Dimensiones del diálogo (Možnosti dialogu, 1980) o El pozo, el péndulo y la esperanza (Kyvadlo, jáma a naděje, 1983) comenzaron a llamar la atención de críticos y cineastas en Europa y Estados Unidos. En 1983, con Jaromír Kallista, fundó una compañía de cine independiente que en 1992 sería conocida como Athanor Ltd.




En 1988, Něco z Alenky (estrenada simplemente como Alice) le valió el reconocimiento y el aplauso internacional; animadores de prestigio como los hermanos Quay y Terry Gilliam han expresado la influencia de esta película en su propia obra, y su admiración por el trabajo de Švankmajer.



Jan Švankmajer y Terry Gilliam en la Escuela de Cine de Verano, 
en Uherské Hradiště (República Checa, 2009).

En la actualidad, el director checo es reconocido por crear en sus obras un mundo único, sombrío e inquietante, propio de pesadillas, usando objetos cotidianos pero siniestros, como cráneos y huesos, animales disecados, muñecas y bebés de juguete, y artículos punzantes como imperdibles, agujas, clavos, chinchetas... Ha adaptado textos de Lewis Carroll, Edgar Allan Poe, Christopher Marlowe, Horace Walpole, y los escritores checos Karel y Josef Čapek, además de cuentos folclóricos de su país. Aparte de Alice, su largometraje más celebrado es El pequeño Otik (Otesánek, 2000), sobre una pareja sin hijos que "adopta" una raíz con una forma que recuerda vagamente la de un niño, la cual cobra vida y comienza a devorar todo lo que encuentra. Su obra más reciente, y que por sus propias declaraciones es la última, es Insectos (Hmyz, 2018).

 


Jan Švankmajer con el pequeño Otik.


Švankmajer trabaja con frecuencia en artes plásticas como la cerámica, los grabados y los collages. En sus obras combina las marionetas de mano o de varilla con actores reales y varios tipos de animación (de plastilina, recortables y stop-motion). Con su esposa, Eva Švankmajerová, pintora surrealista que colaboró en Alice y El pequeño Otik, adquirió un castillo del siglo XVIII, situado en Horní Staňkov, y creó en él un museo de curiosidades, en el que exhibe las figuras y marionetas usadas en sus películas, y grotescas criaturas formadas por huesos, cráneos y conchas de animales dispares. Los hermanos Quay rodaron un cortometraje documental sobre tan fascinante espacio en 1984.



Una de las curiosidades del gabinete de Jan Švankmajer.

Su particular y personalísima versión de Alicia está protagonizada por una única actriz, Kristýna Kohoutová, que interpreta a Alicia y hace las voces de todos los demás personajes, sean recortables o marionetas. Aparte de ella, solo se pueden contar como personajes de imagen real a la hermana mayor de Alicia, que aparece en la secuencia inicial, pero no habla, no se ve su rostro en ningún momento, y no está acreditada en la película; y los animales vivos que aparecen en algunos momentos. Kristýna Kohoutová, que tenía siete años en el momento del rodaje, solo parece tener en su haber el papel de Alicia: no consta que tuviera una experiencia previa como actriz infantil, o que continuara trabajando en el cine tras la película de Švankmajer. Sin embargo, es una Alicia perfecta: tiene la edad adecuada para el papel, y el talento y la madurez suficientes para interpretarlo. 



La película empieza de una manera totalmente convencional, con la imagen de un pequeño arroyo en el que empiezan a a caer guijarros. Alicia se encuentra sentada en la orilla junto a su hermana (que está leyendo un libro, y cuyo rostro no llega a verse) y se entretiene tirando piedrecitas al agua. Cuando se le acaban, se sacude la tierra de la falda, y curiosea en las páginas del libro de su hermana... quien le golpea la mano para que se esté quieta. Alicia retira la mano sin quejarse y vuelve a una postura inmóvil, mirando fijamente a la cámara. 



Los créditos comienzan a mostrarse en gruesas letras blancas de molde sobre un fondo completamente negro, alternándose con un primer plano de los labios de la niña recitando una especie de presentación, al tiempo que se oye una suave música de piano que será la única banda sonora de toda la película.




"Alicia pensó para sí misma:
Vamos a ver una película.
Para niños...
quizá.
Pero no olvides
que debes
cerrar los ojos.
Porque de otra manera
no verás nada."


La siguiente escena transcurre en la habitación de Alicia, que está llena de cadáveres y despojos: la cámara pasa por moscas muertas en el antepecho de la ventana, mariposas y escarabajos clavados en paneles, huesos y cráneos de pequeños mamíferos, conchas y plumas, corazones de manzana y flores secas. Muñecas con ojos de cristal y títeres de cachiporra descoloridos rodean a la niña, que repite su pasatiempo anterior cogiendo piedrecitas de la falda de una de las muñecas y lanzándolas dentro de una taza de té. 


El mecanismo de un reloj suena demasiado alto durante todo este tiempo. Alicia al final se aburre, se tumba en el suelo y fija la vista en la lámpara, hasta que un ruido llama su atención. Se incorpora para ver a un conejo blanco... disecado, que está arrancando sus propias patas de los hierros que lo sujetan a la vitrina.




El Conejo logra liberarse las patas, saca algo de ropa de un doble fondo de la urna donde está expuesto y, tras vestirse, rompe con unas tijeras el cristal de la vitrina y se libera. Pronto se percata de que está perdiendo su relleno de serrín por el tajo en el abdomen a través del cual, en su día, el taxidermista le sacó los intestinos. El intentar cerrar esa costura y rellenarse de serrín siempre que tiene ocasión - y asimismo, guardar su reloj en el hueco de su propio vientre - será un motivo recurrente en la película.




"¡Cielos, cielos, voy a llegar tarde!", exclama el Conejo a través de Alicia. Y echa a correr por un terreno desolado, cubierto de costras de tierra, que de repente está conectado con la habitación de la niña. Al ver que el Conejo se mete en un escritorio que está en medio del desierto, Alicia lo sigue sin pensarlo. Cuando ella llega al escritorio, abre el cajón y tantea el interior, pinchándose un dedo con un compás viejo y oxidado. La niña se queja, pero no se arredra: se lame la sangre del dedo, se asoma al cajón y se mete sin más. Comienza así un alucinado viaje a un lugar que está más cerca de la demencia que de las maravillas.




Todo lo que encuentra Alicia a partir de entonces es amenazador. Continuamente corre peligro, se cae, se golpea: una "broma" recurrente es que cada vez que intenta abrir un cajón se queda con el tirador en la mano, y la mayoría de las veces el impulso al querer abrirlo hace que se caiga de espaldas. 




La propia Alicia es mucho menos prudente que la observadora niña de Carroll: ella no tiene ningún reparo en comer y beber cosas que claramente no están destinadas a su consumo, como serrín o tinta. Además, incluso lo que en apariencia es comestible oculta peligros escalofriantes. Mientras Alicia "cae" por la madriguera (va bajando con un ascensor, que resuena de modo ominoso cada vez que desciende un piso) ve las estanterías con tarros de conservas, pero cuando coge el de mermelada de naranja, lo abre y saca una poca con la punta del dedo, comprueba que hay chinchetas entre la mermelada. Estos primeros encuentros con "comida" potencialmente mortal no son más que predecesores de la dantesca escena de la despensa, pero a Alicia aún le quedan muchos horrores antes de llegar a ella.



Como en el libro, Alicia cae en un gran montón de hojas sin hacerse daño. Las hojas son rápidamente absorbidas por el cajón de un escritorio, y la niña no tarda en advertir que está atrapada en una habitación pequeña y claustrofóbica, con solo el escritorio, y una puerta que no puede abrirse. La puerta tiene una puertecita más pequeña, la llave está en el cajón del escritorio, y el Conejo está al otro lado, pero Alicia siempre es demasiado grande para pasar.




Alicia se reduce al beber de una botella de tinta (convirtiéndose en una muñeca de porcelana), y luego crece al comer una galleta que cae del cajón. Cuando ve que no puede pasar por la puertecita, llora tanto que el agua supera las tres cuartas partes de la altura de la habitación. Es la única versión de Alicia en que parece que la niña se va a ahogar de verdad, incluso cuando todavía es grande.






La narrativa se aleja del texto de Carroll para presentar situaciones igualmente surrealistas. Mientras Alicia nada de un lado al otro del cuarto, llega nadando el Ratón, que aparentemente confunde la cabeza de la niña con un islote. Sube por su cabello arrastrando tras de sí un baúl, clava a martillazos unas estacas en la cabeza de Alicia, y enciende un fuego sobre el que coloca una olla, en la que va vaciando latas.




Tras aguantar con una paciencia inusual que hayan prendido fuego en su cabeza, Alicia murmura "Creo que esto ya es demasiado" y se sumerge en el agua, desbaratando el campamento del Ratón, que se marcha a nado, desconcertado con el hundimiento del islote. Al poco, el Conejo llega en barca, con un plato de galletitas. Huye al ver a Alicia, que solo intenta pedirle ayuda, y la bandeja se acerca flotando hasta la niña, que coge una de las galletas, se la come y vuelve a convertirse en muñeca. Con un gran esfuerzo, la pequeña Alicia logra alcanzar la llave y abrir finalmente la puerta grande; el agua sale a presión hacia un río, y Alicia llega, exhausta, a la orilla, donde también desembarca el Conejo. Este la confunde con su criada Mary Ann y la manda a su casa... a por unas nuevas tijeras, que ha perdido en el agua. 



Siguiendo humildemente sus órdenes, la Alicia-muñeca entra en una delirante construcción de bloques de madera, montada sobre una mesa de tamaño normal, a la que se accede mediante escaleras y rejas con clavos salientes por todas partes. No tarda en encontrar un nuevo par de tijeras para el Conejo - que tiene un cajón lleno de ellas -, pero no resiste la tentación de beber otra vez de un tintero. Esto hace que recupere su forma humana y su tamaño normal, y se quede atascada en la casita. 

 

 

El Conejo se impacienta y va a buscarla; para no enfrentarse a él, Alicia bloquea con los muebles la puerta de entrada al cuartito donde está. Tras varios golpes, cortes y caídas, el Conejo, frustrado, sale al jardín e intenta serrar el brazo de Alicia que asoma por una ventana, pero tampoco consigue nada. Llama entonces a unos amigos animales, seres terroríficos compuestos de cráneos, huesos y raspas con ojos saltones, ataviados con gorros rojos de duendecillo, que difícilmente recuerdan a criaturas reales. 

 

El lagarto Bill intenta colarse por la chimenea, con las consecuencias que todos conocemos, pero mucho más severas: su cuerpo revienta al estrellarse contra el suelo. Tras arrojarle a Alicia, furiosos y desesperados, las pequeñas piedras que hay en una carretilla, sus compañeros intentan coserlo de nuevo con el hilo y las tijeras que el Conejo siempre tiene a mano. Mientras tanto, los guijarros que han caído al interior de la casa se han convertido en pastelitos, y al comerse uno, Alicia vuelve a convertirse en muñeca. 



Intenta escapar de la casa sin ser vista mientras el Conejo y sus amigos están alimentando a Bill con el serrín que ha caído de su propio cuerpo, pero la descubren y la persiguen. 

 

 


Acorralada, Alicia cae en una olla llena de una pócima lechosa. Por unos momentos no sale a la superficie, pero súbitamente - entendemos que al tragar algo de ese líquido - vuelve a su tamaño normal, pero atrapada en el cuerpo de la muñeca. Los animales la atan por los pies y, mediante unas aves que relinchan y tiran como caballos, la arrastran hasta llevarla tras una puerta que el Conejo cierra con llave. 




Alicia logra romper su "cuerpo" de muñeca y escapar de su interior, pero aún tiene que salir de una despensa plagada de horrores. Decide no volver a probar los pastelitos y la tinta que ha ido comiendo hasta ahora, pero las otras opciones parecen poco seguras: un tarro de bombillas, zapatos dentro de garrafas, relojes en salmuera. Y entonces todo comienza a moverse. Los huevos de un cartón eclosionan, y de las cáscaras salen pequeños cráneos sin ojos ni patas que se van correteando. De una barra de pan brotan clavos. Alicia abre una lata de conservas de la que surge un río de cucarachas, y destapa una olla de la que emerge un enorme trozo de carne cruda que se va reptando a esconderse dentro de otra cacerola. Aun así, le queda valor para abrir una lata de sardinas, y encuentra, bien conservada en aceite, la llave que le permite escapar de la despensa. 

 

 

Se encuentra en el interior de lo que parece una casa de campo dilapidada, con el yeso de las paredes desprendiéndose, las puertas despintadas y astilladas, bombillas desnudas colgando de cables en el techo, y un aspecto general desolador. Se encuentra también con un viejo conocido: el Ratón que acampó en su cabeza tiene el cuello partido por una trampa de resorte. 




Alicia observa que, en el pasillo, hay muchos pares de zapatos frente a una puerta cerrada. Llama a la puerta y, al no oír respuesta, se quita ella también los zapatos y entra sigilosamente. El suelo de madera está cuajado de enormes agujeros rodeados de serrín, de los que comienzan a surgir gusanos hechos de calcetines. 




Tras una nueva caída al intentar abrir un cajón, la niña se da cuenta de que ha aplastado a dos de esos gusanos, pero logra reanimarlos insuflándoles aire, y regresan rápidamente a sus agujeros. Otro gusano, que tiene ojos y una dentadura humana, se coloca sobre una seta de costura (un accesorio de madera, con dicha forma, que se utiliza para coser parches en calcetines y prendas pequeñas) e interpela a Alicia. 




Se trata en realidad de la Oruga, quien, tras decirle a la niña que coja un trozo de cada lado de la seta para crecer o disminuir, comienza a coserse los ojos a sí mismo porque tiene sueño. A Alicia le cuesta un gran esfuerzo arrancar trozos de la seta de madera, y después tiene que vérselas con sus propios calcetines, que deciden imitar a sus congéneres y esconderse en los agujeros del suelo. 


La siguiente habitación que visita Alicia contiene una casa en miniatura: rodeada de piezas batería de cocina, y de docenas de trozos de platos y vasos rotos, es la de la Duquesa. 



El Lacayo-Pez viene a traer la invitación de la Reina, y se la entrega al Lacayo-Rana. Sus pelucas se enredan y se ponen a moverse por sí mismas; la propia Alicia las separa y las devuelve a sus respectivas cabezas. La confusión del Lacayo-Pez, que se va apresuradamente, es una de las dos únicas cosas en toda la película que harán sonreír a la niña. El Lacayo-Rana comienza a cazar moscas y avispas que rondan por los restos de comida de los platos rotos, y acaba marchándose también. Alicia se asoma a la casa, en la que solo está el Conejo, dándole el biberón al bebé. Alicia lo llama suavemente, pero al verla, el Conejo le tira todo lo que queda en la cocina, incluyendo el bebé, y se va corriendo mientras la niña se ocupa de la criatura. El bebé no tarda en convertirse en un cerdito, y se va por sí solo escaleras abajo, pero sigue gimiendo como un bebé y chillando como un cerdito al mismo tiempo. Alicia va ayudarlo, pero solo lo ve desaparecer tras una puerta... 



La Merienda Loca reproduce el proceso eterno y cíclico al que están condenados el Sombrero y la Liebre de un modo aterrador. En una mesa en la que solo hay seis asientos, el Sombrerero cambia de sitio cada pocos minutos, haciendo que la Liebre, que se desplaza en silla de ruedas, vaya tras él, y tras ellos Alicia. El Sombrerero se prueba sombreros, toma el té. La Liebre saca de una tetera un reloj, lo unta de mantequilla, lo cuelga del pecho del Sombrerero. De un sombrero sale el Conejo Blanco, que recoge el reloj y se va. A la Liebre se le queda un ojo colgando de un hilo; el Sombrerero lo pone en su sitio de un tirón, y le da cuerda a la Liebre con la llave que tiene a su espalda. Una y otra vez, el proceso se repite, ante una atónita Alicia que solo cuando se va contempla el punto que cierra y abre el círculo: de la tetera sale el Lirón, que limpia a lametazos las seis tazas antes de volverse a esconder. 

 

 

Siguiendo nuevamente al Conejo, Alicia se encuentra en un tendedero cubierto con docenas de prendas de ropa en las cuerdas. Se abre camino apartando sábanas y camisas, y oye un entrechocar de espadas. En el jardín de la Reina, los soldados de la baraja han salido de sus cartas y están combatiendo. 




A continuación pasan también el Lacayo-Pez, y la procesión real: el Rey y la Reina de Corazones son marionetas de cartón, y el resto de la comitiva la componen cartas de tamaño normal, más otras pequeñitas que representan los Infantes. Los Soldados-Carta prosiguen con su lucha, hasta que la Reina ordena cortarles la cabeza... y es el Conejo Blanco quien lleva a cabo la ejecución, con sus tijeras. Aquí no es el heraldo de la corte, sino el verdugo. 



Los Soldados, sin embargo, siguen combatiendo, pese a la incomodidad de haber sido decapitados. La comitiva se aleja, y Alicia la sigue a distancia. En el jardín vuelve a encontrarse con el Sombrerero y la Liebre, que en ahora están jugando a las cartas en vez de tomar el té, y le sube el ojo a la Liebre y le da cuerda para que puedan seguir con su partida. Pero aparece la Reina, y vuelve a dar al Conejo la orden de cortarles la cabeza. El Conejo obedece ante la aterrada mirada de Alicia, y las cabezas del Sombrerero y la Liebre caen al suelo de un tijeretazo. Los cuerpos las recuperan... cambiándoselas sin darse cuenta: ahora el cuerpo del Sombrerero tiene la cabeza de la Liebre, y viceversa, pero pueden seguir jugando.



La Reina le pregunta a Alicia si juega al croquet, y cuando esta, un poco impresionada, le contesta que sí, la invita a jugar con ella. La niña sigue a los personajes reales a otra habitación, donde la Reina le indica que coja un flamenco. Las pelotas son acericos con muchos alfileres clavados. La Reina se sirve también un flamenco, y hace un tiro que atraviesa varias cartas y termina rompiendo un cristal. Alicia se ríe, aunque deja de hacerlo cuando ve que la jugada termina con la decapitación de todas las cartas implicadas. 



Se dispone a tirar ella misma, pero, antes de golpear, su flamenco de cartón - y todos los que están en las cartas - se transforma en una gallina viva, y los alfileteros, en gorditos y redondos erizos. Los animales se van correteando y aleteando por el campo de juego. Sin mencionar para nada este suceso, el Conejo se acerca a Alicia y le entrega un cuaderno escolar, con la indicación de que debe aprenderse de memoria su contenido, y se marcha. Alicia sale corriendo tras él, atraviesa los pasillos de la ruinosa casa de campo, y entra en la habitación donde cree que se ha metido. En el interior están los Reyes de Corazones, con sendos cuadernos idénticos al de Alicia, y un platito de galletas. 



El Conejo está con ellos, y también el Sombrerero y la Liebre - ya con las cabezas en los cuerpos correspondientes - y otros animales que componen el jurado. Los Reyes acusan a Alicia de haberse comido las tartitas; Alicia asegura que no ha comido nada. El jurado golpea platos y cazuelas ante tan flagrante distorsión de la verdad, y Alicia se corrige: "...o casi nada". El Rey la hace leer una página del cuaderno en que se disculpa, pero la niña dice que no se arrepiente de nada, lo que conlleva una nueva cacerolada y una nueva corrección: "...de casi nada". El Rey le insiste en que diga solo lo que está escrito en el cuaderno; la niña discute con él, y en un momento dado se acerca al plato de galletas y comienza a comérselas a puñados. El Rey le da la razón a la Reina, que llevaba todo el juicio ordenando que le cortaran la cabeza a Alicia, y da la orden él mismo. El Conejo enarbola sus tijeras, Alicia, todavía con la boca llena de galletas, comienza a negar desesperadamente con la cabeza... y se despierta. 




La niña se frota los ojos, se incorpora, y recorre con la vista todos los elementos de su habitación que ha visto en el sueño: las cartas, el tintero, el plato de galletas de su merienda, y su propia versión en muñeca. Cuando mira la vitrina del conejo disecado, sigue rota y vacía. Se acerca despacio, mete la mano en el interior, y abre el cajón oculto donde el Conejo guardaba su ropa, y que ahora tiene unas tijeras. Las recoge, y se dice para sí: "Llega tarde, como siempre... Creo que tendré que cortarle la cabeza".




La Alicia de Švankmajer es una película que no puede dejar indiferente. Se considere inquietante, original, aterradora o simplemente rara, no es para nada una adaptación como cualquier otra. El País de las Maravillas que crea el autor checo es fascinante. Irrepetible. Ningún elemento es como se espera en una adaptación de Alicia, ni en el apartado visual, ni en el narrativo, ni en el sonoro. Además de que, como hemos mencionado, no hay actores de doblaje para las marionetas porque Alicia lee todas las intervenciones, tampoco hay música de fondo (excepto una breve secuencia de piano en los créditos de inicio y final), solo efectos de sonido que suenan más alto de lo que deberían. El tictac del reloj, el ruido del ascensor conforme baja, el choque de las tazas de té y los platillos en la mesa del Sombrerero y la Liebre, los pasos, y sobre todo cada golpe, cada caída, cada desgarrón o tijeretazo, se oyen con una claridad perfecta. 



Los hilos y las fibras de cartón de las marionetas no son solo visibles, sino que se insiste en su naturaleza de objeto creado por el hombre que no debería tener vida propia, como en el caso de la Liebre, que funciona a cuerda, o de modo estremecedor, en el de los animales disecados, que vuelven a la vida después de haber sido asesinados por entretenimiento, y recogen el serrín que los rellena porque ya no tienen órganos. 


Y entre todo esto, lo que posiblemente más llame la atención es que Alicia sufre. Solo llora en la escena del charco de lágrimas, pero continuamente recibe golpes y heridas, desde pinchazos en el dedo hasta estacas clavadas en su cabeza. Al volver a su tamaño tras caer en un cazo mientras huía de los animales hechos de hueso, se queda atrapada en el cuerpo de la muñeca, y sus ojos se mueven de un lado a otro, impotente mientras la atan y la arrastran. Se muestra compasiva con las extrañas criaturas con las que se encuentra (sopla en los calcetines- gusano para devolverlos a la vida, da cuerda a la Liebre, por no mencionar cuánto tiempo soporta que el Ratón cocine sobre su cabeza), y se asusta al ver decapitaciones y abusos. Su curiosidad por hablar con el Conejo, y su voracidad por comer todo lo que encuentra (no vacila en comer serrín, beber tinta, o arrancar y masticar trozos de la seta de la Oruga, aunque claramente son astillas de madera) tienen consecuencias que no la hacen retroceder, pero que tampoco le pasan inadvertidas.




Kristýna Kohoutová es posiblemente la mejor Alicia de todas las versiones de imagen real que nunca se han filmado. Es una niña de la edad de Alicia, que actúa y reacciona como tal, que se adapta a un mundo sobrenatural a pesar de llevarse golpes y pinchazos, y persevera en su curiosidad a pesar de los reveses. No tiene ni la ingenuidad de las actrices infantiles ni la inevitable seriedad de las adultas, sino el punto justo de madurez para interpretar al personaje de una manera tan poco convencional. Habría sido ideal que hubiera protagonizado otra película de Alicia, siguiendo un guion más canónico, y ver qué habría pasado. Personalmente creo que, aunque esta interpretación sea única, también habría podido hacer una Alicia completamente "normal", y la habría hecho muy bien. 




La Alicia de Švankmajer, como reconocida película de culto, se publica y reedita con frecuencia, y está al alcance de cualquiera que se atreva con ella. Se ha editado en DVD y Blu-ray (y ediciones dobles), está en varios canales de vídeo de Internet, y existe una versión doblada al inglés, con la voz de la irlandesa Camilla Power como Alicia. Hay que verla. Para juzgar si es una obra de arte, o material de pesadilla  - o ambas - , hay que verla. 


 


Fuentes:


Alice, película con subtítulos en español en Youtube.

Athanor, página oficial del estudio de Švankmajer.


The Cabinet of Jan Svankmajer, cortometraje de los hermanos Quay.

PEÑAS, Esther. "'Alice: frontera exacta entre belleza y espanto", en Código Cine, 16 de junio de 2020.
 
ŠVANKMAJER, Jan. Para ver, cierra los ojos, Pepitas de calabaza, Logroño, 2012.

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