29 de diciembre de 2018

Alicia y los sueños de la razón. Conferencia de Alberto Manguel, 20/03/ 2015 (parte 3)


Tercera y última parte de la ponencia del profesor Alberto Manguel “Alicia y los sueños de la razón”. La primera parte se puede leer aquí y la segunda aquí.

Tercera parte. Crisis de identidad.

Como lectores, nosotros reconocemos los temas de Alicia: soledad, tristeza, servidumbre forzosa, crisis de identidad, familia disfuncional, conocimiento de crímenes impunes y castigos injustos, y la lucha entre razón y sinrazón. Se preguntaba Hamlet cómo podemos definir la locura sin estar locos. Alicia, a pesar de la locura que la rodea, poco tiene que ver con el príncipe de Dinamarca. Ella no insiste en buscar pruebas de lo que está claro, y cree en la acción inmediata. Las palabras no son solo palabras, y los actos son buenos o malos independientemente del pensamiento. Alicia no desea que su sólida carne se derrita, ni bebe veneno como Gertrude. Y cuando se ve encerrada, no en una cáscara de nuez sino en la casita del Conejo, ella pugna por salir.

Educada en los rígidos preceptos victorianos frente a los más laxos isabelinos, Alicia cree en la disciplina y en la tradición, y no tiene tiempo para andarse con digresiones. Se enfrenta a la sinrazón con la lógica: sabe que es la manera de dar sentido al sinsentido y la emplea sin piedad contra sus mayores y contra la autoridad que encarnan.

Hace poco, en televisión, vi un programa sobre medio ambiente en que debatían el representante de una petrolera y una monjita. La monja acusaba a la petrolera de haber contaminado el agua de un pequeño pueblo cercano a la refinería. El representante de la petrolera respondió arrogantemente: “Usted dice que el agua del pueblo está contaminada. ¿Por qué será que no la creo?”. A lo que la monjita respondió, en uno de esos deliciosos momentos que a veces nos ofrece la televisión: “Porque usted es estúpido”.

A Alicia le atormenta no saber quién es, o dejar de serlo. Por eso, a la pregunta de la Oruga, responde: “El caso es que sé muy bien quién era esta mañana, al levantarme, pero desde entonces he debido de sufrir varias transformaciones”. Antes, al encoger, ya se había preguntado qué ocurriría si acabara desapareciendo del todo, “como la llama de una vela”; una duda equivalente y con la misma metáfora es la que le hará llorar de angustia en A través del espejo, cuando Tweedledee y Tweedledum le dicen que no es más que algo soñado por el Rey Rojo: “Si ahora el Rey se despertara, tú te esfumarías como se esfuma una vela cuando se acaba la mecha”. El problema se remonta a la antigua China, cuando un filósofo soñó que era una mariposa, y al despertar ya no sabía si era un filósofo que había soñado ser una mariposa, o una mariposa que estaba soñando ahora ser un filósofo.

Las dudas sobre la identidad de Alicia son constantes en ambos libros. Alicia se pregunta si puede haberse convertido en Ada o en Mabel; el Conejo Blanco la confunde con su criada Mary Ann; la Paloma la cree una serpiente; las flores la toman por otra flor; y el Unicornio está convencido de que las niñas son criaturas imaginarias. Somos lo que somos en el momento en que otra persona nos reconoce. Pero Alicia tiene una manera diferente de ver las cosas: se pregunta quién es y se niega a ser alguien que no quiera. Así lo decide después de sus primeros cambios de tamaño: “No les servirá de nada que asomen la cabeza y digan: ‘¡Sube, cariño!’ Me limitaré a mirar hacia arriba y diré: “A ver, ¿quién soy? Decídmelo primero, y si me gusta ser esa persona, subiré; si no, me quedaré aquí abajo hasta que sea otra”. Si parece que las cosas no tienen sentido, Alicia se encargará de elegir el sentido que ella quiera.


A pesar de su evidente locura – y con esto termino – nuestro mundo nos sugiera que puede tener un sentido. Las aventuras de Alicia se desarrollan con precisión y coherencia, lo que indica que hay cierta lógica en su absurdo, algo que siempre está a punto de revelarse. La locura no es ni inocente ni arbitraria. Mitad epopeya y mitad sueño, la invención de Carroll está entre la tierra que conocemos y un reino imaginario: nuestras verdades más profundas en un maravilloso cuento.


Fuentes:

Alicia en el País de las Maravillas. A través del espejo, Lewis Carroll. Ed. Manuel Garrido. Cátedra, Madrid, 2001.
Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas, Lewis Carroll. Ed. Pilar Torralba Álvarez. Akal, Madrid, 2005.
The Annotated Alice, Lewis Carroll. Ed. Martin Gardner. Penguin, Londres, 2001.

28 de diciembre de 2018

Alicia y los sueños de la razón. Conferencia de Alberto Manguel, 20/03/ 2015 (parte 2)

Segunda parte de la ponencia de Alberto Manguel “Alicia y los sueños de la razón”. La primera se puede leer aquí.

Segunda parte. Lógica y locura en el País de las Maravillas.

Alicia no se lee como un cuento infantil. En la Divina Comedia, Santa Matilda le dice a Dante que la Edad de Oro de la literatura es un reflejo en la tierra del paraíso perdido. Del mismo modo, puede que el País de las Maravillas sea el recuerdo de un estado de razón perfecto que, visto desde las convenciones sociales, parece una locura. Por ese motivo, el País de las Maravillas no es solo inglés ni victoriano: es universal y atemporal. Solo las hermanas Liddell y el Rev. Duckworth estuvieron presentes en su creación, pero, desde ese día, el País de las Maravillas apareció en la literatura como un Jardín del Edén: un lugar que sabemos que existe, aunque nunca lo pisemos. “No está en ningún mapa;”, dice Ismael acerca de Rokovoko, la isla natal de Queequeg, “los lugares verdaderos nunca lo están”.

El País de las Maravillas no es una alegoría del alma, ni una parábola cristiana, ni una fábula distópica como las de Huxley y Orwell. El País de las Maravillas es el lugar donde, más allá de lo demente que sea, nos encontramos cada día, siguiendo las instrucciones del Rey de Corazones: “Comienza por el comienzo, y continúa hasta el final: entonces, deténte”.

Alicia está equipada con una sola cosa para sus aventuras: el lenguaje. Con palabras, Alicia descubre la diferencia entre lo que las cosas son y lo que parecen ser. Podemos intentar hallar lógica en la locura, pero la verdad, como dice el Gato, es que no podemos elegir: vayamos donde vayamos, estamos rodeados de locos. Las palabras revelan a Alicia el único hecho incontrovertible del mundo: todos estamos locos. Podemos, como Alicia, ahogarnos nosotros y ahogar a los demás en nuestras propias lágrimas; podemos creer, como el Dodo, que, corramos por donde corramos y lleguemos cuando lleguemos, todos podemos exigir un premio; podemos, como el Conejo Blanco, ir siempre con prisas y dar cuantas órdenes se nos antoje; podemos, como la Oruga, cuestionar la identidad de nuestros semejantes aun cuando estemos a punto de perder la nuestra. Creemos, como la Duquesa, que podemos cuestionar el enojoso comportamiento de los jóvenes, sin preguntarnos a qué es debido; creemos, como el Sombrerero, que somos los únicos con derecho a un cubierto limpio en una mesa puesta para muchos. Como la Reina, mandamos cortar la cabeza a los que se ven incapaces de obedecer órdenes absurdas. El sistema escolar del Galápago y el judicial de la Corte fracasan en su intento de aportar orden al caos.

Pero pocos de nosotros, ante tanta locura, nos ponemos en pie como Alicia y nos negamos a cerrar la boca.


Fuentes:

Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas, Lewis Carroll. Ed. Pilar Torralba Álvarez. Akal, Madrid, 2005.
Moby Dick; Or the Whale, Herman Melville. Ed. The Project Gutenberg.

27 de diciembre de 2018

Flavia Sorrentino (1983 - )



Flavia Sorrentino, 2015. Foto de Antonio Barrella. 




Flavia Sorrentino es una artista independiente, nacida en Roma, que ilustra obras literarias clásicas y cuentos infantiles tradicionales. Sus dibujos de Alicia en el País de las Maravillas han sido publicados en forma de calendario por la empresa de papelería y artículos de regalo Legami, basada en Milán. 



Las doce escenas que ilustran el calendario de 2019 son algunas de las escogidas habitualmente por los ilustradores, al tratarse de los pasajes más destacados en la historia: la aparición del Conejo Blanco, la caída por la madriguera, la botella “bébeme”, el crecimiento de Alicia que la hace llorar y crear el Mar de Lágrimas, su encuentro con la Oruga, la cocina de la Duquesa, el Gato de Cheshire, la Loca Fiesta del Té, la Reina Roja y la partida de criquet, la huida de Alicia perseguida por las cartas, y el momento en que despierta y cuenta el sueño a su hermana. 



Se trata de dibujos bastante detallados, con un colorido claro y vivo. Los diseños de Sorrentino están claramente inspirados en los de Disney: nos presenta una Alicia rubia de cabello largo con un vestido azul celeste y un delantal y medias blancas y un Gato de Cheshire a franjas lila y púrpura. Mientras estos colores son idénticos a los de la versión animada de 1951, el Sombrerero Loco es pelirrojo y viste un traje similar al de Johnny Depp en la versión de Tim Burton de imagen real y animación por ordenador de 2010. 



De la versión de Tim Burton toma también algunas citas que acompañan las ilustraciones, como “¿Cuánto dura ‘para siempre’? A veces, solo un segundo’”, “Estás completamente chiflada, pero te diré un secreto: la mejor gente lo está” y “Es mi sueño; yo decidiré adónde va a partir de ahora”, que no aparecen en ninguno de los libros de Carroll. 



Aunque en general son ilustraciones agradables a la vista, echo en falta algo más de originalidad por parte de la autora, que se ha limitado a copiar el coloreado característico de Disney sin aportar mucho de su propio estilo. Por otra parte, también habría sido responsabilidad del editor, Legami, señalar que algunas de las citas que aparecen en el calendario son específicas de la película de Tim Burton; sin embargo, en el reverso del calendario solamente se acredita “Inspirado por Alicia en el País de las Maravillas, una novela de Lewis Carroll”. 




Fuentes:


Todas las ilustraciones han sido extraídas de la página oficial de la autora.

Flavia Sorrentino, página oficial de la autora.





Alicia y los sueños de la razón. Conferencia de Alberto Manguel, 20/03/ 2015 (parte 1)


Foto: ASALE

El 20 de marzo de 2015, en Barcelona, tuve el inmenso honor de asistir a una conferencia del profesor Alberto Manguel, uno de los escritores contemporáneos que con más acierto, profundidad y delicadeza ha interpretado los libros de Alicia. Sabio de las letras, docto en Dante y en Borges, explorador de mundos imaginarios, Alberto Manguel (Buenos Aires, 1948) se declara rendido amante de Alicia y su país maravilloso en muchos de sus artículos, entrevistas y ensayos. La conferencia, auspiciada por el CCCB (Centre de Cultura Contemporània de Barcelona) a propósito del 150 aniversario de la publicación de Alicia en el País de las Maravillas, reveló no solo un vasto y penetrante conocimiento de la obra sino también una exquisita sensibilidad en su lectura.

Reproduzco íntegramente la ponencia del profesor Manguel, más la ronda de preguntas del público, a partir de mis propios apuntes. Para mayor comodidad de lectura, divido el texto en cuatro partes: tres para el discurso y una para las preguntas y respuestas.

Primera parte. Sobre la génesis de Alicia.

De todos los milagros que jalonan la historia de la literatura, pocos son tan sorprendentes como el del nacimiento de Alicia. La tarde del 4 de julio de 1862, el Rev. Charles Lutwidge Dodgson, con su amigo el Rev. Duckworth, acompañó a tres de las hijas del decano Liddell – Lorina, Alice y Edith – a una excursión en barca por el río Támesis. “El sol quemaba tanto”, recordaría Alice, “que tuvimos que desembarcar en los prados junto al río, abandonando la barca para buscar refugio en el único trocito de sombra que encontramos, al pie de un almiar recién hecho. Aquí surgió de las tres la sempiterna petición de ‘cuéntenos una historia’, y así empezó el delicioso cuento.  A veces, para pincharnos – y quizá porque también estaba muy cansado – el sr. Dodgson se detenía de repente y decía: ‘Y eso es todo hasta otro momento’, y las tres exclamábamos: ‘¡Pero si ya es otro momento!”.

Cuando regresaron, Alice le pidió a Charles Dodgson que le escribiera las aventuras que le había contado. Dodgson se puso a ello esa misma noche, y en 1864 le ofreció a Alice un manuscrito, titulado Las aventuras de Alicia bajo tierra y primorosamente ilustrado por él mismo, que desde entonces ocuparía una lugar destacado en el salón de los Liddell y sería mostrado con orgullo a las visitas. Tres años después de la excursión, en 1865, McMillan lo publicó con el título Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas. Hoy este libro cumple 150 años. Feliz cumpleaños, Alicia.

Alicia fue creada, literalmente, sobre el hombro de Duckworth, quien recuerda: “Yo remaba de popa y él de proa en la famosa excursión a Godstow, durante las vacaciones de verano, con las tres señoritas Liddell como nuestras pasajeras; y de hecho la historia fue compuesta y contada sobre mi hombro en atención a Alice Liddell, que era el ‘patrón’ de nuestra canoa. Recuerdo que me di la vuelta y dije: ‘Dodgson, ¿es esto una de tus improvisaciones? Y me contestó: ‘Sí, me lo estoy inventando sobre la marcha’”. La mayor parte de la historia, salvo algunos añadidos posteriores como la Fiesta del Té, nació en aquellas horas.

La verdad es increíble. Respecto a otro País de las Maravillas – la Divina Comedia de Dante – Mandelstam dijo: “ninguna obra es fruto de un instante de inspiración”. En el caso de Alicia, parece que ocurrió precisamente eso que parece imposible. No hay duda de que Carroll ya tenía en su cabeza muchos de los chistes y juegos de palabras que luego utilizaría, porque siempre los tenía a mano para entretener a los niños… o, más concretamente, a las niñas, ya que, en sus famosas palabras “me gustan los niños, excepto los varones”. Pero, cuando las aventuras de Alicia fueron seguidas por A través del espejo – libro que sí se benefició del tiempo y la reflexión que normalmente se necesitan para escribir una novela – encontramos que el sofisticado juego de ajedrez no es mejor que la loca partida de cartas. A pesar de la improvisación en la concepción de una, y la elaboración de la otra, ambos mundos se originaron en la misma “tarde dorada”.

Se dice que los místicos reciben la inspiración divina para crear una obra poética, pero no hay testigos de esos milagros. En el caso de Alicia, sin embargo, el testimonio del Rev. Duckworth parece intachable.

Fuentes:

Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas, Lewis Carroll. Ed. Pilar Torralba Álvarez. Akal, Madrid, 2005.

The Annotated Alice, Lewis Carroll. Ed. Martin Gardner. Penguin, Londres, 2001.

26 de diciembre de 2018

Rodney Matthews (1945 - )




Rodney Matthews en 2016.
Fotografía de Wikipedia.


El británico Rodney Matthews, nacido en Paulton, North Somerset, es uno de los ilustradores del género fantástico más reconocidos de la actualidad, con una larga carrera que incluye cientos de trabajos para portadas de discos y revistas, arte conceptual para videojuegos y animación tradicional y por ordenador. Ha ilustrado numerosos libros sobre mitología nórdica y anglosajona, y la saga de Elric de Melniboné de Michael Moorcock.

En 2008, cuando Templar le encargó una serie de dibujos para su edición de coleccionista de Alicia en el País de las Maravillas, Matthews pudo cumplir un sueño de infancia: había deseado ilustrar la obra de Carroll desde que, a los seis años, su hermana mayor lo llevó al cine a ver la recién estrenada versión de Disney. El libro fue publicado el 1 de octubre de 2008, y a pesar de su precio asequible – entre veinte y veinticinco libras – constituye uno de los libros de arte de Alicia más notables del siglo XXI. En la actualidad está agotado en las principales librerías por internet.

Los dibujos de Rodney Matthews son impactantes. Construye un País de las Maravillas con una geografía y una arquitectura propias de Los viajes de Gulliver: pequeños planetas que se pasean discretamente en el horizonte, casitas de forma caprichosa, islas flotantes, cascadas que caen del cielo, piedras que crecen como árboles, árboles que sonríen como gatos. Los animales más pequeños y los objetos más aleatorios participan en la historia: miran, guiñan, aprueban, censuran. Todo en el País de la Maravillas de Matthews tiene vida, y a veces los personajes principales quedan en segundo plano ante la fascinación que producen los insectos que tocan jazz en una hoja, los gusanos que se asoman a ver qué pasa, o los frailecillos que vuelan del revés. Alicia es una niña muy normal con los ojos muy abiertos y un sencillo vestido violeta en un mundo animado y vibrante, que mira a a su alrededor asombrada pero serena.

La atención al detalle y al colorido es tan meticulosa que las ilustraciones no se abarcan por completo al primer golpe de vista. Hay que detenerse en ellas, pararse a mirar cada cambio de tonalidad y de textura, cada pequeño matiz en los ojos o las manos de los personajes. Individualmente, cada una de las ilustraciones, pequeña o grande, es un capítulo que merece ser observado y disfrutado con la misma calma que el texto de Carroll.

Citamos, por último, la muy memorable mención del actor británico John Cleese acerca de este libro:

“Miguel Ángel, Manet, Monet, Matisse, Munch, Modrain y Matthews. Todos mis artistas favoritos empiezan con M. Y así, Rodney Matthews está generalmente reconocido entre los grandes artistas de la historia. ¿Necesito decir más? Por favor, compren este libro y todos sus otros trabajos, porque entonces mi inmensa colección de cosas será todavía más valiosa. Especialmente cuando se muera”.


Fuentes:
 CARROLL, Lewis; MATTHEWS, Rodney (il.). Alice In Wonderland: Templar's Collectors Classics SeriesTemplar Publishing, 2008. 
 
Rodney Matthews Studios, página oficial del artista.
 

25 de diciembre de 2018

"Lewis Carroll no era una maravilla" - El País, 03/24/2015.


Vanessa Tait, fotografiada por Gareth Ewan Jones, 2015.




Es el título de una entrevista que fue publicada el 23 de marzo de 2015 en El País. El autor, un tal Jacinto Antón, le preguntó a Vanessa Tait, bisnieta de Alice Liddell, por la relación de Lewis Carroll con su famosa antepasada.

Yo asistí a una entrevista realizada a Vanessa Tait el sábado 21 de marzo, pero no estoy segura de que ésta sea la misma. No recuerdo unas preguntas tan parciales, tan retorcidas. Leyendo este artículo tengo la impresión de que el autor ya tenía dictada su propia sentencia sobre Carroll e intentaba que Vanessa Tait "admitiera" la culpabilidad del reverendo Dodgson. No era una maravilla; el título ya nos indica cuál es la muy sesgada visión del entrevistador.  Las preguntas están bien elegidas: la "verdadera" relación de Carroll con Alice Liddell, el consumo de sustancias estupefacientes, su afición a fotografiar niñas desnudas. Tal vez lo adecuado habría sido preguntarle a Vanessa Tait por su libro, pero aparentemente no se le ocurrió al autor de la entrevista.


Aquí está el artículo completo (el que se publicó en el formato en papel estaba recortado).

This is a self-made translation of the article published in the Spanish newspaper El País on March the 24th, 2015. The writer, a Jacinto Antón, interviews Vanessa Tait on Lewis Carroll and his relationship with Vanessa's ancestor, Alice Liddell. I am not sure whether this interview is the same that the one I attended, or a different one made in private rather than with an audience. Anyway, I have the feeling that the interviewer has his own opinion on Carroll and tries to make Vanessa Tait "admit" that he used drugs to write Alice in Wonderland or was a paedophile for taking pictures of children in the nude.

You can read the original article here. I apologize for my raw translation, but I have done my best to be true to the Spanish text. I am preparing my own notes from the interview that I watched, and, since I took them in English, they should be more accurate.

"LEWIS CARROLL WAS NOT WONDERFUL.

Vanessa Tait, grand-granddaughter of the little girl who inspired the character of “Alice”, who is going to publish a novel about the relationship between her ancestor and Carroll, states that the writer had a “very weird” side.

There is not any White Rabbit that is late, neither a Mad Hatter nor Cheshire Cat around, but there she is, sitting and holding a cup of tea, Alice's grand-granddaughter! It is impossible not to feel an instinctive flow of sympathy towards the descendant of the young girl who inspired Lewis Carroll to create the heroine of Alice in Wonderland, and the continuation of her adventures.

Vanessa Tait (Wiltshire, 1971), grand-granddaughter of Alice Liddell (Westminster, 1852), is her family's representative and the author of a novel that will be published next July, The Looking Glass House, about the relationship between Carroll and the ten year-old girl – a relationship that has been written about prolifically. The story is told from the point of view of the governess, Miss Prickett, also a real-life character. Tait has participated in the Kosmopolis festival in the Barcelona Center of Contemporanean Culture (CCCB), that has commemorated the 150 years of the literary birth of Alice.

“I have delved into the family's memories and history to write the novel, that has taken ten years of research”, explains Tait, a nice, attractive young woman with an absolutely not-Victorian appearance, but of dreamy brown eyes and a long braid. “I have turned the facts into fiction, and have told them from the perspective of the governess, a naïve woman that was used by Carroll in order to get close to the Liddell children”.

Tait says that Carroll (Charles Lutwidge Dodgson nom de plume) had a dark, “very weird” side, and she is sure that there were more than innocent feelings in the relationship between the writer and Alice. “Carroll was incredibly charming but also very scheming – he entertained the children and seduced the governess”.

What does the family say about that situation? “My family holds private letters from which can be deduced that Lewis Carroll wanted to marry Alice, though he never proposed. In one of this letters, from the older sister, Lorina, to Alice, when they both were old women, it is mentioned that the writer was too affectionate towards Alice and sat her on his knees. Worried, my grand-grandmother's mother talked to Carroll about this matter, and Carroll got angry and offended and stopped frequenting the Liddells. This issue is open to many interpretations”.

All right, but, what does Vanessa Tait believe? “I believe that he did, that he loved Alice, that he aspired to marry her – it his speculated that he asked for her hand in marriage when she was eleven and he was thirty-one –, but he never trespassed the boundaries”.

Our boundaries, or Victorian? “It is true that our boundaries are much more severe as far as a relationship with minors is concerned. But I would venture that Lewis Carroll never trespassed neither of the two”.

What does she think about Carroll's hobby of photographing naked young girls? Even if he was a friend of the Prerraphaelites, nowadays it sounds like paedophilia to us... Tait thinks over her answer. “I think he was a weird man, very repressed, with an exceptional interest in young girls that he turned into her ideal child-friends, but I don't think he would go any further. Be that as it may, Alice always remembered him with affection”.

How does it feel to be Alice's grand-granddaughter? “It's fantastic, I'm very lucky. I think I have won a genetic lottery, and it's very inspiring”. Do weird things happen to her? She laughs aloud. “Definitely, such a thing influences you to an artistic life”. When she reads Alice's adventures, does she feel some affinity with the character, something kind of familiar? “I think that what really makes the books fantastic is that we all feel identificated with Alice upon reading them”.

Alice's grand-granddaughter points that the secret of the novels, that she personally adores, is that they accurately show the amazement that supposes for a child to enter the adult world. “They are true initiation stories, that's the key. Furthermore, the author's interest for logic problems and everything grotesque adds more fascinating layers to the stories”. Maybe the ingestion of some psychoactive substances has been of influence in the creation of that weird world? “I don't think that Lewis Carroll ate any mushrooms, but it is possible that he took opium, that, back in the day, was prescribed as a medicine”.

Alice's grand-granddaughter says she would not hesitate to open her house's door to Lewis Carroll, despite being such a complex man. “I'd thank him for writing a book that changed my life and I'd invite him to a cup of tea”.

Before we part, I offer her a box of biscuits named “Magic Creams” that I have bought in a convenience store. Just to see what happens. He finds them very funny, but does not take them. “I usually give someone biscuits to try before I do”, she jokes."

By Jacinto Antón.
Translation by Irene Martínez. Thanks to Jezabel Agulló for her helpful advice.

Estudios carrolianos

Este diario nace con la intención de comentar, estudiar y difundir la obra literaria, matemática y fotográfica de Lewis Carroll, pseudónimo de Charles Lutwidge Dodgson.
La lengua vehicular del diario es el castellano, aunque el inglés también es usado debido a que la mayor parte del trabajo publicado sobre Carroll está escrito en esta lengua. Se exige el máximo respeto a la ortografía, gramática, sintaxis y puntuación de ambos idiomas. No se publicarán comentarios con errores en su escritura, excepto aquellos cuyos autores usen una lengua distinta a la suya.
Todos los amantes y estudiosos de la obra de Carroll son bienvenidos a aportar y comentar. Se ruega respeto al autor y a su obra, así como a las opiniones ajenas.

This journal is created with the intention to discuss, study and spread the literary, mathematical and photographic work of Lewis Carroll, pseudonym of Charles Lutwidge Dodgson.
The language of the journal is Spanish, although English is also used since most of the work published on Carroll is written in this language. It is required the utmost respect for spelling, grammar, syntax and punctuation in both languages. Comments are not published with errors in its writing, except those whose authors use a language other than their own.
All the lovers and scholars of the work of Carroll are welcome to contribute and comment. Please respect the author and his work, as well as the opinions of others.


Silvia y Bruno (1893)



Silvia y Bruno es la última obra de ficción de Carroll. Debido a su extensión, fue publicada en dos partes: Silvia y Bruno (Sylvie and Bruno, 1889) y Silvia y Bruno Concluida (Sylvie and Bruno Concluded, 1893). Ambas partes fueron ilustradas por Harry Furniss. En la actualidad, es uno de los libros menos reeditados de Carroll, y resulta prácticamente desconocido para el público general.

La génesis de esta obra está documentada en la revista Aunt Judy’s Magazine, que en 1867 publicó dos relatos cortos de Carroll: “El hada Silvia” y “La venganza de Bruno”. Años más tarde, el autor reutilizó estos cuentos como base para una historia más larga. Carroll quiso deliberadamente que esta obra se alejara todo lo posible de los libros de Alicia y, aunque presenta algunos rasgos en común como los poemas absurdos, el mundo onírico y los animales parlantes, se trata en efecto de una idea diferente y una ejecución muy compleja.

La novela tiene dos argumentos que se desarrollan en dos mundos paralelos: la Inglaterra real, victoriana, contemporánea a Carroll, y el mundo de las hadas, llamado “Tierra Exterior” (Outland), que consta de varias regiones.

En el mundo real, un narrador innombrado en primera persona, un hombre de edad madura que padece una enfermedad extraña (pronto se deduce que es narcolepsia) viaja a casa de su amigo Arthur Forester, un médico mucho más joven que él, para que lo examine y le dé un diagnóstico. Sin embargo, la enfermedad del narrador pronto queda en segundo plano, ya que a Arthur le preocupa mucho más su relación con Lady Muriel Orme, una joven de la que se ha enamorado, pero que está prometida al ex soldado Eric Lindon.

En el mundo de las hadas, que presenta una estructura de gobierno de la Europa dieciochesca, el Vice-Guardián Sibimet, su esposa Tabikat y el Canciller conspiran para derrocar al actual Guardián, que es el padre de las hadas Silvia y Bruno (quienes en un primer momento se denominan sprites, y más tarde propiamente fairies). Los niños presencian en parte los manejos de los cortesanos para alzarse con el poder, pero, aunque son sus derechos de nacimiento los que están en peligro, no intervienen en los conflictos y viven sus propias aventuras en las diferentes regiones de la Tierra Exterior.

Estos dos mundos están unidos por la figura del narrador, que varias veces al día cae dormido de manera súbita, y durante esos trances repentinos puede ver a las hadas. Sin embargo, la naturaleza de estas ensoñaciones y lo que ocurre exactamente en ellas es inconsistente. A veces, el narrador puede visitar la Tierra de las Hadas y presenciar todo lo que acontece en ella, pero es invisible para sus habitantes. En otras ocasiones, por el contrario, puede hablar e interactuar sin dificultad con Silvia y Bruno. Otras veces, parecen ser las hadas quienes visitan el mundo real, pero son invisibles para todos excepto el narrador, y otras veces adoptan la forma de niños humanos y se mueven con total libertad por la campiña inglesa.



El argumento que se desarrolla en el mundo real carece de interés. Es una novela social, incluso costumbrista, con largos capítulos de inacción en que los personajes conversan prolijamente sobre moral, política y religión, entre otros temas dispares como los métodos de hacer trampa en diferentes juegos o las bondades e inconvenientes de abstenerse de beber alcohol. El único elemento que nos recuerda que el autor es Carroll es un personaje llamado simplemente Mein Herr, un anciano chiflado que simplemente se ha instalado en casa de Arthur (nadie lo conoce ni sabe por qué está allí), el cual asegura venir de otro planeta y cuenta historias disparatadas sobre el mismo; por ejemplo, que nadie muere ahogado porque durante siglos la población se ha seleccionado genéticamente para pesar menos que la superficie del agua. El triángulo amoroso entre Arthur, Muriel y Eric tampoco despierta ninguna emoción; Arthur en especial habla mucho sobre su pasión hacia Muriel, pero ninguno de los tres actúa como si sus motivaciones fueran el amor y no las conveniencias. Muriel, por ejemplo, declara que no sería adecuada su unión con Eric porque su fe religiosa no es tan profunda como la de ella. 


La historia de las hadas, por su parte, resulta en ocasiones agotadora, por todos los personajes que se disfrazan o transforman su apariencia sin motivo aparente, para revelarse más tarde con su verdadera identidad, y los cambios de localización, tan aleatorios que muchas veces no queda claro si las hadas están en su mundo o en el de los humanos. Los personajes son planos, unidireccionales. Los tres conspiradores son estúpidos y codiciosos; no tienen otra razón de ser que su deseo de gobernar la Tierra Exterior, y los capítulos donde se detallan sus maquinaciones son largos y farragosos. El Guardián legítimo, que es el padre de Silvia y Bruno, tiene todavía menos trasfondo y ni siquiera recibe un nombre propio. En cuanto a las hadas protagonistas, Silvia es un ideal, el arquetipo de la niña pura, inteligente y sensible de Lewis Carroll (en una carta le dijo a Harry Furniss que “quiero que sea una especie de encarnación de la Pureza”); mientras que Bruno es un niño también inteligente, pero travieso y algo retorcido.

Salpicando la historia de las hadas encontramos, a veces, chistes brillantes propios del mejor Carroll: en el País de los Perros, por ejemplo, antes de entrar en una habitación hay que rascar a la puerta. Lo más recordado de esta obra, y que habitualmente se publica por separado, es el poema absurdo “La canción del jardinero loco”, que aparece desperdigado por estrofas en varios capítulos y recuerda a la maravillosa canción del Caballero Blanco en Alicia a través del espejo, y a los divertidos versos de Fantasmagoría.

Silvia y Bruno es una obra ambiciosa, innovadora y muy elaborada, rompedora con las formas y las técnicas victorianas, y que habría podido ser placentera si hubiera desarrollado la interacción del narrador con las hadas y el contraste entre los dos mundos. Pero está lastrada por unos argumentos flojos, unos personajes blandos y unas digresiones morales faltas de la chispa satírica tan propia de Carroll. Mientras el texto nos sirve para conocer en profundidad el pensamiento del autor, fracasa como novela de fantasía, lo que es más de lamentar cuando encontramos fragmentos y personajes de innegable acierto y encanto.

Fuentes:

CHRISTENSEN, Thomas, “Dodgson Dodges”.


COHEN, Morton N. Lewis Carroll: A Biography, Random House, Nueva York, 1995.

CARROLL, Lewis. 
                - Silvia y Bruno, Akal, Madrid, 2013.

             - The Complete Illustrated Lewis Carroll, Wordsworth Editions, Londres, 1998.

Wikimedia commons.




Alicia de Hepworth y Stow (1903)


La primera versión cinematográfica de Alicia en el País de las Maravillas fue también una de las primeras películas de la historia. Dirigida por los británicos Cecil Hepworth y Percy Stow en 1903, con una duración original de doce minutos (aunque la restauración realizada por The British Film Institute en 2010 solo ha recuperado unos ocho minutos), la película se titula sencillamente Alice in Wonderland y muestra algunas de las escenas más significativas y personajes más recordados de la novela.


La película comienza con Alicia, interpretada por la actriz May Clark (que a la sazón tenía dieciocho años), cayendo dormida bajo un árbol. 




Las pantallas de intertítulos preceden a la acción, de modo que inmediatamente aparece el texto que explica lo siguiente: "Alicia sueña que ve al Conejo Blanco y lo sigue por su madriguera, hacia el Vestíbulo de Muchas Puertas". En efecto aparece el Conejo (Margaret Hepworth, esposa del director, que también interpretará a la Reina de Corazones) y se introduce en la madriguera; Alicia lo sigue a través del túnel, pero lo pierde de vista al llegar al vestíbulo. Para una película tan temprana, son extraordinarios los efectos de apariciones y desapariciones repentinas de objetos, así como la disminución de tamaño de Alicia al tomar la pócima “bébeme” o abanicarse.





El siguiente intertítulo nos indica que “Alicia, ahora muy pequeña, ha conseguido entrar al Jardín, donde encuentra un Perro e intenta hacer que juegue con ella”. Desgraciadamente, esta secuencia se ha perdido casi por completo: llega a verse durante un segundo al Perro (interpretado por un collie real, Blair, que actuaría en otras películas de Hepworth), pero se salta enseguida a la siguiente. Dice el texto: “Alicia entra en la casita del Conejo Blanco, pero, habiendo recuperado repentinamente su tamaño normal, es incapaz de salir hasta que recuerda el Abanico Mágico”. En efecto, vamos a Alicia atascada en la casa del Conejo, y cuando se abanica su cuerpo se hace transparente, en otro efecto visual memorable.



Tras salir de la casa del Conejo, Alicia llega a la de la Duquesa, encontrándose al lacayo-Rana (uno de los directores, Cecil Hepworth) en la puerta. La Duquesa tiene a su bebé en brazos, pero cuando Alicia ve que la iracunda Cocinera arroja toda la batería sobre ellos, toma en brazos al niño y lo saca de tan caótica cocina. A salvo en el exterior (después de que la Cocinera la siga y le tire un último plato), Alicia mece un poco al bebé, el cual de repente se transforma en un cerdito y se va correteando. No constan los nombres de la Duquesa, la Cocinera ni el Cerdito.


El siguiente intertítulo nos explica que: "El Gato de Cheshire de la Duquesa aparece y la dirige a casa del Sombrerero Loco. La Loca Fiesta del Té". Alicia agita su pañuelo e intenta acariciar al Gato de Cheshire (también un animal real, cuyo nombre no está registrado), el cual aparece y desaparece.



Después se une a la merienda del Sombrerero Loco (Norman Whitten) y la Liebre de Marzo (actor o actriz sin identificar). El Lirón está también presente, como una marioneta de guante (no muy lograda) que maneja el Sombrerero. Tras un rato, Alicia deja a los dos vecinos con sus locuras.



El último intertítulo reza lo siguiente: "LA PROCESIÓN REAL. La Reina invita a Alicia a unirse. Alicia, involuntariamente, ofende a la Reina, que llama al Verdugo para que la decapite. Pero Alicia, insolentándose, le da una bofetada y, en la confusión resultante, se despierta". Se trata de la escena más larga de la película, en la que aparece un gran número de actores niños y adultos como las Cartas y miembros de la Familia Real, de los que solo están identificados los hermanos Geoffrey y Stanley Faithfull. 




Alicia disfruta y aplaude el desfile, y después traba conversación con la Familia Real, pero discute con la Reina y golpea al verdugo. A la orden de la Reina, las Cartas llegan a todo correr para atraparla, y Alicia sale huyendo. 





La escena termina mostrando a los últimos perseguidores (la propia Reina y el que parece su hijo más pequeño) y se funde en la imagen de Alicia despertándose, lentamente al principio pero luego con un sobresalto.


La película, de la que solo se conserva una copia muy deteriorada, es una joya tanto para admiradores de Alicia como para cinéfilos. Cecil Hepworth estuvo involucrado en la industria del cine británico desde sus principios, escribió el primer libro sobre cinematografía - El A.B.C del Cinematógrafo, 1897 - y desde que fundó su propio estudio en 1899 se dedicó explorar intensamente todo el potencial que le ofrecían tanto la tecnología como los actores humanos y animales. No es casual, pues, que eligiera para una de sus primeras películas la adaptación de un libro que presenta desafíos impensables para una industria recién nacida: animales y objetos que aparecen y desaparecen, personas que se agrandan y se encogen, bebés que se transforman en lechoncillos. Fue un desafío que los directores, los actores y el equipo superaron de modo sobresaliente, y solo podemos lamentar que, a pesar del gran trabajo realizado por The British Film Institute para restaurarla, el tiempo haya sido inclemente con la única copia de la película.


Al estar libre de derechos de autor, el corto puede verse de modo gratuito en cualquier canal de vídeos o cine, tanto en su versión original muda como en versiones con una banda sonora añadida. The British Film Institute, por desgracia, restringe la reproducción de sus películas al Reino Unido, por lo que fuera de esta zona no puede usarse.


Fuentes:


The British Film Institute


Internet Movie Database


Who's Who of Victorian Cinema


Blog en construcción

Intentando relanzar mi antiguo blog en wordpress. Hagan cadenas de margaritas mientras tanto.

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