29 de diciembre de 2018

Alicia y los sueños de la razón. Conferencia de Alberto Manguel, 20/03/ 2015 (parte 3)


Tercera y última parte de la ponencia del profesor Alberto Manguel “Alicia y los sueños de la razón”. La primera parte se puede leer aquí y la segunda aquí.

Tercera parte. Crisis de identidad.

Como lectores, nosotros reconocemos los temas de Alicia: soledad, tristeza, servidumbre forzosa, crisis de identidad, familia disfuncional, conocimiento de crímenes impunes y castigos injustos, y la lucha entre razón y sinrazón. Se preguntaba Hamlet cómo podemos definir la locura sin estar locos. Alicia, a pesar de la locura que la rodea, poco tiene que ver con el príncipe de Dinamarca. Ella no insiste en buscar pruebas de lo que está claro, y cree en la acción inmediata. Las palabras no son solo palabras, y los actos son buenos o malos independientemente del pensamiento. Alicia no desea que su sólida carne se derrita, ni bebe veneno como Gertrude. Y cuando se ve encerrada, no en una cáscara de nuez sino en la casita del Conejo, ella pugna por salir.

Educada en los rígidos preceptos victorianos frente a los más laxos isabelinos, Alicia cree en la disciplina y en la tradición, y no tiene tiempo para andarse con digresiones. Se enfrenta a la sinrazón con la lógica: sabe que es la manera de dar sentido al sinsentido y la emplea sin piedad contra sus mayores y contra la autoridad que encarnan.

Hace poco, en televisión, vi un programa sobre medio ambiente en que debatían el representante de una petrolera y una monjita. La monja acusaba a la petrolera de haber contaminado el agua de un pequeño pueblo cercano a la refinería. El representante de la petrolera respondió arrogantemente: “Usted dice que el agua del pueblo está contaminada. ¿Por qué será que no la creo?”. A lo que la monjita respondió, en uno de esos deliciosos momentos que a veces nos ofrece la televisión: “Porque usted es estúpido”.

A Alicia le atormenta no saber quién es, o dejar de serlo. Por eso, a la pregunta de la Oruga, responde: “El caso es que sé muy bien quién era esta mañana, al levantarme, pero desde entonces he debido de sufrir varias transformaciones”. Antes, al encoger, ya se había preguntado qué ocurriría si acabara desapareciendo del todo, “como la llama de una vela”; una duda equivalente y con la misma metáfora es la que le hará llorar de angustia en A través del espejo, cuando Tweedledee y Tweedledum le dicen que no es más que algo soñado por el Rey Rojo: “Si ahora el Rey se despertara, tú te esfumarías como se esfuma una vela cuando se acaba la mecha”. El problema se remonta a la antigua China, cuando un filósofo soñó que era una mariposa, y al despertar ya no sabía si era un filósofo que había soñado ser una mariposa, o una mariposa que estaba soñando ahora ser un filósofo.

Las dudas sobre la identidad de Alicia son constantes en ambos libros. Alicia se pregunta si puede haberse convertido en Ada o en Mabel; el Conejo Blanco la confunde con su criada Mary Ann; la Paloma la cree una serpiente; las flores la toman por otra flor; y el Unicornio está convencido de que las niñas son criaturas imaginarias. Somos lo que somos en el momento en que otra persona nos reconoce. Pero Alicia tiene una manera diferente de ver las cosas: se pregunta quién es y se niega a ser alguien que no quiera. Así lo decide después de sus primeros cambios de tamaño: “No les servirá de nada que asomen la cabeza y digan: ‘¡Sube, cariño!’ Me limitaré a mirar hacia arriba y diré: “A ver, ¿quién soy? Decídmelo primero, y si me gusta ser esa persona, subiré; si no, me quedaré aquí abajo hasta que sea otra”. Si parece que las cosas no tienen sentido, Alicia se encargará de elegir el sentido que ella quiera.


A pesar de su evidente locura – y con esto termino – nuestro mundo nos sugiera que puede tener un sentido. Las aventuras de Alicia se desarrollan con precisión y coherencia, lo que indica que hay cierta lógica en su absurdo, algo que siempre está a punto de revelarse. La locura no es ni inocente ni arbitraria. Mitad epopeya y mitad sueño, la invención de Carroll está entre la tierra que conocemos y un reino imaginario: nuestras verdades más profundas en un maravilloso cuento.


Fuentes:

Alicia en el País de las Maravillas. A través del espejo, Lewis Carroll. Ed. Manuel Garrido. Cátedra, Madrid, 2001.
Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas, Lewis Carroll. Ed. Pilar Torralba Álvarez. Akal, Madrid, 2005.
The Annotated Alice, Lewis Carroll. Ed. Martin Gardner. Penguin, Londres, 2001.

2 comentarios:

  1. Alicia hablándole de transformaciones a una oruga, una criatura que sufre una transformación física extrema como parte de su proceso vital. Está claro que Lewis Carrol no dejaba nada al azar.

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    1. ¡Bienvenido, Ricardo! Lewis Carroll era un curioso incorregible, que leía sobre todos los temas y visitaba museos de todas las ciencias. Era muy consciente de que la Oruga es una criatura que pasa por unas transformaciones físicas asombrosas, casi mágicas, y la propia Alicia le llama la atención al respecto: "Cuando se convierta en crisálida, como le ocurrirá algún día, y luego en mariposa, creo que le parecerá un poquito raro, ¿no?". A lo que la impávida Oruga responde: "Para nada". Se ha discutido mucho acerca del significado de los cambios de tamaño de Alicia, pero está claro que para un ser humano son totalmente imposibles, y que causarían el mayor trauma si llegaran a producirse, mientras que la Oruga no se inmuta ante los cambios que son propios en su ciclo vital. Como otros personajes del País de las Maravillas, es incapaz de mirar más allá de sus propios intereses, de modo que no entiende por qué a Alicia le pueden desconcertar unos simples cambios físicos o considere mezquina una estatura de dieciséis centímetros.

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