6 de octubre de 2019

Día del Sombrerero Loco



El Sombrerero, por John Tenniel (1865)

El Día del Sombrerero Loco es una efeméride convencionalmente celebrada por los fans de Alicia en el País de las Maravillas el 6 de octubre, debido a que, en la ilustración de John Tenniel para el personaje del Sombrerero, éste lleva una etiqueta en su sombrero en la que se lee “En este estilo 10/6”. Evidentemente no indica ninguna fecha, sino que se refiere al precio del modelo - diez chelines y seis peniques -, pero el uso de la lógica no es algo que se espera de quienes celebran una fiesta en honor del personaje.  

Apresurándose al juicio sin terminar de tomar el té.

Existen varias teorías, nunca confirmadas en los diarios ni otros documentos personales de Lewis Carroll, de que el personaje estaría inspirado en caracteres reales. Stuart Collingwood, sobrino y primer biógrafo del autor, apunta a que Carroll se inspiró en un miembro de Christ Church con el que coincidía a menudo en la mesa, y biógrafos posteriores como Derek Hudson relacionan este personaje misterioso con Theophile Carter, un inventor y vendedor de muebles. Aparentemente, este comerciante esperaba a la clientela junto a la puerta de su tienda llevando un sombrero de copa muy alto, y “todo Oxford” lo llamaba “el Sombrerero Loco”. Se ha llegado a afirmar que Carroll hizo viajar a Tenniel a propósito a Oxford para que lo tomara como modelo. Sin embargo, no hay constancia alguna de que Carter fuera nunca alumno de Christ Church, ni de que Tenniel se trasladara a Oxford para verlo personalmente, hecho que sin duda alguna habría quedado reflejado en la copiosa correspondencia entre autor e ilustrador.

El Sombrerero, por Arthur Rackham (1907). 
Obsérvese que la etiqueta dice "Último modelo 8/11"

En su Alicia anotada, Martin Gardner cita, entre otras, la propuesta de Ellis Hillman: un sombrerero real llamado Samuel Odgen, originario de Mánchester y apodado “Sam el Loco”, que había diseñado un sombrero especial para el zar Alejandro I de Rusia cuando éste visitó Londres en 1814.

El Sombrerero, por André Bour (circa 1930).

Mark Davies, historiador local de Oxford, sugiere asimismo que pudo tratarse de Thomas Randall, alcalde electo de la ciudad en 1859 y 1860, quien anteriormente había sido sastre, zapatero y sombrerero, y había tenido una sombrerería desde 1825. La familia Liddell lo conocía personalmente, y Alicia recuerda haber salido con sus hermanas a pasear a su perro Rover. Siendo un personaje público y cercano a los Liddell, parece indudable que el Rev. Dodgson lo conociera también.

El Sombrerero y el Lirón, por Harry Furniss (1908).


Dicho todo esto, Lewis Carroll no ofrece ninguna descripción del aspecto o la vestimenta del Sombrerero, excepto que lleva puesto un sombrero para su venta: el detalle de que tenga una etiqueta con el precio fue una ocurrencia de Tenniel que después han imitado fielmente un gran número de ilustradores. El autor tampoco se refiere a él en ningún momento como “Sombrerero Loco”; es el Gato de Cheshire quien advierte a Alicia que tanto el Sombrerero como la Liebre de Marzo están locos, pero tanto en su primera aparición en el jardín de la Liebre como en la segunda y última en la corte real, se le llama simplemente Sombrerero.


El Sombrerero, por Peter Newell (1901).


Rasgos físicos aparte, el oficio de este personaje y la opinión del Gato sobre su falta de cordura no constituyen, para nada, una casualidad o una simple improvisación de Carroll. La expresión “loco como un sombrerero” existía en la Inglaterra victoriana a causa de que muchos de estos artesanos acababan padeciendo trastornos mentales. En la manufactura de sombreros del siglo XIX se utilizaba mercurio para retirar el pelo del cuero; en la época se desconocía la toxicidad de este elemento, por lo que se manipulaba y se respiraba sin ninguna precaución. El envenenamiento por mercurio causa un severo daño neuronal, lo que se traduce en dificultades para hablar, temblores y pérdida de memoria. Todo ello se veía agravado por el hecho de que, con mucha frecuencia, los trabajadores de la industria de los sombreros estaban explotados laboralmente, hambrientos y exhaustos, y no era raro que acabaran sus días en una institución para enfermos mentales.

El Sombrerero lleva un fez en esta edición en suajili.
Ilustrador desconocido (1967).

Es probable que Lewis Carroll conociera personalmente a alguno de estos desdichados. Su tío materno Skeffington Lutwidge era inspector de manicomios, y dado su amistad y cercanía con su tío, era natural que Carroll conversara con él sobre este tipo de pacientes (se puede leer un poco más sobre Skeffington Lutwidge y su relación con Carroll aquí). Hay constancia, asimismo, de que Carroll visitó con su tío uno de los centros en que trabajó, el Manicomio del Condado de Surrey, en que los enfermos participaban en actividades de grupo como bailes, obras de teatro… y meriendas al aire libre.

El Sombrerero y la Liebre, por Mervyn Peake (1945).


A pesar de todos sus conocimientos de primera mano, Carroll no presenta al Sombrerero con los síntomas de una verdadera intoxicación de mercurio; sencillamente saca partido de una frase hecha para referirse a las inofensivas excentricidades del personaje. Aunque para Alicia su comportamiento sea arbitrario e irritante, lo cierto es que el Sombrerero se muestra perfectamente razonable cuando le explica a la niña la causa de que la mesa esté puesta para tantos comensales, y su lógica supera a la del Rey de Corazones cuando le dice que el sombrero que lleva puesto no es suyo: no porque lo haya robado, como asume de inmediato el Rey, sino porque es un modelo que exhibe para vender. Hoy en día, sus cambios bruscos de un tema a otro, su tartamudeo en público, su falta de tacto en las observaciones personales (“¡Tu pelo está pidiendo que lo cortes!”), o su manía por los cubiertos limpios, se calificarían seguramente como un trastorno obsesivo- compulsivo o un caso de Asperger (en esta película justificaron su comportamiento como estrés postraumático), pero difícilmente se le consideraría loco. No más, por lo menos, que los demás habitantes del País de las Maravillas.

El Sombrerero de Walt Disney, 
que debe a Ed Wynn mucho más que su voz. ©Disney, 1951.

El Sombrerero, loco o no, es uno de los personajes más populares y reconocibles de los dos libros de Alicia (aparece, con otro nombre y en calidad de mensajero del Rey Blanco, en A través del espejo), y está presente en todas las adaptaciones, incluso en las que más se alejan del texto original. Son muchos los intérpretes que le han dado vida: desde el primero de todos, Sydney Harcourt, que lo representó en la versión teatral de 1886 bajo la atenta mirada del propio autor, y quizá la propia Alice Liddell; o Norman Whitten, en la primera versión cinematográfica; o el inolvidable Ed Wynn, que no solo le dio su voz sino sus ademanes y sus chistes improvisados en la celebérrima animación de Disney; hasta Johnny Depp en la cuestionable secuela de Tim Burton (y en la más cuestionable secuela de la secuela). De entre todos ellos, escogemos para despedirnos al bailarín Steve McRae, cuya interpretación en el ballet Alice’s Adventures in Wonderland de Christopher Wheeldons nos obsequia generosamente la Royal Opera House.



Fuentes:

CARROLL, Lewis; GARDNER, Martin (ed.). The Annotated Alice, Penguin, Londres, 2001.

COLLINGWOOD, Stuart Dodgson. The life and letters of Lewis Carroll, T. Fisher Unwin, Londres, 1898.

DAVIES, Mark. “The real Mad Hatter?”, The Times Literary Supplement, 14 de mayo de 2013. 

HANCHER, Michael. The Tenniel Illustrations to the “Alice” Books. Ohio State University, Ohio, 1985.

HARGREAVES, Caryl (Capt.). “Alice’s Recollection of Carrollian Days, Told to her Son”, The Cornhill Magazine, nº 73, julio de 1932.

HUDSON, Derek. Lewis Carroll: An Illustrated Biography, Constable, Londres, 1972.


WALDRON, H.A. “Did the Mad Hatter have mercury poisoning?”, British Medical Journal, vol. 287, 24-31 de diciembre de 1983, pág. 1961.


3 comentarios:

  1. Excelente artículo. Gracias por compartir :)

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    1. Gracias a ti por visitar este pequeño rincón. ¡Sé bienvenido/a siempre que quieras!

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