Alicia en el País de las
Maravillas
es una película estadounidense de 1933 producida por Paramount Pictures, con
motivo del centenario, el año anterior, del nacimiento de Lewis Carroll. Fue la
novena película dirigida por Norman McLeod, cuyas obras más destacadas hasta la
fecha habían sido las comedias de los Hermanos Marx Pistoleros de agua dulce
(Monkey Business, 1931, que fue también su primer trabajo como director
en solitario) y Plumas de caballo (Horse Feathers, 1932). El
guión fue escrito por Joseph L. Mankiewicz y William Cameron Menzies, adaptado
de ambos libros de Alicia, y con claras influencias de la versión
teatral de Eve Le Gallienne y Florida Friebus (sobre la cual podemos leer un
poco aquí). Incluye una secuencia de dibujos animados realizada por el estudio
Harman-Ising. La película fue estrenada en première el 18 de diciembre
en Londres, y el 21 de diciembre en Chicago, en la sala de baile del Hotel
Stevens (Conrad Hilton desde 1951). El 22 de diciembre tendría lugar el estreno
oficial tanto el el Reino Unido como en los Estados Unidos.
Dado que esta versión
pretendía ser el primer largometraje basado en la obra de Carroll (aunque se le
adelantó la versión de Bud Pollard en 1931), la Paramount no reparó en gastos.
Contrató a todas las celebridades de la época en un reparto de lujo, hasta para
los papeles más pequeños; hoy recordamos principalmente a Cary Grant (la
Tortuga Falsa), W.C. Fields (Humpty Dumpty) y Gary Cooper (el Caballero
Blanco). Para el papel de Alicia fue elegida - aparentemente, a causa de su
extraordinario parecido con la Alicia de Tenniel - la modelo infantil y actriz
principiante Charlotte Henry, que tenía dieciocho años en el momento en que
empezó la producción.
La dirección artística
fue llevada a cabo por uno de los guionistas, William Cameron Menzies, y del
vestuario y el maquillaje (especialmente llamativos por la profusión de
disfraces de cuerpo entero y pesadas máscaras) se encargaron Newt Jones y Wally
Westmore. La banda sonora fue realizada por Diomitri Tiomkin, un compositor y
coreógrafo bastante obscuro hasta el momento, que luego sería conocido por sus
temas para wésterns, en películas como Solo ante el peligro (High
Noon, 1952), Duelo a muerte en OK Corral (Gunfight at the OK
Corral, 1957), Río Bravo (1959) o El Álamo (1960); o la serie
para televisión Rawhide (1959 -66), entre otros.
La película comienza
mostrando el logo de la Asociación Nacional del Rifle y el lema “Hacemos
nuestra parte”, lo que, aun siendo propio del período de entreguerras, no deja
de ser chocante en una adaptación de novelas infantiles.
A diferencia de la
mayoría de adaptaciones, esta película comienza como A través del espejo,
en pleno invierno, durante una nevada. Alicia (Charlotte Henry) está en una
sala de su casa, aburrida, mirando un álbum de fotos con Dinah en su regazo
mientras su aya (Ethel Griffies) borda un tapete cerca de ella. Alicia se
levanta, se pasea, se pregunta cuándo parará de nevar, incordia a su tortuga,
toquetea las piezas de ajedrez. Mira por la ventana y ve un conejo blanco
corretear entre las piezas de croquet cubiertas de nieve, y dice que “ha visto
un conejo blanco con bufanda y gabán”. La gobernanta la reprocha por inventarse
historias, y por haber recompuesto los trozos de una cáscara de huevo duro
después de comérselo para que pareciera que estaba entero. Alicia vuelve a
sentarse, acaricia a Dinah y se adormece. El aya recoge su bordado y se marcha
sin hacer ruido.
Alicia se levanta
entonces, arrastra el sillón junto a la chimenea, y se sube a la repisa,
preguntándose cómo debe de ser la habitación del otro lado del espejo. Al tocar
la superficie de cristal atraviesa el espejo, y pasa al otro lado.
Aunque el sillón de la sala del espejo no está junto a la chimenea, cuando
Alicia salta desde la repisa cae flotando muy suavemente. Alicia observa que el
libro de la Enciclopedia Británica tiene las letras escritas a la inversa y
que, en la fotografía que hay colgada en la pared, sus tíos están de espaldas,
pero el tío Gilbert (Leon Errol) se da un momento la vuelta para hablar con
ella. Las piezas de ajedrez se mueven y hablan, y se oye llorar a un niño que
llama a su madre: es el peón blanco (Billy Barty), al que la Reina Blanca
(Louise Fazenda) llama desesperadamente. Alicia coge a la Reina y la reúne con
su bebé, causándole un gran sobresalto. Cuando el Rey (Ford Sterling) intenta
trepar por el guardafuegos para reunirse con ellos, Alicia lo lleva también.
El reloj de pared (Colin
Kenny) dice en voz alta nueve campanadas, y comenta que es muy tarde. Alicia
sale de la habitación para poder visitar el Mundo del Espejo. Baja las
escaleras flotando, y en la entrada de la casa se encuentra con el Conejo
Blanco (Richard “Skeets” Gallagher), que llega tarde a algún sitio. Alicia lo
sigue al jardín y hasta su madriguera, y cae por ella. Aterriza sobre un montón
de hojas secas cerca de una puerta muy grande, que abre para descubrir que
detrás hay otra idéntica pero más pequeña, y así muchas veces hasta llegar a la
más pequeñita, que la lleva a un pasillo.
Encuentra otra puertecita diminuta,
que abre con la llave que encuentra en la mesa de cristal, y ve tras ella un
hermoso jardín, pero no puede pasar ni la cabeza. Encuentra la poción “bébeme”
y se la bebe, pero crece tanto que se golpea la cabeza contra el techo (dos
veces). Se echa a llorar, creando un charco de lágrimas a sus pies. Encuentra
entonces el pastelito “cómeme” y se hace muy pequeña, pero al correr hacia la
puerta se resbala y cae en el agua. Allí encuentra al Ratón (Raymond Hatton),
quien, a pesar de que al principio se ofende porque Alicia le habla de gatos,
la acompaña hasta la orilla. Cuando sale del agua, Alicia se encuentra con el
Dodo (Polly Moran), quien le habla de Guillermo el Conquistador para secarla.
Alicia, que en efecto se seca de inmediato, le da las gracias y se marcha,
mientras el Dodo sigue recitando en voz alta las fechas de nacimiento y muerte
de Shakespeare.
A continuación se
encuentra con la Oruga (Ned Sparks), que no es muy simpática, pero le ofrece
coger trozos de la seta para crecer o encogerse a su voluntad. Tras hacer un
experimento, Alicia logra distinguir cuál es cuál, y adopta la medida adecuada
para entrar en una casita cercana.
En la puerta ve al
Lacayo- Pez (Riscoe Ates), que le entrega al Lacayo-Rana (Sterling Holloway)
una invitación de parte de la Reina para la Duquesa. Alicia llama a la puerta,
y cuando el Lacayo-Rana le dice que no sirve para nada porque no la van a oír,
decide entrar de todas maneras. Dentro de la casa, la Cocinera (Lillian Harmer)
le está tirando toda clase de piezas de vajilla a la Duquesa (Alison
Skipworth), quien a su vez sacude y grita al bebé que tiene en brazos. Cuando
Alicia le pide que tenga más cuidado con la criatura, le canta una nana, pero
después se la pone en brazos a Alicia porque quiere prepararse para ir a jugar
al croquet con la Reina.
Alicia sale de la casa
con el bebé en brazos, pero éste se transforma en un cerdito y lo deja en el
suelo. En un árbol cercano ve al Gato de Cheshire (Richard Arlen) y conversa
con él, maravillada al ver cómo aparece y desaparece.
Tras perderlo por
completo de vista, Alicia llega a la casa del “Sombrerero Loco”, donde ve que
están tomando el té; se trata de un error muy común en las adaptaciones, ya que
el Sombrerero no recibe el apelativo de “loco” en ningún momento del libro, y
la merienda no se celebra en su casa, sino en la de la Liebre de Marzo. A pesar
de las objeciones de los ocupantes, Alicia se sienta en un extremo de la mesa,
y la Liebre (Charlie Ruggles), el Sombrerero (Edward Everett Horton) y el Lirón
(Jackie Searl) le ofrecen vino que no hay, le tocan el pelo, la confunden con
acertijos sin respuesta y la hacen cambiar de sitio cada vez que usan una taza.
El pasaje recoge bien los diálogos del libro, y el Sombrerero interactúa
bastante con la mesa y lo que hay en ella, incluyendo al soñoliento Lirón.
La
niña se aleja discretamente de la mesa cuando el Sombrerero y la Liebre
intentan meter su compañero en una gran tetera, pero en un árbol cercano que el
Sombrerero usa como perchero o muestrario (tiene diferentes sombreros colgados
por el tronco), Alicia descubre una puerta que conduce a un maravilloso jardín.
Allí encuentra a los
Jardineros- carta, que están pintando de rojo las rosas blancas. Apenas le han
explicado el porqué de este apaño, aparece la comitiva real, que da paso al
Conejo Blanco, al Infante Real (Baby LeRoy) y, finalmente, al Rey (Alec B.
Francis) y la Reina (May Robson) de Corazones. La Reina llega ya muy cabreada,
y comienza a mandar decapitar a todo el mundo, pero el Rey la convence para que
jueguen al croquet.
El juego, con flamencos y cobayas (desgraciadamente) reales
y vivos, es un disparate, y la Reina vuelve a exasperarse muy pronto. Alicia
encuentra a la Duquesa y, todavía con su flamenco en la mano, se marcha con
ella a dar un paseo.
La Reina las interrumpe,
y comienza a amenazar a la Duquesa cuando de pronto aparece el Grifo (William
Austin) y hace que las dos aristócratas salgan huyendo espantadas. Alicia deja
caer al flamenco del sobresalto, pero cuando oye reír al Grifo se da cuenta de
que no es una criatura amenazante. El Grifo celebra el susto que le ha dado a
la Reina y la Duquesa, y llama a la Tortuga Falsa (Cary Grant), cuyos lamentos
se oyen desde donde están, para que se acerque y charle con ellos.
Sin dejar de
llorar ni un momento, la Tortuga Falsa habla de sus días de colegio y canta
“Hermosa Sopa”, pero sus gritos se hacen tan insoportables que el Grifo y
Alicia se levantan y se marchan sin que la Tortuga se dé cuenta, y sigue
cantando un rato más.
Alicia y el Grifo se
están alejando a todo correr de la Tortuga, y repentinamente el Grifo se
transforma en la Reina Roja (Edna May Oliver); es el momento en que, después de
la introducción, la historia vuelve al Mundo del Espejo. Alicia se percata de
que el suelo es un tablero de ajedrez, y la Reina Roja le explica cómo debe
moverse por él, antes de desaparecer súbitamente.
Al poco de recorrer el
bosque, Alicia se encuentra con Tweedledee (Roscoe Karns) y Tweedledum (Jack
Oakie).
Alicia solo quiere saber cómo salir del bosque, pero los gemelos bailan
con ella y le recitan “La Morsa y el Carpintero”, una secuencia de dibujos
animados que presentan en un teatrillo.
Después de oír el poema, Alicia intenta
marcharse, pero entonces Tweedledee y Tweedledum se acusan mutuamente de haber
roto el sonajero y se preparan para una batalla. La propia Alicia recita el
poema que los alude mientras ellos se pertrechan, pero después comienzan a
poner excusas para no pelear, y la aparición de un cuervo gigantesco (que al
principio Alicia confunde con una nube de tormenta) hace que pongan los pies en
polvorosa. Lo que llega volando, sin embargo, no es un cuervo sino el chal de
la Reina Blanca.
Mientras Alicia ayuda a
arreglarse a la desaliñada monarca, ésta le explica que en el Mundo del Espejo
las cosas funcionan al revés: primero se venda un dedo, luego grita de dolor, y
finalmente se pincha con un alfiler. Soprendida al ver que no reacciona al
pinchazo (porque ya se ha quejado antes), Alicia le pregunta a la Reina si se
encuentra mejor; de pronto la Reina se transforma en una Oveja, y ya no se
encuentran en el bosque sino en el interior de una tienda. La Oveja está
despachando y le pregunta a Alicia si quiere comprar algo. Alicia no se inmuta
demasiado y dice que quiere comprar uno de los huevos de considerable tamaño
que hay en un cuenco sobre el mostrador. Mientras la niña deja unas monedas, la
Oveja toma uno de los huevos, pero, en vez de dárselo, lo deja en el otro extremo
del mostrador y le dice a Alicia que lo coja ella misma. Pero, cuando Alicia lo
observa de cerca, ve que en aún más grande de lo que parecía, y que tiene
rasgos faciales. Alicia acaba reconociéndolo como Humpty Dumpty, y ya no están
en la tienda sino en el campo, y el huevo se halla precariamente sentado en el
borde de un muro.
Humpty Dumpty (W.C.
Fields) interroga a Alicia sobre su nombre y su edad (la cual se adapta como
“doce años y cuatro meses”, ya que a pesar de su juventud era imposible que Charlotte
Henry pudiera pasar por siete y medio). Alicia le pregunta si sería capaz de
explicarle el poema “Jabberwocky”, que, según ella, leyó hace mucho
tiempo (no en esta película, desde luego), pero Humpty Dumpty le dice que,
aunque es capaz, no va a hacerlo, y se despide de ella. Justo entonces pierde
el equilibrio, llama a gritos a la caballería y a la infantería del rey, y se
cae estrepitosamente del muro. Como Alicia no puede ver al otro lado, echa a
correr para intentar rodear el muro, y se choca de camino con el Rey Blanco. Alicia da la voz de alarma sobre la caída de Humpty Dumpty,
pero el Rey contesta tranquilamente que ya lo sabe, y que sus hombres ya están
en camino. En efecto, comienzan a llegar de todas partes marciales caballeros
en blancas cabalgaduras, y a continuación los componentes de la infantería
ligera, bastante más torpes (en ambos casos, el número se multiplica hábilmente
con espejos).
El Rey se marcha a buscar
a sus mensajeros, y de inmediato aparece el Caballero Blanco (Gary Cooper), que
se cae de su montura nada más llegar. Vuelve a subirse con ayuda de una
escalera, y comenta con una preocupada Alicia sus magníficas invenciones, como
la fiambrera colgada boca abajo que evita que la lluvia le moje la comida (la cual
se va perdiendo inevitablemente por el camino), o las espinilleras con púas que
lleva su caballo, que lo protegen de los mordiscos de tiburón. El Caballero se
cae un par de veces más mientras explica sus artefactos, pero afirma que su
mente no deja ni un segundo de inventar, ni siquiera cabeza abajo. A
continuación le indica a Alicia dónde debe ir para convertirse en Reina, y se
despide de ella, alejándose por el sendero y cayéndose del caballo unas cuantas
veces más.
Alicia se dirige
corriendo al lugar que le ha indicado el Caballero, tan entusiasmada que se
tropieza y cae rodando por una pequeña pendiente. Cuando se incorpora, una
pesada corona con su nombre grabado se posa sobre su cabeza.
Alicia está
encantada de lo fácil que ha sido, pero las Reinas Blanca y Roja aparecen a su
lado y le dicen que no puede ser una Reina de verdad hasta que pase el examen,
que consiste en preguntas absurdas. No tardan en quedarse dormidas una sobre la
otra, y Alicia piensa que debería despertarlas, pero entonces oye un coro de
voces que la llaman, y se da cuenta de que hay un palacio donde se está
celebrando una fiesta en su honor. La Duquesa, el Conejo Blanco, el Grifo y la
Tortuga Falsa, entre otros, están sentados a la mesa alzando sus copas y
cantando por la coronación de Alicia.
Las Reinas Blanca y Roja
están sentadas en sus sillones (aunque siguen dormidas) y Alicia ve un gran
trono con su nombre, en el que se sienta. Las reinas se despiertan al final de
la canción y reprenden a Alicia por llegar tarde; ya se ha perdido la sopa y el
pescado, aunque llega a tiempo para el asado. Los Soldados-carta (¿o
Camareros-carta?) traen una bandeja con una Pierna de Cordero (Jack Duffy),
quien se incorpora y saluda alegremente a Alicia.
Ésta piensa que debería
cortar y servir unos trozos, pero la Reina Roja alega que es una grosería
comerse a alguien a quien le acaban de presentar, y los Soldados retiran la
bandeja del asado y traen la del pudín. Alicia corta un trozo antes de que la
Reina Roja se lo presente, pero ésta lo hace igualmente, y el Pudín (George
Ovey) se queja de la descortesía. Alicia intenta disculparse, pero todo el
mundo comienza a beber a su salud (algunos, varias copas a la vez) y le exigen
que dé un discurso. Alicia se pone en pie y comienza a hablar, pero la fiesta
está totalmente desenfrenada: la gente tira comida y bebida, golpea las copas
con los cubiertos, corre y salta sobre la mesa; sale fuego de los cuellos de
las botellas, la Reina Blanca se esconde dentro de la sopera, y las propias
piezas de vajilla vuelan a su propio aire por todo el salón.
La Reina Roja comienza a sacudir o medio estrangular a una desconcertada
Alicia... que poco a poco se despierta y se da cuenta de que solamente es su
gata quien tiene las patitas sobre su pecho. Alicia deja a Dinah, se
levanta del sofá y se acerca a mirar el espejo de la chimenea, diciéndose a sí
misma que no era solo una habitación lo que había al otro lado, sino todo un
país.
Contrariamente a lo que esperaba Paramount Pictures (que era salvarse de
la bancarrota que amenazaba a los estudios desde la Gran Depresión), la película
fue un fracaso. Ya en las premières se criticó la excesiva duración
de noventa minutos, de modo que para el estreno general se redujo a
setenta y siete. El motivo de que el público no aguantara una película tan
larga fue unánime: los actores más queridos de la época estaban irreconocibles
bajo capas y capas de maquillaje, accesorios faciales postizos o, directamente,
enormes y gruesas máscaras que apenas permitían oír sus voces. La sensación
general fue que, después de haber leído sus nombres anunciados en grandes letras en los carteles promocionales, nadie había visto a Cary
Grant, Gary Cooper o W. C. Fields: había visto a grotescos personajes con
disfraces horribles que resultaban más espantosos que simpáticos o
encantadores. La revista Variety concluyó que “La inmortal Alicia
es uno de esos libros atemporales que está fuera del alcance de una cámara”. La recaudación en
taquilla, consecuentemente, fue bastante pobre, y al final resultaron los
incuestionables encantos de Mae West en Lady Lou, nacida para pecar (She
Done Him Wrong, 1933) y No soy ningún ángel (I’m No Angel,
1933) los que en el mismo año remontaron los ingresos de la companía.
A pesar de todo, esta
versión contó con una defensora de peso: la mismísima Alice Liddell, quien, ya
con su apellido de casada Heargraves, opinó sobre ella a los pocos días de su
estreno. En un artículo de The New York Times fechado el 7 de enero de
1934, Alice Heargraves declaró: “Estoy encantada con la película, y convencida
ahora de que solo mediante el arte del cine sonoro es posible interpretar
fielmente esta deliciosa fantasía. ¡Alicia es una película que
representa una revolución en la historia del cine!”.
Ciertamente, en la
actualidad es una de las películas que resulta más fieles a la obra de Carroll
en cuanto a diálogos e interpretación, pero está lastrada por la ya mencionada
cuestión de los disfraces, y por el empeño en condensar los dos libros de Alicia
en la misma película, lo que conlleva la inevitable supresión de muchos
pasajes. Ya no son solo las escenas del Perrito o la Paloma (del País de las
Maravillas), o el viaje en tren, el bosque donde se pierde el nombre o la
batalla del León y el Unicornio (del Mundo del Espejo), que apenas aparecen en
ninguna versión; en ésta se ha prescindido de la Carrera Loca, la casita del
Conejo Blanco o el Juicio a la Sota de Corazones, que cualquier lector del
libro echará de menos irremediablemente. El material que permanece está bastante
bien tratado, y la secuencia de animación es fantástica (el propio Walt Disney
copiaría la idea de presentar el poema en un teatrillo, en su versión de 1951),
aunque no me extrañaría que la estética de algunos personajes cause franco desagrado,
o llegue a asustar a niños pequeños.
La película se puede
conseguir fácilmente en DVD, y verse y descargarse de manera gratuita en
Archive.org. No existe doblaje al castellano, pero los DVD cuentan con
subtítulos.
Fuentes:
“Alice Through a Tour”, The
New York Times, Nueva York, 7 de enero de 1934.
AFI Catalog.
Danny. “Alice in Wonderland (1933) Review, with Charlotte Henry”, en Pre-code.com, 29 de febrero de 2016.
Danny. “Alice in Wonderland (1933) Review, with Charlotte Henry”, en Pre-code.com, 29 de febrero de 2016.
KEHR, Dave. “Another Trippy Rabbit Hole”, The New York Times, 26 de febrero de 2010.
KUYKENDALL, Jeff. “Alice in Wonderland (1933)” en su blog Midnight Only, 29 de junio de 2013.
KUYKENDALL, Jeff. “Alice in Wonderland (1933)” en su blog Midnight Only, 29 de junio de 2013.
Michael Sporn Animation reproduce por escenas la secuencia animada de Harman-Ising.
Variety, 26 de diciembre de 1933.
Variety, 26 de diciembre de 1933.
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