3 de octubre de 2019

Alicia de Norman Z. McLeod (1933)



Alicia en el País de las Maravillas es una película estadounidense de 1933 producida por Paramount Pictures, con motivo del centenario, el año anterior, del nacimiento de Lewis Carroll. Fue la novena película dirigida por Norman McLeod, cuyas obras más destacadas hasta la fecha habían sido las comedias de los Hermanos Marx Pistoleros de agua dulce (Monkey Business, 1931, que fue también su primer trabajo como director en solitario) y Plumas de caballo (Horse Feathers, 1932). El guión fue escrito por Joseph L. Mankiewicz y William Cameron Menzies, adaptado de ambos libros de Alicia, y con claras influencias de la versión teatral de Eve Le Gallienne y Florida Friebus (sobre la cual podemos leer un poco aquí). Incluye una secuencia de dibujos animados realizada por el estudio Harman-Ising. La película fue estrenada en première el 18 de diciembre en Londres, y el 21 de diciembre en Chicago, en la sala de baile del Hotel Stevens (Conrad Hilton desde 1951). El 22 de diciembre tendría lugar el estreno oficial tanto el el Reino Unido como en los Estados Unidos.


Dado que esta versión pretendía ser el primer largometraje basado en la obra de Carroll (aunque se le adelantó la versión de Bud Pollard en 1931), la Paramount no reparó en gastos. Contrató a todas las celebridades de la época en un reparto de lujo, hasta para los papeles más pequeños; hoy recordamos principalmente a Cary Grant (la Tortuga Falsa), W.C. Fields (Humpty Dumpty) y Gary Cooper (el Caballero Blanco). Para el papel de Alicia fue elegida - aparentemente, a causa de su extraordinario parecido con la Alicia de Tenniel - la modelo infantil y actriz principiante Charlotte Henry, que tenía dieciocho años en el momento en que empezó la producción.


La dirección artística fue llevada a cabo por uno de los guionistas, William Cameron Menzies, y del vestuario y el maquillaje (especialmente llamativos por la profusión de disfraces de cuerpo entero y pesadas máscaras) se encargaron Newt Jones y Wally Westmore. La banda sonora fue realizada por Diomitri Tiomkin, un compositor y coreógrafo bastante obscuro hasta el momento, que luego sería conocido por sus temas para wésterns, en películas como Solo ante el peligro (High Noon, 1952), Duelo a muerte en OK Corral (Gunfight at the OK Corral, 1957), Río Bravo (1959) o El Álamo (1960); o la serie para televisión Rawhide (1959 -66), entre otros.

La película comienza mostrando el logo de la Asociación Nacional del Rifle y el lema “Hacemos nuestra parte”, lo que, aun siendo propio del período de entreguerras, no deja de ser chocante en una adaptación de novelas infantiles.

A diferencia de la mayoría de adaptaciones, esta película comienza como A través del espejo, en pleno invierno, durante una nevada. Alicia (Charlotte Henry) está en una sala de su casa, aburrida, mirando un álbum de fotos con Dinah en su regazo mientras su aya (Ethel Griffies) borda un tapete cerca de ella. Alicia se levanta, se pasea, se pregunta cuándo parará de nevar, incordia a su tortuga, toquetea las piezas de ajedrez. Mira por la ventana y ve un conejo blanco corretear entre las piezas de croquet cubiertas de nieve, y dice que “ha visto un conejo blanco con bufanda y gabán”. La gobernanta la reprocha por inventarse historias, y por haber recompuesto los trozos de una cáscara de huevo duro después de comérselo para que pareciera que estaba entero. Alicia vuelve a sentarse, acaricia a Dinah y se adormece. El aya recoge su bordado y se marcha sin hacer ruido.


Alicia se levanta entonces, arrastra el sillón junto a la chimenea, y se sube a la repisa, preguntándose cómo debe de ser la habitación del otro lado del espejo. Al tocar la superficie de cristal atraviesa el espejo, y pasa al otro lado. Aunque el sillón de la sala del espejo no está junto a la chimenea, cuando Alicia salta desde la repisa cae flotando muy suavemente. Alicia observa que el libro de la Enciclopedia Británica tiene las letras escritas a la inversa y que, en la fotografía que hay colgada en la pared, sus tíos están de espaldas, pero el tío Gilbert (Leon Errol) se da un momento la vuelta para hablar con ella. Las piezas de ajedrez se mueven y hablan, y se oye llorar a un niño que llama a su madre: es el peón blanco (Billy Barty), al que la Reina Blanca (Louise Fazenda) llama desesperadamente. Alicia coge a la Reina y la reúne con su bebé, causándole un gran sobresalto. Cuando el Rey (Ford Sterling) intenta trepar por el guardafuegos para reunirse con ellos, Alicia lo lleva también.


El reloj de pared (Colin Kenny) dice en voz alta nueve campanadas, y comenta que es muy tarde. Alicia sale de la habitación para poder visitar el Mundo del Espejo. Baja las escaleras flotando, y en la entrada de la casa se encuentra con el Conejo Blanco (Richard “Skeets” Gallagher), que llega tarde a algún sitio. Alicia lo sigue al jardín y hasta su madriguera, y cae por ella. Aterriza sobre un montón de hojas secas cerca de una puerta muy grande, que abre para descubrir que detrás hay otra idéntica pero más pequeña, y así muchas veces hasta llegar a la más pequeñita, que la lleva a un pasillo.


Encuentra otra puertecita diminuta, que abre con la llave que encuentra en la mesa de cristal, y ve tras ella un hermoso jardín, pero no puede pasar ni la cabeza. Encuentra la poción “bébeme” y se la bebe, pero crece tanto que se golpea la cabeza contra el techo (dos veces). Se echa a llorar, creando un charco de lágrimas a sus pies. Encuentra entonces el pastelito “cómeme” y se hace muy pequeña, pero al correr hacia la puerta se resbala y cae en el agua. Allí encuentra al Ratón (Raymond Hatton), quien, a pesar de que al principio se ofende porque Alicia le habla de gatos, la acompaña hasta la orilla. Cuando sale del agua, Alicia se encuentra con el Dodo (Polly Moran), quien le habla de Guillermo el Conquistador para secarla. Alicia, que en efecto se seca de inmediato, le da las gracias y se marcha, mientras el Dodo sigue recitando en voz alta las fechas de nacimiento y muerte de Shakespeare.


A continuación se encuentra con la Oruga (Ned Sparks), que no es muy simpática, pero le ofrece coger trozos de la seta para crecer o encogerse a su voluntad. Tras hacer un experimento, Alicia logra distinguir cuál es cuál, y adopta la medida adecuada para entrar en una casita cercana.


En la puerta ve al Lacayo- Pez (Riscoe Ates), que le entrega al Lacayo-Rana (Sterling Holloway) una invitación de parte de la Reina para la Duquesa. Alicia llama a la puerta, y cuando el Lacayo-Rana le dice que no sirve para nada porque no la van a oír, decide entrar de todas maneras. Dentro de la casa, la Cocinera (Lillian Harmer) le está tirando toda clase de piezas de vajilla a la Duquesa (Alison Skipworth), quien a su vez sacude y grita al bebé que tiene en brazos. Cuando Alicia le pide que tenga más cuidado con la criatura, le canta una nana, pero después se la pone en brazos a Alicia porque quiere prepararse para ir a jugar al croquet con la Reina.


Alicia sale de la casa con el bebé en brazos, pero éste se transforma en un cerdito y lo deja en el suelo. En un árbol cercano ve al Gato de Cheshire (Richard Arlen) y conversa con él, maravillada al ver cómo aparece y desaparece. 


Tras perderlo por completo de vista, Alicia llega a la casa del “Sombrerero Loco”, donde ve que están tomando el té; se trata de un error muy común en las adaptaciones, ya que el Sombrerero no recibe el apelativo de “loco” en ningún momento del libro, y la merienda no se celebra en su casa, sino en la de la Liebre de Marzo. A pesar de las objeciones de los ocupantes, Alicia se sienta en un extremo de la mesa, y la Liebre (Charlie Ruggles), el Sombrerero (Edward Everett Horton) y el Lirón (Jackie Searl) le ofrecen vino que no hay, le tocan el pelo, la confunden con acertijos sin respuesta y la hacen cambiar de sitio cada vez que usan una taza. El pasaje recoge bien los diálogos del libro, y el Sombrerero interactúa bastante con la mesa y lo que hay en ella, incluyendo al soñoliento Lirón. 


La niña se aleja discretamente de la mesa cuando el Sombrerero y la Liebre intentan meter su compañero en una gran tetera, pero en un árbol cercano que el Sombrerero usa como perchero o muestrario (tiene diferentes sombreros colgados por el tronco), Alicia descubre una puerta que conduce a un maravilloso jardín.

Allí encuentra a los Jardineros- carta, que están pintando de rojo las rosas blancas. Apenas le han explicado el porqué de este apaño, aparece la comitiva real, que da paso al Conejo Blanco, al Infante Real (Baby LeRoy) y, finalmente, al Rey (Alec B. Francis) y la Reina (May Robson) de Corazones. La Reina llega ya muy cabreada, y comienza a mandar decapitar a todo el mundo, pero el Rey la convence para que jueguen al croquet. 


El juego, con flamencos y cobayas (desgraciadamente) reales y vivos, es un disparate, y la Reina vuelve a exasperarse muy pronto. Alicia encuentra a la Duquesa y, todavía con su flamenco en la mano, se marcha con ella a dar un paseo.


La Reina las interrumpe, y comienza a amenazar a la Duquesa cuando de pronto aparece el Grifo (William Austin) y hace que las dos aristócratas salgan huyendo espantadas. Alicia deja caer al flamenco del sobresalto, pero cuando oye reír al Grifo se da cuenta de que no es una criatura amenazante. El Grifo celebra el susto que le ha dado a la Reina y la Duquesa, y llama a la Tortuga Falsa (Cary Grant), cuyos lamentos se oyen desde donde están, para que se acerque y charle con ellos. 


Sin dejar de llorar ni un momento, la Tortuga Falsa habla de sus días de colegio y canta “Hermosa Sopa”, pero sus gritos se hacen tan insoportables que el Grifo y Alicia se levantan y se marchan sin que la Tortuga se dé cuenta, y sigue cantando un rato más.

Alicia y el Grifo se están alejando a todo correr de la Tortuga, y repentinamente el Grifo se transforma en la Reina Roja (Edna May Oliver); es el momento en que, después de la introducción, la historia vuelve al Mundo del Espejo. Alicia se percata de que el suelo es un tablero de ajedrez, y la Reina Roja le explica cómo debe moverse por él, antes de desaparecer súbitamente.


Al poco de recorrer el bosque, Alicia se encuentra con Tweedledee (Roscoe Karns) y Tweedledum (Jack Oakie). 


Alicia solo quiere saber cómo salir del bosque, pero los gemelos bailan con ella y le recitan “La Morsa y el Carpintero”, una secuencia de dibujos animados que presentan en un teatrillo. 


Después de oír el poema, Alicia intenta marcharse, pero entonces Tweedledee y Tweedledum se acusan mutuamente de haber roto el sonajero y se preparan para una batalla. La propia Alicia recita el poema que los alude mientras ellos se pertrechan, pero después comienzan a poner excusas para no pelear, y la aparición de un cuervo gigantesco (que al principio Alicia confunde con una nube de tormenta) hace que pongan los pies en polvorosa. Lo que llega volando, sin embargo, no es un cuervo sino el chal de la Reina Blanca.

Mientras Alicia ayuda a arreglarse a la desaliñada monarca, ésta le explica que en el Mundo del Espejo las cosas funcionan al revés: primero se venda un dedo, luego grita de dolor, y finalmente se pincha con un alfiler. Soprendida al ver que no reacciona al pinchazo (porque ya se ha quejado antes), Alicia le pregunta a la Reina si se encuentra mejor; de pronto la Reina se transforma en una Oveja, y ya no se encuentran en el bosque sino en el interior de una tienda. La Oveja está despachando y le pregunta a Alicia si quiere comprar algo. Alicia no se inmuta demasiado y dice que quiere comprar uno de los huevos de considerable tamaño que hay en un cuenco sobre el mostrador. Mientras la niña deja unas monedas, la Oveja toma uno de los huevos, pero, en vez de dárselo, lo deja en el otro extremo del mostrador y le dice a Alicia que lo coja ella misma. Pero, cuando Alicia lo observa de cerca, ve que en aún más grande de lo que parecía, y que tiene rasgos faciales. Alicia acaba reconociéndolo como Humpty Dumpty, y ya no están en la tienda sino en el campo, y el huevo se halla precariamente sentado en el borde de un muro.


Humpty Dumpty (W.C. Fields) interroga a Alicia sobre su nombre y su edad (la cual se adapta como “doce años y cuatro meses”, ya que a pesar de su juventud era imposible que Charlotte Henry pudiera pasar por siete y medio). Alicia le pregunta si sería capaz de explicarle el poema Jabberwocky, que, según ella, leyó hace mucho tiempo (no en esta película, desde luego), pero Humpty Dumpty le dice que, aunque es capaz, no va a hacerlo, y se despide de ella. Justo entonces pierde el equilibrio, llama a gritos a la caballería y a la infantería del rey, y se cae estrepitosamente del muro. Como Alicia no puede ver al otro lado, echa a correr para intentar rodear el muro, y se choca de camino con el Rey Blanco. Alicia da la voz de alarma sobre la caída de Humpty Dumpty, pero el Rey contesta tranquilamente que ya lo sabe, y que sus hombres ya están en camino. En efecto, comienzan a llegar de todas partes marciales caballeros en blancas cabalgaduras, y a continuación los componentes de la infantería ligera, bastante más torpes (en ambos casos, el número se multiplica hábilmente con espejos).

El Rey se marcha a buscar a sus mensajeros, y de inmediato aparece el Caballero Blanco (Gary Cooper), que se cae de su montura nada más llegar. Vuelve a subirse con ayuda de una escalera, y comenta con una preocupada Alicia sus magníficas invenciones, como la fiambrera colgada boca abajo que evita que la lluvia le moje la comida (la cual se va perdiendo inevitablemente por el camino), o las espinilleras con púas que lleva su caballo, que lo protegen de los mordiscos de tiburón. El Caballero se cae un par de veces más mientras explica sus artefactos, pero afirma que su mente no deja ni un segundo de inventar, ni siquiera cabeza abajo. A continuación le indica a Alicia dónde debe ir para convertirse en Reina, y se despide de ella, alejándose por el sendero y cayéndose del caballo unas cuantas veces más.

Alicia se dirige corriendo al lugar que le ha indicado el Caballero, tan entusiasmada que se tropieza y cae rodando por una pequeña pendiente. Cuando se incorpora, una pesada corona con su nombre grabado se posa sobre su cabeza. 


Alicia está encantada de lo fácil que ha sido, pero las Reinas Blanca y Roja aparecen a su lado y le dicen que no puede ser una Reina de verdad hasta que pase el examen, que consiste en preguntas absurdas. No tardan en quedarse dormidas una sobre la otra, y Alicia piensa que debería despertarlas, pero entonces oye un coro de voces que la llaman, y se da cuenta de que hay un palacio donde se está celebrando una fiesta en su honor. La Duquesa, el Conejo Blanco, el Grifo y la Tortuga Falsa, entre otros, están sentados a la mesa alzando sus copas y cantando por la coronación de Alicia.

Las Reinas Blanca y Roja están sentadas en sus sillones (aunque siguen dormidas) y Alicia ve un gran trono con su nombre, en el que se sienta. Las reinas se despiertan al final de la canción y reprenden a Alicia por llegar tarde; ya se ha perdido la sopa y el pescado, aunque llega a tiempo para el asado. Los Soldados-carta (¿o Camareros-carta?) traen una bandeja con una Pierna de Cordero (Jack Duffy), quien se incorpora y saluda alegremente a Alicia. 


Ésta piensa que debería cortar y servir unos trozos, pero la Reina Roja alega que es una grosería comerse a alguien a quien le acaban de presentar, y los Soldados retiran la bandeja del asado y traen la del pudín. Alicia corta un trozo antes de que la Reina Roja se lo presente, pero ésta lo hace igualmente, y el Pudín (George Ovey) se queja de la descortesía. Alicia intenta disculparse, pero todo el mundo comienza a beber a su salud (algunos, varias copas a la vez) y le exigen que dé un discurso. Alicia se pone en pie y comienza a hablar, pero la fiesta está totalmente desenfrenada: la gente tira comida y bebida, golpea las copas con los cubiertos, corre y salta sobre la mesa; sale fuego de los cuellos de las botellas, la Reina Blanca se esconde dentro de la sopera, y las propias piezas de vajilla vuelan a su propio aire por todo el salón.


La Reina Roja comienza a sacudir o medio estrangular a una desconcertada Alicia... que poco a poco se despierta y se da cuenta de que solamente es su gata quien tiene las patitas sobre su pecho. Alicia deja a Dinah, se levanta del sofá y se acerca a mirar el espejo de la chimenea, diciéndose a sí misma que no era solo una habitación lo que había al otro lado, sino todo un país.

Contrariamente a lo que esperaba Paramount Pictures (que era salvarse de la bancarrota que amenazaba a los estudios desde la Gran Depresión), la película fue un fracaso. Ya en las premières se criticó la excesiva duración de noventa minutos, de modo que para el estreno general se redujo a setenta y siete. El motivo de que el público no aguantara una película tan larga fue unánime: los actores más queridos de la época estaban irreconocibles bajo capas y capas de maquillaje, accesorios faciales postizos o, directamente, enormes y gruesas máscaras que apenas permitían oír sus voces. La sensación general fue que, después de haber leído sus nombres anunciados en grandes letras en los carteles promocionales, nadie había visto a Cary Grant, Gary Cooper o W. C. Fields: había visto a grotescos personajes con disfraces horribles que resultaban más espantosos que simpáticos o encantadores. La revista Variety concluyó que “La inmortal Alicia es uno de esos libros atemporales que está fuera del alcance de una cámara”. La recaudación en taquilla, consecuentemente, fue bastante pobre, y al final resultaron los incuestionables encantos de Mae West en Lady Lou, nacida para pecar (She Done Him Wrong, 1933) y No soy ningún ángel (I’m No Angel, 1933) los que en el mismo año remontaron los ingresos de la companía.

A pesar de todo, esta versión contó con una defensora de peso: la mismísima Alice Liddell, quien, ya con su apellido de casada Heargraves, opinó sobre ella a los pocos días de su estreno. En un artículo de The New York Times fechado el 7 de enero de 1934, Alice Heargraves declaró: “Estoy encantada con la película, y convencida ahora de que solo mediante el arte del cine sonoro es posible interpretar fielmente esta deliciosa fantasía. ¡Alicia es una película que representa una revolución en la historia del cine!”.

Ciertamente, en la actualidad es una de las películas que resulta más fieles a la obra de Carroll en cuanto a diálogos e interpretación, pero está lastrada por la ya mencionada cuestión de los disfraces, y por el empeño en condensar los dos libros de Alicia en la misma película, lo que conlleva la inevitable supresión de muchos pasajes. Ya no son solo las escenas del Perrito o la Paloma (del País de las Maravillas), o el viaje en tren, el bosque donde se pierde el nombre o la batalla del León y el Unicornio (del Mundo del Espejo), que apenas aparecen en ninguna versión; en ésta se ha prescindido de la Carrera Loca, la casita del Conejo Blanco o el Juicio a la Sota de Corazones, que cualquier lector del libro echará de menos irremediablemente. El material que permanece está bastante bien tratado, y la secuencia de animación es fantástica (el propio Walt Disney copiaría la idea de presentar el poema en un teatrillo, en su versión de 1951), aunque no me extrañaría que la estética de algunos personajes cause franco desagrado, o llegue a asustar a niños pequeños.

La película se puede conseguir fácilmente en DVD, y verse y descargarse de manera gratuita en Archive.org. No existe doblaje al castellano, pero los DVD cuentan con subtítulos.


Fuentes:

“Alice Through a Tour”, The New York Times, Nueva York, 7 de enero de 1934.


KEHR, Dave. Another Trippy Rabbit Hole”, The New York Times, 26 de febrero de 2010. 

KUYKENDALL, Jeff. Alice in Wonderland (1933) en su blog Midnight Only, 29 de junio de 2013.

Michael Sporn Animation reproduce por escenas la secuencia animada de Harman-Ising.

Variety, 26 de diciembre de 1933.


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