28 de julio de 2019

Alicia de Kirk Browning (1983)




Esta versión estadounidense de 1983 reproduce la mayor parte de Alicia en el País de las Maravillas y A través del Espejo, y consiste en la grabación de una obra de teatro representada en un estudio sin público, con algunos efectos especiales añadidos para su emisión televisiva.


La producción tiene detrás una historia larga y ondulante, como la cola del Ratón. El montaje original data de 1932 y fue co-escrito (con Florida Friebus) y dirigido por la actriz Eva Le Gallienne, que también representó los papeles de Narradora y Reina Blanca. La obra se revivió en 1947, y contó con William Windom, Julie Harris y Eli Wallach. En 1982, Le Gallienne volvió a dirigir la obra, pero no la producción original de cincuenta años atrás, sino la versión de 1947. El espectáculo fue cancelado tras veintiuna representaciones de poco éxito, y al año siguiente se grabó en un estudio de televisión, sin público. Tras añadir escenas y efectos en postproducción, se emitió el 3 de octubre de 1983, como el episodio 2 de la temporada 12 de la serie Grandes representaciones. Del mismo montaje de Friebus y Le Gallienne ya se había hecho una versión televisiva en 1955.

La música había sido compuesta por Richard Addinsell para la producción original de 1932, y se mantuvo para las subsiguientes de 1947 y 1982. 




La obra comienza con el manido recurso de “teatro dentro del teatro”: hay un grupo de actores entre bambalinas, nerviosos y enojados porque la actriz principal les ha fallado, tiene que salir la sustituta (Kate Burton), y ninguno cree que lo vaya a hacer bien. La sustituta en cuestión está en su camerino, fumando mientras se repite aceleradamente el poema “Jabberwocky” y se mira en el espejo. 




Y de repente ya tiene su peluca rubia y su traje azul de Alicia, y está sentada en el borde del espejo, y ya es el País de las Maravillas: no hay orilla del río, libro aburrido ni caída por la madriguera. Los conocedores de la obra notarán que ha entrado en el País de las Maravillas como en los libros originales entra en el Mundo del Espejo.


A partir de ese momento, Alicia recorrerá algunas de las escenas del País de las Maravillas, muchas de ellas abreviadas o con el orden cambiado, aunque los diálogos tienden a respetarse. Conoce al Conejo Blanco (Austin Pendleton); al Ratón (Nathan Lane) y los demás animales del Lago de Lágrimas; a la Oruga (Fritz Weaver), al Gato de Cheshire (Geoffrey Holden); a la Duquesa (Kaye Ballard); al Sombrerero (André Gregory) y la Liebre (Zeljko Ivanev); al Rey (James Coco), la Reina (Eve Arden) y la Sota de Corazones (Tony Cummings); y a la Tortuga Falsa (Donald O’Connor) y el Grifo (Swen Swenson). 


Cuando al final del Juicio, Alicia es atacada por los Soldados-Carta, hay un breve entreacto en que se muestra de nuevo el camerino de la actriz, y alguien llama a su puerta para indicarle que está a punto de salir a escena, pero, a continuación, Alicia está hablando ya con la Reina Roja (Colleen Dewhurst), quien le explica las normas para moverse por el tablero de ajedrez que constituye el Mundo del Espejo. Para alguien que no conozca el texto original, resulta muy confuso cómo Alicia pasa de un lugar a otro.


Alicia viaja por el Mundo del Espejo como por el País de las Maravillas, conociendo a los personajes más destacados: Tweedledee y Tweedledum (Alan Weeks y André De Shields), el Caballero Blanco (Richard Burton), Humpty Dumpty (Richard Woods) y la Reina Blanca (Maureen Stapleton).


Cuando la fiesta de la coronación de Alicia se transforma en un caos, Alicia comienza a sacudir a la Reina Roja, y la imagen vuelve al camerino. La actriz sigue dándole caladas a su Marlboro cuando vuelven a llamar a su puerta porque ya le toca salir. La película termina con Alicia sentada en un gran sillón en un escenario a oscuras, recitando “Jabberwocky” completamente inmóvil y sin más expresividad que levantar la voz de vez en cuando.


Lo primero que se ve en esta película es que ha adaptado en todo lo posible las ilustraciones originales de Tenniel: los decorados son simplemente sus dibujos en tres dimensiones, y los disfraces de los actores constituyen una réplica exacta de los trajes de los personajes en ambos libros, algunos de ellos en color, y otros en blanco, negro y beige. Esto hace que, estéticamente, este montaje es el que más se parece a una edición clásica del libro de Carroll, lo que no necesariamente es una buena noticia. Cierto que algunas escenas son visualmente magníficas, y que los fondos “dibujados” favorecen el efecto de inmersión, pero la inconsistencia en los disfraces se puede hacer irritante. Algunos personajes como la Tortuga Falsa o el Grifo están todo el tiempo en su disfraz “de Tenniel”, pero otros, como el Conejo, tienen una máscara en su primera aparición que al poco desaparece automáticamente para dejar ver un rostro maquillado, mientras que el resto del disfraz se mantiene. 

El caso del Gato de Cheshire o Humpty Dumpty son los más llamativos (e incómodos): el rostro de los actores aparece sobreimpresionado en los dibujos de los personajes, y a continuación los actores realizan el resto de la escena sin ningún tipo de disfraz, salvo unas uñas larguísimas y una corbatilla para identificarlos. El presentar la estética de Tenniel, muy bien lograda en algunos momentos, para abandonarla caprichosamente según las necesidades de la escena o los actores resulta desastroso. El vestuario, en general, sería precioso si todos los personajes lo llevaran del mismo modo.




Tanto en el País de las Maravillas como en el Mundo del Espejo, las canciones originales del texto de Carroll tienen música y pasos de baile y están interpretadas con bastante corrección; sin ser memorables, encajan bien en la película y no son tan numerosas como para resultar cargantes. 

La actuación, en general, no es muy destacable. Era de esperar que las mejores interpretaciones sean la de Richard Burton como Caballero Blanco, en uno de sus últimos papeles, y la de Donald O’Connor como Tortuga Falsa (este actor tendría un papel menor, de Loro, en la versión de Harry Harris de 1985). 


Sin embargo, la protagonista, Kate Burton, es una de las Alicias menos creíbles de la historia del cine. Ya es bastante malo que una mujer de veintiséis años se ponga una peluca y unas enaguas y pretenda hacerse pasar por una niña de siete; aparecer fumando y hecha una histérica no ayuda en nada. Pero incluso si pudiéramos pasarlo por alto, esta Alicia habla todo el rato como si tuviera su diálogo en la mano y lo estuviera leyendo; y cuando grita o llora es peor aún. Su reacción cuando entra en la cocina de la Duquesa y la ve arrojando violentamente al bebé al suelo es sonreír sin más. No nos puede convencer en ningún momento de que es una niña que descubre unos mundos maravillosos y unas criaturas sorprendentes: vemos solamente una mujer joven tratando con otros adultos de igual a igual. Ya en vida de Carroll se hicieron adaptaciones teatrales de Alicia en que actuaban niñas, quizá no de siete años pero sí de diez u once. Incluso con las leyes actuales que justamente protegen a los niños actores de exceso de horas de trabajo o de situaciones de peligro, el no buscar una actriz más cercana a la edad del personaje que interpreta es inexcusable.




La película tiene varias ediciones en DVD y resulta relativamente fácil de encontrar; también está disponible en canales de vídeo de Internet. Vale la pena verla por los escenarios y las imágenes que reproducen las de Tenniel, y algunos números musicales son bastante apreciables (no en vano la Tortuga Falsa había cantado bajo la lluvia muchos años antes). Pero el montaje original tenía muy buenas ideas que desgraciadamente no se trasladan bien a una versión televisiva, y el papel de Alicia no lo representa la actriz más adecuada ni de lejos. Es una pena porque es la única manera de ver ese montaje en la actualidad, y no cabe duda de que queda muy deslucido.

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