Alice in Wonderland; or, what’s a nice kid like you doing in a place like
this? (Alicia en el País de las Maravillas, o, ¿qué
hace una niña buena como tú en un lugar como éste?) es una película de
dibujos animados estadounidense, dirigida en 1966 por Alex Lovy, y producida
por el celebérrimo dúo de William Hanna y Joseph Barbera. Se trata de una
adaptación muy libre de la historia de Carroll, que básicamente no conserva más
que el planteamiento y los nombres de los personajes; el desarrollo, los
diálogos y la propia caracterización de los personajes son completamente
diferentes. El guion fue escrito por el comediógrafo Bill Dana, que también
prestaría su aspecto, su voz y su personaje “José Jiménez” al Caballero Blanco.
William Hanna (izda.) y Joseph Barbera en 1967.
Imagen de prensa publicada por Relaciones Públicas
McFadden, Strauss, Eddy & Irwin.
La carrera de Bill Hanna y Joe Barbera había comenzado
en los estudios de Metro-Goldwyn-Meyer, donde pasaron veinte años realizando
cortos de Tom y Jerry; cuando la MGM
dejó de producir dibujos animados en 1957, la pareja fundó su propia compañía y
dominó la escena de la animación occidental durante décadas. En 1966,
Hanna-Barbera ya había escrito, producido y dirigido series de dibujos animados
tan enormemente populares como Los Picapiedra (The Flintstones, 1960), El oso Yogi (The Yogi Bear Show, 1961), Don Gato (Top Cat, 1961), Los Supersónicos (The Jetsons, 1962), o Johnny Quest (1964), entre muchas otras. Posteriormente
también crearía Los Autos Locos (Wacky
Races, 1968) y Scooby-Doo (1969), y realizaría la adaptación estadounidense
de Los Pitufos (The Smurfs, 1981).
Una de las claves de su éxito fue el
énfasis que ponían en la escritura de chistes y creación de situaciones
humorísticas, y otra, la calidad del doblaje: ambas características se observan
en esta particular versión de Alicia.
Los diálogos están plagados de juegos de palabras y retruécanos que, sin ser
del mismo estilo que los de Lewis Carroll, son efectivos e inmediatos, y en el
reparto se encuentran voces de la categoría de Sammy Davis Jr.
La película, realizada directamente
para televisión, fue patrocinada por la cadena de droguerías y farmacias Rexall
y por la compañía de refrescos Coca-cola. La emisión original, el 30 de marzo
de 1966, incluía una promoción después de los créditos introductorios. Mientras
Alicia, que ya ha caído por la “madriguera” del Conejo, mira desconcertada a su
alrededor, una voz en off anuncia: “Alicia en el País de las Maravillas les
es presentada por Rexall, el nombre más conocido de Estados Unidos en productos
farmacéuticos (¡no se pierdan, mañana, su famosa venta de 1 céntimo!), y por
sus embotelladores locales de Coca-cola, que le recuerdan pensar a lo grande,
comprar a lo grande, y ahorrar a lo grande”, mientras los logos y eslóganes de
las respectivas marcas aparecen también en pantalla. Al final de la película,
se añaden unos segundos de metraje en que vuelve a aparecer la misma locución,
pero con el orden invertido; se anuncia en primer lugar la Coca-cola, y en
segundo lugar a Rexall. En las pausas publicitarias se emitieron anuncios de
ambas marcas en las que aparecían personajes de la historia. Las subsiguientes
emisiones de la película, así como las ediciones – no autorizadas – en VHS, ya suprimieron los
mensajes y los logos. Los anuncios publicitarios muestran a los personajes
comentando y alabando las respectivas marcas; en uno de ellos, por ejemplo, el
Conejo Blanco le da la bienvenida a Alicia a “Rexall-land”. La misma compañía
también publicó una versión en cómic de la película, que regalaba con la compra
de sus productos.
La banda sonora estuvo a cargo del
compositor Charles Strouse y el escritor Lee Adams, que en la época eran muy
conocidos por el musical Bye Bye Birdie,
y fue orquestrada por Marty Paich. Varios intérpretes cantaron ellos mismos
las canciones; otros tuvieron un actor de doblaje específico para los temas
musicales.
La película está ambientada en la
época en que se realizó, mediados de los años 60, lo que se observa tanto en
las partes que suceden en el mundo real como dentro del País de las Maravillas.
Como suele suceder en las adaptaciones, añade también personajes de A través del Espejo.
La historia comienza con Alicia
(Janet Valdo en los diálogos, Doris Drew en las canciones), una niña de unos
diez o doce años, jugando en la calle con su perrito Fluff (Don Messik). Su madre (no aparece en los créditos; solo tiene una frase) la
llama desde la puerta de su casa, y cuando Alicia responde que irá en un
momento, se asoma también su padre (Allan Melvin), quien le ordena severamente que vaya
en ese momento, a lo que Alicia
obedece sin rechistar. Una vez dentro de casa, el padre le pregunta si
ha ayudado a su madre a lavar los platos, y al obtener una respuesta
afirmativa, le pregunta a continuación si ha terminado los deberes, ¿no tenía
acaso que hacer un trabajo sobre Alicia
en el País de las Maravillas? Fluff intenta esconder el libro para que
Alicia pueda seguir jugando, pero el padre lo descubre, recupera el libro, y le
recuerda a su hija que “nada de televisión” hasta que termine los deberes.
Alicia se resigna a perder la tarde, pero Fluff aún quiere jugar y, con la
pelota en la boca, se mete entre los pies de la niña, haciendo que tropiece y
se caiga; es el momento en que Alicia pierde momentáneamente el conocimiento y
comienza a soñar. Alicia se levanta y, enfadada con Fluff, le tira la pelota a
otra habitación; el perrito corre alegremente tras ella. Pero la pelota
atraviesa la pantalla de un televisor apagado, y Fluff salta también al
interior. Alicia toca la pantalla y nota, asombrada, que es como la superficie
del agua. Se asoma, llamando a Fluff, y accidentalmente se cae dentro del
televisor. Por un momento puede agarrarse al borde de la pantalla, y ve que su
padre está en la puerta de la habitación, aparentemente buscándola. Alicia lo
llama a gritos, pero su padre no la oye, y al final sus dedos se sueltan y se
precipita por el interior de los tubos catódicos.
Alicia cae sentada sin hacerse daño,
y mira a su alrededor intentando ver dónde está y buscando a Fluff. Lo que ve
es el Conejo Blanco (Howard Morris), el cual se presenta como un dragón (pero
no cuela). Aunque Alicia identifica al Conejo Blanco como el personaje del
cuento que ha leído, la conversación con él es muy difícil; no para de reírse
convulsivamente y de anotar puntos para un juego cuyas reglas nunca se molesta
en explicar.
Cuando Alicia insiste en que tiene que ir a buscar a Fluff, el
Conejo le da a una galleta con la que podrá cambiar de tamaño, porque ahora es
muy grande para poder salir de la madriguera. Tras varios intentos, alcanza una altura razonable. Salen por una puerta (que son varias, a cada cuál más fuerte,
cuando el Conejo las cierra) y, una vez en el exterior, cantan a dúo “La vida
es un juego”. Pero tras ella, el Conejo se marcha precipitadamente, y le
aconseja a Alicia que siga el camino que se desenrolla (“también está el camino
de baldosas amarillas, pero es de otro cuento”).
Alicia sigue el serpenteante camino, que
culmina en un cartel de bienvenida al País de las Maravillas. En la rama de un
árbol se encuentra con un gato beatnik,
perilla y actitud nihilista incluidas (Sammy Davis Jr.).
Tras una conversación
de la que la pobre Alicia no puede sacar nada en claro, el Gato se da cuenta
entonces de que ella no pertenece al País de las Maravillas, lo que le lleva a cantar
“¿Qué hace una niña buena como tú en un lugar como éste?”, la canción más reconocible
y pegadiza de la película. Justo al terminar, aparece el Conejo Blanco con
Fluff en brazos, pero vuelve a salir corriendo antes de que Alicia pueda coger
a su perrito. Mientras se aleja, le dice a Alicia que se verán en la Fiesta del
Té, y el Gato de Cheshire le indica cómo llegar.
Tras seguir un rato el camino, y
volverse a encontrar con un Conejo Blanco cada vez más chiflado, Alicia se ve
de repente en la Fiesta del Té, que se celebra en medio del bosque.
El
Sombrerero (Harvey Korman), la Liebre de Marzo (Daws Butler) y el Lirón (Don
Messik) consideran que Alicia necesita un sombrero y le presentan a la
Sombrerera (Hedda Hopper), la cual le prueba varios modelos. Pero no le prestan
ninguna ayuda para encontrar a Fluff, y los dos Sombrereros y la Liebre acaban
metiéndose en una caja de sombreros y desapareciendo en un pestañeo.
Alicia se lamenta en voz alta de que
la gente de ese país tenga la costumbre de esfumarse sin más, y le contesta una
extraña Oruga que está sobre una seta y tiene dos cuerpos, uno a cada extremo:
son nada más y nada menos que Pedro Picapiedra y Pablo Mármol (Alan Reed y Mel
Blanc).
Cuando Alicia les pregunta, pasmada, cómo es posible que tengan una cabeza
en cada extremo, Pedro le responde con toda naturalidad si es que nunca ha oído
la expresión “dos cabezas piensan mejor que una”, y Pablo añade que así se
puede ver dónde vas y dónde has estado al mismo tiempo. Comentan que han
trabajado durante mucho tiempo en el mundo del espectáculo, y Alicia admite que
“le resultan familiares”. Pedro y Pablo cogen un bastón y un canotier y se
ponen a cantar “Nunca harán que nos separemos”, pero, como ya va siendo normal,
no pueden ayudar a Alicia a encontrar a Fluff, ya que no tienen ningún número
con animales.
Alicia se queda sentada en una roca,
preguntándose qué va a hacer, cuando inesperadamente llega Fluff corriendo y
ladrando, y se arroja en sus brazos. Alicia se lleva una gran alegría, pero
poco le dura, porque por el mismo camino llega al galope un caballo sobre el
cual cabalga un jinete con una enorme armadura que enarbola una larguísima
lanza, y Fluff se asusta, salta de los brazos de Alicia, huye y se pierde de
vista. El jinete se detiene al oír los gritos de Alicia, y ésta le riñe, muy
enfadada por asustar a un inofensivo perrito.
El Caballero Blanco (Bill Dana, en su
papel cómico de “José Jiménez”) levanta su celada y aguanta la reprimenda de
Alicia; sale entonces de la armadura y resulta que es un individuo de diminuta
estatura, tartamudo y neurótico. Lamenta haberle causado problemas a Alicia, y
le cuenta que su mayor deseo es realizar grandes proezas, servir a la reina,
matar dragones y rescatar doncellas, pero que es demasiado nervioso y pusilánime
para hacer nada de eso (de hecho, su “arma secreta” cuando las cosas se ponen
feas es levantar una bandera blanca con grandes letras de ME RINDO). Alicia intenta animarlo cantando “Hoy es un
día maravilloso”. El Caballero recupera su espíritu y sale a galope en busca de
nuevas aventuras, pero, como era de esperar, no la ayuda a buscar a Fluff.
Vuelve entonces el Conejo Blanco, con
mucha prisa porque llega tarde a la partida de croquet de la Reina. Pronto deja
atrás a la niña, pero entonces aparece el Rey de Corazones, que conduce un
pequeño tren, y se ofrece a llevar él mismo a Alicia al juego.
Alicia no puede
por menos que preguntar por qué un rey está conduciendo un tren; el Rey
contesta que incluso los reyes deben hacer trabajillos para llegar a fin de
mes.
Llegan juntos campo de juego, y
Alicia tiene el privilegio de sentarse en el palco real, con el Rey y la Reina
de Corazones (Zsa Zsa Gabor, completa con su acento húngaro y sus “daahling”).
Aunque un cartel anuncia “Torneo de Croquet”, el juego que presencian es
completamente disparatado; una confusa mezcla de hockey sobre hierba, fútbol
americano, Monopoly, un indeterminado juego de tablero tipo oca, carrera de
caballos de ajedrez, salto de trampolín y surf (con lo que caer al agua supone
para los Soldados-Carta); en ningún momento se ve a nadie con equipamiento de
croquet. En el descanso, la Reina le entrega a Alicia unas tartaletas de fresa
para que las reparta entre los jugadores, pero, apenas se ha alejado unos
pasos, la misma Reina grita a los Soldados que la detengan por robar las tartas
y la arrojen al calabozo. Alicia exclama que no la pueden encerrar sin un
juicio, por lo que la Reina ordena que se celebre el juicio de inmediato.
Mientras tanto, el Conejo Blanco llega, muy tarde, a la partida de “croquet”, y
teme que la Reina se enfade y le haga perder… puntos en su propio juego.
Se celebra el juicio con el rigor que
cabría esperar: el fiscal es el inútil hijo del Rey y la Reina de Corazones,
que muy predeciblemente se comporta como un niñito de mamá, y el abogado de
Alicia es un individuo que ya asume que tiene el caso perdido y se dedica a
jugar al yo-yo. El alguacil recibe constantes martillazos en la cabeza por
parte del Rey, no se llama a ningún testigo, y Alicia acaba condenada a 99 años
en el calabozo, adonde es arrojada sin miramientos.
En la celda del torreón se encuentra
con Fluff, y también con Humpty Dumpty (Allan Melvin), que viste un traje a
rayas de presidiario.
Al poco el Conejo Blanco es arrojado a la prisión con
ellos, condenado también a 99 años por llegar tarde al juego de croquet. Alicia
canta “Estoy en casa”, sobre lo mucho que echa de menos su hogar y a sus
padres, tan triste y sentimental que sus dos compañeros no pueden evitar las
lágrimas.
Humpty Dumpty dice que en ese caso la ayudarán a regresar a su casa,
y salen de la celda… con la llave de la puerta, que aparentemente tenía desde
hacía ya tiempo.
Logran escapar el castillo de la
Reina, pero son detectados por un Soldado-Carta que da la voz de alarma, y toda
la caballería real sale tras ellos.
Cuando les dan alcance, Humpty Dumpty se
sube a un muro para distraerlos y darles más tiempo a Alicia y al Conejo; acaba
cayéndose y rompiéndose la cáscara, aunque el Conejo le asegura a Alicia que
podrán recomponerlo.
De vuelta en la madriguera del
Conejo, Alicia se pregunta cómo podrá volver a atravesar el televisor, y el
Conejo le recuerda que tiene la galleta que él le dio al principio. Alicia come
un trocito y sale volando de regreso a la pantalla. Se agarra al borde y llama
a su padre pidiéndole ayuda. Se despierta entonces en el suelo de la habitación
donde se había caído, mientras su padre, a su lado, le pregunta qué le ha
pasado.
Alicia, confusa, responde que estaba corriendo tras Fluff y que debía
de haberse resbalado. El padre le dice que, en vista de que está bien, vaya a
reunirse con su madre y con él para la cena. Pero, en el momento en que el
padre se va, Alicia oye que el Conejo la llama, y todos los personajes a los
que ha conocido en el País de las Maravillas atraviesan la pantalla del
televisor… para traerle a Fluff, a quien había olvidado en la madriguera.
Alicia le da un beso de agradecimiento al Conejo, y, cuando su padre la llama,
otra vez para la cena, Alicia exclama: “¡Papá, mira! ¡Son el Conejo Blanco y todos
sus amigos!”, pero los personajes del País de las Maravillas han desaparecido.
Alicia abraza a su perrito y le dice “¿Sabes,
Fluff? Nadie nos creerá si le contamos qué nos ha pasado…”. Mira a la cámara y
añade: “¡Pero espero que tú sí!”.
La película, como se ve, poco tiene
que ver con la historia original de Alicia
en el País de las Maravillas; el planteamiento de la niña que sueña con un
mundo mágico y los nombres de los personajes no son más que una excusa para una
ambiciosa campaña publicitaria que empleó a famosos y famosillos del momento
(siendo el más claro ejemplo que se inventen el personaje de la Sombrerera solo
para que pudiera aparecer la periodista del corazón Hedda Hopper, conocida por
su afición a los sombreros). Hay errores de bulto, como que, cuando al principio Alicia hojea el libro, mencione que va por la parte de Humpty Dumpty, quien es un personaje de A través del Espejo, o que, nada más ver
al Sombrerero, le diga: “¡Tú debes de ser el Sombrerero Loco!”, cuando en
ningún momento del libro de Carroll se llama a ese personaje “Sombrerero Loco”
sino simplemente “Sombrerero”. También resulta chocante que, para el cameo de
Pedro Picapiedra y Pablo Mármol, al guionista no se le ocurriera otra cosa que
hacer una Oruga con un cuerpo a cada extremo, cuando parece que la elección
obvia habría sido Tweedledee y Tweedledum (que incluso cantan y bailan en el texto
original).
Los personajes conservan algún
parecido con los del libro, en tanto que el Conejo suele ir con prisas, el Gato
es burlón y sibilino, el Caballero es bueno pero desmañado, la Reina es cruel y
arbitraria, y todos hablan con juegos de palabras y chistes verbales. Pero Bill
Dana los desarrolla a su manera, sin usar para nada el texto de Carroll, lo
cual es una lástima porque una combinación del material original con sus
propios recursos habría resultado muy bien.
El apartado musical es de lo mejor de
la película, en especial las tres primeras canciones, que nos sitúan en la
escena de los espectáculos de variedades. “La vida es un juego” es una canción
que uno se imagina cantando a Frank Sinatra Jr. en una gran sala de conciertos;
“Nunca harán que nos separemos” es un número de vodevil; y “¿Qué hace una niña
buena como tú en un lugar como éste?” fue un éxito inmediato para Sammy Davis
Jr. y para Scatman Crothers, que la grabaría posteriormente. Resulta
significativo que, aunque la película se emitió muy pocas veces por televisión y
nunca se publicó oficialmente en vídeo doméstico (existen cintas pirata), sí se
editaron varios álbumes con material, en ocasiones adaptado o reelaborado, de la banda sonora, cuya historia analiza Greg Ehrbar
en este artículo.
Ésta es una de las dos películas que,
llamándose Alicia en el País de las Maravillas, más se alejan del texto
original, hasta el punto que apenas tienen nada que ver (la otra es la versión de Tim Burton). No es, para nada, una película del libro, ni la podemos
relacionar más que someramente con el texto de Carroll. Pero tiene valores
propios. Es divertida, es ocurrente, tiene buenas canciones y buenos momentos,
y se las apaña para conservar lo absurdo y lo chocante del mundo de Carroll.
Personalmente me gusta más que otras versiones que, aun respetando fielmente el
texto original, resultan tan anodinas y poco inspiradas que se olvidan sin más
después de verlas.
Como he comentado, la película nunca
se editó en VHS de manera oficial. Fue doblada al castellano en México por el
estudio CINSA en el mismo año de su emisión, y existen cintas no licenciadas en
inglés y en español. Sin ser una obra maestra, es una pieza
con muchas virtudes injustamente arrinconada, que generaría un gran interés si se
beneficiara de una remasterización y algo de material extra en que se hablara
de las celebridades que participaron en ella. De momento, se puede ver, entera
o a trozos, en canales de vídeo de Internet.
Fuentes:
Happy 50thAnniversary to Hanna-Barbera’s “Alice in Wonderland” (1966), por Greg Ehrbar.
Internet
Movie Database
No hay comentarios:
Publicar un comentario