Alice no País das
Maravilhas
es una película de animación por ordenador de la compañía brasileña Video Brinquedo.
Fue dirigida en 2011 por Robson Lima y Everton Rodrigues, y producida por Maurício
Milani. La banda sonora, que consiste en una sola canción repetida a lo largo de toda la película, fue compuesta, arreglada, producida y mezclada (e interpretada, posiblemente) por Marcos Ottaviano y Marcio Tucunduva, para Ottatu Produções Musicais.
La historia de Video Brinquedo
daría para llenar libros, y desde luego ha dado para docenas de vídeo-
reseñas y páginas de internet. Esta productora nació en São Paulo en 1994, y durante
sus primeros diez años de vida se dedicó al doblaje y distribución en vídeo de
series extranjeras (como La pequeña Lulú, Sonic X o The
Wiggles: Space Dancing) para el mercado brasileño, así como la producción,
en animación tradicional, de películas basadas en cuentos clásicos. En 2007, sin embargo, la compañía dio un giro
determinante a su trayectoria con Carinhos (Cochecitos), su
primera película en 3D, cuyo concepto (si bien no su realización) recordaba
sospechosamente al de la película Cars que Pixar había estrenado un año
antes. En los siguientes tres años, Video Brinquedo se hundió en una desenfrenada orgía de imitaciones de éxitos
de Disney, Pixar y Dreamworks, con muy poco presupuesto, y un talento artístico por debajo de la sima de Challenger. Solamente
entre 2007 y 2009 produjo unos quince mockbusters, entre los que se
contaban nada menos que tres secuelas de Carinhos, Ursinho da Pesada
(“Oso de peluche pesado”, en 2008, por Kung-Fu Panda de Dreamworks), Abelinhas
(“Abejitas”, de 2009, por Bee Movie, también de Dreamworks), o la que
suele considerarse más infame de todas, Ratatoing (de 2007, por Ratatouille
de Pixar), entre otros engendros.
Este desfile de plagios
fue duramente criticado por su desvergonzado empeño en sacar partido de todas
las películas de animación del momento, pero también por su propia realización:
una animación espantosa, un diseño de
personajes plano en sus mejores momentos (atroz en los demás momentos), argumentos y
diálogos paupérrimos, y un doblaje insufrible, con la agravante de que algunas
voces en inglés pertenecían a grandes actores consagrados, que probablemente no
supieron qué estaban haciendo hasta que estuvo hecho. Un ejemplo sangrante es
el de Mike Pollock, conocido por ser la voz del doctor Eggman/ Robotnik
en las series y videojuegos de Sonic the Hedgehog… que dobló a uno de
los personajes de Ratatoing… y apareció en los títulos de crédito del
doblaje con un pseudónimo. Comprensible.
Video Brinquedo sigue
existiendo en la actualidad, aunque en la última década ha vuelto a las adaptaciones
de cuentos tradicionales, a la distribución de contenidos extranjeros de muy
dudosa calidad, y a cortos educativos para preescolares. Su último vídeo
subido a Youtube data de 2015, y la última entrada de su blog corresponde a
2017. Su página web no parece haber sido actualizada desde 2008. Sabemos por Internet
Movie Database que la compañía aún no ha dado su último aliento, probablemente porque está esperando a alguno que se haga lo suficientemente famoso para plagiarlo.
Título en inglés. Because reasons.
Dado que Alicia en el
País de las Maravillas es una obra libre de derechos de autor, y no una
historia original de otra productora, la versión de 2011 de Video Brinquedo no
puede considerarse propiamente un mockbuster, aunque la imitación de
conceptos de ambas versiones de Disney salta a la vista. Dura unos 44 minutos y
evidencia unos recursos muy limitados. Se trata, en general, de una película
para niños pequeños, en la que un narrador se dirige frecuentemente a ellos, y
les da consejos y advertencias a propósito de lo que le sucede a Alicia.
La historia comienza explícitamente
en primavera, con Alicia, sola, leyendo en un bosque. El narrador (Gilson
Ajala) comenta que “en aquella época” no existían DVD ni videojuegos, así que
los niños se entretenían leyendo hermosos libros. Alicia (Rita Almeida) cierra
de golpe el libro, mira directamente al espectador y declara: “Este libro me da
sueño. No creo que lo termine hoy, ¡vaya rollo de historia!”, y se levanta a
pasear. El narrador tartamudea y murmura: “Eeeeh… bueno… ¡no todos los libros eran
divertidos!”, en lo que probablemente sea el mejor momento del doblaje de toda
la animación.
Alicia pasea admirando y
oliendo las flores, cuando aparece junto a ella el Conejo Blanco (Francisco
Freitas), quejándose de que va a llegar tarde a su compromiso. Alicia se sorprende
de ver un conejo que habla y encima lleva reloj, y sale corriendo tras él.
A diferencia de la mayoría
de versiones, Alicia se lo piensa un poco al ver que el Conejo se tira por un
agujero en el suelo, y hasta deshace el camino para volver adonde estaba, pero
cambia de opinión, regresa y se tira también por el agujero. El narrador
comenta que “gracias a su curiosidad, Alicia viviría una gran aventura”, lo que
de entrada no parece el mejor consejo para un espectador de corta edad.
Poco antes de llegar al fondo
de la madriguera, una burbuja envuelve a Alicia, protegiéndola de la caída.
Alicia ve desaparecer al Conejo Blanco tras una puertecita (la única que hay,
de hecho), y comprueba con desencanto que ha quedado cerrada con llave, aunque
tampoco podría pasar por ella aunque la abriera. Ve entonces la mesita con la llave y la poción
“Bébeme”. Bebe de la botellita y se encoge, pero se da cuenta de que la puerta
sigue cerrada con llave. Encuentra las galletas “Cómeme” y al comerse una se
hace enorme. Se echa a llorar, pero recuerda entonces que aún queda poción “Bébeme”
en el frasco, y bebe la cantidad justa para quedarse con el tamaño adecuado para
alcanzar la llave, abrir la puerta y pasar por ella.
En este momento termina cualquier
semejanza con la historia original de Carroll. El resto de la película se
limita a coger personajes “inspirados” en las versiones de Disney, sin más.
A través de la
puertecita, Alicia llega a un bosque idéntico a aquel en el que estaba leyendo
hace un rato; solo que ahora es de noche. Oye unas voces que hablan de ella,
pero no ve a nadie, hasta que al cabo de unos momentos asoman de entre unos
arbustos unos personajes que parecen Tweedledee y Tweedledum de la versión de Tim Burton, pero que aquí solo son aludidos como “los gemelos” (Francisco Freitas
y Rafael Camacho). Y no llegan a salir de detrás de los arbustos, a lo mejor
porque eso de dibujar más piernas y pies de los necesarios no va
mucho con Video Brinquedo.
Las piernas, para Ronaldo, que sabe usarlas.
Los gemelos le hablan a
Alicia de la Reina, y se sorprenden de que no la conozca. Cuando Alicia les
dice que ella “no es de aquí”, le advierten de que está en peligro, puesto que
la Reina es mala, feroz y violenta, y detesta a los forasteros. Alicia se asusta
y quiere volver atrás, pero ya no está la puertecita por la que ha llegado al
bosque. Los gemelos simplemente se ríen y desaparecen del todo tras los
arbustos.
La Reina me odia. Qué bien.
Alicia se queda sola,
pero enseguida oye otra voz que no sabe de dónde viene. Tras un rato hablando
con la voz, ve una sonrisa, y finalmente se materializa el Gato de Cheshire
(Gilson Ajala). Alicia se sorprende sobremanera de ver un gato que habla; que
aparezca y desaparezca no parece impresionarle tanto.
Todos flotan, Alicia, todos flotan.
El Gato de Cheshire comenta
que salta a la vista que es forastera, y le dice exactamente lo mismo que le
han dicho los gemelos un minuto antes: que a la Reina no le gustan nada los
extranjeros y que vaya con ojo porque la mandará apresar.
Cuando el Gato desaparece
del todo, Alicia se va también, y la imagen se centra en una florecilla que en
realidad es una cámara oculta, y nos trasladamos al salón de la Reina de
Corazones, que al parecer tiene monitorizado todo el País de las Maravillas.
Heart-o-Vision
La Reina de Corazones
(Ana Maria Brandão) ha visto a Alicia a través de sus cámaras, y su presencia
no le hace ninguna gracia.
We are not amused.
Pulsando un botón en el
brazo del trono real, convoca a dos Soldados-Carta, a quienes comunica que una
niña se ha infiltrado en el País de las Maravillas. Por si no lo sabían, les recuerda que a ella no le gustan nada los intrusos, y les ordena que la encuentren
y “ya saben qué hacer”.
Los Soldados CartaaAAAAAAAAAAAAAGH!!!
¡Santo cielo! Mientras
tanto, Alicia llega a una mesa en el bosque, donde están el Sombrerero (Sidney Cesar), la Liebre
de Marzo el Conejo Blanco y, ausente para la comodidad de los animadores, el Lirón.
El Sombrerero que no se parece nada al personaje de Johnny Depp,
ni en los ojos dicromáticos.
El Sombrerero y la
Liebre el Conejo le dicen a Alicia que la estaban esperando para celebrar
juntos su no-cumpleaños, y le explican en qué consiste (pasaje tomado de la versión de Disney de 1951). Pero a continuación
añaden que tampoco es momento de celebraciones, porque la Reina, ¿no lo sabías,
niña?, tiene leyes muy severas contra los extranjeros, ya que los no le gustan nada, pero nada. Una boca con pies aparece, parlotea sin sentido y
se va sin más.
Porque sí.
Alicia dice que no sabe
cómo salir de allí, y comprobamos que en el País de las Maravillas nadie se
toma en serio la xenofobia.
Alicia: Pero yo quiero irme a mi casa.
Conejo: ¿Quieres irte? ¡Con la bienvenida que te hemos dado! ¡Si
hasta te hemos preparado una fiesta de no-cumpleaños!
Alicia: ¡Pero la Reina quiere apresarme!
Conejo: Oh, pero eso no es nada personal. Es que odia a los
extranjeros.
Cuando Alicia insiste en
que quiere volver a su casa y les ruega que le enseñen el camino, el Sombrerero
le dice que el camino solo se mostrará después de que haya pasado por él. Alicia
le dice que no lo entiende, a lo que el Sombrerero replica que “entender es un
lujo en estos tiempos”. La boca vuelve a asomarse, decir algo incomprensible y
desaparecer. Alicia se marcha muy frustrada.
Alicia llega a una roca
que “parece de plástico” y vuelve a oír una voz que no sabe de dónde viene. “Solo
faltaba eso, una piedra que habla”, dice en tono de fastidio. Pero la voz en
realidad pertenece a un sapo (Tiaggo Gimarães).
El Sapo parece haberse lamido a sí mismo.
El Sapo piensa que Alicia
es una princesa, y está muy contento porque así podrá darle un beso y romper el
hechizo. Alicia le aclara que no es ninguna princesa, y el Sapo se lamenta de
que “encima de que son pocas las niñas que pasan por aquí, ninguna es una princesa, como esa
otra de la caperuza roja”. Alicia le dice que eso es de otro cuento y le
pregunta si conoce el camino para volver a su casa. El Sapo sigue reclamando un
beso, así que Alicia se marcha.
En otro lugar del bosque,
los Soldados-Carta están buscándola. Han visto sus huellas y están tratando de
averiguar de qué clase de intruso se trata. Aparentemente, son secuaces tan capacitados
como Rocksteady y Bebop, porque, tras llegar a la conclusión de que las huellas
corresponden a una niña pequeña, rechazan la idea porque a la Reina no le preocuparía
una simple niña, y llegan a la nueva conclusión de que debe de tratarse de un
monstruo gigante.
¡En verdad te digo que son huellas de monstruo!
Paralelamente, Alicia
lleva mucho tiempo caminando, y teme perderse, así que deja unas señales en el
suelo para saber si pasa dos veces por el mismo sitio. El Gato de Cheshire
aparece para advertirle de que, efectivamente, está dando vueltas en
círculo, y de que la Reina ya la está buscando, pero que las Cartas no son muy
inteligentes ni tienen mucha memoria.
No soporta perder ni al tres en raya.
Justo entonces aparecen las Cartas, y el Gato
logra despistarlas diciéndoles que ha oído rumores de que hay un monstruo en el
otro lado del bosque. Las Cartas le agradecen el soplo y se van corriendo. El Gato
le dice a Alicia que por esta vez se ha librado, pero que no siempre podrá
contar con la estupidez de las Cartas. Cuando Alicia le pregunta si sabe el camino
para volver, el Gato le contesta que nunca saldrá del País de las Maravillas si
sigue caminando, y desaparece.
En el palacio, la Reina se impacienta y llama a otros dos Soldados-Carta.
¡Dioooooosssssss! ¡Hay más!
La Reina les ordena que vayan a buscar a la intrusa. Cuando una de las Cartas observa que “el
capitán” ya ha partido con ese propósito, la misma Reina dice que a esas
alturas ya se habrá olvidado de su misión, y les indica a estas dos Cartas que
se lleven un pelotón entero para ver si entre todas se acuerdan de que deben
capturar a una niña pequeña.
Alicia, mientras tanto,
encuentra unas flores que tienen el aspecto de helado y huelen como helado, de
modo que decide probarlas para comprobar si realmente son helado. Lo son, pero
la encogen a un tamaño minúsculo.
El Sombrerero llega por
casualidad, le explica que para recuperar su tamaño debe comerse otras flores,
y se marcha porque tiene un compromiso ineludible.
Alicia encuentra las
otras flores (están justo al lado), pero es demasiado pequeña para alcanzarlas,
y se echa a llorar. De repente, una de las flores la impulsa suavemente para
que caiga flotando en la corola de otra. Alicia exclama “¿Quién dijo que
llorando no se arregla nada?” y come un pedacito de la flor, con lo que
recupera su tamaño normal.
Para su desgracia, justo
entonces llegan los Soldados-Carta (tres, esta vez), que la apresan y finalmente
la conducen a la presencia de la Reina de Corazones.
La reina, tras decir un
par de veces “¡Excelente!” al estilo del Sr. Burns, muestra su satisfacción por
haber atrapado a Alicia, ya que no le gustan nada los intrusos, y le comunica solemnemente
que ha infringido las leyes del País de las Maravillas. Alicia asegura que ha sido
sin querer (“eso dicen todos”, comenta la Reina), que ha llegado a su país por
accidente, y que solo está deseando volver a su casa. La Reina, sin embargo, le
comunica que el castigo por entrar en su país es quedarse para siempre en él, y
manda llamar al Primer Ministro. El cual es, nada menos, que el Gato de
Cheshire.
De mascota de la Duquesa a Primer Ministro.
Alicia se decepciona al
ver que el Gato está al servicio de la Reina. Le dice que creía que la iba a
ayudar, y que sin embargo trabaja para esa… ¡esa BRUJA! La Reina se indigna al
oír tal apelativo, pero a Alicia ya no le importa nada: “¿Y qué va a hacer? ¿Apresarme?”.
Pero no: el castigo por ofender a la Reina es algo más severo… ¡la guillotina!
Los Soldados-Carta llegan
inmediatamente para llevarla al patíbulo y Alicia, aterrorizada, cae de
rodillas. “¿No te acuerdas?”, le dice el Gato de Cheshire. “Te dije que nunca
saldrías del País de las Maravillas si seguías caminando”. Alicia cierra
los ojos con fuerza y comienza a repetirse en voz alta: “Esto no está pasando,
esto no está pasando, no está pasando, no está…”.
…y se despierta debajo
del árbol, mientras una voz la llama para tomar el té. Alicia recoge su libro y
se marcha alegremente.
El narrador concluye: “Todo
había sido un sueño… ¿o no?” mientras se enfoca en una rama al Gato de
Cheshire, y éste empieza a reír de una manera que solo se puede calificar de
histérica.
Solo Video Brinquedo podría
coger Alicia en el País de las Maravillas y convertirla en 1984
para niños de seis años. Es inexplicable por qué, en vez de simplemente seleccionar
escenas y diálogos, como hacen todas las versiones cortas (por ejemplo, la de
Rankin-Bass o la de Sodao Nozaki), se inventan el “argumento” de que la Reina
odia a los forasteros, y por tanto Alicia tiene que volver a su mundo cuando
antes. La escena de los gemelos y la primera aparición del Gato de Cheshire
sirven exactamente para lo mismo y no hacen avanzar la historia; las del Sapo y
la de las flores que hacen disminuir y crecer a Alicia no tienen aportan absolutamente
nada. Suprimir pasajes del texto original para crear otros nuevos no es nada
malo si lo nuevo mantiene el espíritu del texto y resulta interesante o divertido,
pero la mayoría del material nuevo no es ni lo uno ni lo otro. Tiene cierta
gracia, al menos, la escena en que los dos primeros e incompetentes
Soldados-Carta discuten sobre la naturaleza del intruso al que persiguen… siempre
que hayamos superado su demencial aspecto.
La animación es simple y
limitada, con modelos y fondos reutilizados continuamente. Solo hay cuatro escenarios: el bosque
(con luz diurna en el mundo real, y crepuscular en el País de las Maravillas),
la madriguera del Conejo, el Vestíbulo de la Única Puerta, y el salón de la
Reina. Los personajes se han reducido al mínimo, a pesar de lo cual se añaden
dos completamente inanes como el Sapo y la boca con patas, papel este último
que podría haber desempeñado perfectamente el Lirón.
La banda sonora consiste
en una sola canción de pop ligero, “Hora do chá” en que se alternan
las partes cantadas e instrumentales, y se repite hasta la saciedad. Además, en
ocasiones se usan los efectos de sonido propios de los dibujos animados de los
90, precisamente en las ocasiones en que menos falta hacen: hay un efecto para
cuando Alicia coge la botella de la mesa y la vuelve a dejar, o para cuando se
sienta en la silla en la merienda del bosque. Son efectos que en una animación
por ordenador quedan muy extraños, sobre todo al ser usados en movimientos que
normalmente no conllevan ruido.
La escritura, en fin, tiende a ser terrible. Hay algunas réplicas ingeniosas, pero la mayoría de los diálogos son innecesariamente largos y repetitivos, y pocas cosas de las que dicen los personajes tienen continuidad ni resolución, como la frase del Sombrerero de que “el camino solo se mostrará cuando ya lo hayas recorrido” o la del Gato de “nunca saldrás de aquí si sigues caminando”. ¿Significaba, desde el principio, que Alicia solo tenía que quedarse quieta y cerrar los ojos para volver?
Con todos estos defectos,
la animación es colorida y entretenida si tenemos en cuenta el público para el
que está pensada, pero por eso mismo, algunos motivos resultan preocupantes. Si
un niño con edad suficiente para comenzar a sacar conclusiones mira esta
película, oirá que la curiosidad lleva a grandes aventuras, que odiar a los extranjeros
no es nada personal, que llorando se arreglan las cosas, y que, en una
situación de extrema angustia, solo hay que cerrar los ojos y decirse a uno
mismo que “no está pasando” para que no pase. Eso, si la cara de las Cartas no le ha creado
un trauma de por vida.
La película se puede ver
gratuita y legalmente en el canal oficial de Video Brinquedo, en portugués. No
me consta que haya sido editada en DVD ni doblada a otros idiomas, ni me consta
que haya necesidad alguna. ¿Es la peor animación de Alicia en el País de las
Maravillas? En mi opinión, no. Tiene poco del texto original, pero resulta
entretenida y es lo suficientemente corta para que la falta de desarrollo
argumental se evidencie demasiado. Se puede ver; es mala con ganas, y las
Cartas meten un susto de tres pares de narices, pero se puede ver. No como
otras.
Fuentes:
Lo de decirle a los niños que "en aquella época se leían libros porque no existían los DVD ni los videojuegos" es como darles a entender que, teniendo las tres cosas, los libros deberían ser siempre su última opción. Quizá la intención de la frase no era esa, pero seguro que muchos niños lo interpretarán así. Y lo de que "no todos los libros eran divertidos", como si todos los videojuegos y DVD´s si lo fueran, es de una torpeza terrible.
ResponderEliminarY siguiendo con las frases épicas, las dos que suelta El Sombrerero. "El camino se mostrará después de haber pasado por él" y "Entender es un lujo en estos tiempos"... sinceramente, estoy convencido que mientras hacían la película, alguien del estudio pidió comida china a domicilio y esas son las frases que les salieron en las galletitas de la suerte, y las incorporaron sobre la marcha, sin más.
Los personajes sustitutos son también terribles. ¿Una boca con patas? Imagino que alguien le dijo al animador "Esta escena es algo sosa, vamos a meter un personaje más, que llegue andando y diga algo" y el animador pensó "¿Solo tiene que andar y decir algo? Vale, una boca con patas".
La Reina de Corazones se parece al cazador Gastón de La Bella y la Bestia travestido, y sus soldados-carta (¿son todos ases de corazones y picas?) parecen el tipo de baraja con la que el Joker retaría a Batman a una partida de Blackjack a vida o muerte. En términos generales, parece más una película de terror que una infantil.
Entiendo que la productora probablemente sea modesta, cuente con pocos medios y un presupuesto muy limitado, pero algunas cosas como el gato o los soldados cartas parecen hechos con mala intención.