2 de enero de 2019

Alicia y los sueños de la razón. Conferencia de Alberto Manguel, 20/03/ 2015 (preguntas del público)




Al terminar su magnífica ponencia, Alberto Manguel fue tan amable de responder las cuestiones y comentarios de los oyentes, y de firmar libros después. Transcribo a continuación las preguntas del público y las respuestas que ofreció el profesor. La conferencia en sí está transcrita en tres partes: prima, secunda y tertia.

OYENTE: ¿Qué opina de la versión animada de Disney?
ALBERTO MANGUEL: He visto unas seis adaptaciones cinematográficas de Alicia, y ésta es la que más me gusta. Hay algo en ella que retiene el absurdo, que respeta el espíritu de Carroll. La que no me gusta nada es la de Tim Burton: este director piensa que necesitamos una interpretación freudiana del cuento.

OYENTE: Tras escapar de la casa del Conejo, en el bosque, Alicia se encuentra con un cachorrillo. El perrito es de tamaño normal, pero Alicia es muy pequeña y teme que la muerda o la pise. El perrito no habla, no se dirige a ella; Alicia le tira un palo para que lo persiga y ella sale corriendo en dirección contraria. Se ha interpretado que el perrito está soñando también, durmiendo como Alicia, y ha ido a parar al País de las Maravillas. El País de las Maravillas, ¿es el mismo para todos nosotros? ¿Es el mismo para una niña y para un perrito?
A.MANGUEL: No conocía esa interpretación. Qué linda. El País de las Maravillas es ejemplar, en el sentido que Cervantes daba a la palabra: es un lugar de ensueño que nos acoge a todos, con la visión que cada uno tiene de la locura, pero también de la belleza. Recordará usted que al final, después de que Alicia le haya contado su sueño a su hermana, ésta comienza a fantasear y medio a soñar con el País de las Maravillas que acaba de serle descrito, pero que su impresión del País de las Maravillas es la de “los recuerdos de infancia y los felices días de verano”. El País de las Maravillas es para cada uno lo que llevamos dentro.

OYENTE: Tiene usted detrás al Gato de Cheshire, que sonríe [el oyente se refiere a una proyección en la pared del fondo]. No sé si se ríe de usted, de mí, de todos los presentes… [Alberto Manguel interrumpe: “de todo lo que acabo de decir”]. Como se pregunta Alicia, ¿por qué sonríe el Gato de Cheshire?
A. MANGUEL: Carroll confía en el lenguaje. La expresión “sonreír como un gato de Cheshire” ha sido debatida, pero a Carroll no le importa: él recibe la maravillosa posibilidad que le ofrece esa frase. Ahí está la sonrisa, y quien lee la obra siempre piensa en una sonrisa como la del Gato. Personalmente, a mí me recuerda a la sonrisa de Beatriz, pero no me atrevería a decirlo en un congreso de dantistas [el público ríe].

OYENTE: ¿Existe un personaje contemporáneo que nos invite, como Alicia, a cuestionar la locura del mundo que nos rodea?
A. MANGUEL: La comparación no es mía, pero he leído que Holden, del… del Cazador del centeno [sic], es su equivalente moderno. Personalmente, yo la comparo con Andrea, la protagonista de Nada, de Carmen Laforet. Podrían ser hermanas. Puede que escriba sobre ello.

OYENTE: ¿Recomendaría usted una lectura ebria de Alicia?
A. MANGUEL: ¿Insinúa usted que la leí estando borracho? [el público ríe].
OYENTE: No, no… solo digo que… un libro, así, onírico…
A. MANGUEL: No, no recomiendo una lectura bajo la influencia del alcohol, ni de esta obra ni de ninguna otra. Me gusta tener todos los sentidos despiertos cuando entro en mundos de ficción.

OYENTE: ¿Cree que Alicia sueña con los pies en el suelo?
A. MANGUEL: Sí, lo creo.

OYENTE: ¿No es algo desconcertante que Alicia celebre su 150 cumpleaños?
A. MANGUEL: Tiene usted razón. Feliz no-cumpleaños, por cierto.

OYENTE: ¿No es Alicia un libro inquietante y difícil para niños?
A. MANGUEL: Por suerte. Subestimamos la inteligencia de los niños cuando creemos que solo quieren cosas fáciles. Somos nosotros, los adultos, quienes queremos que todo sea fácil, que todo salga rápido y bien. A los niños les gustan los retos, la complejidad. Los niños no tienen miedo a la muerte: quieren que haya un lobo, y que se coma a la abuela [el público ríe]. Nosotros nos equivocamos cuando seleccionamos y purgamos la literatura para niños. Las primeras experiencias del miedo deberían venir a través de la imaginación, que así nos prepara para el miedo del mundo real.

OYENTE: Hace poco se emitió por la BBC un documental sobre la vida de Carroll, que mostraba una fotografía de Lorina Liddell, supuestamente tomada por él, muy inquietante. Si se confirmara que Carroll era pedófilo, ¿dejaríamos de quererlo, y de amar su obra?
A. MANGUEL: Defina usted “pedófilo”.
OYENTE: [confuso] Era… era una foto muy inquietante…
A. MANGUEL: A Carroll le gustaba el cuerpo infantil de un modo estético, incluso erótico, pero jamás habría realizado ni aprobado un acto sexual con niñas. Somos hipócritas al condenar una parafilia cuando solo existe en la imaginación. Una foto de una niña desnuda es estéticamente bella, y solo nos escandalizamos si nosotros ponemos la perversión. Algo se convierte en pornográfico si nosotros decidimos que lo es… por ejemplo, que una mujer muestre el pecho en público es escandaloso, pero deja de serlo al instante si se pone a amamantar a un niño. Si acusamos a Carroll de ser un pervertido por apreciar el cuerpo de una niña, es que llevamos la perversión con nosotros.

Notas:

El libro protagonizado por Holden, cuyo título no acaba de recordar Alberto Manguel, es El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger.

El documental al que se refiere el oyente de la última pregunta es The Secret World of Lewis Carroll, producido y dirigido por Clare Beavan, presentado por Martha Kearney, y emitido por primera vez el 31 de enero de 2015 en BBC Two. El programa, en efecto, levantó ampollas entre académicos por su presentación tendenciosa e indocumentada de Lewis Carroll como un “pedófilo reprimido”. Mi reseña y resumen del artículo pueden leerse en esta entrada.

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