7 de septiembre de 2019

El número 42



En la gran mayoría de introducciones a los libros de Alicia se alude al hecho de que Lewis Carroll era “en realidad” un aburrido profesor de matemáticas, y se pone un gran énfasis en el contraste entre la seriedad y el rigor que tal ciencia exige, y la fantasía y locura de las aventuras que vive la pequeña. Sin embargo, que fuera aburrido o no es una apreciación que solo compete a sus alumnos: Charles Dodgson disfrutaba enormemente con las matemáticas. Aparte de los numerosos tratados y guías de estudio sobre álgebra, trigonometría y geometría euclidiana que escribió, continuamente inventaba paradojas y acertijos con números, publicaba rompecabezas matemáticos en revistas para que los lectores los resolvieran, y proponía nuevos sistemas de puntuación en juegos de mesa y deportes que fueran justos a la par que precisos. Y no se privó para nada en incluir referencias matemáticas más o menos sutiles en sus libros de poesía y narrativa. Aparentemente, para él no existía tal contraste entre ser profesor de matemáticas y escribir cuentos para niños.

Se ha escrito mucho sobre la presencia de las matemáticas en los libros de ficción de Carroll, y algo que se comenta indefectiblemente en todos estos escritos es el cariño del profesor por el número 42. Por alguna razón que nunca creyó necesario explicar, el número 42 está presente, de modo explícito u oculto bajo complicados cálculos, en ambos libros de Alicia, en La caza del snark y en el poema “Fantasmagoría”, y lo encontramos demasiadas veces para que sea casualidad.

Alicia en el País de las Maravillas (1865).

Alicia en el juicio, de John Tenniel.


Comenzando por el hecho de que Carroll encargó cuarenta y dos ilustraciones para este libro, Alicia en el País de las Maravillas tiene varios guiños a este número. Uno sea posiblemente el más conocido: en la escena del Juicio a la Sota de Corazones, el Rey intenta echar a Alicia, que ha crecido hasta tocar el techo, aludiendo a una supuesta “regla cuarenta y dos”:

En este momento el Rey, que durante un rato había estado escribiendo febrilmente en su cuaderno de notas, gritó:
-        ¡Silencio! – y leyó en voz alta: - “Regla Cuarenta y Dos. Todas las personas que midan más de una milla tienen que abandonar la sala”.
Todo el mundo miró a Alicia.
-          Yo no mido una milla. – dijo Alicia.
-          Sí la mides. – dijo el Rey.
-         Casi dos millas. – añadió la Reina.
-         Bueno, de todos modos, no me iré. – dijo Alicia – Además, ésa no es una regla general: se la acaba de inventar.
-          Es la regla más antigua del libro. - dijo el Rey.
-         Entonces debería ser la Número Uno. – dijo Alicia.

Sin embargo, otra alusión al número, muy anterior, está cuidadosamente escondida, y hacen falta algunos conocimientos matemáticos para descubrirla. Tiene lugar en el segundo episodio, “El Charco de Lágrimas”, cuando Alicia, atascada y angustiada en la madriguera, intenta convencerse de que retiene los conocimientos adquiridos en la escuela:

Voy a ver si sé las cosas que sabía. Vamos a ver: cuatro por cinco es doce, y cuatro por seis es trece, y cuatro por siete es… ¡cielos! ¡A este paso no llegaré nunca a veinte!

Martin Gardner y Robin Wilson explican estos cálculos, respectivamente, en The Annotated Alice y Lewis Carroll in Numberland. En la mayoría de operaciones comunes del sistema métrico se calcula con una base decimal, mientras que en el sistema imperial, por ejemplo, para calcular pies y pulgadas, o en el antiguo sistema monetario británico, se utiliza una base 12. Así, si el cálculo de Alicia comenzara con una base 18, y se fuera incrementando progresivamente en tres (base 21, base 24, base 27…) los resultados serían efectivamente 12, 13, 14, 15… Hasta llegar a un 4 x 12 = 19, usando una base 39. Sin embargo, en este punto se rompería la secuencia: el resultado de la operación 4 x 13 en base 42 no se expresaría como 20 sino como 84. De modo que Alicia tiene razón: ¡no va a llegar nunca a veinte!

En un artículo de 1988, Edward Wakeling especula que Lewis Carroll habría sido capaz de calcular el tiempo que, teóricamente, tardaría una piedra en atravesar la Tierra de parte a parte si cayera por una madriguera de conejo… serían cuarenta y dos minutos.

“Fantasmagoría” (1869).

El fantasma y su "víctima", por A. B. Frost.

“Fantasmagoría” es un extenso poema que encabeza y da título al libro Fantasmagoría y otros poemas, de 1869. Trata sobre un molesto fantasma que recibe la misión de ir a rondar una casa, pero no logra asustar al dueño, sino que lo aburre con su enumeración de los diferentes tipos de espectros, sus habilidades y sus atribuciones. El sufrido residente tiene cuarenta y dos años, como declara en la siguiente estrofa:

“Sin duda”, dije, “eligieron a quien
era más adecuado para enviar:
pero mandar a un mocoso como tú,
para acosar a un hombre de cuarenta y dos años,
¡no lo considero un cumplido!”

A través del espejo, y lo que Alicia encontró al otro lado (1872).

La Reina Blanca, por John Tenniel.

El número de ilustraciones que Carroll encargó a Tenniel para la segunda aventura de Alicia comenzó en 20, y fue incrementándose, hasta que en cierto punto le pidió 42… pero siguió aumentando el número y al final llegó a 50. Sin contar esto, hay dos referencias al número 42 en el texto. La primera es simple: Alicia declara que tiene siete años y medio. Esto son siete años y seis meses:  7 x 6 = 42.

La segunda alusión es más elaborada. La Reina Blanca dice que su edad es de “ciento un años, cinco meses y un día”. Sabemos, por un comentario de Alicia en el primer capítulo, que su sueño ocurre el 4 de noviembre de 1859. Contando años naturales y bisiestos, la edad de la Reina Blanca es, en días, 37.044. Asumiendo que la Reina Roja tiene exactamente la misma edad (ya que son dos reinas en un tablero de ajedrez), sus edades sumadas serían 74.088. O, lo que es lo mismo: 42 x 42 x 42.

La caza del snark (1876).

Detalle de la ilustración de Henry Holiday 
para "El relato del Panadero", 
en que se observan sus cajas numeradas.

Lewis Carroll tuvo la inspiración para la última estrofa de este poema y comenzó a escribirlo desde el final hasta el principio en 1874, cuando tenía cuarenta y dos años. En el prefacio, en prosa, se menciona la regla 42 del Código Naval: “Nadie hablará con el timonel”. Y más adelante se habla del abundante equipaje que pretendía embarcar el Panadero:

Tenía cuarenta y dos cajas, todas cuidadosamente empacadas,
Con su nombre impreso bien claro en cada una;
Pero, como omitió mencionar este hecho,
Todas se quedaron en la playa.

El único equipaje que el Panadero se trae a bordo son siete abrigos y tres pares de botas… tres pares de botas, obviamente, son seis botas… y, de nuevo, 7 x 6 = 42.

Si a estas alturas alguien está pensando que esto del 42 le suena de algo, y cae en la cuenta de que es también un número prominente en los libros de Douglas Adams (Guía del autoestopista galáctico, 1979), no es el primero en caer. Ya hay escritos sobre la posible influencia de Lewis Carroll en las novelas de Douglas Adams, aunque, por lo visto, Adams nunca lo mencionó entre sus muchas fuentes de inspiración.

Se ha especulado si el número era simbólico para Carroll: no en vano, uno de los documentos capitales de la iglesia anglicana fueron los Cuarenta y dos artículos, una serie de fórmulas doctrinales que definían la posición de la Iglesia de Inglaterra en las controversias religiosas de la época, escritos por el arzobispo Thomas Cranmer en 1553. Pero lo más posible es que simplemente fuera una broma personal que gustaba de incluir en sus obras de modo recurrente, y que desarrollar cálculos con ese número le divirtiera tanto como inventar problemas de lógica. Si alguna vez, mis queridos lectores, encuentran alguna críptica alusión al número 42 hasta ahora desconocida en las obras de Carroll, que no les quepa duda de que han hecho un gran hallazgo.

Fuentes:

CARROLL, Lewis; BUCKLEY, Ramón (trad.); GARRIDO, Ramón (ed.). Alicia en el País de las Maravillas. A través del espejo, Cátedra, Madrid, 2001.

CARROLL, Lewis; GARDNER, Martin (ed.). The Annotated Alice, Penguin, Londres, 2001.

NEDIGER, Will. “Lewis Carroll and Douglas Adams”, Word Ways, 2005, vol. 3, núm. 1 , artículo 6.

WAKELING, Edward. “Further findings about the number forty two”, Jabberwocky, invierno/primavera de 1988, vol. 17, núm. 1 y 2.

WILSON, Robin. Lewis Carroll in Numberland: his Fantastical Matematical Logical Life, Penguin Books, Londres, 2009.

1 comentario:

  1. No entiendo lo de las bases en el sistema imperial o monetario, pero vaya, nunca he sido de números...
    Pero en sí, me parece un dato curioso que vaya apareciendo contínuamente dicha cifra.

    ResponderEliminar

Artículos más leídos