20 de abril de 2019

Alicia de Richard Trueblood (1988)



Esta versión de Alicia estuvo a cargo del director, productor y animador australiano Richard Trueblood. Se trata de una película directa para vídeo bastante breve (unos 50 minutos), realizada por la productora Burbanks Films Australia, que desde 1982 estaba desarrollando una larga serie de adaptaciones de novelas juveniles populares. Tras haber realizado Alicia a través del espejo en 1987, Alicia en el País de las Maravillas fue una de las ocho que se lanzaron para vídeo o televisión en 1988, y una de las últimas, ya que esta colección terminaría en 1989 con un solo título, Los hermanos corsos.


Richard Trueblood no dirigió ninguna otra de estas adaptaciones, pero estaba lejos de ser un novato. Había comenzado en 1972 una prolífica carrera de animador, y en 1988 ya tenía en su haber series tan populares como Los Superamigos, Los Rescatadores, Los Pitufos, Pac-Man y, muy notablemente, He-Man y los Masters del Universo, serie en la cual dirigió también varios episodios. Más tarde participaría en el equipo de animación de Las Tortugas Ninja y Sonic the Hedgehog, entre muchas otras. Como curiosidad, él mismo fue el director de animación del episodio “Beauty and the Beach” del anime Pokémon, que sufrió una censura épica a nivel mundial (solo se emitió dos veces en Estados Unidos, con escenas cortadas) porque en él aparecía Kojiro/ James travestido de mujer con unos pechos de goma, y encima resultaba atractivo.


La adaptación del texto fue realizada por Paul Leadon, que mantuvo las escenas más conocidas del libro pero aligeró bastante los diálogos. Las voces fueron dobladas por Olivia Martin, que interpretó a Alicia; Moya O'Sullivan, que hizo de la Duquesa y la Reina de Corazones; y tres actores que se repartieron al resto de personajes. Como veremos más adelante, la hermana de Alicia no aparece en esta versión, y la Cocinera sufre un cambio de sexo, de modo que solo hay tres personajes femeninos en total. La banda sonora fue compuesta por Mark Isaacs, y cuenta con una canción interpretada por Kerrie Biddell.



Esta película comienza de una manera que llama la atención a los conocedores del libro: Alicia no está a la orilla del río con su hermana, que lee un libro sin dibujos ni grabados, sino que está sola, y leyendo ella misma un libro titulado Principios de cálculo lógico. 




Teniendo en cuenta que Charles Dodgson publicó diez tratados de matemáticas, habría sido un bonito detalle que el libro que estuviera leyendo Alicia fuera de uno de ellos. En cualquier caso, uno se pregunta qué hace una niña de siete años con un libro de cálculo avanzado, y por qué los ejes x/y de la gráfica están invertidos cuando se supone que estamos en el mundo real y no en el del espejo.





Alicia deja el libro con aire fatigado y se queda un momento contemplando la portada con la cara entre las manos. Ve entonces la cabeza de un conejito que agita las orejas, pero, aunque le llama la atención, se dice a sí misma “Para qué...” y se tumba en la hierba. Pero al cabo de unos segundos la vence la curiosidad, se levanta y sale tras él. Se da cuenta entonces de que lo que parecía un conejo ordinario, en realidad tiene levita, y reloj de bolsillo, ¡y además habla!




Alicia sigue al Conejo Blanco y cae por su madriguera, en una secuencia que es demasiado similar a la versión de Disney de 1951, y no solo por los elementos del libro que ambas reproducen. Llega al Vestíbulo, encuentra la llavecita y va probándola en las puertas hasta que abre una muy pequeña. 




Echa un vistazo a través de ella... 



...y entonces se produce lo que el Crítico de la Nostalgia acuñó como un momento del caimán con labios gordos (big-lipped alligator moment; véase a partir del minuto ocho): una secuencia que no sale de ninguna parte, no tiene nada que ver con lo que ha sucedido hasta ahora, no aporta nada a la historia, y no vuelve a mencionarse nunca más. 


Alicia ve a través de la puerta a una gran multitud de animales antropomorfos que van a celebrar una carrera con diferentes vehículos. Los competidores son un ratón que rueda dentro de un barril, un castor que salta en un pogo, una rana que va sobre un patinete con una vela que impulsa soplando ella misma, y un caracol que repta sobre una bola de billar. Como señal de salida, se disparan unos fuegos artificiales sobre los que van montados unos insectos (¿luciérnagas?) con gafas de aviador, y que saltan antes que estallen. Los cuatro corredores salen, y hay un juez, una especie de oruga, que lleva un reloj en una mano y un catalejo en la otra, y vigila la carrera desde un columpio que sostienen unas libélulas. El caracol va el último, pero los otros tres competidores pierden sus vehículos y tienen que volver corriendo, y él se las apaña para construirse una especie de bicicleta con las piezas, y al final gana la carrera. Esta escena dura casi dos minutos (en una película que no llega a los cincuenta, recordémoslo), no tiene nada que ver con la historia original, no aporta absolutamente nada, y ni la carrera ni ninguno de los personajes vuelven a aparecer ni a ser mencionados. Todo apunta a que la secuencia era un trozo sobrante de alguna otra película o animación corta y que, no queriendo desaprovecharla, el director decidió colarla en el País de las Maravillas porque encajaría. Huelga decir que, incluso en un mundo lleno de animales antropomorfos donde las carreras absurdas son algo habitual, esta secuencia no tiene ningún sentido.


Por suerte, el resto de las escenas del libro se siguen con bastante fidelidad. Alicia come, bebe, cambia de tamaño, llora, nada en sus lágrimas...




Conoce al Ratón, a Bill, al Pato, y luego al Dodo, con los que corre en la Carrera Loca.




Poco después se topa con el Conejo, que la manda a su casa a por los guantes, crece desmesuradamente en la casita, e inevitablemente envía a Bill a dar un paseo por las nubes.




Logra salir de la casita antes de que la quemen, y conoce a la Oruga, que le aconseja coger los trozos de hongo. 





Cuando encuentra el tamaño más adecuado, visita a la Duquesa y conoce al bebé-Cerdito y al Gato de Cheshire. Curiosamente, en esta versión la Duquesa no es tan fea como en otras (solo tiene unos rasgos faciales muy exagerados) y se muestra bastante amable con Alicia y con el bebé. Pero la Cocinera es otro cantar: es un hombre, un hombre con orejas de punta y nariz afilada, y parece haberse apropiado del mal genio de la Duquesa. También a diferencia del libro, Alicia y el Gato de Cheshire tienen su primera conversación dentro de la casa, no en un árbol después de que Alicia haya soltado al Cerdito, como aparece en el libro y se recoge en la mayoría de versiones.






Alicia va a la casa de la Liebre de Marzo (hay un detalle gracioso en el que se ve un montón de huevos decorados con un cartel que dice “Guardar para Pascua”) e intenta tomar el té en la Merienda Loca, pero es difícil cuando tus compañeros de mesa son el Sombrerero, la Liebre y el Lirón.




Regresa al Vestíbulo y, “cuidando de hacer las cosas bien esta vez”, logra por fin abrir la puertecita y llegar al Jardín. Encuentra a los jardineros-carta que pintan las rosas de rojo...



Presencia el desfile del Rey y la Reina de Corazones...



Juega al croquet con mucha dificultad...




Y curiosamente no conoce al Grifo, tal vez porque era demasiado difícil de dibujar o animar: es el Dodo quien la lleva a ver a la Tortuga Falsa. 



El Juicio se desarrolla con toda la normalidad de la que es capaz el País de las Maravillas, y cuando los soldados-carta se lanzan sobre ella, Alicia se despierta sacudiéndose las hojas que le caen encima de la cara.




Como el principio, el final de la película es poco ortodoxo. Alicia quita las hojas que también han caído sobre su libro de cálculo para después abandonarlo sobre la hierba y marcharse sin él. Mientras regresa por el jardín que, ahora se da cuenta, se parece al jardín de la Reina, ve a un gato sobre una rama que se parece al Gato de Cheshire, a una lagartija correteando que se parece a Bill... y finalmente, al conejito blanco del principio, que la sigue dando saltitos durante unos momentos y después se marcha. Alicia no dice nada más, pero sonríe mientras camina hacia el ocaso. 


Esta versión es entretenida e inofensiva, aunque, en general, poco ambiciosa. No presenta ninguna de las canciones ni poemas del libro, no desarrolla los pasajes y caracteres más originales y llamativos, y los pocos elementos novedosos que introduce (como la carrera de vehículos del principio, o el hecho de que la Cocinera sea un hombre con aspecto de duende o demonio) resultan más desconcertantes que atractivos. Hay secuencias enteras que copian con demasiado descaro las de Disney, como el hecho de que al caer por la madriguera la falda de Alicia se abra como un paracaídas, o que las cartas que hacen de aros de croquet se muevan para favorecer las jugadas de la Reina, pero cambio se plieguen o se echen a tierra para evitar que el erizo-pelota de Alicia pase entre ellas. 


Otra cosa que resalta negativamente es la extraña transición entre escenas. En algunos momentos, la acción simplemente se para y se retoma bruscamente después; en otros, una acción que parece preparar un desenlace impactante no lleva a ninguna parte. Por ejemplo, después de salir del Mar de Lágrimas, Alicia se seca inmediatamente, pero el lagarto Bill se lamenta de que está empapado y se pregunta cómo va a secarse. En el plano siguiente, parece haber pasado un tiempo, ya que todos los personajes están tumbados en la arena, dormitando, pero entonces llega a través del agua el Dodo y exclama: “¡Sécate dando una carrera!”. No hay continuidad entre un momento y otro, ya que no se insinúa siquiera que el Dodo estuviera lo suficientemente cerca para haber oído a Bill. Si nada más hablar Bill, el Dodo hubiera aparecido de la nada para contestarle, sobresaltando a todos, podría haber sido un momento de humor chocante, pero al haber puesto ese plano en que los personajes están descansando como si llevaran un rato así, y mostrar entonces cómo se va acercando el Dodo, se pierde el efecto de la sorpresa. Poco después, el Conejo Blanco ordena a Alicia traerle los guantes, y ella echa a correr por un bosque oscuro. Parece que allí vaya a encontrarse con algo o alguien, pero no: sale del bosque y sigue caminando hacia la casa del Conejo.


En el apartado técnico, la animación es correcta y la música también es adecuada, si bien un poco repetitiva, pero los efectos de sonido a lo Looney Tunes quedan muy fuera de lugar. Por último, el hecho de saliera directamente para vídeo, el paso del tiempo, la repetida distribución para colecciones de clásicos infantiles, y que hasta la fecha no se haya hecho una remasterización para Blu-ray (poco probable, en realidad, que se haga), no han ayudado a la conservación de esta cinta. Los colores, que en su momento debieron de ser vivos y brillantes como en cualquier animación de finales de los 80, se ven paliduchos y deslavazados. En algunas escenas, el vestido de Alicia es blanco, como el delantal; a veces parece azulado y a veces rosa claro. Del mismo modo, sus ojos parecen en unas ocasiones azules y en otras violeta o malva. En un error fácilmente atribuible a la desgana o la pereza de alguien, cuando al final Alicia se despierta y vuelve a coger por un momento su libro de cálculo, ya no tiene ningún título en la portada.

Se trata de una de las versiones que más se ha distribuido a nivel mundial, con diferentes carátulas a cuál más horrenda. Cuando encuentro un DVD sospechosamente barato de una versión animada de Alicia, casi sin duda será esta película. Algunos ejemplos:



Edición de Goldhill Home Media de 1999


Edición española de Jenymar. circa 1995.


Edición bilingüe de Genius Entertainment de 2005.


Y mi personal no-favorita: la de Pegasus Entertainment de 2002.


Como se ve, esta versión tiene el dudoso honor de haber reunido a los artistas gráficos más hambrientos de cada país para realizar las carátulas, pero era lo que cabía esperar de una película con tan poco presupuesto general. Pero,  excepto el ya mencionado momento del caimán con labios gordos, y el que la Cocinera cambie de sexo sin razón aparente (¿quizá la actriz de doblaje de la Reina y la Duquesa era incapaz de realizar una tercera voz, y no tenían ninguna otra con ese registro?), la historia no se aleja demasiado del libro de Carroll, y puede verse sin grandes sobresaltos. Hay cosas peores.


Fuentes:


Las capturas de la película han sido cedidas por la gentileza de Sergei Kursiy, autor de la página Kursivom, cuya vasta sección dedicada a Lewis Carroll recomiendo fehacientemente (la traducción de Google para los que, como yo, no sepan ruso, es bastante legible).





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