Cuarta parte. Banda sonora.
Vinilo de 1968, de Disney Records.
Esta es la cuarta parte de un artículo, dividido en cinco, sobre la Alicia de Walt Disney. La primera trata sobre sus orígenes, la segunda sobre la adaptación de los libros de Carroll, la tercera sobre el diseño de personajes, y la quinta sobre el estreno, repercusión y legado.
Con más de treinta canciones compuestas durante la fase de producción, de las cuales catorce llegaron a la versión final (aunque algunas sonaran solo durante unos segundos), Alicia en el País de las Maravillas es la película de los estudios Disney para la cual han sido escritas más canciones, y una de las que contó con un equipo de letristas y músicos más extenso antes del "renacimiento" de las películas animadas de la compañía.
La creación de la banda sonora comenzó doce años antes del estreno de la película, en 1939, cuando Disney envió al compositor Frank Churchill una cinta de demostración con los diseños de David Hall y le encargó algunas canciones. Sus propuestas nunca llegaron a la versión final de Alicia, pero una de ellas, la melodía para "Cuadrilla de Langostas", se convertiría en la canción "Nunca sonrías a un cocodrilo" de Peter Pan. No sería la única relación entre las bandas sonoras de ambas películas, ya que más material descartado de Alicia, además del talento vocal de Kathryn Beaumont, acabaría siendo aprovechado para la historia del niño que no quería crecer.
Cuando se reanudó la producción de Alicia en 1946, Disney contactó con tres artistas del famoso barrio neoyorquino Tin Pan Alley, donde se agrupaban las mejores firmas musicales: Mack David, Al Hoffman y Jerry Livingston, que ya habían trabajado en Cenicienta. Solo una de las canciones que propusieron llegó a la versión final, pero fue una inolvidable: la del "no-cumpleaños", posiblemente la más característica de toda la película. Se conserva una muestra, presumiblemente grabada por ellos mismos, de una canción llamada "Todo tiene una usalidad", que no llegó a la película, pero se adaptaría posteriormente para un episodio de El club de Mickey Mouse.
Los estudios también contactaron con el compositor Sammy Fain, quien a su vez recomendó al letrista Bob Hilliard como su colaborador. La mayor parte de la banda sonora final de la película se debe a su trabajo conjunto, y en abril de 1950 ya estaba completa. Dos de sus canciones no llegaron a utilizarse: "Más allá del cielo riente" y "Soy raro". La primera era la que debía cantar Alicia al principio de la película, en el campo de flores, pero, quizá porque evocaba demasiado a la celebrada "Sobre el arco iris" de El Mago de Oz (1939), acabó siendo sustituida por "En mi propio mundo". La melodía, sin embargo, se convertiría más en el tema principal de Peter Pan: "La segunda estrella hacia la derecha".
La canción "Soy raro" debía ser interpretada por el Gato de Cheshire; desafortunadamente, hubo de ser descartada por motivos de metraje.
Mejor suerte tuvo el tema principal, interpretado por el coro de Jud Conlon y los Mellomen, que se convirtió en una pieza clásica de jazz, y ha sido grabado posteriormente por muchos otros artistas, como Bill Evans, Oscar Peterson y Dave Brubeck.
Las grabaciones de muestra de estos dos temas se pueden escuchar en documentales y suelen estar presentes en el material adicional de las ediciones en formato doméstico de la película. Sin embargo, la mayor colección de material sonoro descartado que Disney ha puesto a disposición de los aficionados está en un soporte de muy difícil acceso hoy en día: una edición especial de la película en CLV/CAV que se publicó en noviembre de 1995. Además de ser muy bello como artículo de coleccionista, incluía más de treinta demostraciones y canciones descartadas. En la actualidad, al haber quedado obsoleto el formato LaserDisc, es una pieza difícil de encontrar, y más difícil aún de disfrutar en el caso de que se encuentre.
En 1997 se realizó la remasterización de la banda sonora para CD, que se reeditó en 2006, y es la versión que hoy se puede adquirir sin mayor dificultad. Consta de un total de 23 pistas, siendo la mayoría de ellas una mezcla de música incidental y fragmentos cantados. Como observa Randy Thornton, el productor encargado de la restauración: "Como al señor Carroll le habría gustado, muchas de las canciones parecen salir de ninguna parte y se marchan sin previo aviso".
No faltan las adaptaciones cinematográficas de Alicia en el País de las Maravillas, en animación o imagen real, en que la música y las canciones son un elemento prominente. En las versiones de William Sterling (1972), Harry Harris (1985) y Nick Willing (1999) los números musicales se suceden uno tras otro; y en la serie Adventures in Wonderland (1992- 1995) hay un mínimo de cuatro canciones y bailes por episodio, solo por citar algunos ejemplos. Pero hasta ahora ninguna versión ha conseguido lo que ocurre en la mayor parte de la banda sonora de Disney: que las canciones broten espontáneamente de entre un diálogo o la música de fondo y concluyan de la misma manera, sin respetar estructuras estróficas, coros ni cadencias. Acordémonos del momento en que Alicia comienza a cantar "En mi propio mundo" sin interrumpir su "conversación" con Dinah, o que la canción "Lo vamos a incendiar" sigue sin transición al grito de pánico del Conejo Blanco ante la idea de quemar su casa. En el resto de las versiones, como es normal, las canciones empiezan y terminan de una forma tan correcta y formal, dentro del momento adecuado de la narración, que se ven venir de lejos. En la Alicia de Disney, la arbitrariedad de las canciones y la brevedad de la mayoría de ellas fue criticada, en su momento, por su misma naturaleza fragmentada, como los diferentes compositores que trabajaron en la banda sonora hubieran juntado trozos de rompecabezas diferentes con la esperanza de lograr un conjunto. Si fue así, desde luego obtuvieron un resultado que ninguna versión posterior ha logrado igualar.
Fuentes:
"Beyond the Laughing Sky" y "I'm Odd", presentados por Kathryn Beaumont.
Alicia en el campo de margaritas. ©Disney, 1951.
La canción "Soy raro" debía ser interpretada por el Gato de Cheshire; desafortunadamente, hubo de ser descartada por motivos de metraje.
El Gato de Cheshire es raro. ©Disney, 1951.
Mejor suerte tuvo el tema principal, interpretado por el coro de Jud Conlon y los Mellomen, que se convirtió en una pieza clásica de jazz, y ha sido grabado posteriormente por muchos otros artistas, como Bill Evans, Oscar Peterson y Dave Brubeck.
Créditos iniciales, con "Carroll" mal escrito. ©Disney, 1951.
Las grabaciones de muestra de estos dos temas se pueden escuchar en documentales y suelen estar presentes en el material adicional de las ediciones en formato doméstico de la película. Sin embargo, la mayor colección de material sonoro descartado que Disney ha puesto a disposición de los aficionados está en un soporte de muy difícil acceso hoy en día: una edición especial de la película en CLV/CAV que se publicó en noviembre de 1995. Además de ser muy bello como artículo de coleccionista, incluía más de treinta demostraciones y canciones descartadas. En la actualidad, al haber quedado obsoleto el formato LaserDisc, es una pieza difícil de encontrar, y más difícil aún de disfrutar en el caso de que se encuentre.
La, ciertamente, exclusiva edición en LaserDisc de 1995.
En 1997 se realizó la remasterización de la banda sonora para CD, que se reeditó en 2006, y es la versión que hoy se puede adquirir sin mayor dificultad. Consta de un total de 23 pistas, siendo la mayoría de ellas una mezcla de música incidental y fragmentos cantados. Como observa Randy Thornton, el productor encargado de la restauración: "Como al señor Carroll le habría gustado, muchas de las canciones parecen salir de ninguna parte y se marchan sin previo aviso".
Disco compacto remasterizado, 1997/ 2006
No faltan las adaptaciones cinematográficas de Alicia en el País de las Maravillas, en animación o imagen real, en que la música y las canciones son un elemento prominente. En las versiones de William Sterling (1972), Harry Harris (1985) y Nick Willing (1999) los números musicales se suceden uno tras otro; y en la serie Adventures in Wonderland (1992- 1995) hay un mínimo de cuatro canciones y bailes por episodio, solo por citar algunos ejemplos. Pero hasta ahora ninguna versión ha conseguido lo que ocurre en la mayor parte de la banda sonora de Disney: que las canciones broten espontáneamente de entre un diálogo o la música de fondo y concluyan de la misma manera, sin respetar estructuras estróficas, coros ni cadencias. Acordémonos del momento en que Alicia comienza a cantar "En mi propio mundo" sin interrumpir su "conversación" con Dinah, o que la canción "Lo vamos a incendiar" sigue sin transición al grito de pánico del Conejo Blanco ante la idea de quemar su casa. En el resto de las versiones, como es normal, las canciones empiezan y terminan de una forma tan correcta y formal, dentro del momento adecuado de la narración, que se ven venir de lejos. En la Alicia de Disney, la arbitrariedad de las canciones y la brevedad de la mayoría de ellas fue criticada, en su momento, por su misma naturaleza fragmentada, como los diferentes compositores que trabajaron en la banda sonora hubieran juntado trozos de rompecabezas diferentes con la esperanza de lograr un conjunto. Si fue así, desde luego obtuvieron un resultado que ninguna versión posterior ha logrado igualar.
Alicia suelta un gallo ante el horror de los Pensamientos.
©Disney, 1951.
Fuentes:
"Beyond the Laughing Sky" y "I'm Odd", presentados por Kathryn Beaumont.
Parece que el País de las Maravillas es anárquico hasta para cantar. No lo veo mal, la verdad.
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