27 de marzo de 2020

Alicia de Henry Savile Clarke (1886)



Cartel del estreno, el 23 de diciembre de 1886.


Al desarrollarse en un mundo de fantasía lleno de  situaciones desconcertantes y personajes inverosímiles, Alicia en el País de las Maravillas es una obra que naturalmente tiene potencial para la escena. En la actualidad, al estar en dominio público, cualquiera puede adaptar y montar una obra de teatro partiendo de los textos de Carroll, sea una pequeña escuela infantil o una gran compañía de Broadway, y una rápida búsqueda en internet revela docenas de montajes. Siendo así, resulta curioso que en vida del autor solo existiera una versión teatral, la única que él aprobó: la Alicia de Clarke.


Apenas dos años después de la publicación de Alicia en el País de las maravillas, Lewis Carroll ya tenía en mente el potencial del libro como pantomima: en marzo de 1867 envió una copia a Thomas Coe, director de la compañía teatral infantil "Living miniatures" con la "vaga esperanza" de que él tomara la iniciativa de adaptarla. No fue así, y Carroll realizó un segundo intento en 1872, dirigiéndose al dramaturgo Percy Fitzgerald acerca de la posibilidad de convertir Alicia en una "obra o extravaganza" para niños. En 1877 también se dirigiría al compositor Arthur Sullivan para que pusiera música a algunos de los poemas del libro, en previsión de que "alguna vez" los necesitara para una obra de teatro. Sullivan, comprensiblemente, no quiso componer las canciones a menos que las perspectivas de que fueran a servir para algo fueran más tangibles. Seis años después, en 1883, Carroll escribió a otro compositor, Alexander Campbell McEnzie, con la misma petición, esta vez sugiriendo que la obra podría montarse "en dos o tres años". Para entonces se habían realizado algunas pequeñas escenificaciones de capítulos de Alicia, pero siempre por grupos de teatro familiar y en salones privados.






Después de tantos intentos infructuosos, fue el periodista, autor y crítico de teatro Henry Savile Clarke, originario de Yorkshire, quien contactó con Lewis Carroll en agosto de 1886 (veintiún años después de la publicación de Alicia en el País de las Maravillas, y quince después de la de A través del espejo) para proponerle una versión teatral musical que abarcara ambos libros. Si bien Carroll consideraba a Clarke un dramaturgo solvente, no estaba de acuerdo con su idea de condensar las dos obras en una sola pieza; alegó que "a ningún niño le gustan las mezclas". A pesar de ello accedió, con la condición de supervisar personalmente y tener voto en todos los aspectos de la producción, desde la adaptación de los textos hasta la elección de los actores. Carroll conocía holgadamente el mundo del teatro y tenía amistades en familias de actores y actrices, por lo que quiso asegurarse desde el principio de que un montaje sería no solo adecuado al espíritu de las novelas, sino un espectáculo digno para niños y adultos.


Portada del libreto original, 
que se conserva en la Biblioteca Británica.


Lewis Carroll, como se ha dicho, era muy aficionado al teatro, lo que lo ponía en conflicto con su condición eclesiástica, ya que la Iglesia Anglicana condenaba cualquier forma de entretenimiento popular. Sufría crisis de conciencia por este motivo; pensaba que no había nada pecaminoso en presenciar una obra que fuera limpia e inocente, pero sabía que estaba muy mal visto, independientemente del talante de la representación.  Pidió explícitamente que su nombre real no se mostrara en ningún cartel ni folleto, y prohibió que se añadiera "cualquier tipo de grosería o irreverencia" en el texto o la representación.

El autor de la música fue William Slaughter, un organista, pianista y violonchelista que, a pesar de su juventud (tenía solo veintiséis años en 1886) ya era un destacado compositor de operetas y bandas sonoras de obras infantiles. A petición de Carroll, Slaughter mantuvo las tonadas originales en aquellos poemas que parodiaban canciones conocidas, con el fin de que no se perdiera la referencia (por ejemplo, la canción de coronación de Alicia, que parodia "Bonny Dundee" de Walter Scott;) a cambio, Carroll escribió material adicional para alguna de las canciones.




El libreto condensa cada uno de los libros en dos actos. El primero tiene dos escenas: "Una tarde de otoño" y "Un claro en el País de las Maravillas". El segundo acto tiene cuatro: "A través del espejo", "Las flores parlantes", "La orilla del mar", y "El salón del banquete - El bosque otra vez". En la obra se prima la acción y el baile sobre el diálogo, del que se mantienen, sobre todo, los juegos de palabras y las canciones más que los razonamientos. Así, la narrativa es mínima, la justa y necesaria para presentar a los personajes principales, y a otros nuevos, como un grupo de hadas que bailan alrededor de Alicia cuando ésta se duerme al principio de la obra.





En el montaje participaron tanto actores infantiles como adultos. La primera Alicia fue Phoebe Carlo, de doce años en 1886. Fue recomendada por el propio Carroll, que tenía amistad con ella y su familia, y mucha confianza en su experiencia como actriz. Dos años después, el papel protagonista recaería en Isa Bowman, una de las niñas con las que Carroll mantuvo amistad toda la vida.




Producción de 1886, con Phoebe Carlo como Alicia
y Dorothy D'Alcourt como el Lirón.


La obra se estrenó el 23 de diciembre de 1886, en el Prince of Wales Theatre de Londres, con el título "Alicia en el País de las Maravillas: una obra musical de un sueño, en dos actos, para niños y demás". Carroll la vio por primera vez una semana más tarde, y pareció complacerle bastante, según escribió en su diario:


El primer acto ("País de las Maravillas") va bien, especialmente la Merienda Loca. Sydney Harcourt es un "Sombrerero" mayúsculo, y la pequeña Dorothy D'Alcourt (de 6 años y medio), un Lirón delicioso. Phoebe Carlo es una "Alicia" espléndida. Su canción y baile, con el Gato de Cheshire... ha sido una joya.

Las reseñas en los periódicos fueron también positivas, y el público adoró la obra: debía haberse mantenido en cartel hasta febrero de 1887, pero su popularidad hizo que siguiera representándose hasta el 18 de marzo, y el tour regional debiera posponerse. Aunque limitada a la temporada de Navidad, como era habitual en las pantomimas, el montaje se fue repitiendo periódicamente durante cuarenta años; la última representación tuvo lugar en 1927.



Producción de The Globe en 1898, 
con Rose Hershee como Alicia.
 

En abril de 1887, Carroll publicó en el periódico The Theatre el artículo "Alicia en la escena", en el que comentaba el montaje de Clarke, daba su opinión sobre los principales intérpretes, describía a sus propios personajes, y recordaba tanto la "tarde dorada" en que se originó la historia de Alicia, como la repentina inspiración en que se le ocurrió la estrofa final de La caza del snark. Como se ve, es un texto que no tiene desperdicio, ya que la mayoría de palabras de Carroll sobre su propia obra se encuentran desperdigadas en cartas y diarios. En este ensayo aparece también una de las citas menos recordadas pero más hermosas de Carroll: refiriéndose a los perros, dice que "no conozco un amor terrenal tan puro y perfecto".


Las adaptaciones que siguieron a esta se realizaron tras la muerte del autor, y comenzaron a tomarse más libertades en la interpretación de la obra. Una de las más tempranas, de 1904, fue adaptada y representada por una compañía íntegramente femenina, en un colegio preparatorio estadounidense. Se titulaba La continuación de Alicia en el País de las Maravillas: una opereta en dos actos, y el planteamiento no desmerece a las radicales versiones del siglo XXI: una Alicia adolescente está retenida en un internado dirigido por un tiránico Sombrerero que "aplasta" la imaginación de las muchachas, y huye al País de las Maravillas al recordar su viaje anterior, decidida a valerse por sí misma. Alicia conoce a un joven que se enamora de ella y la pide en matrimonio, pero Alicia lo rechaza porque no cree que el matrimonio sea la única opción para una mujer. Hay pasiones, enfrentamiento y locura entre los personajes del País de las Maravillas, y Alicia y solo Alicia decide quién quiere ser y qué quiere hacer. De modo que, ciertamente, a Tim Burton se le adelantaron más de cien años un grupo de preuniversitarias de Nueva Jersey.





No me consta que se hayan llevado a cabo montajes modernos de la adaptación de Clarke, aunque tanto su texto como las partituras de Slaughter pertenecen ya al dominio público. No nos faltan, sin embargo, representaciones de Alicia. Hay para todos los gustos y los públicos, y, si nos ponemos a buscar en Internet, o miramos los programas de los teatros, especialmente cerca de Navidad, solo necesitamos escoger.



Fuentes:

CARROL, Lewis. "Alice on the Stage", The Theatre, abril de 1887.

COHEN, Morton N. Lewis Carroll: a Biography, Random House, Nueva York, 1995.

COLLINGWOOD, Stuart Dodgson. The Life and Letters of Lewis Carroll, T. Fisher Unwin, Londres, 1898.

FOULKES, Richard. Lewis Carroll and the Victorian Stage: Theatricals in a Quiet Life, Routledge, Londres, 2005.

Guion original de la obra, conservado en la Biblioteca Británica.

SMITH, Lindsay. Lewis Carroll: Photography on the move, Reaktion Books, Londres, 2015. 

Such a curious dream!, exhibición en línea de la Universidad de Harvard.

Wikipedia.

22 de marzo de 2020

"La Morsa y el Carpintero" (1871)


 
John Tenniel, 1871.


"The Walrus and the Carpenter" es un poema narrativo que aparece en la novela A través del espejo, y lo que Alicia encontró al otro lado (1871). En el capítulo IV, "Tweedledum y Tweedledee", Alicia, perdida en el bosque, encuentra a esta pareja de personajes, los cuales se empeñan en recitarle este poema, pese a que ella está ansiosa por encontrar una salida.

El poema está compuesto por ciento ocho versos divididos en dieciocho estrofas que alternan tetrámetros y trímetros yámbicos (respectivamente, de ocho y seis sílabas). En cada estrofa riman solamente los versos pares, que son los trímeros. El esquema de métrica y rima da al poema la forma de una balada inglesa, como por ejemplo La rima del anciano marinero de Samuel Colerigde o La canción de Angus el Errante de W.B. Yeats.

Adjunto, para su disfrute, la versión de Emilio Pascual. Este traductor opta por hacer todos los versos octosílabos, y sitúa una rima consonante en el segundo y tercero de cada cuatro, y una asonante en el cuarto y el octavo de cada ocho. Nótese que pone en minúsculas los nombres de los personajes, considerándolos genéricos, cuando es muy habitual en la obra de Carroll que los personajes no tengan nombre propio sino que su especie, profesión o cargo constituye su nombre, por lo que se nombran con mayúscula.


¡El sol sobre el mar brillaba!
Con su fulgor implacable
procuraba, infatigable, 
las bravas olas calmar.
Sin embargo, todo aquello
resultaba bien chocante,
pues lo más extravagante
es que era de noche ya.

La luna guiñaba airada
pues pensaba con enfado
que, habiendo el día acabado,
qué pintaba el sol allí.
"¡Grosero, maleducado!
¡Me has fastidiado la fiesta
con tu claridad molesta!",
decía haciendo un mohín.

Estaba el mar muy mojado 
la arena en plena sequía;
ni una nube se veía,
pues ninguna había ya.

No se veía tampoco
surcar el desierto cielo
ni un pájaro con su vuelo
porque no quedaban más.

La morsa y el carpintero,
de la mano y con gran pena,
al ver tanta y tanta arena
lloraban con aflicción.
(¡Si a fuerza de tanto llanto
solo un poco la aclararan,
la playa que nos dejaran
sería la admiración!).

"Si siete mozas con siete
escobas de buen tamaño
barrieran fuerte medio año",
la morsa atenta indagó,
"¿Crees que lo dejarían
bien barrido?"  "¡Muy dudoso!",
dijo el otro, pesaroso,
y amargamente lloró.

"¡Venid, ostras, de paseo!",
requirió la morsa, amable.
"Será un paseo agradable
y grato para charlar.
Que no vengan más de cuatro:
a nadie más llevaremos,
pues solo a cuatro podemos
de la manita agarrar".

Una ostra venerable 
le echó una sagaz mirada
y, sin contestarle nada, 
se limitó a sacudir
la cabeza con un guiño.
Sin duda decir quería
que al presente prefería
en su ostracismo seguir.

Mas cuatro ostras jovencitas
llegaron endomingadas,
con las caras bien lavadas
y con ganas de chipén.

Llevaban limpio el vestido 
y los zapatos brillantes
lo cual era bien chocante
pues nunca tuvieron pies.

Cuatro ostras más las siguieron,
luego otras cuatro llegaron,
y enseguida se agregaron,
una a una, más y más.
Brincando entre las espumas,
el oleaje cortaban
y todas se apresuraban
para la playa alcanzar.

La morsa y el carpintero
una milla caminaron
hasta que el fin alcanzaron
una roca regular.
Se acomodaron en ella
mientras las otras, jadeantes,
aguardaban expectantes
en formación desigual.

John Tenniel, 1871.


"Es hora", dijo la morsa, 
"de tratar de asuntos graves:
de zapatos, reyes, naves,
de repollos y alquitrán.
También de si el mar levanta
aguas y espumas hirvientes
o los cerdos, insolentes, 
son capaces de volar". 

"¡Esperad!", gritó una ostra.
"No empiece ya el parlamento
pues estamos sin aliento
debido a nuestro grosor".
A lo cual el carpintero  
dijo con cierta sonrisa:
"Esperaremos. ¡No hay prisa!".
Eso las tranquilizó.

"Ahora", dijo la morsa,
"nos hace falta ante todo
un buen pan; del mismo modo
tampoco vendría mal
pimienta, sal y vinagre.
Y ahora, ¡ostras queridas!,
colocaos bien unidas, 
que vamos a merendar".

"¿A nosotras?", exclamaron,
pálidas y sin resuello.
"¡Sería un gran atropello
tras tanta amabilidad!".

"¡Ah, qué noche tan hermosa!",
cortó la morsa muy lista.
"¿No os impresiona la vista?
Venid conmigo a admirar.
¡Qué amables sois! ¡Y qué aspecto
tenéis tan sabroso y fino!".
El carpintero, ladino,
solo dijo: "¡Dame pan!
Y, ¿sabes?, me gustaría
que mejorases de oído,
¡porque ya te lo he tenido
dos veces que recordar!".

"¡Qué pena me dan las pobres!
¡Buena se la hemos metido
después de haberlas traído
de tan lejos sin parar!".
Así la morsa decía.
El carpintero, taimado,
solo comentó: "¡Has echado
mucha mantequilla al pan!"

"¡Qué dolor! ¡Os compadezco!",
la morsa se lamentaba,
y sus lágrimas secaba
con un pañuelo grandón.
Pero entre llanto y sollozos,
las mejores escogiendo,
íbaselas engullendo
en medio de su aflicción.

"¡Ostras!", dijo el carpintero,
"¡Fue una excursión muy bonita!
¿Queréis volver a casita?".
Pero nadie respondió.
Y esto ya no era chocante,
pues todas, entre gemidos,
se las habían comido,
y ni una sola quedó.

Tras tan escalofriante final, Alicia comenta que la Morsa es el que le cae mejor de los dos, porque, al menos "le daban un poco de pena las pobres Ostras". Tweedledee, sin embargo, le hace notar cómo la Morsa fingía llorar y utilizaba el pañuelo para escoger las más apetitosas y ocultarlas a la vista de su compañero. Alicia rectifica y dice que, el tal caso, prefiere al Carpintero, a lo que Tweedledum replica que también el Carpintero comió todas las que pudo. Confundida por un momento, Alicia concluye que "ambos son tipos muy desagradables".

Como se ve, el poema tiene un argumento muy sencillo, y, si es preciso interpretarlo (aunque en principio no hay ninguna necesidad de ello), se puede ver muy fácilmente una moraleja (no hay que ir con desconocidos, por bonitas que sean sus palabras) y una crítica (a la hipocresía). Por supuesto, los lectores llegan más lejos. Dado que el tema de la invasión y el abuso es recurrente (el sol sale de noche, la Morsa y el Carpintero engañan a las Ostras para comérselas, la propia Morsa se apropia de los mejores bocados a escondidas), hay quien ha relacionado el poema con el colonialismo y la explotación de territorios de ultramar por parte de las naciones europeas. No ha faltado quien ha intentado ver en la Morsa a Buda y en el Carpintero a Jesucristo, que seducirían a los creyentes con buenas palabras y promesas placenteras para después devorarlos sin contemplaciones.

Pero, como en todos sus poemas humorísticos, Carroll no buscaba ninguna profundidad filosófica o moral, ni simbolismo en sus personajes, y seguramente se habría reído de las lecturas políticas de su poema; las religiosas, por el contrario, no le habrían hecho tanta gracia. Una anécdota muy significativa es que, cuando mandó el poema a Tenniel para que lo ilustrara, le indicó que podía escoger él mismo si dibujar un carpintero, una mariposa o un baronet (cargo nobiliario, diminutivo de barón), ya que las tres palabras le cuadraban en la métrica y a él le daba igual. El Carpintero podría haber pasado de proletario a aristócrata o a lepidóptero, y generaciones posteriores de estudiosos habrían especulado al respecto.

Quentin Blake, 2009.


En la cultura popular, "La Morsa y el Carpintero" es posiblemente el segundo poema más conocido de Carroll, después del "Jabberwocky". Se suele editar de manera independiente de la novela, en colecciones de poesía infantil, y sus versos (en especial el parlamento de la Morsa "Es hora de tratar de asuntos graves...") se han citado en novelas (El manantial de Ayn Rand, 1943; Los relojes de Agatha Christie, 1963), películas (La taberna del irlandés de John Ford; Dogma de Kevin Smith, 1999), canciones y series de televisión. La canción de los Beatles "I am the walrus" tomó al personaje de este poema, aunque, por lo que se cuenta, John Lennon no lo había leído o no lo recordaba bien, y se sintió frustrado cuando le dijeron que la Morsa era un ser malvado y traicionero.


Harry Rountree, 1933.

Una de las primeras y más interesantes versiones de este poema en las adaptaciones de Alicia fue la de Norman Z. McLeod en 1933, que fue realizada en dibujos animados cuando el resto de la película está en imagen real. 


Hugh Harman y Rudy Ising, 1933.

Una de las más recordadas es indudablemente la perteneciente a la película de Disney, que profundiza en los defectos de los personajes al hacer que la Morsa engañe desde el principio a un Carpintero simplón para que no llegue a comer ni una sola Ostra. Dentro de una película que ya destacaba por su animación, es impagable la escena en que el Carpintero construye un restaurante en seis segundos a partir de los restos de un barco encallado, mientras la Morsa atrae a las víctimas al estilo del Flautista de Hamelín.


©Disney, 1951.


En la versión de Harry Harris de 1985, la secuencia fue filmada en imagen real, con Karl Malden en el papel de Morsa, Louis Nye como el Carpintero, y cuatro bailarinas con disfraces de Ostras. El resultado, aunque algo chocante, no es tan malo como se podría pensar.


Harry Harris, 1985.


Una edición de los 80 o 90 (no la tengo a mano para comprobarlo) del juego de mesa Trivial Pursuit tenía en un costado de la tapa la cita de la Morsa, como reconocimiento y elogio de las cosas triviales, pese a que la Morsa las consideraba "graves". Que nadie le diga a los cazadores del snark que una nave o que las aguas hirvientes del océano son un asunto trivial, pero, mientras no haya peligro de naufragar o de ser devorados, reivindiquemos todos nuestro derecho a hablar de bobadas si es eso lo que nos apetece. 


Fuentes:


CARROLL, Lewis. Through the Looking Glass, and what Alice found there, Penguin Books, Londres, 1984.
                              ; PASCUAL, Emilio (trad.); GONZÁLEZ ÁLVARO, Juan (int.). A través del espejo, y lo que Alicia encontró al otro lado, Ediciones Gaviota, Barcelona, 1990.

CLARK, Beverly Lyon. "Carroll's Well-Versed Narrative: Through the Looking-Glass," en English Language Notesdiciembre de 1982, vol. 20, nº. 2, , págs. 65-76.

DE LA MARE, Walter. Lewis Carroll, Faber and Faber, Londres, 1932.

GEER, Jennifer. "‘All Sorts of Pitfalls and Surprises’: Competing Views of Idealized Girlhood in Lewis Carroll's Alice Books," en Children's Literature, Vol. 31, 2003, págs. 1-24.

IRWIN, Michael. "Reflections and Relativities," en Rereading Victorian Fiction, 2000, págs. 115-28.

KELLY, Richard. Lewis Carroll, Twayne Publishers Michigan, 1990.

LEHMANN, John F. Lewis Carroll and the Spirit of Nonsense, University of Nottingham, Nottingham, 1972. 

MEAD, Walter Russell. God and Gold, Atlantic Books, Londres, 2007. 

PRIESTLEY, J. B. "The Walrus and the Carpenter", en New Statesman, 10 de agosto de 1957.


19 de marzo de 2020

Alicia de Harry Harris (1985)




Alice in Wonderland es una adaptación estadounidense de los libros Alicia en el País de las Maravillas y A través del espejo, dirigida por Harry Harris y producida por Irwin Allen en 1985. Se realizó directamente para la televisión, en dos partes emitidas el 9 y el 10 de diciembre por el canal CBS. Filmada en el área de Los Ángeles (en los estudios Metro-Goldwyn-Mayer y la playa de Malibú, entre otras localizaciones), se distingue por ser una de las versiones más completas en cuanto a contenido de los libros, y por contar con un reparto escogido entre los actores y actrices más populares de la época, como la película de Norman McLeod de 1933.


El papel de Alicia recayó en la actriz infantil Natalie Gregory, de nueve años. Había aparecido en episodios sueltos de series del momento, frecuentemente en tramas policíacas en que era una pequeña víctima/ testigo de un crimen, como en Magnum (1980). No continuó su carrera en su vida adulta; después de 1990, solo tuvo un papel en 2013, el último hasta la fecha. Hoy solo se la recuerda (no demasiado) por esta actuación de Alicia, y por la voz del personaje humano Jenny en la película de dibujos animados, tampoco muy popular, Oliver y su pandilla (1988).



Natalie Gregory como Alicia.

Los demás actores eran muy conocidos en los 80, aunque pocos de ellos suenan todavía en la actualidad. Cabe destacar que también participaron cantantes profesionales, como Sammy Davies Jr. (quien había hecho ya la voz del Gato de Cheshire en la versión de Hannah- Barbera) en el papel de la Oruga,  y Ringo Starr en el de la Tortuga Falsa.


Esta película proporciona un marco un poco diferente a la historia de Alicia. Comienza con la niña ayudando a su madre a poner la mesa para el té, y manifestando su deseo de participar en la merienda, a lo que su madre le responde que "el té es solo para mayores". Sin rechistar, Alicia se va al jardín, donde encuentra a su hermana (Sharee Gregory, hermana de Natalie en la vida real), leyendo. 



Sharee Gregory 
como la hermana mayor de Alicia


Alicia le pregunta si cree que ella es mayor, a lo que su hermana le replica que es todavía una niña, y le queda mucho para poder considerarse adulta. Frustrada, Alicia se entretiene con Dinah, intentando convencerla de que sí es una niña mayor, hasta que ve pasar al Conejo Blanco (Red Buttons) y se va corriendo tras él.



Red Buttons como el Conejo Blanco.


La primera parte de la película, la del País de las Maravillas, sigue con bastante orden las pasajes del libro. Las escenas más conocidas, como la Carrera Loca, la casa del Conejo Blanco, la cocina de la Duquesa o la Loca Merienda del Té, además de todas las escenas del jardín de la Reina de Corazones, el Grifo y la Tortuga Falsa y el juicio a la Sota de Corazones, están presentes y se desarrollan como cabria esperar, aunque con muchas canciones de por medio.



Sammy Davis Jr. como la Oruga.


 Antony Newley como el Sombrerero.

Sid Caesar y Ringo Starr 
como el Grifo y la Tortuga Falsa.

Hay algunas incongruencias y escenas de relleno. Por ejemplo, cuando está en el Vestíbulo de las Muchas Puertas, Alicia se asoma a una grieta de la pared, se cae a través de ella, y va a parar a un río, que discurre claramente por medio de un bosque. Sin embargo, dice en voz alta que es una laguna formada por sus propias lágrimas, lo que, si bien respeta el libro, no tiene ninguna relación con lo que se está viendo. Más tarde, también se encuentra con un Cervatillo, el cual aparece en A través del espejo, pero no se reproduce la escena del libro, sino que Alicia canta una canción que no viene a cuento de nada. Y más tarde aún, se encuentra con una cabrita perdida a la que consuela, y un chimpancé que la aplaude. Todos éstos son animales reales que simplemente están por allí. No hacen - ni sufren, por suerte - ningún daño, pero tampoco aportan mucho a las escenas del País de las Maravillas.



Jayne Meadows y Robert Morley 
como la Reina y el Rey de Corazones.

Al huir corriendo del ataque de los Soldados-Carta, Alicia tropieza y cae de bruces al suelo. Entonces se despierta y ve que le están cayendo encima hojas secas. Se levanta y regresa corriendo a su casa. Entra, exclamando que ya ha vuelto. Pero la casa está vacía, y nadie le responde. Entonces oye maullar a Dinah, y se da cuenta de que tanto la gata como sus padres están al otro lado de un gran espejo. Se sube a la repisa de la chimenea, golpea el espejo y los llama, pero se van sin oírla. Alicia baja, desconcertada, se sienta en un sillón y coge un libro que hay una mesita, lo abre y se pone a leer "Jabberwocky". Tras leer las dos primeras estrofas, lo deja y comenta que debe de ser un poema de miedo, y se alegra de ya ser una niña mayor, porque de lo contrario se asustaría. Pero entonces estalla una tormenta, y un monstruo aparece repentinamente en el salón. Aquí se interrumpe la historia con un cartel de "Continuará".



Tom McLoughlin como el aterrador Jabberwocky.


Al comenzar la segunda parte, Alicia se tapa el rostro con las manos y le ruega a la criatura que no le haga daño, y el Jabberwocky desaparece tal como ha venido. Alicia se da cuenta de que, al apartarse, ha tirado las fichas del tablero de ajedrez,  las cuales están en el suelo pataleando y quejándose. Alicia las recoge con sus disculpas, y ve por primera vez al Rey y la Reina Blancos (Harvey Corman y Carol Channing), y a la Reina Roja (Ann Jillian). 

Hay una escena añadida al libro: un cuadro de un búho que hay en la pared cobra vida de repente, y cuando Alicia se acerca a verlo, de pronto está en el bosque, y el Búho (Jack Warden) le habla desde una rama. El personaje es original de la película; le explica a Alicia que el Jabberwocky es una criatura que ella misma ha creado con su miedo, y que representa un peligro para todos los habitantes del Mundo del Espejo, así que es responsabilidad suya librarse de sus miedos y por tanto del monstruo para que pueda volver a su casa. 

A partir de entonces, las escenas siguen bastante fielmente el orden de A través del espejo, (por lo menos, hasta la fiesta en honor de la Reina Alicia, donde vuelven a introducirse ideas originales), aunque de vez en cuando se alude al nuevo argumento de que Alicia debe superar sus miedos para vencer a la criatura.


Los, en esta ocasión, mellizos de diferente sexo 
Twedledee y Tweedledum.

Alicia, pues, recorre el Mundo del Espejo, que incluye casi todos los episodios del libro original. Alicia conoce a las Flores Parlantes, a los reyes y reinas del tablero de ajedrez, al Abejorro, a los viajeros del tren, a Tweedledee (en esta ocasión una mujer, Eydie Gorme) y Tweedledum (Steve Lawrence), el poema de "La Morsa y el Carpintero" (Karl Malden y Louis Dye), a Humpty Dumpty (Jonathan Winters), al León y el Unicornio (Ernest Borgnine y Beau Bridges), y al Caballero Blanco (Lloyd Bridges). 



Humpty Dumpty.





El Unicornio y el León.


Alicia es finalmente coronada Reina y se presenta en la fiesta en su honor, en la que participan el Conejo Blanco y diversas criaturas del País de las Maravillas y el Mundo del Espejo. 



Carol Channing como Reina Blanca 
y Ann Jillian como Reina Roja.

Todo son risas y canciones hasta que aparece el Jabberwocky y causa el terror. Todos huyen a la desbandada; el Caballero Blanco se enfrenta al monstruo, pero es derrotado. Alicia huye, y en un pasillo vuelve a encontrar el cuadro del Búho, quien le repite que solamente ella puede superar sus miedos y vencer al Jabberwocky. La niña da vueltas sin saber qué hacer, hasta que encuentra el espejo que la lleva de vuelta a su casa. Lo atraviesa muy contenta, viéndose a salvo, pero de repente el Jabberwocky va tras ella y comienza a atravesar el espejo también. Alicia le grita varias veces: "¡No te tengo miedo! ¡No creo en ti!", y finalmente el monstruo retrocede y desaparece en una nube de humo.


Alicia se ha dejado caer en un sillón, y su madre viene a despertarla. Le dice que su padre y ella han estado hablando y que consideran que es lo suficientemente mayor para tomar el té con los adultos. Alicia está encantada y sale hacia el salón tras su madre, pero entonces ve que, al otro lado del espejo, las tres parejas de reyes, el Conejo Blanco, el Sombrerero y la Liebre están despidiéndose de ella, cantando y pidiéndole que nunca los olvide.


Si dejamos de lado los argumentos improvisados de "hacerse mayor" y "superar sus miedos" (que no parece que los supere mucho al final, ya que Alicia abandona el Mundo del Espejo sin pensarlo dos veces, dejando a sus amigos a merced del Jabberwocky, y solamente se "enfrenta" a él cuando ve que amenaza con entrar en su casa), ambas versiones son bastante completas. Se suprimen algunos pasajes que tampoco suelen verse en otras adaptaciones, como el del Perrito y la Paloma en el País de las Maravillas, y el Bosque del Olvido y la de la tienda de la Oveja en el Mundo del Espejo. Con esto y con todo, ¿es una buena adaptación?



John Stamos como el Mensajero, 
y Harvey Korman como el Rey Blanco.
 

Si leemos las reseñas, obtenemos muy pronto una pista: quien vio esta película en su infancia la recuerda con afecto y está encantado de haberla podido recuperar en DVD y/o de haberla vuelto a ver años después, mientras que quien la vio por primera vez siendo adulto la considera, como mucho, mediocre. Es fácil entender por qué. Aunque muchos critiquen que el Jabberwocky resulta terrorífico y puede causar pesadillas a los más pequeños, la película está pensada para niños, de principio a fin. Los escenarios, saturados de fuertes colores y naturaleza de plástico, son llamativos para los niños, pero cargantes y artificiales para los adultos; los números musicales no respetan más que en una o dos ocasiones las letras de Carroll y son excesivos y repetitivos, con canciones muy similares entre sí y coreografías simplistas; la actuación de muchos personajes resulta forzada; la propia Alicia está contando continuamente lo que aparece en pantalla; y la narración, en definitiva, se hace muy aburrida. Hay algunas interpretaciones incomprensibles, como que el original y cínico Gato de Cheshire sea aquí un ser abatido que le canta una canción tristísima llamada "No hay camino de vuelta a casa".



Telly Savalas como el Gato de Cheshire 
más deprimido de la historia.

El aliciente del reparto estelar no es lo bastante atractivo como para mantener al espectador adulto interesado, ya que las intervenciones de la mayoría de actores son muy breves y realmente no destacan entre las demás. Uno de los mejores momentos, el de Sammy Davis Jr. bailando claqué como “Padre William”, se ve lastrado por la pequeña Gregory, que le sigue el paso e imita sus gestos como mejor puede, cuando cualquiera desearía que simplemente se sentara a mirar y dejara lucirse a la estrella. Por otra parte, Harris tropieza con la misma piedra que McLeod: hace que los actores desaparezcan bajo masas de maquillaje, máscaras y disfraces de gusto cuestionable. Es necesario ser un cinéfilo muy paciente para jugar al “quién es quién” y encontrar a los actores enterrados bajo los trajes de peluche. Ringo Starr, que de entrada no se caracterizaba precisamente por ser el miembro más visible de los Beatles, aparece como la Tortuga Falsa, y solo se le distingue por su voz.



Me da que no invertí bien mis ganancias...


La interpretación de Natalie Gregory también genera opiniones dispares. Una vez más, quienes vieron la película de niños la consideran la Alicia perfecta; quienes la vieron de adulto, tienden a pensar que es insufrible. Cualquiera que dirija una adaptación en imagen real de Alicia en el País de las maravillas va a enfrentarse al mismo dilema: escoger una niña lo más cercana posible a la Alicia del libro (que tiene siete años), o una actriz mayor con más experiencia y conocimiento del personaje, que resultará menos creíble cuanto más se aleje de esa edad. Con nueve años en el período del rodaje, Gregory es la actriz más joven que nunca ha interpretado el papel de Alicia. Con todos sus inconvenientes: pasa perfectamente por una niña de siete (de hecho, parece que tenga poco más de cinco), pero su actuación tiende a ser terrible. Fuerza mucho los gestos, no centra adecuadamente la mirada cuando está con otros personajes, y termina cada frase con un sonsonete que pretende ser gracioso y cantarín, pero se hace irritante, sobre todo en las numerosas secuencias en las que habla ella sola. Es una niña de anuncio, linda, simpática y encantadora, pero la han obligado a hacer un anuncio muy, muy largo. 



Es monísima cuando no habla. 


Personalmente, creo que la segunda parte, la del Mundo del Espejo, es bastante superior a la primera. Hay que soportar disfraces que parecen desechados de una producción de clase B de El Rey León, el Jabberwock da un poco de vergüenza ajena (por no hablar del "pájaro gigante"), y hay que sufrir los chillidos agudos de Gregory cada vez que se asusta, pero la narrativa es más ágil, los personajes más interesantes, y las canciones, en general, más apreciables.  


A pesar de su extensión, es una película que se puede ver fácilmente de una vez, y resulta bastante entretenida siempre que tengamos presente que está pensada para un público infantil. Sin embargo, aunque se encuentra sin problemas en DVD y en canales de vídeo, no existe una edición doblada al español peninsular (he leído que alguien recuerda haberla oído en español latino, pero no parece que exista en formato doméstico). 





Mi copia tiene el alemán como único idioma disponible aparte del original, y subtítulos en danés, finés, alemán, noruego, sueco, turco e hindi. Para ser una versión PAL editada en Europa, las lenguas latinas están extrañamente ausentes. Así pues, mi recomendación es verla en un canal de vídeo  en su idioma original, activar los subtítulos automáticos si es necesario... y esperar que se entiendan.


Pido disculpas por las inconsistencias del formato, y la calidad de algunos fotogramas, que he obtenido de Internet en vez de capturarlos yo misma. Dispongo actualmente de pocos recursos, e iré mejorando la presentación de las entradas cuando pueda subsanar las carencias.


Fuentes:


IMDb

15 de marzo de 2020

Alicia de Dallas Bower (1949)



Alice au Pays des Merveilles (Alicia en el País de las Maravillas) es una producción francesa de 1949, dirigida por el británico Dallas Bower. Es la sexta adaptación a la gran pantalla de los libros de Carroll, tras la de Cecil Hepworth (1903), la atribuida a Edwin S.Porter (1910), la de W.W. Young (1915), la de Bud Pollard (1931) y la de Norman Z. McLeod (1933). Es también la primera y más destacada adaptación francesa de la obra, aunque en realidad se trata de una macedonia de nacionalidades: el productor era un ruso emigrado a Estados Unidos y posteriormente exiliado a Francia; el reparto era íntegramente británico; y la película tiene partes filmadas dos veces, una en inglés y otra en francés.
 



Esta adaptación, asimismo, se caracteriza por ser la primera que está realizada casi íntegramente por animación en volumen. Hay una introducción y una conclusión rodadas en imagen real, pero la totalidad del viaje por el País de las Maravillas consiste en una actriz interactuando con muñecos de plastilina. Los actores del "mundo real" proporcionaron sus voces a los personajes animados. 

La producción fue accidentada desde el comienzo. A  principios de los 40, Lou Bunin, animador y marionetista de origen ruso emigrado a Estados Unidos, y alumno del pintor mejicano Diego Rivera, trabajaba en la Metro-Goldwyn-Mayer, para la cual creó el prólogo de la película Ziegfeld Follies. Fue despedido y tuvo que exiliarse a Francia como consecuencia de la "caza de brujas" del senador McCarthy. En 1946, el guionista M. Aisner le propuso realizar una versión de Alicia en el País de las Maravillas con una actriz real que viajara por un mundo animado. Bunin aceptó, y la película se rodó entre Francia (la parte animada) y Oxford (la parte de acción real), con un reparto británico. Los pasajes en imagen real se filmaron dos veces: Dallas Bower dirigió las escenas en inglés y Marc Maurette en francés, y existen diferencias de entre ambas. 

Paralelamente, en Estados Unidos, Walt Disney estaba realizando su propia versión en dibujos animados, e interpuso una denuncia contra Bunin, temiendo que la película francesa eclipsara a la suya si se estrenaban en fechas cercanas. Si bien no logró prohibir ni detener la producción, ya que la obra de Carroll estaba libre de derechos de autor y no se podía "plagiar" de nadie, sí consiguió retrasar la fecha de estreno en Estados Unidos...haciéndola coincidir (¿ironía del destino o justicia poética?) con la de su propia película. La versión de Lou Bunin se estrenó en Francia en 1949, y en Estados Unidos en 1951, la misma semana que la de Disney. Los temores de que la eclipsara resultaron infundados: ambas fueron un fracaso. 

Sin embargo, el magnate de orejas de ratón se había apuntado dos tantos. Si no pudo tener los derechos sobre el texto de Carroll, sí consiguió la exclusividad del uso de Technicolor, lo que obligó a Bunin a usar Ansocolor, un procedimiento de inferior calidad. Además, presionó a las salas de cine, muchas de las cuales se negaron a proyectar la película de Bunin para no perder como cliente a la gran compañía. Como consecuencia, la película francesa apenas tuvo repercusión entre el público estadounidense y, mientras la versión de Disney se revalorizó con el tiempo, la de Bunin sigue siendo prácticamente desconocida.

El filme tampoco fue profeta en su tierra, ya que su estreno en el Reino Unido fue prohibido por el Consejo Británico de Censores de Películas, al considerar que tanto las escenas del mundo real como el personaje de la Reina de Corazones hacían un retrato desfavorable de la Reina Victoria. No se estrenó hasta nada menos que 1985, y ni siquiera entonces suscitó mucho interés, tal vez porque el mismo año y al siguiente se emitieron por televisión otras dos versiones de Alicia (la de Harry Aldous, por Anglia Television, y la de Barry Letts, por la BBC).





La película comienza con un texto que presenta la obra de Lewis Carroll y explica que éste se basó en amistades y conocidos de Oxford para crear a los personajes del País de las Maravillas. A continuación vemos al propio Rev. Dodgson (Stephen Murray) que está sacando una fotografía de Alicia (Carol Marsh) y sus hermanas Lorina (Elizabeth Henson) y Edith (Joan Dale), vestidas con trajes "tradicionales" chinos (una fotografía similar fue tomada en realidad en 1858, aunque solo aparecían Alicia y Lorina). Las jovencitas dejan de posar para ir a reunirse con su padre, el decano Liddell (Felix Aylmer). Liddell y Carroll conversan sobre la vida en Oxford y la próxima visita de la Reina Victoria (Pamela Brown) y el príncipe consorte (David Reed). Alicia está disgustada porque no permiten a los niños asistir a la recepción; solo pueden mirar por la ventana. Carroll va a consolarla llevándole una tartaleta que ha "robado" de la mesa de los aperitivos.




Después del evento, el reverendo se lleva a las tres hermanas a un paseo en barca. Mientras navegan perezosamente por el Támesis, Carroll improvisa un cuento en el que Alicia es la protagonista. 


Las "niñas" Liddell.

Alicia comienza a adormecerse. A partir de ese momento y hasta el epílogo, todo el sueño transcurre en un mundo de animación con plastilina, con Alicia como el único personaje "real". Así, Alicia sigue al Conejo Blanco (Ernest Milton) a su madriguera...



...cae, llega al Vestíbulo de las Muchas Puertas...


...come, bebe, crece, llora, se encoge...


...visita la casa del Conejo...


...y la de la Duquesa...



...habla con la Oruga...



...y con la Tortuga Falsa...



...y acaba enfrentándose a los Soldados-Carta durante el juicio a la Sota de Corazones.

  


El epílogo vuelve al mundo real. Alicia se despierta en la barca, entre sus hermanas, y Carroll le pregunta si ha tenido un bonito sueño. A Alicia se le ha pasado el enfado por no haber podido ver de cerca a la reina Victoria, y le responde con una gran sonrisa.


Aunque es cierto que esta producción fue injustamente maltratada a ambos lados del Atlántico, también presenta problemas propios. Carol Marsh tenía veintitrés años durante el rodaje, lo que la hace la segunda actriz de mayor edad que ha interpretado a Alicia hasta la fecha (la primera es Kate Burton, que tenía veintiséis años en la versión de Kirk Browning). Su actuación es buena y consistente, pero carece de la ingenuidad y la capacidad de sorprenderse que tendría una niña. Incluso cuando dice que todo es muy extraño o que ella ha cambiado mucho desde la mañana, lo hace con tranquilidad y aplomo, y en algunas escenas simplemente se queda mirando a las criaturas del País de las Maravillas sin preocuparse por nada. Asimismo, en las escenas de imagen real, choca bastante que los "adultos" les digan a Alicia y sus hermanas que las "niñas" no pueden asistir a la recepción, y las traten con condescendencia. Se debe reconocer que Marsh no intenta forzar su actuación fingiendo que es una niña pequeña, pero el resto de los personajes sí se comporta como si lo fuera.

La animación de Lou Bunin es el elemento más destacado de la película (no se haría otra versión de una actriz en un mundo de animación en volumen hasta la de Jan Švankmajer de 1988), pero no está exenta de defectos.  Como ya he mencionado, el coloreado en Ansocolor es técnicamente inferior a Technicolor y no resiste bien el paso del tiempo, con lo que el resultado es oscuro y opaco, poco atractivo. Los escenarios de cartulina, de líneas netas y minimalistas, y la animación de los personajes fueron pioneros en su época, hace setenta años, pero hoy en día pueden resultar toscos o incluso grotescos.


"Don't take offence at my innuendo..."


No se trata, en definitiva, de una película para niños. La introducción en imagen real es innecesariamente larga, y contiene diálogos aburridos sobre la etiqueta y la vida en Oxford; los personajes del País de las Maravillas no son lo que se dice bonitos y graciosos; y los números musicales, aunque no tan insufribles como en otras versiones, no tienen el tono alegre ni la ejecución vistosa que podrían encandilar a un público infantil. Por el contrario, los aficionados a la animación en plastilina, sobre todo aquellos interesados en su historia, encontrarán aquí una mina de oro.





Con su escaso éxito y las trabas en sus estrenos fuera de Francia, la película ha tenido una difusión dificultosa. En 1953, Castle Films presentó una versión muy abreviada, en blanco y negro, que no aportó mucho a la producción original.




Ya en el siglo XXI se han realizado algunas ediciones en DVD, pero son transferencias de cintas de VHS procedentes, a su vez, de copias deterioradas, con lo que la calidad tiende a ser entre horrible y espantosa. Vision Video, en Estados Unidos, sacó la primera en 2006.



En 2014, Apprehensive Films, una compañía independiente especializada en películas de serie B de fantasía o terror y de temática alternativa, sacó una edición sin bloqueo regional, con una portada, como poco, interesante.


                                       


Estas dos primeras ediciones presentaban una calidad de imagen bastante mala. Hasta 2016 no aparecería la edición digitalmente remasterizada de American Pop Classic.




En Europa, el DVD más fácil de encontrar es el de Delta Music, editado en Alemania en 2012. Es la versión inglesa con subtítulos en alemán; la calidad de la imagen no es nada buena.




Para poder comparar las diferencias de escenas y diálogos del "mundo real", lo mejor es recurrir al duro trabajo de los aficionados. Movie Central y Phantomwise han publicado las versiones en inglés y francés respectivamente, con la mejor calidad de la que se puede disponer en la actualidad. 


Pido disculpas por las irregularidades en el formato de esta entrada. Estoy trabajando con recursos limitados, e iré corrigiendo detalles en cuanto se resuelvan los problemas técnicos.




Fuentes:
 
"Disney Sued over Alice in Wonderland?", en el blog Magic Ears Dudebro, 28 de diciembre de 2017.


MASLIN, Janet. "At the movies", The New York Times, 19 de abril de 1985. 

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