29 de marzo de 2021

El curioso incidente de la Avispa con Peluca

 


"Alicia y la Avispa" de Ralph Steadman (1977).


A mediados de 1870, Lewis Carroll estaba terminando A través del espejo, y, al igual que había hecho durante la redacción de Alicia en el País de las Maravillas, incordiando y presionando al ilustrador John Tenniel por los más nimios detalles de sus dibujos. La correspondencia entre ellos era abundante, y las cartas que se han conservado dan fe de la tensión de ambos, especialmente de Tenniel, que tenía otros encargos aparte del libro del puntilloso Dodgson. Una breve misiva de Tenniel a Carroll del 1 de junio de 1870  - la primera parte de la cual se refiere al episodio 3, "Los insectos del espejo" - dice lo siguiente: 


Mi querido Dodgson:


Creo que cuando sucede el salto en la escena del tren, podría usted hacer que Alicia se agarrara a la barba de la Cabra, ya que es lo que tiene más a mano, en vez del pelo de la anciana. La sacudida podría muy bien acercarlas.

No me considere un bruto, pero estoy dispuesto a decirle que el capítulo de la "avispa" no me interesa en lo más mínimo, y no veo cómo lo voy a dibujar. Si desea acortar el libro, no puedo evitar pensar, en mi modestia, que esta es su oportunidad.

Con una prisa agónica, sinceramente suyo,

J. Tenniel


Mucha información interesante se desprende de tan somero documento: primero, que Carroll pedía o esperaba consejo de Tenniel sobre el propio texto; segundo, que lo tomaba en cuenta (en la versión final del episodio del tren no hay ninguna viejecita, y Alicia se agarra a la barba de la Cabra cuando el vagón salta); tercero, que A través del espejo estaba quedando demasiado largo; y cuarto, que hubo un capítulo con una "avispa". Lo hubo, porque Carroll hizo caso también al consejo de Tenniel en ese sentido, y ninguna avispa, entre los muchos insectos y criaturas que pueblan el Mundo del Espejo, llegó a la versión final. 


La escena del tren a la que alude Tenniel

Dado que nunca se encontró un borrador o un apunte de este episodio entre los papeles de Carroll - tras su fallecimiento, Christ Church forzó a las hermanas del escritor a vaciar inmediatamente sus habitaciones, por lo que muchas de sus pertenencias se subastaron en montones, o fueron simplemente quemadas, sin que la familia pudiera revisarlas más que por encima - durante más de un siglo se consideró que no había quedado de ese episodio más que la mención de Tenniel en esa carta, y en una posterior que no se ha conservado. Sin embargo, el 3 de julio de 1974, la casa de subastas Sotheby's puso a la venta un lote de galeradas con anotaciones del puño y letra de Carroll, que contenían el episodio entero y una nota, también manuscrita por Carroll, en que indicaba al editor que suprimiera por completo ese capítulo. 


Página de las galeradas tachada por Carroll.

El lote de documentos había sido adquirido por un comprador desconocido en 1898, en la subasta de los efectos personales de Carroll tras la muerte de este,  y fue de nuevo vendido a un comprador estadounidense anónimo a través de un intermediario, por 1700 libras. El investigador Martin Gardner consiguió contactar con el intermediario y le solicitó que le hiciera llegar una carta a su cliente, manteniendo su anonimato en todo momento. La respuesta fue positiva y el comprador envió a Gardner una copia del episodio, con lo cual, tres años después de su descubrimiento, y ciento siete años después de su escritura, el capítulo vio la luz por primera vez, el 4 de septiembre de 1977 en la revista Telegraph. Ralph Steadman, imitando el estilo de Tenniel, dibujó a Alicia y la Avispa en la portada, que serían reutilizados, al otro lado del Atlántico, para el número de diciembre de la revista Smithsonian.






Como es natural, semejante bombazo literario no podía estar exento de controversia. Los documentos han estado siempre en manos de coleccionistas particulares y nunca han sido examinados por expertos que pudieran confirmar o desmentir su autenticidad; no se ha analizado de modo forense el papel, la tinta ni la supuesta escritura de Carroll. Hay quien considera, basándose en estos y otros motivos  - la baja calidad del episodio, en general - que pueda tratarse de una falsificación, un documento espurio creado por una mano desconocida a partir de las menciones al episodio en la correspondencia entre Carroll y Tenniel. Los expertos en Carroll han analizado cuidadosamente el texto, y a pesar de las objeciones de algunos, de momento parece auténtico, por lo que, desde los años 80, el episodio suele incluirse como apéndice en las ediciones de A través del espejo, y algunas incluso lo colocan en el lugar donde correspondería dentro del texto.



Antes de que apareciera el episodio, los estudiosos de Carroll pensaban que estaría cerca del 3, "Los insectos del espejo" (donde tiene lugar el viaje en tren), ya que en la carta de Tenniel se mencionan los dos juntos. Pero una vez halladas las  galeradas, tanto por la numeración de las páginas como por algunas pistas dentro del texto, se considera de modo unánime que habría estado entre el 8, "Es mi propio invento", y el 9, "Reina Alicia". Los expertos, por el contrario, no llegan a un acuerdo sobre si el texto es un capítulo por sí mismo (lo que le daría el número 9, y un total de 13 capítulos a A través del espejo) o una continuación del 8. De haber sido así, el capítulo 8 habría quedado excepcionalmente largo; además, tanto Tenniel como Stuart Collingwood llaman al fragmento "capítulo" y no "episodio" o "escena". Pero algunos estudiosos consideran que ese texto tiene mucho más sentido si es inmediato al encuentro de Alicia y el Caballero, ya que completa la unidad temática. 


Lo que sucede en este fragmento perdido y recuperado está en la línea del resto del libro: Alicia se encuentra con una criatura del Mundo del Espejo, pasa un rato con ella y luego prosigue su camino hacia el final del tablero. La criatura en cuestión es "un hombre muy viejo (solo que su cara parecía más la de una avispa)", reumático, quejoso y malhumorado, que lleva un pañuelo atado a la mandíbula por dolor de muelas, y una llamativa peluca de color amarillo chillón. Al principio no se alegra de que Alicia se acerque a él, y rechaza ásperamente sus intentos de conversación, aunque se va interesando poco a poco cuando Alicia le lee en voz alta el periódico. Luego le cuenta el por qué lleva la peluca: en su juventud lo convencieron para que se rapara el pelo y se la pusiera, y después el cabello no le volvió a crecer. Pronto se anima y comienza a criticar el aspecto de Alicia, con lo que la niña se despide y se marcha, cruza la última línea, llega al final del tablero y se convierte en Reina.



Los estudiosos han observado que es uno de los pasajes en que el ser a quien encuentra Alicia se muestra más antipático con ella, y sin embargo la niña, sin ofenderse, responde con amabilidad y compasión. Martin Gardner piensa que, ya que Alicia iba a convertirse en Reina solo por ir cruzando líneas, Carroll quiso insistir en la bondad que mostraba hacia los demás, incluso hacia los que menos hacían por merecerla, justo antes de ser coronada. La Avispa, además, es de clase baja  -  habla con lenguaje vulgar y se interesa por el azúcar moreno, que era el más consumido por los obreros en la época victoriana por ser más barato que el blanco refinado - con lo que la actitud de Alicia hacia ella tendría todavía más mérito. Muy notablemente, la Avispa también es el único habitante del Mundo del Espejo que le dice "gracias" a Alicia cuando se despiden.


Hay algunos rasgos de humor y juegos de palabras (el periódico da noticias sobre otros insectos, como que una expedición de avispas exploradoras ha encontrado unos terrones de azúcar; Alicia menciona un comb, "peine", y la Avispa interpreta el otro significado de la palabra, "colmena"), y el origen de la peluca está relatado en verso. El episodio, incluso dando por hecho que fue escrito por Carroll, se considera el más flojo del libro, con un personaje que, por una parte, se parece demasiado a Humpty Dumpty - al igual que este, la Avispa critica la forma y composición de la cara de Alicia - y por otra no tiene nada que ver con las figuras nobles del tablero de ajedrez, ya que por su lenguaje y su descripción es más bien un proletario. Se repiten motivos, como que Alicia intente peinar o mejorar un poco el aspecto del anciano, al igual que había hecho con la Reina Blanca. Los versos son mediocres; su métrica encaja a duras penas, y los estudiosos no han conseguido encontrar el poema que parodia (lo que para algunos es otro motivo para dudar de su autenticidad, aunque no todos los poemas de los libros de Alicia son parodias de otros). Parece evidente que esta calidad inferior, observada también por Tenniel, fue la que determinó a Carroll a eliminar el episodio. 


Independientemente de la calidad del texto, Tenniel debía de tener sus propias razones para no querer ilustrar a la avispa. Stuart Collingwood, sobrino y primer biógrafo de Lewis Carroll, escribe el siguiente comentario acerca de A través del espejo:


La historia, tal como fue escrita originalmente, contenía trece episodios, pero el libro publicado consistió solo en doce. El capítulo omitido presentaba a una avispa en el papel de juez o de abogado, supongo, ya que el Sr. Tenniel escribió que "una avispa con una peluca está completamente fuera de todas las posibilidades del arte". Aparte de las dificultades con la ilustración, el capítulo de la "avispa" no se consideraba al mismo nivel que el resto del libro, y esta fue probablemente la principal razón por la que se eliminó.


Que una avispa con peluca está fuera de todas las posibilidades del arte es una afirmación demasiado categórica para venir de alguien que ya había dibujado peces y ranas con peluca (los Lacayos de la Duquesa y la Reina en el primer libro de Alicia), aparte de otras cosas tan poco usuales como un caballo de ajedrez deslizándose por el atizador de la chimenea. Si Tenniel tenía tal animadversión hacia el episodio y su protagonista pudo deberse no a su incapacidad para ilustrarlo, sino a la "prisa agónica" a la que le obligaban sus otros contratos y/o a sus frecuentes encontronazos con Carroll, que años más tarde le llevarían a advertir a Harry Furniss que no podría trabajar ni siete semanas con él. En la actualidad, y a pesar de que la observación sobre la avispa con peluca sea la cita más recordada de un hombre poco dado a los discursos, nadie duda de que John Tenniel podría haber dibujado perfectamente al particular insecto, si no hubiera estado ya tan harto de las extravagancias de Carroll.


Martin Gardner, además, señala que pudo haber un motivo mucho más íntimo por el que el ilustrador no quisiera saber nada de la avispa. Tenniel, uno de los mayores dibujantes del siglo XIX y de la historia, era ciego de un ojo: a los veinte años, durante un combate de esgrima, el botón protector se desprendió accidentalmente de la espada de su adversario - que era su propio padre - y la punta le sesgó el ojo izquierdo, haciendo que perdiera la visión. Tenniel ocultó este último hecho a su padre, y no lo hizo público hasta después de la muerte de este (se retiró de la ilustración cuando, debido a su avanzada edad, perdió la visión en el otro ojo, y siguió pintando acuarelas ya completamente ciego). Gardner sugiere que la sensación de la punta de la espada en el ojo debió de parecerse bastante al aguijonazo de una avispa, y que la alusión, en el texto, del insecto acercando una de sus garras a la cara de Alicia debió de resultar escalofriante para Tenniel. Es una posibilidad, por lo menos, interesante. El artista no se privó en ningún momento de su vida de dibujar armas blancas (la misma espada vorpal en la ilustración del Jabberwock), pero puede que sí hubiera cierta incomodidad con el episodio y el dibujo que se añadiera a la presión del tiempo y a las críticas de Carroll. No cabe duda de que fue un gran alivio para él que Carroll renunciara a ese capítulo: en cartas anteriores le había pedido que quitara el episodio del tren, que tampoco le gustaba, y en otra ocasión le pidió que le indicara hasta qué punto había usado, o tenía intención de usar, las "tijeras de podar".


Tenniel, pues, no tuvo que poner a prueba las posibilidades del arte, pero otros después de él lo han intentado. Tras la primera interpretación de Ralph Steadman en las revistas Telegraph y Smithsonian, Ken Leeder ilustró el encuentro de Alicia y la Avispa para la portada del ensayo de Martin Gardner, publicado también a finales de 1977.


"La Avispa con Peluca" de Ken Leeder (1977).


Como se ve, los primeros acercamientos a la figura de la Avispa intentan recrear el estilo de Tenniel, dibujar la escena tal como este lo habría hecho. A partir de los años 80, sin embargo, cuando las nuevas ediciones de A través del espejo comenzaron a incluir como apéndice el capítulo perdido, los ilustradores comenzaron también a dibujarlo con su propio estilo. Una de las primeras y más personales interpretaciones fue la del estadounidense Barry Moser, que en 1982 y 1983 diseñó y realizó docenas de grabados en madera para los dos libros de Alicia.


La Avispa de Barry Moser (1983).


Una de las mejores ilustraciones de la Avispa con Peluca ha sido hecha por un autor vasco, Ángel Domínguez, aunque no se publicó en España, sino para la editorial británica Inky Parrot Press, en 1996.




La Avispa de Ángel Domínguez (1996).

Ya en la década de 2010 tenemos las interpretaciones de dos grandes artistas británicos: John Coulthart y John Vernon Lord.



"La Avispa con Peluca" de John Coulthart (2011).

La Avispa de John Vernon Lord (2011)

En el cine, la única adaptación de A través del espejo, hasta la fecha, que ha incluido este episodio, es la de John Henderson de 1998. La Avispa está interpretada por el actor escocés Ian Richardson, que, a pesar de lo intencionadamente ridículo de la peluca, hace un papel muy elegante y sobrio, y un bello recitado del poema. 


Ian Richardson como la Avispa (1998).

Los lectores modernos - en especial los más pequeños, poco preocupados por la estructura, la simetría y la unidad temática en una novela con huevos parlantes - probablemente piensen que el episodio de la Avispa no era tan malo como para ser suprimido, y que el viejo gruñón es un personaje gracioso, malhumorado pero bueno en el fondo. No podemos discutir los motivos de Carroll y Tenniel para prescindir de él, pero es significativo que el autor conservase las galeradas entre sus documentos personales. Martin Gardner sugiere que, del mismo modo que es comúnmente aceptado que Carroll se retrató en el Caballero Blanco, es muy posible que la Avispa fuera otra versión de sí mismo: un anciano achacoso, solo, áspero y desengañado. No como se veía en el futuro, sino como temía verse. Puede que el episodio de la Avispa fuera escrito en un momento de poca inspiración y bajo estado de ánimo, y que tanto Carroll como Tenniel se sintieran satisfechos de que no llegara a la versión final, pero nosotros nos alegramos de que Carroll nunca se desprendiera totalmente de esa pequeña parte de su creación, y de que la Avispa y su peluca escaparan a todos los peligros para acabar viendo la luz muchos años más tarde. 


Este episodio recuperado se puede leer en su idioma original aquí, en una traducción de un autor que no he podido identificar aquí, y en mi propia versión en castellano aquí.


Fuentes: 


"Alicia a través del espejo" de Ángel Domínguez, en eitb.eus


Ángel Domínguez, página oficial del artista. 


Barry Moser, página oficial del artista.


CARROLL, Lewis; GARDNER, Martin (ed.). The Annotated Alice, Penguin, Londres, 2001.


CARROLL, Lewis; GARDNER, Martin. The Wasp in a Wig. A "Suppressed" Episode of Through the Looking-Glass and What Alice Found There, Macmillan London Limited, Londres, 1977. 


COHEN, Morton N. Lewis Carroll: A Biography. Random House, Nueva York, 1995.


COLLINGWOOD, Stuart Dodgson. The Life and Letters of Lewis Carroll, T. Fisher Unwin, Londres, 1898.


John Coulthart, página oficial del artista, y feuilleton, su blog personal. 


John Vernon Lord, blog personal del artista.



19 de marzo de 2021

Alicia de John Henderson (1998)

 




Alice through the Looking Glass, conocida en España como Alicia y el espejo mágico, es una película británica del director John Henderson, hecha directamente para televisión en 1998. Tiene una duración de una hora y veintitrés minutos, y adapta casi en su totalidad A través del espejo, sin formar parte de Alicia en el País de las Maravillas. Fue filmada en la Isla de Man.



Portada de la edición española.


La obra más popular de John Henderson es la miniserie de 1992 The Borrowers, y su continuación The return of the Borrowers, sobre una familia de hombrecillos diminutos que vive en casa de personas de tamaño normal, basada en una serie de novelas del mismo título de Mary Norton. Ha dirigido también películas de cine como el drama Lago Ness (1996) y la comedia Traedme la cabeza de Mavis Davis (1997), pero la mayor parte de su trabajo consiste en series y películas televisivas. En el mismo año en que dirigió Alicia, ya había adaptado un cuento de fantasía con Jack y las alubias mágicas


Kate Beckinsale como Alicia.

El papel de Alicia fue interpretado por Kate Beckinsale, que había aparecido en algunas comedias románticas como Mucho ruido y pocas nueces (1993) y el drama La tabla de Flandes (1994), entre otras películas de bajo presupuesto, desconocidas fuera del Reino Unido. En la década de los 2000 saltaría a la fama interpretando a Selene en la saga Underworld. Beckinsale tenía veinticinco años y estaba embarazada cuando hizo de Alicia en esta película, siendo una de las actrices de mayor edad que ha interpretado al personaje, solo superada por Kate Burton en la versión de Kirk Browning, que tenía veintiséis; y por Meryl Streep en Alice at the Palace, que tenía treinta y tres (y también estaba embaraada). 

 

 

 

La película tiene un comienzo poco ortodoxo, al ambientarse en una habituación infantil moderna. Una niña de unos siete años (Charlotte Curley, que en los créditos aparece como "Pequeña Alicia", pero en cierto momento es llamada con otro nombre) está acostada en la cama, y su madre está a su lado, leyéndole el cuento de A través del espejo



Cuando llega a la parte en que Alicia se pregunta cómo será la casa del otro lado del espejo, la niña dice que el espejo de su habitación es como el del libro, y que hay un mundo diferente al otro lado. Insiste en ello hasta que su madre se levanta y se acerca al espejo para asegurarle que no tiene nada especial. Pero entonces la superficie se vuelve translúcida, y la Alicia madre atraviesa el espejo y pasa a la habitación del otro lado, en la que lleva un vestido con enaguas en vez de jersey y vaqueros. No se inmuta en lo más mínimo, y enseguida comienza a fijarse en las piezas de ajedrez del Rey y la Reina Blancos (Geofrey Palmer y Penelope Wilton) que pululan por allí buscando a su bebé Lirio Atigrado (Louise J. Tylor). 




A partir de ese momento, la película sigue fielmente los episodios de A través del espejo. Alicia lee el poema "Jabberwocky" y, deseando explorar los alrededores, sale al jardín, donde conoce con unas surrealistas flores parlantes: la Rosa (Rebecca Palmer) y las Margaritas (Paulette Williams y Tanya Luternauer). 

 

 


 

A continuación se encuentra con la Reina Roja (Sian Phillips), quien le explica que puede moverse por el Mundo del Espejo como un peón de ajedrez y convertirse en reina al llegar a la última fila. 


 

 

Alicia cruza la primera fila a través de un portal dimensional (cada avance de una fila del tablero a la siguiente se indicará de esta manera) y se encuentra viajando en el compartimento de un tren. El revisor (John Tordoff) le pide el billete, y cuando Alicia explica que no lo tiene, un hombre vestido con un traje de papel (Jasper Holmes) intenta echarle una mano. El tren desaparece en otro portal dimensional, y Alicia está ahora bajo un árbol. Oye el sonido de un mosquito, que primero aparece como una marioneta pero después se muestra como un ser humanoide (Steve Coogan). 



El Mosquito le habla de los diferentes tipos de insectos del Espejo y le advierte sobre el bosque en el que uno puede perder su nombre, y desaparece, entristecido, cuando Alicia le dice que sus chistes son malos y no debería contarlos. Sola nuevamente, y cambiando de vestido y peinado en cada escena, Alicia se interna en el bosque y no tarda en encontrarse con Tweedledee (Marc Warren) y Tweedledum (Garry Olsen), quienes le recitan el poema "La Morsa y el Carpintero", en el que los personajes, nuevamente, son representados de modo alterno por marionetas y por actores con disfraz (Brian Gilks como Morsa y John Cashen como Carpintero). 




Terminado el poema, le presentan al durmiente Rey Rojo (Michael Medwin) y le explican que en ese momento está soñando con ella, y que si se despierta, Alicia desaparecerá. 



La mujer comienza a marcharse cuando se tropieza con la carraca rota, lo que lleva a los hermanos a pertrecharse con todo lo que encuentran (incluyendo un disco del Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band) para pelear durante unas horas. Como la propia Alicia adivina al recordar el final de la cancioncilla, aparece un cuervo que ahuyenta a los hermanos, con lo que se zanja la discusión. Alicia sigue paseando por el bosque, atraviesa otro portal, y entra en una casa abandonada murmurando para sí "aquí no podrá cogerme", aunque no se había visto que huyera del cuervo. En la casa se encuentra con la Reina Blanca, quien le ofrece un trabajo de asistenta personal y le explica el funcionamiento del tiempo en el Mundo del Espejo. 



De pronto, la casa es una tienda, y la Reina está haciendo ganchillo. Alicia le compra un huevo, pero cuando va a cogerlo, este se aleja cada vez más, y al seguirlo se ve de nuevo caminando por el bosque, quitándose ramas de la cara. Llega a un claro en el que se alza una altísima torre, en cuya cúspide se encuentra sentado Humpty Dumpty (Desmond Barrit). Alicia le dice sin pestañear que tiene siete años y medio.






Humpty Dumpty recita completo el poema "Jabberwocky", que es representado por un niño, como guerrero, y una marioneta como monstruo (el niño es Jonathan Bailey, y su personaje aparece en los créditos como "Lewis"). A continuación le explica a Alicia algunas de las palabras difíciles del poema; sin embargo, su conversación termina bruscamente, y Alicia se marcha algo molesta, sin darse cuenta de que Humpty Dumpty se cae de la torre y se hace pedazos. Llegan todos los hombres de pie y los jinetes del rey para recomponerlo, pero acaban tropezándose unos con otros y armando un gran revuelo. Alicia sigue su camino y atraviesa otro portal, tras el cual se encuentra al propio Rey Blanco y a Haigha, uno de sus mensajeros anglosajones. Cuando estos se marchan a ver la pelea del León y el Unicornio, Alicia cruza otro portal, y no tarda en aparecer un Caballero Rojo (Greg Wise) que la reclama como su prisionera. Pero se cae del caballo, y antes de que vuelva a montar aparece el Caballero Blanco (Ian Holm) que la defiende, y también se cae del caballo. De nuevo sobre sus cabalgaduras, ambos acuerdan luchar por Alicia y respetar las reglas del combate. Tras muchos golpes y varias caídas más, el Caballero Rojo reconoce su derrota y se marcha. 




Alicia sigue por el bosque intentando ayudar con sus tropiezos y caídas al Caballero Blanco, quien le habla de sus múltiples inventos mientras la acompaña a la última fila del tablero de ajedrez, donde se convertirá en Reina. Al despedirse de ella, le recita el poema "Ojos de bacalao". 




Tras separarse del Caballero, Alicia está a punto de atravesar el último portal, pero oye algo que llama su atención y retrocede para ver qué es. Son los lamentos de la Avispa (Ian Richardson), un anciano que se queja de dolor de huesos. 





Alicia se sienta a su lado e intenta darle algo de conversación y leerle el periódico, pero el hombre está malhumorado y resentido. Le explica que todos sus males se deben a que se dejó convencer para raparse al cero y ponerse un peluquín amarillo, lo que solo le ha valido burlas desde entonces, ya que nunca le volvió a crecer el cabello. Pero se anima un poco al ver que Alicia tiene una mandíbula y unos ojos poco funcionales (desde el punto de vista de una avispa, claro) y Alicia, viendo que ya ha dejado de lamentarse, decide despedirse y atravesar el último portal. Cuando lo cruza, se convierte en Reina y una corona aparece sobre su cabeza. 



Llegan las Reinas Roja y Blanca y le explican que no es suficiente una corona para ser Reina, y que debe pasar un examen de aptitud. 





Le hacen preguntan retorcidas y capciosas, y la critican por no saber resolverlas, hasta que se quedan dormidas sobre los hombros de Alicia. Esta se las quita de encima y se dirige al cercano castillo, donde una puerta pone claramente "Reina Alicia". 




Tras recorrer varias dependencias completamente vacías, Alicia llega a un ruidoso salón lleno de invitados, alrededor de una gran mesa repleta de  comida. Las Reinas Roja y Blanca le dicen que se ha perdido los dos primeros platos pero llega a tiempo del asado, a quien le presentan. Alicia intenta servirse un trozo, pero las Reinas le recriminan que es de mala educación comerse a alguien a quien le han presentado, y retiran el asado. Cuando los camareros traen el pudín de postre, Alicia pide que no se lo presenten, pero la Reina Roja lo hace igualmente, y el camarero vuelve a llevárselo. Alicia recuerda entonces que ella es Reina también, ordena al camarero que ponga de nuevo en la mesa el pudín, y comienza a cortar un trozo, lo que no le parece nada respetuoso al Pudín.





Para disimular, Alicia comenta que todas las poesías que le han recitado ese día tienen que ver con pescados. Los invitados la vitorean, y la Reina Roja la anima a dar un discurso, pero la fiesta comienza a descontrolarse. Alicia tiene visiones de escenas que le han ocurrido (incluso de algunas que no ha llegado a ver, como a Humpty Dumpty cayendo de la torre), los invitados y las cucharas bailan encima de la mesa, y la Reina Blanca emerge desde el interior de la sopera. Alicia se levanta, da un fuerte tirón del mantel... y está de nuevo frente al espejo de la habitación de su hija. Un poco confundida, le dice a la niña que seguirán leyendo el cuento a la noche siguiente, le da su peluche de morsa y un beso de buenas noches, y se va apagando la luz. Cuando se queda sola, la niña coge una linterna y se mete bajo las sábanas a seguir leyendo el libro. Lee el acróstico con el que se cierra A través del espejo, y en las últimas estrofas la voz de su madre se superpone a la suya.




Esta adaptación es una de las más fieles de A través del espejo, y la única, por el momento, que incluye el recitado de "Ojos de bacalao" y el capítulo perdido de "La Avispa con Peluca". Sin embargo, no están todos los episodios de libro; se echan en falta el Bosque de los Olvidos donde Alicia se encuentra con un Cervatillo, y la pelea entre el León y el Unicornio, además de un mejor desarrollo del jardín (donde debería haber unos elefantes libando polen) y el viaje en tren, en que varios de los pasajeros, como la Cabra, se ven en imágenes sueltas, probablemente debido al bajo presupuesto de la producción. El que la Morsa y el Carpintero aparezcan alternativamente como actores y como marionetas dentro de la misma secuencia resulta algo confuso, y que Haigha no sea más que un holograma es desconcertante.


Alicia, el Rey Blanco y el no-muy-corpóreo Haigha.

Pero lo que más afecta a esta película, que podría haber sido bastante buena, es indudablemente el haber elegido a una actriz adulta como Alicia. Kate Beckinsale es una mujer muy hermosa, y parece claro que tiene el papel protagonista solo por eso. La película no escatima primeros planos de su rostro, y cambia de vestuario y peinado cada vez que cruza una línea del tablero, como si estuviera preparando un libro de fotos de presentación. Por lo demás, no actúa, no interpreta, no hace nada. No reacciona ante lo que ve o lo que pasa, no cambia de tono, no se inmuta. Es exactamente el mismo problema que tienen todas las Alicias de más de veinte años: no pueden interpretar a una niña de modo creíble. Se comportan con calma y serenidad, como si nada fuera con ellas y no estuvieran vistiendo un miriñaque. Como sus predecesoras Kate Burton y Carol Marsh, Kate Beckinsale parece muy consciente de que su papel aquí es sonreír y ser guapa, no interpretar a Alicia. Teniendo, como tenían, una niña actriz de siete u ocho años que sale al principio y al final, la única explicación posible es que el director y el jefe de reparto no querían una Alicia realista, sino una mujer atractiva que saliera en todos los planos, independientemente de lo adecuada que fuera para el papel. Y se nota: esta es la segunda adaptación de los libros de Alicia peor valorada en IMDb (la primera es la versión de Bud Pollard) y los comentarios positivos se refieren a lo preciosa que es Kate Beckinsale, y poco más. 



Si algo tiene esta película que la haga inolvidable - además de la ya mencionada secuencia de la Avispa, que es un buen punto a su favor - es la interpretación de Sir Ian Holm, el Caballero Blanco. Aunque sin duda el papel que le dio una mayor popularidad fue el de Bilbo Bolsón en todas las películas de El Señor de los Anillos y El hobbit en que este personaje aparece como anciano, Holm era un actor de formación teatral shakesperiana, con una extensa carrera de más de cien papeles en teatro, cine, radio y televisión. Anteriormente ya había trabajado con el director John Henderson en la serie The Borrowers, y tampoco era ajeno a los libros de Alicia: en 1985 había interpretado a Lewis Carroll en Dreamchild de Dennis Cooper. Holm hace una maravillosa interpretación del Caballero Blanco, con la torpeza, la dulzura y la ingenuidad casi infantiles que caracterizan a este personaje, y recita de forma sublime el poema "Ojos de Bacalao". Su actuación conmueve de un modo que solo puede equipararse a la lectura del texto original, y aunque ha habido algunos Caballeros Blancos muy grandes, creo que en próximas adaptaciones de A través del espejo va a ser difícil superar a este. 


Portada de la edición francesa.

La película se ha editado en formato doméstico en varios países e idiomas, y en la actualidad es bastante fácil de encontrar en DVD en Estados Unidos y el Reino Unido. En España fue doblada al castellano por los estudios Q.T. Lever de Barcelona, y publicada por Planeta Junior en VHS en 2000 y en DVD en 2008; ahora se encuentra descatalogada, pero se puede encontrar de segunda mano. En el momento de publicación de esta entrada se puede ver también en varios canales de vídeo, tanto en su versión original como doblada al castellano. En este aspecto, quiero destacar que, si bien todos los actores y actrices de doblaje hacen un buen trabajo en esta película, el de Alberto Trifol como Caballero Blanco es realmente magnífico, y no desmerece en nada al de Ian Holm. Es una película que recomiendo ver aunque sea solo por este pasaje. El resto no está mal; da lástima pensar que podría haber sido mucho mejor, pero no es doloroso de ver. 



Fuentes: 


eldoblaje.com


Internet Movie Database


Wikipedia

 

1 de marzo de 2021

Citas falsas para la posteridad

 







A principios de febrero de este año, The Westminster Collection, una compañía creadora y distribuidora de monedas y sellos conmemorativos, acuñó una colección de cinco monedas de cincuenta peniques, de curso legal en la Isla de Man, con ilustraciones de personajes de Alicia en el País de las Maravillas en el reverso. Los dibujos son obra del caricaturista Stephen Lee y representan a Alicia examinando la botella "bébeme", al Gato de Cheshire en su rama, al Conejo Blanco mirando su reloj a la carrera, al Sombrerero en su mesa de merienda, y a la Reina de Corazones jugando al croquet. Las monedas están disponibles en oro de veintidós quilates, en plata de primera ley con los relieves coloreados, y en aleación de cuproníquel. El precio es el propio de estos productos numismáticos especiales: unos 36€ para la colección en cuproníquel, 374€ para la de plata decorada, y 1436€ para la de oro. Sería una buena adición a las vitrinas de algún afortunado con los bolsillos muy llenos (la serie de plata decorada es especialmente bonita), si no fuera por un detalle que puede resultar banal para los coleccionistas de monedas en general, pero  saca de quicio a los aficionados a Lewis Carroll en particular: las ilustraciones están acompañadas de citas, y dos de las cinco nunca fueron escritas por Carroll.



Las citas, desgraciadamente, han debido de ser seleccionadas por alguien que nunca ha leído los libros, y las ha copiado del primer resultado que le ha salido en Google. Y ha tenido suerte con dos de ellas, que sí aparecen en el libro: la de Alicia ("¡Qué sensación tan curiosa!, dijo Alicia"; es lo que dice tras beber de la botella y comenzar a disminuir de tamaño) y la del Gato de Cheshire ("Todos estamos locos aquí"; la dice durante su primera conversación con Alicia). 




La de la Reina de Corazones, casi la acierta: en la moneda pone "¡Ya es suficiente! ¡Que les corten la cabeza!". Pero, aunque es muy conocida la afición de la Reina a ordenar decapitaciones, en ningún momento del libro dice esas dos frases juntas. 





Es al leer las otras dos monedas cuando nuestras propias cabezas desean que las separen del cuerpo. El Sombrerero dice: "No estoy bajo ninguna obligación de tener sentido para ti" y el Conejo Blanco exclama: "Cuanto más me apresuro, más atrás me quedo". Ninguna de las dos se puede encontrar, ya no en Alicia en el País de las Maravillas, sino en ningún texto nunca escrito por Carroll. Ambas aparecen con irritante frecuencia en productos adornados con las ilustraciones de Tenniel - que ya llevan mucho tiempo en el dominio público - y toda clase de páginas y libros de citas divertidas o "inspiradoras". Pero ya no se trata de una estudiante de arte que intenta vender sus collages en Etsy; es la Casa de la Moneda de un territorio perteneciente a la Corona Británica que encarga una serie de piezas para coleccionistas. 





Y sin embargo no es la primera vez, por raro que parezca, que una cita o un dibujo erróneos acaban en algo tan perdurable como una moneda.  También a principios de este año, la Real Casa de la Moneda británica sacó una pieza de dos libras para conmemorar el septuagésimo quinto aniversario de la muerte de H.G. Wells. En la ilustración se mostraba un traje vacío que intentaba representar a El hombre invisible, salvo por el sombrero que copa que el personaje no vistió en ningún momento del libro. Aunque quizá ese detalle se pasaría por alto al ver el monstruoso trípode de La guerra de los mundos, al que Chris Costello, el diseñador, dibujó con cuatro patas. Repito: dibujó un trípode con cuatro patas. La cita que aparecía en el canto de la moneda, "Los buenos libros son almacenes de ideas", tampoco era totalmente correcta; la original decía "Los buenos libros son los almacenes de los ideales".  


El trípode de cuatro pies, único en su especie.

Hace algunos años, en 2013, el Banco de Inglaterra también se lució al emitir un billete de diez libras con la imagen de Jane Austen y la cita: "Declaro, después de todo, que no hay placer como el de la lectura". La cita es de Orgullo y prejuicio y está puesta en boca de Caroline Bingley...  una mujer que desprecia los libros y que dice esa frase intentando quedar bien ante el hombre que le interesa. El mismo año, el Banco Central de Irlanda había emitido una moneda conmemorativa del Ulises de James Joyce con la cita: "Ineluctable modalidad de lo visible: al menos eso, si no más, pensado con los ojos. Firmas de todas las cosas que estoy aquí para leer". Añadieron, "por un error humano", una palabra de más a la cita original, que decía: "Firmas de todas las cosas estoy aquí para leer". Aunque la partícula añadida no afecta al sentido ni a la interpretación de la frase, el Banco Central de Irlanda, en un ejercicio de honradez, aceptó la devolución de las monedas por su mismo precio de venta (46€). 





Cualquiera pensaría que los encargados de diseñar monedas para coleccionistas saben contrastar las fuentes de las citas, copiar palabras de un libro, o por lo menos contar las patas de un trípode. Que recurran a las páginas de "frases bonitas" y no sean capaces de leer los textos para un trabajo tan serio, para mí es un reflejo de la indiferencia con que estos diseñadores e ilustradores tratan la literatura y a los autores, como si la integridad de los textos a los que se pretende honrar fuera un obstáculo para realizar una moneda bella y vistosa. 




Hace poco más de un año ya dediqué una entrada a comentar las citas espurias atribuidas a Carroll, y la difusión de citas falsas en general en las redes sociales. Para aquellos que lean inglés, debo referirme a este artículo, publicado también en fecha de hoy, en que la Dra. Franziska Kohlt y Lenny de Rooy, de la Sociedad Lewis Carroll del Reino Unido, comentan los errores en estas monedas, y la abundancia de citas procedentes de las películas de Disney pero atribuidas a los libros originales.


Frase de la película de Tim Burton,
 nunca dicha o escrita por Lewis Carroll.
Citas como esta deberían quedarse en el agujero.

Como ya comenté en mi anterior artículo, en pleno siglo de Internet no hay excusa para no comprobar que esa cita guay es exactamente como la estás leyendo y pertenece al autor al que se le atribuye. No es ningún secreto que cualquiera puede publicar cualquier cosa en Internet sin pasar por ningún filtro, y como consecuencia la mayor red de información del mundo está llena de bobadas. Pero no me hagáis caso a mí; hacédselo al padre de la democracia, que en una famosa ocasión dijo lo siguiente:




Fuentes: 


FLOOD, Alison. "Off with their heads! Why are Lewis Carroll misquotes so common online?", en The Guardian, 1 de marzo de 2021.


James Joyce: Bank regrets 'error' in coin, BBC News, 11 de abril de 2013.


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