Mi agradecimiento al
Supervisor General por proporcionar el título de esta entrada.
El Grifo, Alicia y la Tortuga Falsa, por John Tenniel (1865).
Hace unas horas he visto
una publicación en Facebook. Procedía de una página portuguesa, y en ella se
mostraba un dibujo en blanco y negro de Alicia y el Conejo Blanco abrazados,
acompañado de un texto. No proporciono información de la página ni
enlaces a la publicación para evitar darle la menor publicidad.
El texto, en pocas
palabras, trata de lo siguiente: Alicia le pregunta al Conejo si la ama, y el
Conejo contesta que no. Alicia se entristece, y el Conejo procede a darle
una charlita terriblemente cursi sobre el amor y la autoestima. No pasaría de
ser un fragmento propio de un libro de autoayuda de tres euros si no fuera porque
al final se atribuye a Alicia en el País de las Maravillas de
Lewis Carroll.
He contactado
inmediatamente con la página para comunicarles que la “cita” no es de Alicia
en el País de las Maravillas ni de ningún otro texto que haya escrito
Lewis Carroll; muy posiblemente, el responsable o responsables de la página
también lo han copiado de otro sitio y ni se han molestado en comprobar su
legitimidad, como hace tantísima gente en Internet. Me han respondido que
“incluso siendo falsa, la metáfora del texto es muy preciosa” y han defendido el contenido de la
publicación por encima su autoría. He tenido que insistir en otros dos mensajes
en que compartir deliberadamente información
falsa y usar el nombre de un autor famoso para promover su publicación revelan
una muy lamentable falta de ética. La persona responsable de la página ha
concluido la conversación asegurando que, “si Facebook se lo permite”, retirará
el nombre de Carroll.
Frente a sus muchas e
incuestionables virtudes, una de las grandes pegas de Internet es que
cualquiera, literalmente cualquiera, puede escribir lo que le dé la gana, poner
al lado la foto y el nombre de un personaje famoso (Paulo Coelho, Albert
Einstein y Abraham Lincoln son tres grandes favoritos) y publicarlo sin más
como cita de dicho personaje. Y la gente se lo cree. Como filóloga hispanista,
me doy cabezazos contra la pared cada vez que alguien se inventa una frase que
le parece profunda y poética, le añade “amigo Sancho”, y la hace pasar por una
cita del Quijote.
No se trata de un problema nuevo: cientos de
citas y frases famosas en la cultura popular no proceden de quien se asegura
que las dijo, o fueron malinterpretadas, mal oídas o mal traducidas. Puede que
el caso más flagrante sea “el fin justifica los medios”: exitus acta
probat es una cita de Ovidio, no de Maquiavelo, quien discutió este
concepto en El Príncipe pero ni siquiera mencionó la frase. La
citas modificadas o erróneas de obras de William Shakespeare, como las
del Quijote, se cuentan por docenas.
Ni lo dijo Cervantes, ni está en el Quijote.
En la actualidad, lo más
frecuente – y lo que muy a menudo sucede en el caso de Alicia –
es que se atribuyan citas de las películas a los libros o los hechos reales en
los que éstas se basan. Arthur Conan Doyle nunca escribió “Elemental, querido
Watson”: lo dijo el actor Clive Brook en El retorno de Sherlock
Holmes de 1929, y la frase, a su vez, había sido tomada de una novela
de 1915, Psmith, Journalist, de P.G. Wodehouse. Del mismo modo, “Estás completamente loca, pero te diré
un secreto: la mejor gente lo está” y “¿Cuánto dura la eternidad? A veces, solo
un segundo” son frases que ahora aparecen como setas tras la lluvia junto a
cualquier ilustración de Alicia en el País de las Maravillas, pero no
pertenecen para nada a las obras de Lewis Carroll sino a la película de Tim Burton. Hace un año ya mencioné en esta entrada que algunas editoriales
publican frases de la película atribuyéndolas a Lewis Carroll sin molestarse en
mirar.
La ilustración es de Flavia Sorrentino. La cita no es de Carroll.
¿Qué ha pasado con esta
publicación del Conejo y Alicia tiernamente abrazados? Alguien, quizá con buena
intención, ha hecho el dibujo y ha filosofado un poco. O quizá el
autor del dibujo y el del texto son diferentes, y se trata de alguien a quien
le ha gustado el dibujo y ha escrito un texto inspirado en él, o viceversa. No
sabemos quién pone la guinda atribuyendo esa patochada sentimental a Lewis
Carroll. A lo mejor ha sido el propio autor, que ha intentado usar el nombre de
Carroll para difundir su mensaje; a lo mejor el autor no es responsable, y se
ha limitado a compartir su texto, y ha sido posteriormente otra mano quien ha
creído que pertenecía a los libros de Alicia. El anonimato y la
fácil circulación de material en las redes causan estos desaguisados. En
cualquier caso, tenemos a una persona a quien la autoría del texto le da igual,
y se compromete a regañadientes a corregir el error. Falta que lo haga.
Es imposible que podamos
contrastar cada mínimo fragmento de información que recibimos. El bombardeo es
constante y desde todos los flancos, y la simple supervivencia diaria requiere
creer en muchísimas cosas que no podemos comprobar, como que la persona frente
a la cual nos volvemos confiadamente no nos apuñalará por la espalda, o que el
piloto del avión al que nos subimos no se ha bebido hasta el agua de los
floreros antes de ponerse a los mandos. Pero, siempre que tengamos la
oportunidad, deberíamos comprobar las fuentes, respetar las autorías y los
hechos históricos, asegurarnos de hacer las cosas bien y darle al César lo que
es del César. Dijo San Mateo que lo dijo Jesús. ¿Será verdad?
Lamentable, pero así son las cosas hoy en día. Precisamente ahora que el acceso a la información es mayor que nunca, y que cualquiera que tenga internet tiene instantáneamente a su disposición más conocimientos de los que podía acumular a lo largo de toda su vida una persona de un siglo atrás, se tiende más a la ignorancia. Lleva apenas unos minutos contrastar una información, pero casi nadie se molesta en hacerlo.
ResponderEliminarUno de los versos de "Soldado español" de Calderón de la Barca dice "La milicia no es más que una religión de hombres honrados". Se escribió en una época en la que la mujer no tenía ni acceso voluntario al ejército ni un servicio militar obligatorio. Algunos años después de la incorporación de la mujer al ejército, esa parte fue reescrita como "La milicia no es más que una religión de MUJERES y hombres honrados". Lo de escribir "mujeres" todo en mayúsculas no lo he puesto yo para resaltarlo, aparece tal cual en el nuevo texto. Y aun después de modificarlo se le sigue atribuyendo a Calderón de la Barca. Mucha gente falsea citas o textos por error. El personaje de Rambo nunca dijo "su" famosa frase de "Dios mío, no encuentro sus piernas", por ejemplo. Pero otros lo hacen expresamente para que personas más importantes o conocidas que ellos digan lo que les conviene o "les den la razón". En plena era de la información, la gente parece más ignorante que nunca.
Puede que la intención de quien escribió eso que comentas fuera buena, pero atribuirlo a otra persona en lugar de admitir que es suyo es en cierto modo un acto de cobardía; una forma de no dar la cara y poner palabras propias en boca de alguien a quien la gente no va a contradecir.
Conocía el poema de Calderón, pero no la reescritura feminista de su último verso. ¿Han cambiado también la parte de "pobre y desnudo" porque aludir a la desnudez es cosificar a los seres humanos, y presentar la pobreza como algo negativo es aporofobia?
EliminarEs cierto, y preocupante, que cuanto más fácil resulta acceder a la información y contrastar datos, más tiende la gente a no hacerlo. No lo he comentado en la entrada porque se aleja un poco del tema de las citas atribuidas falsamente, pero hace unos años se pusieron de moda las páginas que publicaban presuntas fotografías post mortem de la época victoriana, con la consecuencia de que mucha gente se dedicó a buscar en Internet escaneados de fotografías victorianas y a etiquetar como post mortem cualquiera en que saliese un sujeto con los ojos cerrados o la cabeza un poco caída. La muy predecible consecuencia es que esas páginas se llenaron de fotos de personas que históricamente estaban muy vivas en el momento en que fueron fotografiadas. Una fotografía que vi repetida en varias páginas fue precisamente un retrato de Lewis Carroll, en el cual, por el hecho de tener el mentón apoyado en una mano, las lumbreras de Internet ya deducían que era un cadáver "colocado de manera" que pareciese vivo. Como habría dicho Mark Twain, "la noticia de mi muerte fue una exageración". Había docenas de comentarios en esa foto, así como en otras, que aseguraban que el fotografiado no estaba para nada muerto, pero no parecía que el autor de la página se diera mucha prisa en comprobarlo.
En el caso del texto que nos ocupa, cualquiera tiene derecho a escribir fanfiction sobre una obra ya inventada, sobre todo si, como los libros de Alicia, es ya de dominio público. Pero, aunque no quiera firmar con su nombre, sería un detalle que por lo menos dijera que los personajes de Alicia y el Conejo Blanco pertenecen a Lewis Carroll pero el texto no.
Ya no es sólo desinformación, estamos en la sociedad del postureo. Pongo en mi página una cita que me invento con el nombre de un autor famoso y que ruede mi invención (y mi página) por Internet.
ResponderEliminarLa gente no busca información, no busca "la verdad", comparte cosas que hace o dice para buscar reconocimiento y piropos, aunque, para ello, deban recurrir a una máscara y no mostrarse cómo son realmente...
Creo que si uno se siente orgulloso de lo que hace, escribe o dibuja, y quiere compartirlo por Internet, lo mínimo que puede hacer es decir su nombre. Hay algo extraño y contradictorio en el hecho de publicar algo en un medio de comunicación de masas pero hacerlo con un pseudónimo. A no ser, por supuesto, que hablemos de países o culturas en que una opinión puede costarle la vida al periodista o el intelectual, en cuyo caso veo completamente justificado el anonimato. Pero si no es el caso, ¿por qué simplemente no usas tu nombre en algo que es tuyo? Y, si no quieres que la gente sepa que es tuyo, ¿por qué lo publicas?
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