18 de febrero de 2020

"Eres viejo, Padre William" (1865)


Y haces el pino constantemente...


You are old, Father William” es un poema absurdo que aparece en Alicia en el País de las Maravillas, en el episodio V, “Consejos de una oruga”. Está presente en la primera versión de la novela, Las aventuras de Alicia bajo tierra, y el propio Carroll lo ilustró con cuatro dibujos, como haría posteriormente John Tenniel.


Durante su conversación con la Oruga, Alicia se lamenta de que ya ha intentado recitar un poema que se sabía de memoria: “¡Cómo la afanosa abejita...!” (“How Doth the Busy Little Bee”, de Isaac Watts), y en su lugar le había salido algo diferente: “¡Cómo el pequeño cocodrilo...!”. La Oruga le propone que recite ese poema que comienza diciendo “Eres viejo, padre William...”. El texto al que se refiere, de hecho, se titula “Los consuelos del anciano, y cómo los obtuvo”, (The Old Man's Comforts, and How He Gained Them”), de Robert Southey, y había sido originalmente publicado en 1799.


Los poemas que imita Carroll en sus libros (no solamente en los de Alicia) suelen ser textos didáctico-morales muy conocidos en su época, pero que hoy solamente se recuerdan gracias a su parodia. El romántico Robert Southey formaba parte de los “poetas lakistas” con Samuel Coleridge y William Wordsworth, y fue nombrado poeta laureado de Inglaterra por el rey Jorge III en 1813, pero “Los consuelos del anciano y cómo los obtuvo” no es ninguna obra destacada: se trata un sermoncillo sobre cómo la fe y la serenidad garantizan una vejez saludable, y de no ser por la humorística versión de Carroll, probablemente se habría olvidado en la actualidad. 



En su traducción de Alicia en el País de las Maravillas, Emilio Pascual incluye una versión en octosílabos y con rima asonante del poema de Southey, que titula “El consuelo de la vejez y de cómo lograrlo”.  La adaptación en verso, aunque elegante y muy fiel al sentido, obliga a extender la original, mucho más concisa. Ofrezco aquí una traducción literal.

“Eres viejo, padre William”, exclamó el joven.
“Los pocos mechones que te quedan son grises,
pero estás sano, padre William, eres un robusto anciano,
y te ruego que me digas la razón”.

“En mis días de juventud”, replicó el padre William,
“consideré que la juventud pasaría deprisa
y no abusé de mi salud y mi vigor
para que luego no me faltaran”.

“Eres viejo, padre William”, exclamó el joven.
“Y los placeres con la juventud se van,
y sin embargo, no lamentas los días pasados,
y te ruego que me digas la razón”.

“En mis días de juventud”, replicó el padre William,
“consideré que la juventud no duraría
y pensé que en el futuro, hiciera lo que hiciera,
no me abrumaría el pasado”.

“Eres viejo, padre William”, exclamó el joven.
“Y tu vida pasa muy deprisa,
¡pero estás alegre, y te encanta conversar sobre la muerte!,
y te ruego que me digas la razón”.

“Estoy alegre, jovenzuelo”, replicó el padre William.
“Y la razón escucha atentamente:
¡en mis días de juventud me acordé de mi Dios!
Y Él no me ha olvidado en mi vejez”.

Acostumbrada, como cualquier niña victoriana de clase alta, a declamar un poema cada vez que un adulto se lo ordena, Alicia adopta una postura formal, cruzando las manos sobre su regazo, y recita un poema parecido, pero no igual. La traducción es de Emilio Pascual (también en octosílabos y con rima asonante); las ilustraciones, de John Tenniel.

“Sois viejo, padre Guillermo”,
dijo el joven, “Y muy cano
se ha puesto ya vuestro pelo.
Sin embargo, ¡de cabeza
os estáis siempre poniendo!
Decidme, ¿con vuestros años
os parece sensato eso?”.


“En mis años juveniles”,
replicó a su hijo Guillermo,
recelé que esto pudiera
estropearme los sesos.
Mas, después de tantos años,
y ahora que he descubierto
que no me queda ninguno,
¡me pongo así cuando quiero!”.

“Sois viejo”, prosiguió el joven,
“como observé hace un momento,
y os habéis puesto muy gordo,
amondongado y mostrenco.
Pero al cruzar el umbral,
¡disteis dos tumbas de miedo!
Os ruego que respondáis:
¿cómo explicáis el portento?”.


“En mis años juveniles”,
 replicó en seguida el viejo,
sacudiendo el pelo blanco,
“la agilidad de mis miembros
mantuve en perfecta forma
con este precioso ungüento.
¡Un frasco por un chelín!
¿Quieres comprarme un par de ellos?”.

“Sois viejo”,
prosiguió el joven,
“y, por lo que ahora observo,
vuestras débiles mandíbulas
no podrían sin esfuerzo
masticar más que manteca.
Pero con todo y con eso,
¡os habéis comido un ganso
sin dejar un solo hueso!
Os lo pido por favor:
¿cómo habéis logrado hacerlo?”.


“En mis años juveniles”,
dijo el padre, “hice Derecho
y alterqué con mi mujer
por todo y en todo tiempo.
Y tal fuerza en mi mandíbula
desarrolló el parloteo,
que para toda la vida
me ha perdurado el efecto”.

“Sois viejo”, prosiguió el joven,
 “y la vista, por supuesto,
no la tenéis como antaño.
Sin embargo, ¡estáis teniendo
una anguila en la nariz
en equilibrio perfecto!
Decidme: ¿cómo pudisteis
desarrollar tal talento?”.


“¡Ya está bien!”, replicó el padre.
“Tres preguntas he respuesto,
¿y crees que voy a seguir
tus patochadas oyendo?
¡Vete de aquí, y menos humos,
no te pegue en el trasero
una patada que bajes
la escalera dando vuelcos!”.


La estricta Oruga, sin embargo, no aprecia la versión de Alicia: sentencia que “no lo has dicho bien” y que está “mal de principio a fin”, aunque luego no insiste en ello, sino que ya le pregunta a la niña qué tamaño le gustaría tener.

El poema, como otras parodias carrollianas de textos con sensiblería y moralina, hizo las delicias de los contemporáneos. Al igual que “Jabberwocky”, fue a su vez objeto de parodias: antes de 1900 ya había una veintena de poemas satíricos que tomaban como base el texto de Carroll, como uno que fue dedicado nada menos que al Káiser Guillermo: “You are Young, Kaiser William”, de Mostyn Pigott (Songs of a Session, 1896).

Peter Newell, 1902.

Dado que el poema está incluido en Alicia en el País de las Maravillas, y no tiene tanta relevancia como para publicarse de modo independiente, suele ser traducido por el mismo traductor del resto de la novela (excepto en las ediciones que cuentan con traductores diferentes para la prosa y el verso). Al igual que hace Emilio Pascual, Jaime de Ojeda y Jorge Romaní Gallego optan por usar la versión castellana del nombre, en sendas traducciones tituladas “Eres viejo, padre Guillermo”. Maricel Lagresa Colom traduce como “Eres viejo, padre Bill”; C.G. Aragón como "Sois viejo, padre William", y R. Ballester Escalas como “Eres viejo, papá Willy”. Siempre es interesante encontrar nuevas (o viejas) versiones, por mucho que la mayoría se alejen del original en pro de conservar métrica y rima. 

Charles Folkard, 1921.


Triste, aunque comprensiblemente, el recitado de este poema suele ser omitido en las adaptaciones cinematográficas de Alicia en el País de las Maravillas, ya que no muchas incluyen los poemas originales de Carroll (bien por el excesivo metraje que supondrían, bien por preferir sustituirlas por canciones originales). Aparece, por ejemplo, en las versiones de W.W. Young (1915), Bud Pollard (1931), George Schaefer (1955) y Jean- Christophe Averty (1970); en todas menos la segunda, unos actores representan el poema conforme Alicia lo declama. La versión de Walt Disney (1951) alude brevemente a él, al hacer que Tweedledee y Tweedledum comiencen a recitarlo, aunque Alicia no se quede a escuchar. En la adaptación para televisión de Irwin Allen (1985), Sammy Davis Jr. recita el poema entero en forma de canción, con algunos intermedios de claqué.

©Walt Disney, 1951.

Aunque se suele decir lo mismo de casi todos los poemas paródicos de Carroll, “Eres viejo, padre William” se considera una joya de la poesía del absurdo. Resulta impagable cómo el reverendo Dodgson, tan estirado y piadoso por su cuenta, no tuvo problema en cargar las tintas sobre el poema de Southey, convirtiendo al venerable anciano en un espabilado vejezuelo, y al admirado muchacho en un barbián de lo más impertinente. La parodia es más larga que el texto original, y aun así deseamos una estrofa más – y un dibujo más – en que el padre William cumpla su amenaza y el preguntón se vaya rodando escaleras abajo.


Fuentes:

CARROLL, Lewis; Ana-Emilia (trad.); PASCUAL, Emilio (trad.). Las aventuras de Alicia, Edival-Alfredo Ortells, Valladolid-Valencia, 1977.
                         - SOLANS MUR, Modest (ed.). Aventuras de Alicia Bajo tierra, Esdrújula Ediciones, Granada, 2015.

PETZOLDT, Suzanne. What Makes a Parody? A Comparison Between “Father William” by Lewis Carroll and “The Old Man’s Comforts and How He Gained Them” by Robert Southey, GRIN Verlag, Munich, 2017.

RUMENS, Carol. Poem of the week, en The Guardian, 3 de enero de 2012.

WikiMedia Commons.


12 de febrero de 2020

Alicia de W.W. Young (1915)




Alice in Wonderland es una película muda estadounidense estrenada en 1915, cincuenta años después de la publicación del libro. Es, cronológicamente, la tercera adaptación cinematográfica de Alicia en el País de las Maravillas, tras la versión de Cecil Hepworth de 1903 y la de director desconocido (discutiblemente atribuida a Edwin S. Porter) de 1910.

La historia de la producción y la distribución de esta Alicia es compleja. La película fue empezada, interrumpida, y retomada posteriormente por otro director y otro estudio; W.W. Young es quien terminó de grabarla, pero hasta 1919 se atribuyó a Martin S. Faust. Inicialmente, la película duraba casi dos horas, e incluía pasajes de A través del espejo, antes de que estos se cortaran y se distribuyeran por separado en 1920. En esa década, la propiedad de la cinta cambió varias veces de manos, y hacia 1928 llegó a creerse que la parte de A través del espejo era una película diferente filmada aquel año. 

Otras secuencias fueron cortadas por distintas razones (al principio, antes del sueño, Alicia cogía unas tartas sin permiso, lo que se suprimió por considerarse inadecuado para una película infantil) y, juntamente con las de A través del espejo, se han perdido. En la actualidad, la versión que se suele publicar y es más fácil de encontrar en canales de vídeo es la que incluye solamente la historia del País de las Maravillas, que dura unos cincuenta minutos; algunos canales la completan o reconstruyen añadiendo escenas cortadas, pero todo el material del Mundo del Espejo se considera perdido en la actualidad. Para mejor y más completa información sobre la accidentada historia de esta película, remito a la youtuber Phantomwise, admirable analista y compiladora de versiones antiguas de Alicia, y a la reseña de Fritzi Kramer.

Publicidad de una proyección en 1916.
Los intérpretes reconocidos en Internet Movie Database (IMDb) son Viola Savoy como Alicia, Herbert Rice como el Conejo Blanco, Harry Marks como el Dodo, Louis Merkle como el Lirón, y William Tilden como el Sombrerero. Phantomwise añade a Lotta Savoy, madre de la protagonista, y a un tal Elmo Lincoln como intérpretes de otros personajes sin identificar.

Prácticamente nada se sabe hoy en día de W.W. Young. Ni Wikipedia, ni IMDb, ni el American Film Institute (AFI) proporcionan los nombres a los que corresponden las iniciales, ni sus fechas de nacimiento y muerte. Aparte de esta película, IMDb solo lo credita como colaborador en un filme documental de 1930 sobre la teoría de la evolución, El misterio de la vida. No existe constancia de que participara en otras películas; IMDb y Phantomwise dicen que era un psicólogo infantil de Nueva York; probablemente, y por razones que son aún un misterio, la película de Alicia fue la única que nunca dirigió.

Viola Savoy, que tenía quince años en el momento de interpretar a Alicia, poseía una gran experiencia como actriz de teatro (según IMDb, había participado en más de cien producciones). Sin embargo, solo llegó a aparecer, en un papel secundario, en otra película más: The Spendthrift, de Walter Edwin, en el mismo año de 1915. Después, y aunque vivió hasta una edad avanzada, no volvió a actuar nunca más ni en el cine ni en la televisión.

Viola Savoy como Alicia.


De los demás actores creditados, Herbert Rice (el Conejo Blanco) es el único que parece haber tenido una carrera, aunque breve, en el cine; actuó en una veintena de producciones, la mayoría cortometrajes, entre 1912 y 1916. Los otros tres nombres solo tienen en su haber esta película.

Herbert Rice como el Conejo Blanco.


En el aspecto de la producción, el vestuario es más que correcto, muy elaborado y fiel a los dibujos de Tenniel. Existe un montaje teatral que se estrenaría entre marzo y abril del mismo año, escrito por Alice Gerstenberg y Eric Delamater, y es posible que el vestuario, diseñado por William Penhallow Henderson, se utilizara en primer lugar para la versión cinematográfica. Pero esta cuidada estética contrasta con un sinnúmero de errores técnicos, no achacables a la edad de la cinta, ya que están superados en otras películas del mismo año: la cámara apenas se mueve, hasta el punto en que a veces los personajes quedan casi totalmente fuera del encuadre; la imagen tiembla en algunos momentos; y no hay ningún efecto para que Alicia crezca o disminuya de tamaño. En otras palabras, y dentro de una forma artística que aún no tenía ni veinte años de existencia, la película es técnicamente inferior a sus contemporáneas.

La narrativa también presenta deficiencias, en tanto que algunos pasajes se hacen innecesariamente largos, como el paseo del Grifo y Alicia por la playa, y otros han sido muy recortados, como la Merienda Loca o el Juicio a la Sota de Corazones.

En lo que respecta al guion, la película es notable por ser una de las pocas que presenta, filmada, la secuencia del poema “Eres viejo, padre William” (lo que no se volvería a hacer hasta la versión de 1970 de Jean- Christophe Averty). Además, hay un momento en que se ve un León como participante en la Carrera Loca, lo que sugiere que pudo haber una secuencia de El León y el Unicornio, que es también poco o nada habitual en las adaptaciones de A través del espejo, pero todo el metraje de esa parte se ha perdido.


La parte conservada sigue fielmente la historia, con algunos detalles originales, como el principio, que tiene lugar en el interior de la cocina de casa de Alicia. Una cocinera está preparando unas tartaletas, y Alicia está enredando por allí, hasta que llega su hermana a buscarla para ir a dar un paseo. La cocinera las echa amenazándolas con el rodillo (lo que no se entiende sin la escena en que Alicia le coge una tartaleta sin permiso). Tras pasear y coger flores, Alicia se queda dormida en el regazo de su hermana, que lee en voz alta. Aparece el Conejo, y Alicia lo sigue, muy claramente, al País de las Maravillas.



Alicia cae por la madriguera y mira el jardín a través de la puertecita. No hay galleta “Cómeme” ni botellita “Bébeme”: Alicia llora mucho al no poder llegar al jardín, y entonces ya pasa el Ratón nadando; Alicia se va con él, y al poco salen del agua y encienden un fuego para secarse. Paralelamente, diversas criaturas siguen los carteles para llegar a la “Convención de Animales”. 


Alicia y el Ratón van allí también, y todos los animales (entre los que cabe destacar que están la Tortuga Falsa, que no aparece hasta más tarde en el libro, y el León, que es un personaje de A través del espejo) están muy contentos. Es obvio que falta la escena de la Carrera Loca, porque se ha mencionado antes, y de pronto se ve a Alicia poniéndose el dedal.



Alicia menciona lo buena que es su gata Dinah cazando pájaros sin que venga a cuento absolutamente para nada, y los animales huyen. Aparece el Conejo, que confunde a Alicia con su criada y la manda a su casa a por su abanico y sus guantes. Alicia entra en casa del Conejo y los encuentra enseguida, pero se entretiene en la habitación. 


El Conejo se impacienta, recoge piedrecillas y las tira hacia la ventana para meterle prisa a Alicia, la cual baja precipitadamente las escaleras y sale de la casa, pero no se encuentra con el Conejo. Hay alguna escena de transición perdida, porque en la siguiente secuencia Alicia ya está con la Oruga.


Como hemos comentado anteriormente, esta versión incluye la representación del poema “Eres viejo, Padre William” conforme Alicia lo recita.


La Oruga se marcha reptando, no sin indicarle a Alicia que coja un lado u otro de la seta para crecer o reducirse de tamaño. Tras coger y probar unos pedazos (lo que se explica en intertítulos), Alicia llega paseando a casa de la Duquesa, y ve el intercambio de cortesías entre el Lacayo- Pez y el Lacayo-Rana.


Sigue a este último al interior de la cocina de la Duquesa, llena de pimienta. Conversa un poco con la Duquesa, que le canta su violenta nana al niño, y luego se lo da a Alicia, porque tiene que prepararse para el croquet de la Reina. 


Alicia saca al niño de la casa, pero éste se convierte en cerdito y se va correteando por el bosque. En una rama, de pronto, está el Gato de Cheshire.


Su conversación se mantiene fielmente, incluyendo sus desapariciones repentinas o graduales. Alicia decide visitar a la Liebre de Marzo.



Alicia pasa un rato con el Sombrerero, la Liebre y el Lirón, pero se cansa de sus locuras, y se va de nuevo a vagabundear por el bosque. Encuentra una puerta en el tronco de un árbol, y llega por fin al jardín de la Reina. Tenemos una presentación de los Reyes de Corazones antes de que Alicia encuentre a los Jardineros-Carta que pintan las rosas de rojo. Llega la Reina y comienza a mandar decapitaciones, pero el Rey la tranquiliza, y se va toda la comitiva a jugar al croquet. Alicia se reencuentra con el Conejo y se une a la partida. 


Después de jugar un rato y ordenar unas cuantas decapitaciones más (que son perdonadas por su consorte), la Reina lleva a Alicia a conocer al Grifo para que éste, a su vez, le presente a la Tortuga Falsa. La secuencia es extraña porque se alarga bastante con Alicia y el Grifo caminando por la playa y el acantilado, y, cuando se muestra a la Tortuga, que canta “Hermosa sopa”, los tres personajes están mucho rato en diferentes planos, como si Alicia y el Grifo solo tuvieran intención de observar desde lejos a la Tortuga (en un intertítulo, el Grifo le dice simplemente a Alicia “¡Contémplalo!”), pero sin dirigirle la palabra ni sentarse a escuchar su historia, y en un momento parece que se vayan. Sin embargo, acaban reuniéndose los tres para charlar, y tienen la conversación sobre las lecciones que estudian y la demostración de la “Cuadrilla de las Langostas”.



En otra secuencia original de esta película, las Langostas y las Morsas salen del agua para participar en la exhibición, lo que da lugar a un baile especialmente concurrido.



Cuando las Langostas y las Morsas han regresado al agua, el Conejo Blanco llega, tocando su corneta, para convocar a todos los habitantes al juicio de la Sota de Corazones. Alicia lo acompaña un rato en su misión de pregonero, y finalmente se dirigen al juicio.



Comparecen varios testigos, y a continuación es llamada a declarar Alicia. Aparentemente, la niña se asusta, porque en el mismo intertítulo exclama: “¡No sé nada de este asunto! Además, ¿a quién le importa? ¡No sois más que una baraja de cartas!”. Esto hace que los participantes en el juicio se levanten indignados, y de inmediato caiga una lluvia de cartas (cartas normales, no los Soldados-Carta), sobre Alicia, que se despierta en el regazo de su hermana. Tras desperezarse un poco, ambas se ponen en pie, Alicia coge por las orejas a un conejito blanco que hay por ahí cerca, y las dos hermanas vuelven juntas a casa.


Incluso sin las escenas que se han perdido (como la Carrera Loca, o la de Alicia quedándose atascada en la casa del Conejo Blanco), se trata de una de las adaptaciones más completas y fieles de Alicia en el País de las Maravillas. Están todos los personajes y los diálogos de Carroll se respetan bastante. Para su época, y a pesar de sus defectos técnicos, es una película bastante apreciable, y es una lástima que se hayan perdido las secuencias de A través del espejo, las cuales, viendo el vestuario del León y de las Morsas, sin duda habrían sido de las más prominentes: en el cartel de la película, como podemos ver, Alicia está con Humpty Dumpty. Sabiendo que de vez en cuando aparecen rollos de acetato de filmes que se consideraban irremediablemente perdidos, siempre podemos esperar que alguna de estas escenas, de las que existen pruebas documentales como reseñas y alguna fotografía suelta, sean halladas de modo inesperado en algún lugar sorprendente, y se pueda algún día completar esta película.

Debido a su antigüedad, es un documento de dominio público que se puede ver en diferentes canales de vídeo, con diferente extensión (según si incorpora o no ciertos fragmentos) y calidad de imagen. Existen también ediciones en DVD que la presentan con otras películas clásicas: la de Grapevine Video, con Aladino y la lámpara maravillosa de Chester M. y Sidney Franklin (1917); la de Reelclassics DVD, con La muñeca de trapo de Oz de J. Farrell McDonald (1914); o la de Alpha video, con la versión de Alicia de Bud Pollard (1931). Personalmente, recomiendo ver la reconstrucción elaborada por Phantomwise, de momento la más completa.



Fuentes:

Artículo de Phantomwise citado con el permiso de la autora.


KRAMER, Fritzi. “Alice in Wonderland (1915): A Silent Film Review”, Movies Silently, 6 de febrero de 2016.



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