“Y haces el pino constantemente...”
“You are old, Father William” es un poema absurdo que aparece en Alicia en el País de las
Maravillas, en el episodio V, “Consejos de una oruga”. Está presente en la
primera versión de la novela, Las aventuras de Alicia bajo tierra, y el propio
Carroll lo ilustró con cuatro dibujos, como haría posteriormente John Tenniel.
Durante su conversación
con la Oruga, Alicia se lamenta de que ya ha intentado recitar un poema que se
sabía de memoria: “¡Cómo la afanosa abejita...!” (“How Doth the Busy Little
Bee”, de Isaac Watts), y en su lugar le había salido algo diferente: “¡Cómo el
pequeño cocodrilo...!”. La Oruga le propone que recite ese poema que comienza
diciendo “Eres viejo, padre William...”. El texto al que se refiere, de hecho,
se titula “Los consuelos del anciano, y cómo los obtuvo”, (“The Old Man's Comforts, and How He Gained Them”), de Robert Southey,
y había sido originalmente publicado en 1799.
Los poemas que imita
Carroll en sus libros (no solamente en los de Alicia) suelen ser
textos didáctico-morales muy conocidos en su época, pero que hoy solamente se
recuerdan gracias a su parodia. El romántico Robert Southey formaba parte de
los “poetas lakistas” con Samuel Coleridge y William Wordsworth, y fue nombrado
poeta laureado de Inglaterra por el rey Jorge III en 1813, pero “Los consuelos
del anciano y cómo los obtuvo” no es ninguna obra destacada: se trata un
sermoncillo sobre cómo la fe y la serenidad garantizan una vejez saludable, y
de no ser por la humorística versión de Carroll, probablemente se habría
olvidado en la actualidad.
En su traducción de Alicia en el País de las Maravillas, Emilio Pascual incluye una versión en octosílabos y con rima asonante del poema de Southey, que titula “El consuelo de la vejez y de cómo lograrlo”. La adaptación en verso, aunque elegante y muy fiel al sentido, obliga a extender la original, mucho más concisa. Ofrezco aquí una traducción literal.
En su traducción de Alicia en el País de las Maravillas, Emilio Pascual incluye una versión en octosílabos y con rima asonante del poema de Southey, que titula “El consuelo de la vejez y de cómo lograrlo”. La adaptación en verso, aunque elegante y muy fiel al sentido, obliga a extender la original, mucho más concisa. Ofrezco aquí una traducción literal.
“Eres viejo, padre William”, exclamó el
joven.
“Los pocos mechones que te quedan son
grises,
pero estás sano, padre William, eres un
robusto anciano,
y te ruego que me digas la razón”.
“En mis días de juventud”, replicó el padre
William,
“consideré que la juventud pasaría deprisa
y no abusé de mi salud y mi vigor
para que luego no me faltaran”.
“Eres viejo, padre William”, exclamó el
joven.
“Y los placeres con la juventud se van,
y sin embargo, no lamentas los días
pasados,
y te ruego que me digas la razón”.
“En mis días de juventud”, replicó el padre
William,
“consideré que la juventud no duraría
y pensé que en el futuro, hiciera lo que
hiciera,
no me abrumaría el pasado”.
“Eres viejo, padre William”, exclamó el
joven.
“Y tu vida pasa muy deprisa,
¡pero estás alegre, y te encanta conversar
sobre la muerte!,
y te ruego que me digas la razón”.
“Estoy alegre, jovenzuelo”, replicó el
padre William.
“Y la razón escucha atentamente:
¡en mis días de juventud me acordé de mi
Dios!
Y Él no me ha olvidado en mi vejez”.
Acostumbrada, como
cualquier niña victoriana de clase alta, a declamar un poema cada vez que un adulto
se lo ordena, Alicia adopta una postura formal, cruzando las manos sobre su
regazo, y recita un poema parecido, pero no igual. La traducción es de Emilio
Pascual (también en octosílabos y con rima asonante); las ilustraciones, de John Tenniel.
“Sois viejo, padre Guillermo”,
dijo el joven, “Y muy cano
se ha puesto ya vuestro pelo.
Sin embargo, ¡de cabeza
os estáis siempre poniendo!
Decidme, ¿con vuestros años
os parece sensato eso?”.
“En mis años juveniles”,
replicó a su hijo Guillermo,
“recelé que esto pudiera
estropearme los sesos.
Mas, después de tantos años,
y ahora que he descubierto
que no me queda ninguno,
¡me pongo así cuando quiero!”.
“Sois viejo”, prosiguió el joven,
“como observé hace un momento,
y os habéis puesto muy gordo,
amondongado y mostrenco.
Pero al cruzar el umbral,
¡disteis dos tumbas de miedo!
Os ruego que respondáis:
¿cómo explicáis el portento?”.
“En mis años juveniles”,
replicó
en seguida el viejo,
sacudiendo el pelo blanco,
“la agilidad de mis miembros
mantuve en perfecta forma
con este precioso ungüento.
¡Un frasco por un chelín!
¿Quieres comprarme un par de ellos?”.
“Sois viejo”,
prosiguió el joven,
“y, por lo que ahora observo,
vuestras débiles mandíbulas
no podrían sin esfuerzo
masticar más que manteca.
Pero con todo y con eso,
¡os habéis comido un ganso
sin dejar un solo hueso!
Os lo pido por favor:
¿cómo habéis logrado hacerlo?”.
“En mis años juveniles”,
dijo el padre, “hice Derecho
y alterqué con mi mujer
por todo y en todo tiempo.
Y tal fuerza en mi mandíbula
desarrolló el parloteo,
que para toda la vida
me ha perdurado el efecto”.
“Sois viejo”, prosiguió el joven,
“y
la vista, por supuesto,
no la tenéis como antaño.
Sin embargo, ¡estáis teniendo
una anguila en la nariz
en equilibrio perfecto!
Decidme: ¿cómo pudisteis
desarrollar tal talento?”.
“¡Ya está bien!”, replicó el padre.
“Tres preguntas he respuesto,
¿y crees que voy a seguir
tus patochadas oyendo?
¡Vete de aquí, y menos humos,
no te pegue en el trasero
una patada que bajes
la escalera dando vuelcos!”.
La
estricta Oruga, sin embargo, no aprecia la versión de Alicia: sentencia que “no
lo has dicho bien” y que está “mal de principio a fin”, aunque luego no insiste
en ello, sino que ya le pregunta a la niña qué tamaño le gustaría tener.
El poema, como otras
parodias carrollianas de textos con sensiblería y moralina, hizo las delicias
de los contemporáneos. Al igual que “Jabberwocky”, fue a su vez objeto de parodias:
antes de 1900 ya había una veintena de poemas satíricos que tomaban como base
el texto de Carroll, como uno que fue dedicado nada menos que al Káiser Guillermo: “You are Young, Kaiser William”, de Mostyn Pigott (Songs of a Session, 1896).
Peter Newell, 1902.
Dado que el poema está incluido
en Alicia en el País de las Maravillas, y no tiene tanta relevancia como
para publicarse de modo independiente, suele ser traducido por el mismo
traductor del resto de la novela (excepto en las ediciones que cuentan con
traductores diferentes para la prosa y el verso). Al igual que hace Emilio Pascual,
Jaime de Ojeda y Jorge Romaní Gallego optan por usar la versión
castellana del nombre, en sendas traducciones tituladas “Eres viejo, padre Guillermo”.
Maricel Lagresa Colom traduce como “Eres
viejo, padre Bill”; C.G. Aragón como "Sois viejo, padre William", y R. Ballester Escalas como “Eres viejo, papá Willy”. Siempre
es interesante encontrar nuevas (o viejas) versiones, por mucho que la mayoría
se alejen del original en pro de conservar métrica y rima.
Charles Folkard, 1921.
Triste, aunque comprensiblemente,
el recitado de este poema suele ser omitido en las adaptaciones cinematográficas
de Alicia en el País de las Maravillas, ya que no muchas incluyen los
poemas originales de Carroll (bien por el excesivo metraje que supondrían, bien
por preferir sustituirlas por canciones originales). Aparece, por ejemplo, en las
versiones de W.W. Young (1915), Bud Pollard (1931), George Schaefer (1955) y Jean- Christophe Averty (1970); en todas menos la segunda, unos actores representan el poema conforme Alicia lo
declama. La versión de Walt Disney (1951) alude brevemente a él, al hacer que
Tweedledee y Tweedledum comiencen a recitarlo, aunque Alicia no se quede a
escuchar. En la adaptación para televisión de Irwin Allen (1985), Sammy Davis
Jr. recita el poema entero en forma de canción, con algunos intermedios de claqué.
©Walt Disney, 1951.
Aunque se suele decir lo mismo de casi todos los poemas paródicos de Carroll, “Eres viejo, padre William” se considera una joya de la poesía del absurdo. Resulta impagable cómo el reverendo Dodgson, tan estirado y piadoso por su cuenta, no tuvo problema en cargar las tintas sobre el poema de Southey, convirtiendo al venerable anciano en un espabilado vejezuelo, y al admirado muchacho en un barbián de lo más impertinente. La parodia es más larga que el texto original, y aun así deseamos una estrofa más – y un dibujo más – en que el padre William cumpla su amenaza y el preguntón se vaya rodando escaleras abajo.
Fuentes:
CARROLL, Lewis;
Ana-Emilia (trad.); PASCUAL, Emilio (trad.). Las aventuras de Alicia, Edival-Alfredo Ortells, Valladolid-Valencia,
1977.
- SOLANS MUR, Modest (ed.). Aventuras de Alicia Bajo tierra, Esdrújula Ediciones, Granada, 2015.
PETZOLDT, Suzanne. What Makes a Parody? A Comparison
Between “Father William” by Lewis Carroll and “The Old Man’s Comforts and How
He Gained Them” by Robert Southey, GRIN Verlag, Munich, 2017.
RUMENS, Carol. Poem of the week, en The Guardian, 3 de enero de 2012.
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