25 de diciembre de 2019
Primer cumpleaños de Estudios carrollianos
24 de diciembre de 2019
Adventures in Wonderland (1992- 1995)
A lo largo de los episodios, también se inventan personajes según la historia lo requiera: por ejemplo, hay alusiones a la hermana de la Reina, la abuela del Sombrerero, o el Rey Ricardo (de España o Méjico, no es muy seguro), y en una ocasión aparece Conejo DeNiro, un famoso actor hermano del Conejo Blanco.
14 de diciembre de 2019
Fantasmagoría (1869)
El poema consiste en el diálogo entre un hombre de mediana edad llamado Tibbets y un fantasmilla al que encuentra en su estudio en una noche fría. El ser sobrenatural, cabezón, resfriado y poco imponente, le anuncia con solemnidad que ha recibido el encargo de rondar su casa. Demasiado pequeño como para causar ningún miedo, pero decidido a quedarse allí, el fantasma se dedica a explicar a Tibbets la jerarquía y las costumbres del mundo de los espectros, así como su entorno familiar y su formación como merodeador, al tiempo que le gorronea comida y licores. Aunque al principio lo acoge con simpatía, su involuntario anfitrión no tarda en encontrarlo cargante. Soporta con resignación su discurso, sus quejas sobre los platos que está consumiendo, y hasta sus agresiones (el fantasma lo deja inconsciente arrojándole una botella a la cabeza). En un momento dado, sin embargo, se revela que ha habido una confusión y que la casa que debe ir a rondar es la de otro hombre, llamado Tibbs. Tras echarle la culpa del malentendido, y viendo que el día comienza a clarear, el fantasmilla se despide de Tibbets y desaparece. Tibbets se muestra confuso y hasta se siente algo celoso del tal Tibbs; se toma unas copas, llora un buen rato y se va a la cama. A pesar de lo fastidioso que se había mostrado el pequeño espíritu, acaba echándolo de menos.
Los siete cantos, en la traducción del año 2000 de Javier La Orden Trimollet a la que nos referiremos a partir de ahora, son los siguientes: “El encuentro”, “Sus cinco reglas”, “Escaramuzas”, “Su crianza”, “Altercados”, “Desconcierto” y “Triste recuerdo”. Nótese que la palabra “canto” se empleaba para distinguir las partes en los poemas extensos y graves, como la Divina Comedia de Dante Alighieri, La Reina Hada de Edmund Spencer o El peregrinaje de Childe Harold de Lord Byron. Carroll lo emplea a propósito para un poema humorístico y considerablemente más corto que las obras épicas citadas.
El narrador se compadece de su pequeño tamaño y su aspecto inofensivo, y le invita amistosamente a hablarle y explicarle su presencia. El fantasmita coge confianza y le cuenta que hasta entonces ya había tenido un rondador en su casa, del que por lo visto no se había percatado, pero que la plaza había quedado vacante, y él acaba de llegar a ocuparla. Le explica el orden en que se asignan las tareas a los distintos tipos de espectros, y declara estar tan emocionado por haber sido enviado por primera vez a una casa, que ha olvidado las “cinco sabias reglas de etiqueta” de los fantasmas.
El narrador se siente un poco ofendido de que hayan enviado a un fantasma
con pinta de crío a rondar a un caballero de su edad, pero aun así lo trata
con simpatía y le ofrece comida para que se le pasen los nervios. El fantasma le
agradece su hospitalidad y se dispone a hablarle del citado protocolo.
Regla dos: el fantasma también debe encender un fuego azul o rojo, y arañar las puertas, cosa que el fantasma protagonista ha olvidado hacer esa noche. El narrador le interrumpe para hacerle saber que poco durará en su casa como se atreva a encender fuegos por ahí.
Regla tres: el fantasma debe
proteger los intereses de su víctima, tratarla con el mayor respeto y cortesía,
y no llevarle la contraria; le cabe esperar una consideración recíproca. El
narrador comenta que esa regla debería aplicarse a todo el mundo, y no solamente
a los seres espectrales.
Regla cuatro: el fantasma
debe evitar entrar en casas donde haya otros fantasmas asignados. Salvo que obtenga perdón del rey, el castigo
por infringir esta norma es ser descuartizado, lo que verdaderamente no es grave,
ya que cuando un fantasma es despedazado, enseguida se vuelve a recomponer, en
un proceso que “apenas duele”.
Regla cinco: el fantasma
debe dirigirse al rey llamándolo “Señor” y “Su Blanqueza Real”.
Tanto parloteo le está
secando la garganta al fantasma, que sin ninguna ceremonia le pide a su
anfitrión un vaso de cerveza.
Canto 3. Escaramuzas.
El
fantasma hace una relación de los diferentes tipos de criaturas sobrenaturales:
espectros, elfos, duendes, goblins, trasgos, y muchas más, y le habla del
Inspector Kobold, de la categoría de los espectros, que frecuenta las tabernas
por ser muy aficionado al vino de Oporto, y por eso se le llama inn-spectre
(Javier La Orden ingeniosamente adapta el chiste diciendo que Kobold frecuenta
las pastelerías, y por eso lo llaman inspectorrija).
El fantasma habla a continuación de su familia y su formación. Su padre era un duende doméstico y su madre un hada, y sus muchos hijos fueron de categorías diferentes. Entre los numerosos hermanos del fantasma protagonista hay un pixie, una banshee, dos trolls, un elfo, un poltergeist, un doble (lo que nosotros llamaríamos doppleganger) y un leprechaun, entre varios otros tipos de criaturas. Ya que Carroll toma todos estos nombres de diferentes mitologías como la celta o la escandinava, Javier La Orden los adapta cogiendo criaturas folklóricas de varias regiones de España. Los denominados específicamente “espectros” son considerados la aristocracia de las criaturas fantasmales, y el protagonista declara tener cierta envidia de ellos.
El fantasma sigue hablando de los usos y costumbres de sus congéneres, del modo en que llevan a cabo su preparación como rondadores, y de lo mucho que se gastan en cadenas, ropajes, materiales para encender fuegos y luces, y demás parafernalia propia de su oficio (“Y es que hacer el fantasma sin desdoro/ requiere tanto equipo y tantos trastos/ que hay que nadar en oro”).
Canto 5. Altercados.
Tibbets le pregunta al
fantasma si alguna vez consultan a las víctimas acerca de sus preferencias
respecto al ente que les van a asignar. El fantasma responde que nunca lo hacen,
ya que no terminarían si tuvieran que satisfacer los requisitos de todas sus víctimas.
El narrador comenta que a un caballero de su edad bien podría permitírsele elegir,
pero el fantasma replica que no puede haber excepciones.
El fantasma se calma un poco, admite que su
anfitrión está en lo cierto, y le estrecha la mano, agradeciéndole la
hospitalidad que le ha brindado. Antes de marcharse con las primeras luces del
amanecer, le recomienda a Tibbets que no dude en buscar un palo grueso y fuerte
y sacudirle un bastonazo al espíritu que venga tras él, si le resulta molesto.
Canto 7. Triste recuerdo.
El narrador, confuso, se pregunta si ha estado durmiendo o si lo que ha visto se debe a los efectos del alcohol. Se sienta y llora durante un buen rato, y se pregunta quién será el tal Tibbs, y qué tendrá para que el fantasma se haya marchado tan deprisa a su casa. Le preocupa cómo reaccionará cuando se encuentre con su rondador a las tres de la madrugada y que sea duro con él.
Tibbets se toma una copa y entona una elegía en honor del fantasma, pero tras dos estrofas decide que no merece la pena una tercera y se va a la cama. Duerme profundamente y sueña con todas las criaturas de las que le ha hablado el pequeño fantasma. Concluye diciendo que en varios años no ha vuelto a ser visitado por ningún ente de ningún tipo, pero que aún suenan en su cabeza las palabras con las que se despidió el que por error vino a su casa aquella noche.
La naturalidad con la que el fantasma y su víctima se ponen a conversar, que el mundo de los entes sobrenaturales sea tan similar a la sociedad humana, y las propias opiniones del fantasma sobre las diferentes categorías de sus hermanos y congéneres, le dan un tono cómico y desenfadado a un texto en el que apenas hay movimiento ni acción. La variedad de criaturas que se describen permite vislumbrar la rica mitología de las islas británicas y Escandinavia, así como el interés de Lewis Carroll por el folklore. Podemos pensar que, como diácono y creyente fervoroso, Carroll no veía estos personajes más que como un mero entretenimiento… pero, años después, se haría miembro de la Sociedad para la Investigación Psíquica, que se fundó en Londres en 1882 para estudiar presuntos casos paranormales y fenómenos como la telepatía y el contacto con los espíritus a través de médiums. ¿Querría juzgar por sí mismo si una aparición fantasmal como la de su criatura cabezona era posible?
Aunque no se trata de una
de las obras más importantes de Carroll, resulta sorprendente cómo “Fantasmagoría”
ha sido un texto prácticamente desconocido en España hasta el siglo XXI. En
internet se encuentran muchas versiones sin fecha ni traductor, pero la adaptación
al castellano de Javier La Orden del año 2000 para Alba Editorial (como poema suelto)
es la primera publicada oficialmente en nuestro país. A ésta siguió la de 2006,
por la traductora Marta Olmos, para Edimat Libros, en una edición conjunta de Alicia
en el País de las Maravillas, Fantasmagoría y otros poemas y Un
cuento enredado. La más reciente, del presente año 2019, es la de Martín
Monreal para Torito Press, pero se trata de una versión en prosa y de momento
solo se vende en formato digital.
Sin tener la grandeza épica de La caza del snark ni los
retruécanos del “Jabberwocky”, se trata de un poema original, divertido y fácil
de leer, y no merece la oscuridad en la que ha permanecido tanto tiempo.
Fuentes:
CARROLL, Lewis; LA ORDEN TRIMOLLET,
Javier (trad.). Fantasmagoría. Alba Editorial, Barcelona,
2000.
- MONREAL, Martín (trad.). Fantasmagoría. Alicia en el País de las Maravillas. Torito Press, 2019.
- OLMOS, Marta
(trad.). Alicia en el País de las Maravillas. Fantasmagoría y otros poemas.
Un cuento enredado. Edimat Libros, Madrid, 2006.
- Rhyme? and Reason? en Proyecto Gutenberg.
12 de diciembre de 2019
Alicia de Hiroki Shibata (1995)
Tras las interrupciones del Rey, el Conejo lee la carta, pero el acusado niega haberla escrito él. El Rey se empeña en culparlo y obtener el veredicto de una vez. Alicia se indigna ante tanta injusticia, y su cuerpo comienza a crecer a la par que su enojo, ante el horror de los miembros del jurado.
La Reina de Corazones se pone roja de furia, y ordena a gritos que le corten la cabeza. Alicia le planta cara y le dice que las cartas no le dan ningún miedo. Entonces los Reyes y los Soldados-Carta se transforman en naipes corrientes, y se arrojan sobre ella.
Alicia sacude los brazos para quitárselas de encima, y al poco se despierta para ver la cara de su hermana inclinada sobre ella, reprochándole que ha dormido la tarde entera. Se incorpora de golpe, sorprendida de que no haya sido real.
Resulta interesante comparar esta versión de Alicia con una técnicamente muy similar, la de los directores Toshiyuki Hiruma y Takashi Masunaga, del mismo año. Ambas están realizadas en dibujos animados por estudios japoneses, dentro de una serie de adaptaciones de novelas y cuentos infantiles, y ambas siguen la historia de Alicia en el País de las Maravillas sin injerencias de A través del espejo. Sin embargo, la narrativa, el tono y el estilo de diseño y animación no podían ser más diferentes. La versión de Hiruma y Masunaga, producida en Estados Unidos y pensada para su distribución en este país, no tiene ninguno de los rasgos propios de la animación japonesa en general, y de los años 90 en particular. Salvo por algún detalle, como el gran tamaño de los ojos de Alicia y otros personajes, podría pasar perfectamente por animación occidental, siendo muy similar a la versión de Richard Trueblood de 1988. La versión de Shibata, por el contrario, se realizó para la televisión japonesa, y tiene todas las características de este estilo de animación. Cualquiera que haya crecido con el anime de los 80 y 90 reconocerá la caída de espaldas, los caudalosos chorros de lágrimas, las bocas enormes, los puñetazos en la cabeza, y por supuesto el inefable gotarrón de sudor de la vergüenza ajena. Esta Alicia los tiene todos.
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