25 de diciembre de 2019

Primer cumpleaños de Estudios carrollianos

                                                                                         ©Disney, 1951.

Después de 364 no-cumpleaños, hoy celebramos el primer cumpleaños de Estudios carrollianos. Hemos leído libros, visto películas, admirado ilustradores y conmemorado efemérides, pero no hemos empezado apenas a conocer a Lewis Carroll. Queda todavía mucho por descubrir y por reseñar, y mucho, mucho por aprender. 

Agradezco la compañía de todos los lectores de este diario, tanto los que dejan su tarjeta como los que solamente inclinan la cabeza, tanto a los que me siguen pero no me leen como a los que me leen pero no me siguen, y tanto a los que, a cada nueva entrada, prorrumpen en comentarios… como a los que no prorrumpen. A todos ellos, espero seguir ofreciéndoles algo digno de pararse a leer un poco entre los millones de sitios de internet, y espero sobre todo que algo de lo que escribo sirva para animarles a consultar los textos, las ilustraciones o las adaptaciones que dan lugar a todo este mamotreto. A todos ellos, gracias por la visita.


Irene Martínez

24 de diciembre de 2019

Adventures in Wonderland (1992- 1995)





Adventures in Wonderland es una serie infantil educativa que combina imagen real, marionetas y animación en volumen. Fue producida y emitida por Disney Channel entre 1992 y 1995, y constó de cien episodios de unos treinta minutos, a cargo de diferentes directores y guionistas. La idea original del proyecto fue de Peggy J. Christianson, entonces videpresidente de asuntos creativos de Disney Channel.


Al igual que la serie de dibujos animados de Nippon Animation, Adventures in Wonderland tiene como premisa que Alicia puede entrar y salir a voluntad del País de las Maravillas, que lo hace a menudo y que los personajes que allí viven la conocen y la acogen como una visitante cotidiana; la principal diferencia es que la serie de Nippon insiste en que Alicia sueña todas estas excursiones, mientras que en la de Disney las vive realmente.

Elisabeth Harnois como Alicia, y la gata Dinah.

El papel de Alicia fue interpretado por Elisabeth Harnois, que tenía doce años en el estreno de la serie, en 1992, y que más tarde sería conocida principalmente por su interpretación de Morgan Brody en cuatro temporadas de CSI. Los actores que dieron vida a los habitantes del País de las Maravillas fueron los siguientes: Armelia McQueen como la Reina de Corazones (en realidad un personaje compuesto de la Reina de Corazones y la Reina Roja de A través del espejo); Patrick Richwood como el Conejo Blanco; John Robert Hoffman como el Sombrerero; Reece Holland como la Liebre de Marzo; Robert Barry Fleming y Harry Waters Jr. como Tweedledee y Tweedledum; Wesley Mann como el rostro y dos de las brazos de la Oruga (otros dos actores proporcionaban otros dos pares de brazos); Terry Garr como la Duquesa (nada fea, por cierto); y Ken Page, que muchos conocerán como Oggie Boogie u Old Deuteronomy, como la Morsa (el Caimán del “momento de caimán con labios gordos” también es él). Richad Kuhlman y John Lovelady dieron voz, respectivamente, a las marionetas del Gato de Cheshire y el Lirón.

Patrick Richwood como el Conejo Blanco.

Un personaje peculiar y exclusivo de esta serie es Crystalvision o abreviadamente Crystal, una pantalla de televisión que deambula por el País de las Maravillas y proyecta vídeos musicales, animaciones o imágenes sueltas a petición de los habitantes. No habla, y su calificación como ser sentiente con personalidad propia no está muy clara, pero en algunos episodios muestra palabras en su pantalla como respuesta a intervenciones de otros personajes, y en ocasiones se han referido a él, o a ello, como una criatura más del País de las Maravillas. 


Reece Holland como la Liebre de Marzo.

A lo largo de los episodios, también se inventan personajes según la historia lo requiera: por ejemplo, hay alusiones a la hermana de la Reina, la abuela del Sombrerero, o el Rey Ricardo (de España o Méjico, no es muy seguro), y en una ocasión aparece Conejo DeNiro, un famoso actor hermano del Conejo Blanco.

Robert Barry Fleming y Harry Waters Jr. como los Tweedles, 
gemelos a pesar de sus diferentes alturas y tonos de piel.

Las marionetas del Gato de Cheshire y el Lirón, así como el disfraz de seis patas de la Oruga, y las secuencias de animación en volumen que de vez en cuando muestra Crystal, fueron realizadas por el estudio de Chiodo Brothers. Este trío de animadores era ya conocido por el cortometraje Vincent (Tim Burton, 1982) y su propia película Los payasos asesinos del espacio exterior (1988); posteriormente realizaría Team America (2004) y colaboraría en varios episodios de Los Simpsons.

Richard Kuhlman como el Gato de Cheshire.

La acción transcurre en una ciudad indeterminada de Estados Unidos, en la época contemporánea. Alicia es una niña de unos doce o trece años normal y corriente, que vive con sus padres, su hermana mayor y su hermano pequeño en una bonita casa de los suburbios. Cada episodio comienza con una breve vista del exterior de la casa, y se traslada de inmediato a la habitación de Alicia. Allí, la niña le cuenta a su gata Dinah alguna anécdota o pequeña preocupación relativa a su familia, a sus compañeros o a la escuela, y a continuación atraviesa un espejo de cuerpo entero y entra al País de las Maravillas (desde el primer episodio, sin explicaciones de cómo ha descubierto que el espejo es un portal a otro mundo, ni cómo llegó a conocer a los habitantes). Una vez allí, resulta que sus amigos tienen un problema similar al suyo, o se ven en alguna situación relacionada con la de Alicia y, al ayudarlos, aprende ella también cómo desenvolverse.

Armelia McQueen como la Reina de Corazones.

Al tratarse de una serie educativa, la anécdota de cada episodio presenta un tema acerca del cual se muestra algo de vocabulario, además de una moraleja o consejo. Así, por ejemplo, el episodio 30, titulado “Lo que hace correr al Conejo” se centra en unas elecciones que tienen lugar en el País de las Maravillas (con un juego de palabras en run, que significa tanto “correr” como “presentarse a unas elecciones”), y enseña las bases del funcionamiento de un sistema electoral, además de algunos términos sencillos como “votación", “urnas”, “candidatos”... al mismo tiempo que se insiste en la idea del poder de los ciudadanos para elegir a los representantes, el respeto entre partidos y el derecho al voto. La serie hace un gran trabajo en tanto que las ideas y las palabras aparecen en la historia y las conversaciones de manera natural, sin que en ningún momento se pare la acción para insistir en una enseñanza específica. No se destacan las palabras nuevas, ni los personajes se dirigen al público para insistir en un concepto. Viendo la serie, nunca se tiene la impresión de que están forzando a los niños a aprender nada a cambio del simple entretenimiento y goce de las historias, lo que es un gran reto para cualquier programa educativo. Adventures in Wonderland lo supera con solvencia.

Terry Garr como la Duquesa.

Es importante tener en cuenta, por otro lado, que esta serie no es una adaptación, ni una actualización, de los textos de Carroll. Se toman solamente los personajes, y el hecho de que Alicia pasa de su mundo normal – que poco tiene que ver con el de la Alicia victoriana – al País de las Maravillas. Pero ahí termina toda la relación con los libros originales. Aunque los personajes están continuamente haciendo juegos de palabras (y la mayoría bastante malos), solo muy de tanto en cuando se usan frases o chistes de Carroll, y en ningún episodio se reproducen las aventuras o conflictos de Alicia en el País de las Maravillas o A través del espejo. Los personajes conservan los rasgos de la caracterización original, pero, debido al carácter de la serie, sus defectos están suavizados. La Reina es vanidosa y autoritaria, pero razonable, y está dispuesta a escuchar y aprender de sus errores; el Gato de Cheshire siempre se ríe de los infortunios ajenos, pero ayuda a quien lo necesita; el Conejo Blanco es tímido y sumiso, pero también hace valer sus derechos… Siempre en el espíritu educativo del programa, se muestra que todos tienen defectos y que cada uno es de una manera distinta, pero que el respeto a la individualidad no está reñido con la empatía, la convivencia y el apoyo mutuo. Es un mundo mucho más ordenado y seguro que el País de las Maravillas canónico, pero aun así reconocemos algunos momentos, situaciones y diálogos que bien podrían haber aparecido en los textos originales.

Wesley Mann como la Oruga.

A diferencia de muchas otras versiones de la obra de Carroll, esta adaptación está muy lejos de ser atemporal. Todo en la serie grita “años 90”, desde los vaqueros con peto que habitualmente viste Alicia hasta las gorras al revés y la actitud “guay” de los Tweedles, pasando por los bailes funk que abundan en los números musicales o por el hecho de que el Conejo Blanco siempre vaya en patines, por no hablar del Pentium con el que Alicia realiza de vez en cuando sus tareas escolares y que debía de ser la tecnología más puntera de la época. Todo ello hace que la ambientación quede irremediablemente obsoleta, y que las historias parezcan desfasadas y hasta ingenuas, sin alusiones a los problemas que en la actualidad afectan a los niños, como la adicción a los teléfonos móviles, el ciberacoso o la sexualización precoz. Y, sin embargo, tiene lo mejor de Disney, y lo que a muchos adultos nos gustaría ver en la televisión para nuestros pequeños. Es una serie amable, alegre y optimista, que fomenta valores fundamentales como la amistad, el respeto y el apoyo a los demás, la humildad y la fuerza de voluntad. Hay un episodio dedicado al cuidado del medio ambiente, la limpieza de los espacios públicos y el reciclaje; hay otro en que se ayuda a un recién llegado a encajar en la comunidad; otro en que se destaca la importancia de una dieta sana y el cuidado de la forma física; y muchos en que se condenan las trampas, los engaños y los fingimientos, así como el egoísmo y la mezquindad. Todo, como hemos destacado, presentado con naturalidad y en el curso de una historia corriente. Alicia no entra en el País de las Maravillas expresamente para pedir consejo o resolver sus problemas, solo para pasar un rato con sus amigos.

John Robert Hoffmann como el Sombrerero. 
Cualquier parecido con Willy Wonka es pura imagina.. coincidencia.

En 1993, Disney Channel publicó una pequeña selección de capítulos de la primera temporada en tres cintas de VHS, que todavía pueden adquirirse en Amazon o Ebay a un precio razonable. De momento no ha realizado ninguna otra edición o recopilación en DVD, pero varios aficionados nostálgicos han publicado la serie en su totalidad en canales de vídeo de Internet. Al tratarse de un programa que solamente se emitió en Estados Unidos, nunca ha sido doblado al castellano u otros idiomas (no debe confundirse con Érase una vez en el País de las Maravillas, de 2013, que sí se emitió en España). 


Si bien no es una adaptación propiamente dicha de las obras de Carroll, y está pensada para un público de entre seis y ocho años, no puedo por menos que recomendar esta serie a todo el mundo, de toda edad y condición, que se vea capaz de soportar los años 90, tanto si los vivió en carnes propias o si solo los conoce por memes de Internet. Es divertida, es positiva, tiene marionetas y animación de plastilina, y nos regala a manos llenas algo que a muchos nos arrancan todos los días a base de puñaladas en la espalda: confianza en los demás. ¿Qué otra cosa podemos pedir para Navidad?


Fuentes:

MICHAELSON, Judith. “Hip ‘Wonderland’ Aims to Educate”, Los Angeles Times, 23 de marzo de 1992.

14 de diciembre de 2019

Fantasmagoría (1869)




“Fantasmagoría” es un poema escrito por Lewis Carroll en 1869. Forma parte del libro Fantasmagoría y otros poemas, si bien, debido a su extensión, en habitual que se publique y se traduzca a otros idiomas de modo independiente. Con 750 versos divididos en 150 estrofas de tres octosílabos y dos heptasílabos, distribuidas a su vez en siete cantos, es el poema más largo del autor.

Fantasmagoría y otros poemas fue publicado por MacMillan en 1869, en una edición sin ilustraciones. En 1883 se reeditó junto con La caza del snark y seis poemas nuevos, en un libro titulado ¿Rima? y ¿razón?. En esta edición, “Fantasmagoría” fue ilustrado por A.B. Frost, y para La caza del snark se usaron de nuevo los dibujos de Henry Holiday.

El poema consiste en el diálogo entre un hombre de mediana edad llamado Tibbets y un fantasmilla al que encuentra en su estudio en una noche fría. El ser sobrenatural, cabezón, resfriado y poco imponente, le anuncia con solemnidad que ha recibido el encargo de rondar su casa. Demasiado pequeño como para causar ningún miedo, pero decidido a quedarse allí, el fantasma se dedica a explicar a Tibbets la jerarquía y las costumbres del mundo de los espectros, así como su entorno familiar y su formación como merodeador, al tiempo que le gorronea comida y licores. Aunque al principio lo acoge con simpatía, su involuntario anfitrión no tarda en encontrarlo cargante. Soporta con resignación su discurso, sus quejas sobre los platos que está consumiendo, y hasta sus agresiones (el fantasma lo deja inconsciente arrojándole una botella a la cabeza). En un momento dado, sin embargo, se revela que ha habido una confusión y que la casa que debe ir a rondar es la de otro hombre, llamado Tibbs. Tras echarle la culpa del malentendido, y viendo que el día comienza a clarear, el fantasmilla se despide de Tibbets y desaparece. Tibbets se muestra confuso y hasta se siente algo celoso del tal Tibbs; se toma unas copas, llora un buen rato y se va a la cama. A pesar de lo fastidioso que se había mostrado el pequeño espíritu, acaba echándolo de menos.

Los siete cantos, en la traducción del año 2000 de Javier La Orden Trimollet a la que nos referiremos a partir de ahora, son los siguientes: “El encuentro”, “Sus cinco reglas”, “Escaramuzas”, “Su crianza”, “Altercados”, “Desconcierto” y “Triste recuerdo”. Nótese que la palabra “canto” se empleaba para distinguir las partes en los poemas extensos y graves, como la Divina Comedia de Dante Alighieri, La Reina Hada de Edmund Spencer o El peregrinaje de Childe Harold de Lord Byron.  Carroll lo emplea a propósito para un poema humorístico y considerablemente más corto que las obras épicas citadas.



Canto 1. El encuentro.

El comienzo del poema recuerda un poco al del celebérrimo “El cuervo” que Edgar Allan Poe había publicado en 1845; no puede descartarse que Carroll lo conociera. El narrador vuelve a su casa en una noche muy fría de invierno, “helado, harto, enlodado, exhausto” y, al percatarse de una figura extraña en su estudio tenuemente iluminado, intenta justificarla: “La criada ha dejado ahí la escoba”. Pero la silueta estornuda, y resulta ser “un fantasma menudo”, que se esconde al verlo. 



El narrador se compadece de su pequeño tamaño y su aspecto inofensivo, y le invita amistosamente a hablarle y explicarle su presencia. El fantasmita coge confianza y le cuenta que hasta entonces ya había tenido un rondador en su casa, del que por lo visto no se había percatado, pero que la plaza había quedado vacante, y él acaba de llegar a ocuparla. Le explica el orden en que se asignan las tareas a los distintos tipos de espectros, y declara estar tan emocionado por haber sido enviado por primera vez a una casa, que ha olvidado las “cinco sabias reglas de etiqueta” de los fantasmas. 


El narrador se siente un poco ofendido de que hayan enviado a un fantasma con pinta de crío a rondar a un caballero de su edad, pero aun así lo trata con simpatía y le ofrece comida para que se le pasen los nervios. El fantasma le agradece su hospitalidad y se dispone a hablarle del citado protocolo.



Canto 2. Sus cinco reglas.

El fantasma describe las cinco reglas que toda criatura espectral debe obedecer por real decreto, ya que existe un rey de los fantasmas.
Regla uno: el fantasma no debe comenzar una conversación con su “víctima”. Puede dar a conocer su presencia sacudiendo los doseles de la cama, cerrando las puertas de golpe, o emitiendo lastimeros gemidos. Para desplazarse por la casa, debe conseguir mantequilla, sebo para velas o una grasa similar, y patinar por los suelos valiéndose de ella. Si su víctima le pregunta cómo ha llegado hasta ahí, la respuesta más adecuada es: “A lomos de un murciélago”.


Regla dos: el fantasma también debe encender un fuego azul o rojo, y arañar las puertas, cosa que el fantasma protagonista ha olvidado hacer esa noche. El narrador le interrumpe para hacerle saber que poco durará en su casa como se atreva a encender fuegos por ahí.


Regla tres: el fantasma debe proteger los intereses de su víctima, tratarla con el mayor respeto y cortesía, y no llevarle la contraria; le cabe esperar una consideración recíproca. El narrador comenta que esa regla debería aplicarse a todo el mundo, y no solamente a los seres espectrales.


Regla cuatro: el fantasma debe evitar entrar en casas donde haya otros fantasmas asignados. Salvo que obtenga perdón del rey, el castigo por infringir esta norma es ser descuartizado, lo que verdaderamente no es grave, ya que cuando un fantasma es despedazado, enseguida se vuelve a recomponer, en un proceso que “apenas duele”.


Regla cinco: el fantasma debe dirigirse al rey llamándolo “Señor” y “Su Blanqueza Real”.


Tanto parloteo le está secando la garganta al fantasma, que sin ninguna ceremonia le pide a su anfitrión un vaso de cerveza.


Canto 3. Escaramuzas. 
El fantasma hace una relación de los diferentes tipos de criaturas sobrenaturales: espectros, elfos, duendes, goblins, trasgos, y muchas más, y le habla del Inspector Kobold, de la categoría de los espectros, que frecuenta las tabernas por ser muy aficionado al vino de Oporto, y por eso se le llama inn-spectre (Javier La Orden ingeniosamente adapta el chiste diciendo que Kobold frecuenta las pastelerías, y por eso lo llaman inspectorrija).



A estas alturas, el fantasma ya ha cogido confianza, y en una clara transgresión de la tercera regla comienza a criticar la comida, la bebida y el tabaco que su anfitrión le ha ofrecido, y hasta el tamaño y la comodidad de su casa. Tibbets se molesta con razón, y le dice al fantasma que no piensa tolerarle tales impertinencias. Ni corto ni perezoso, el fantasma coge una botella y se la arroja a la cara a su víctima. Aunque intenta esquivarla, la botella le da en la nariz a Tibbets, que cae al suelo inconsciente. Cuando despierta, el fantasma, impertérrito, sigue hablándole de sí mismo.

Canto 4. Su crianza.

El fantasma habla a continuación de su familia y su formación. Su padre era un duende doméstico y su madre un hada, y sus muchos hijos fueron de categorías diferentes. Entre los numerosos hermanos del fantasma protagonista hay un pixie, una banshee, dos trolls, un elfo, un poltergeist, un doble (lo que nosotros llamaríamos doppleganger) y un leprechaun, entre varios otros tipos de criaturas. Ya que Carroll toma todos estos nombres de diferentes mitologías como la celta o la escandinava, Javier La Orden los adapta cogiendo criaturas folklóricas de varias regiones de España. Los denominados específicamente “espectros” son considerados la aristocracia de las criaturas fantasmales, y el protagonista declara tener cierta envidia de ellos.



El fantasma sigue hablando de los usos y costumbres de sus congéneres, del modo en que llevan a cabo su preparación como rondadores, y de lo mucho que se gastan en cadenas, ropajes, materiales para encender fuegos y luces, y demás parafernalia propia de su oficio (“Y es que hacer el fantasma sin desdoro/ requiere tanto equipo y tantos trastos/ que hay que nadar en oro”).


Canto 5. Altercados. 
Tibbets le pregunta al fantasma si alguna vez consultan a las víctimas acerca de sus preferencias respecto al ente que les van a asignar. El fantasma responde que nunca lo hacen, ya que no terminarían si tuvieran que satisfacer los requisitos de todas sus víctimas. El narrador comenta que a un caballero de su edad bien podría permitírsele elegir, pero el fantasma replica que no puede haber  excepciones.



Habla a continuación de su superior directo, el fantasmaestre (knight-mayor, “caballero- alcalde”, que suena como nightmare, “pesadilla”), un espectro gordo y pesado que recibió su cargo por nombramiento directo del rey. Después de oír hablar sobre este fantasmaestre, Tibbets se permite cuestionar la decisión del rey, y se enzarza en una discusión con su fantasma.

Canto 6. Desconcierto.

El narrador declara lo difícil que es intentar razonar con un fantasma usando los mismos mecanismos lógicos que con un ser humano. Él y el huésped siguen debatiendo un rato, y en un momento dado el fantasma dice: “Eso es tan cierto como que Tibbs te llamas”, a lo que el narrador replica que no se llama Tibbs, sino Tibbets. El fantasma descubre así que se ha equivocado de casa, da un golpe en la mesa que rompe gran parte de los vasos que hay sobre ella, y le echa toda la culpa a su anfitrión por no haberse presentado al principio. Tibbets le contesta que era responsabilidad suya asegurarse de que la casa a la que había ido era la correcta. 


El fantasma se calma un poco, admite que su anfitrión está en lo cierto, y le estrecha la mano, agradeciéndole la hospitalidad que le ha brindado. Antes de marcharse con las primeras luces del amanecer, le recomienda a Tibbets que no dude en buscar un palo grueso y fuerte y sacudirle un bastonazo al espíritu que venga tras él, si le resulta molesto.  

Canto 7. Triste recuerdo.




El narrador, confuso, se pregunta si ha estado durmiendo o si lo que ha visto se debe a los efectos del alcohol. Se sienta y llora durante un buen rato, y se pregunta quién será el tal Tibbs, y qué tendrá para que el fantasma se haya marchado tan deprisa a su casa. Le preocupa cómo reaccionará cuando se encuentre con su rondador a las tres de la madrugada y que sea duro con él.



Tibbets se toma una copa y entona una elegía en honor del fantasma, pero tras dos estrofas decide que no merece la pena una tercera y se va a la cama. Duerme profundamente y sueña con todas las criaturas de las que le ha hablado el pequeño fantasma. Concluye diciendo que en varios años no ha vuelto a ser visitado por ningún ente de ningún tipo, pero que aún suenan en su cabeza las palabras con las que se despidió el que por error vino a su casa aquella noche.




La naturalidad con la que el fantasma y su víctima se ponen a conversar, que el mundo de los entes sobrenaturales sea tan similar a la sociedad humana, y las propias opiniones del fantasma sobre las diferentes categorías de sus hermanos y congéneres, le dan un tono cómico y desenfadado a un texto en el que apenas hay movimiento ni acción. La variedad de criaturas que se describen permite vislumbrar la rica mitología de las islas británicas y Escandinavia, así como el interés de Lewis Carroll por el folklore. Podemos pensar que, como diácono y creyente fervoroso, Carroll no veía estos personajes más que como un mero entretenimiento… pero, años después, se haría miembro de la Sociedad para la Investigación Psíquica, que se fundó en Londres en 1882 para estudiar presuntos casos paranormales y fenómenos como la telepatía y el contacto con los espíritus a través de médiums. ¿Querría juzgar por sí mismo si una aparición fantasmal como la de su criatura cabezona era posible?


Aunque no se trata de una de las obras más importantes de Carroll, resulta sorprendente cómo “Fantasmagoría” ha sido un texto prácticamente desconocido en España hasta el siglo XXI. En internet se encuentran muchas versiones sin fecha ni traductor, pero la adaptación al castellano de Javier La Orden del año 2000 para Alba Editorial (como poema suelto) es la primera publicada oficialmente en nuestro país. A ésta siguió la de 2006, por la traductora Marta Olmos, para Edimat Libros, en una edición conjunta de Alicia en el País de las Maravillas, Fantasmagoría y otros poemas y Un cuento enredado. La más reciente, del presente año 2019, es la de Martín Monreal para Torito Press, pero se trata de una versión en prosa y de momento solo se vende en formato digital.


Sin tener la grandeza épica de La caza del snark ni los retruécanos del “Jabberwocky”, se trata de un poema original, divertido y fácil de leer, y no merece la oscuridad en la que ha permanecido tanto tiempo.



Fuentes:

CARROLL, Lewis; LA ORDEN TRIMOLLET, Javier (trad.). Fantasmagoría. Alba Editorial, Barcelona, 2000.   
                                    - MONREAL, Martín (trad.). Fantasmagoría. Alicia en el País de las Maravillas. Torito Press, 2019.
                           - OLMOS, Marta (trad.). Alicia en el País de las Maravillas. Fantasmagoría y otros poemas. Un cuento enredado. Edimat Libros, Madrid, 2006.
                                      - Rhyme? and Reason? en Proyecto Gutenberg.






12 de diciembre de 2019

Alicia de Hiroki Shibata (1995)




Fushigi no kuni no Arisu (ふしぎの国のアリス, literalmente “Alicia del País de las Maravillas”) es el capítulo 14 de la serie de animación Sekai Meisaku Douwa Series – Wow! Meruhen Okoku (Obras maestras de cuentos de hadas de todo el mundo - ¡Uau! Reino de historias) de la productora japonesa Toei Animation. La serie fue una de las muchas que Toei dedicó a la adaptación de cuentos y novelas infantiles, tanto populares como de autor conocido. En su país de origen se emitió íntegramente en 1995, entre abril y septiembre, a razón de un episodio semanal.


El director del episodio de Alicia fue Hiroki Shibata (no confundir con Hiroshi Shidara, director de la serie en conjunto y de algunos episodios en particular). Shibata es un experimentado productor, director y diseñador de personajes y storyboard que ha trabajado en un gran número de episodios en series de anime tan conocidas como Sailor MoonGegege no KitaroDragon Ball ZDigimon Adventures o Bobobo- bobobo.

Ya que los 26 episodios de esta serie tuvieron en común los guionistas, diseñadores de personajes, artistas y actores de doblaje, es muy difícil en la actualidad determinar cuáles de ellos intervinieron en el capítulo de Alicia. De momento solo he podido averiguar el compositor de la banda sonora, Seijo Yokohama, y la narradora, Mami Koyama, puesto que eran los mismos para toda la serie.

El capítulo es una adaptación canónica de Alicia en el País de las Maravillas, sin añadidos de A través del espejo, pero, debido a su brevedad – unos 25 minutos – la historia está severamente recortada; se suprimen bastantes pasajes, y la narradora suple el contenido de muchos otros.


El comienzo del episodio es bastante fiel al texto original: Alicia se aburre a la orilla del río porque su hermana lee en vez de jugar con ella (sin embargo no está Dinah), y cuando ve pasar a un conejo con chaleco, se levanta inmediatamente y lo sigue hasta su madriguera.


Llega al Vestíbulo de Muchas Puertas, prueba las llaves hasta abrir la puertecita, ve el jardín; se encoge con la poción y crece con el pastelito...


 ...llora desesperada... 


... hasta que el Conejo vuelve, pero se asusta al verla y deja caer su abanico. Alicia se abanica con él y vuelve a disminuir; y cae al Charco de Lágrimas. 


Llega nadando hasta la orilla, desorientada y hambrienta. Camina un largo rato por un bosque, lamentándose de lo difícil que es avanzar siendo tan pequeña. Al cabo de un rato se choca contra el pie de una seta, sobre la cual se encuentra a la Oruga que se dirige a ella amistosamente. 


Alicia conversa con ella acerca de los cambios de tamaño, y, aunque se molesta un poco cuando Alicia considera ridícula la altura que ambas tienen, la Oruga le recomienda comer cada lado de los trozos de la seta para encontrar la estatura con la que se sienta más cómoda. Alicia le hace caso, y va probando hasta recuperar su tamaño normal.


Llega entonces a una casita donde están la Duquesa, la Cocinera y el “Gato Sardónico”. La Duquesa le tira al bebé a los brazos sin apenas saludarla, y se marcha a la partida de croquet de la Reina. Alicia sale de la casa, y el bebé se transforma en cerdito, así que lo suelta y lo ve corretear hacia el bosque. 


El “Gato Sardónico” aparece en la rama de un árbol cercano, y le indica las direcciones del “Sombrerero Loco” y la “Liebre Bisiesta” (sic), advirtiéndole que son dos tipos extraños antes de desaparecer repentinamente. Alicia decide ir a ver a la “Liebre Bisiesta”.


En casa de la Liebre hay un larga mesa puesta con muchos servicios, donde la Liebre, el Sombrerero y el Lirón están tomando el té. 


El Sombrerero le explica por qué hay tantos cubiertos, y se pasan el resto de la merienda cambiando de sitio, pero, como Alicia siempre le toca el que ha ensuciado la Liebre, no tarda en hartarse y marcharse.

Paseando por el bosque, encuentra una puerta en un árbol que la lleva directamente al jardín de la Reina. Los Jardineros-Carta están pintando de rojo las rosas de un rosal blanco, y le cuentan a Alicia que la Reina los mandará ejecutar si se percata del engaño. Alicia se asusta, y pronto tiene ocasión de comprobar que los naipes no exageran: llegan los Reyes con su comitiva, y la Reina manda ejecutar a los Jardineros al ver que han intentado pintar las rosas. 



A continuación invita/ ordena a Alicia a unirse a su partida de croquet, con flamencos como bates y erizos como pelotas. A Alicia le cuesta manejar a su flamenco, y el erizo se marcha tranquilamente cuando llega su turno de golpearlo. La niña comparte su frustración con el “Gato Sardónico”, cuya cabeza aparece cerca de ella, y está a punto de hablar mal de la Reina, pero se da cuenta de que está escuchando y disimula.


Aun así, a la Reina no le gusta el Gato y lo manda decapitar, junto con muchos otros presentes, que suplican piedad e incluso gritan claramente “¡No quiero morir!”. Alicia está aterrada, pero, cuando la Reina la coge de la mano y se la lleva a tirones para presentarle a otros súbditos suyos, oye de refilón que el Rey cancela todas las ejecuciones, y se sonríe con alivio.


Alicia es presentada al “Grifone” y éste, a su vez, le presenta a la llorosa “Tortuga Triste”, pidiéndole que le cuente su historia. Pero la vida de la Tortuga, como dice la narradora, es “tan vulgar y monótona”, que pronto Alicia está bostezando. El “Grifone” anima a la Tortuga a hacerle a la niña una demostración de la “Cuadrilla de la Pareja Bonita”, que es un baile también bastante ordinario. 



Alicia pone cara de no saber cómo irse de allí, pero pronto aparece el Conejo y les anuncia que se va a celebrar un juicio. El Grifo coge a Alicia entre sus garras y se la lleva volando, para después soltarla literalmente en el juicio. Cae sobre la cabeza del Lirón, que es parte del jurado, y los demás miembros (muchos animales que no han aparecido antes) la miran enfadados.


Nada más comenzar el juicio, el Rey le pregunta al Conejo Blanco si el jurado ha emitido ya su veredicto, a lo que el Conejo responde que antes de eso deben declarar los testigos. Son llamados el Sombrerero y la Duquesa, pero, como indica la narradora, “todos los testigos se revelaron inútiles”.


A continuación es llamada a declarar Alicia, la cual comienza a crecer de nuevo sin haber mordido los trozos de seta. Cuando Alicia afirma no saber nada de nada, el Rey pide de nuevo el veredicto, pero el Conejo dice que tiene una prueba que podría ser reveladora: una carta que presuntamente ha escrito como confesión la Sota de Corazones.


Tras las interrupciones del Rey, el Conejo lee la carta, pero el acusado niega haberla escrito él. El Rey se empeña en culparlo y obtener el veredicto de una vez. Alicia se indigna ante tanta injusticia, y su cuerpo comienza a crecer a la par que su enojo, ante el horror de los miembros del jurado.



La Reina de Corazones se pone roja de furia, y ordena a gritos que le corten la cabeza. Alicia le planta cara y le dice que las cartas no le dan ningún miedo. Entonces los Reyes y los Soldados-Carta se transforman en naipes corrientes, y se arrojan sobre ella.



Alicia sacude los brazos para quitárselas de encima, y al poco se despierta para ver la cara de su hermana inclinada sobre ella, reprochándole que ha dormido la tarde entera. Se incorpora de golpe, sorprendida de que no haya sido real.



Alicia comienza a contarle a su hermana el  sueño que ha tenido, y la narradora concluye sugiriendo que tal vez pueda volver algún día al País de las Maravillas.

Resulta interesante comparar esta versión de Alicia con una técnicamente muy similar, la de los directores Toshiyuki Hiruma y Takashi Masunaga, del mismo año. Ambas están realizadas en dibujos animados por estudios japoneses, dentro de una serie de adaptaciones de novelas y cuentos infantiles, y ambas siguen la historia de Alicia en el País de las Maravillas sin injerencias de A través del espejo. Sin embargo, la narrativa, el tono y el estilo de diseño y animación no podían ser más diferentes. La versión de Hiruma y Masunaga, producida en Estados Unidos y pensada para su distribución en este país, no tiene ninguno de los rasgos propios de la animación japonesa en general, y de los años 90 en particular. Salvo por algún detalle, como el gran tamaño de los ojos de Alicia y otros personajes, podría pasar perfectamente por animación occidental, siendo muy similar a la versión de Richard Trueblood de 1988. La versión de Shibata, por el contrario, se realizó para la televisión japonesa, y tiene todas las características de este estilo de animación. Cualquiera que haya crecido con el anime de los 80 y 90 reconocerá la caída de espaldas, los caudalosos chorros de lágrimas, las bocas enormes, los puñetazos en la cabeza, y por supuesto el inefable gotarrón de sudor de la vergüenza ajena. Esta Alicia los tiene todos.




El doblaje en español peninsular consolida la animación como “la típica de los 90” de cualquier serie japonesa. Aunque de momento no me ha sido posible localizar los estudios de doblaje ni identificar a los actores, parece bastante probable que fuera los mismos que en aquella época doblaron otras series como Ranma ½, Slayers o Sailor Moon. Hay algunas traducciones muy arbitrarias (¿Gato Sardónico? ¿Tortuga Triste? ¿Liebre Bisiesta?), pero los actores saben lo que hacen. Alicia está todo el rato criticándose su propia torpeza, encarándose con los personajes del País de las Maravillas o pensando en voz alta, y la actriz de doblaje no repara en expresividad o en volumen. Es fabuloso oírla discutir con la Oruga, reprocharle sus maneras a la Liebre, disimular ante la Reina o pedir expeditivamente “¡CONTESTAD!” tras llamar a la puerta de la Duquesa. Otros personajes también sueltan perlas, como el “su historia era tan vulgar y monótona” de la narradora, o el “¡Dime cómo te va la vida!” del Gato Sardónico, que no tienen precio.



Con una animación y un doblaje tan ágiles y divertidos, es fácil no percatarse de otros aspectos muy bien logrados. Es destacable la música de Seijo Yokohama; en algunos momentos sin diálogo, como la entrada de Alicia en casa de la Duquesa, puede escucharse y apreciarse la belleza de la banda sonora. Los colores son claros y limpios, los fondos están trabajados sin llegar a saturar, y el diseño de personajes es detallista y variado: el Conejo Blanco tiene los ojos rosa (como se dice específicamente en el texto original de Carroll), el Rey y la Reina de Corazones se parecen a las ilustraciones de los naipes, los Jardineros-Carta son diferentes entre ellos, y el Grifo o “Grifone” está tan bien hecho que podría usarse en una historia más seria o dramática sin desentonar.

La limitación del tiempo en pantalla hace que muchas escenas que habrían sido deliciosas se queden solamente insinuadas. Alicia entra en casa de la Duquesa para salir inmediatamente, tras cruzarse apenas unas palabras con la dueña; la primera conversación con el Gato queda reducida también a un par de frases; no están los pasajes de la Carrera Loca ni de la casa del Conejo Blanco; y en general nos quedamos con la sensación de que todo pasa demasiado rápido. Hay también un error de doblaje que se pasó por alto: la Tortuga es aludida por primera vez por la Reina como “Tortuga Bromista”, pero después ya se la llama, más apropiadamente, “Tortuga Triste”.



Esta serie, como muchas similares, se distribuyó internacionalmente y en muchos idiomas. Se conoce como Cuentilandia en España, Le fiabe più belle en Italia, Les contes les plus célèbres en Francia y The World’s Famous Tales en Inglaterra y Estados Unidos; existen también doblajes al español latino, al árabe y al polaco.  La versión española se dobló a partir de la italiana, y la canción que abre y cierra el episodio (interpretada por Cristina d’Avena) se dejó sin traducir ni subtitular. Planeta d'Agostini  posee la titularidad de la serie, y ya la vendía en fascículos con un cuento y un VHS en 1994, lo que indica que Toei la autorizó para su distribución internacional incluso antes de emitirla en Japón. En 2006 la reeditó en cuatro DVD y un único tomo de tapa dura con todos los cuentos. Esta edición en DVD se puede conseguir con relativa facilidad en Argentina y México, pero en España es una rareza. 



Este episodio de Alicia se puede disfrutar, tanto en español peninsular como en latino (el cual sí dobla la canción de apertura) en diferentes canales de vídeo de internet. Es, en general, una de las versiones de dibujos animados más alegres y divertidas que he visto, y, aunque no me ha sido posible encontrarla en su idioma original, recomiendo encarecidamente echarle un vistazo en la versión doblada.


Fuentes:


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