Esta versión de 1966 de Alicia en el País de las Maravillas es
una producción para la televisión de la BBC, dirigida por Jonathan Miller,
quien, en la época, era conocido como autor y director del programa
satírico Beyond the Fringe. La película formaba parte de una serie
llamada “La obra del miércoles”, para la cual habitualmente se escribían piezas
nuevas. Una de ellas, dirigida por Dennis Potter, estrenada en octubre de 1965,
y titulada sencillamente Alice, había tratado la relación
entre el reverendo Charles Dodgson y Alice Liddell, aunque ninguno de los
actores repetiría en la producción de Miller.
Esta película destaca entre las adaptaciones
de Alicia en el hecho de que los
actores no están caracterizados con disfraces, ropa ni maquillaje como los
personajes a los que representan. Todos los actores van sobriamente vestidos
con atuendos victorianos, y actúan como el Conejo Blanco, el Sombrerero o
la Oruga, sin ningún atavío especial. Jonathan Miller se enfrentaría así a una
de las más famosas adaptaciones de la obra, la de Norman McLeod de 1933, en que
famosos actores quedaron completamente irreconocibles bajo capas de disfraces,
enormes máscaras y sobrecarga de utilería. “Una vez que retiras la cabeza del
animal, te comienzas a dar cuenta de qué va [la historia]. Una niña pequeña
rodeada de gente con prisas y preocupada, que se pregunta: '¿Es esto lo que
significa ser adulto?'”. Curiosamente, para el papel protagonista fue elegida
Anne-Marie Mallik, de trece años, que no tenía ninguna experiencia de actuación
previa y que, después de su aparición en la película, tampoco manifestó el
menor interés en dedicarse al cine. Según él mismo declaró, Jonathan Miller
escogió a la niña por su “aire de solemnidad victoriana”. El resto del elenco,
por el contrario, estuvo constituido por actores consagrados.
Anne- Marie Mallik en el papel de Alicia.
La banda sonora de la película estuvo
a cargo del virtuoso del sitar Ravi Shankar, muy popular en la época por sus
actuaciones en grandes salas del Reino Unido y su relación con el beatle George
Harrison, de quien fue maestro. El contraste entre la ambientación estrictamente
victoriana y el anacrónico exotismo de la música tradicional india fue también uno
de los aspectos más comentados de esta versión.
En principio, nos encontramos ante
una adaptación clásica del libro de Carroll, que sigue cronológicamente casi todas
las escenas del País de las Maravillas, y no añade material a los diálogos
originales, aunque los puede alterar un poco. Comienza con una niñera (Freda Dowie) peinando y arreglando a Alicia
ante un espejo, mientras Lorina (Jo Maxwell-Muller) la observa en silencio. Las
hermanas salen al jardín y pasean un rato por el bosque antes de sentarse en la
ribera del río, todo ello sin intercambiar palabra; Lorina se pone a leer y Alicia tumba en la hierba y se duerme.
Wilfrid Brambell como el Conejo Blanco.
Cuando aparece el Conejo Blanco (Wilfrid Brambell), Alicia lo sigue
a la madriguera, que es el arco de un antiguo puente o canal. La película
mantiene los efectos especiales al mínimo, de modo que Alicia no cae, sino que
recorre un laberinto de escaleras y pasillos (la escena fue filmada en un hospital
abandonado) hasta llegar al Vestíbulo de las Muchas Puertas. Mira el jardín a
través de la puertecita, prueba las llaves, bebe y encoge, come y crece, recita
para sí misma, llora…
Hay un momento en que se insinúa el
Lago de Lágrimas, pero en realidad Alicia simplemente pasa a otra habitación
donde se encuentra con el Ratón (Alan Bennett) y el resto de animales (entre
los que se puede ver a Eric Idle, muy joven, que no aparece en los créditos). Los
animales hablan de secarse (aunque todos están perfectamente secos), y el Ratón
comienza a contar una historia, pero todos suspiran, bostezan y carraspean, y el Dodo lo interrumpe y propone realizar en su lugar una Carrera Loca.
Se
produce la Carrera Loca, que en efecto consiste en correr convulsivamente por
las habitaciones, pasillos y patios interiores. Al final de la carrera, los participantes comienzan a pelearse, hasta que el Dodo declara que todos han ganado. Alicia
reparte los premios, y los demás animales le piden al Ratón que continúe su
historia, pero éste se marcha, molesto porque antes lo habían interrumpido.
Lo siguiente que vemos es a Alicia
corriendo en dirección a la casa del Conejo Blanco, mientras la voz éste, en off, le manda buscar sus guantes. Alicia
bebe un frasco que encuentra en la casa del Conejo y aumenta de tamaño. Oye al
Conejo impacientarse, y hablar con otros animales.
A través de la ventana le tiran
pastelitos, se come uno y vuelve a disminuir. Sale corriendo de la casa (en
cuyo exterior, solo por un momento, se ve al Conejo, Pat y Bill), atraviesa un
jardín donde le ladran unos perros enjaulados, y, a través de un invernadero
derruido, llega a un despacho o biblioteca donde tiene la conversación con la
Oruga (Michael Redgrave). Alicia recita, a trompicones, algunas estrofas de “Eres viejo, padre William”.
Alicia oye ruidos en una habitación
cercana, y conversa con el Lacayo-Pez (Anthony Trent) y el Lacayo-Rana (John
Bird).
Entra en la habitación, donde están la Cocinera (Avril Elgar), la
Duquesa (Leo McKern, travestido), el bebé- cerdito y un gato real vivo, además
de los cadáveres, también reales, de un cerdo, gallinas y otros animales destinados a la
olla. Hay algunos primeros planos desagradables de la cabeza del cerdo muerto.
Alicia, que no se inmuta ante lo que contempla en la cocina, sale de ella con
el bebé-cerdito en brazos y lo deja libre en el bosque. Mientras camina sin
rumbo, habla (¿telepáticamente?) con el que, adivinamos, es el Gato de Cheshire;
nunca se han presentado.
A través de una puerta- espejo,
Alicia, con un traje diferente y un sombrero que llevaba al salir de su casa
pero no al entrar en la madriguera, llega a la casa de la Liebre de Marzo, y se
sienta a la mesa con el Sombrerero (Peter Cook), la Liebre (Michael Gough), y
el Lirón (Wilfrid Lawson). Alicia se aburre soberanamente durante la merienda y
pasa la mayor parte del tiempo hundiéndose en su asiento, sin mirar siquiera a
los demás comensales.
Luego entra paseando en el jardín de
la Reina y encuentra a los Soldados-Carta que pintan las rosas.
Llega el
desfile y conoce al Rey (Peter Sellers) y a la Reina de Corazones (Alison
Leggatt). Se incorpora a la comitiva y charla un rato con el Conejo Blanco.Tras dar un largo paseo con cada vez
más acompañantes (músicos, tamborileros, portaestandartes…), llegan a un gran
campo donde celebran la partida de croquet. Alicia no juega; se aburre, se pone
a tejer guirnaldas, ojea un libro; una de las camareras de la Reina le cepilla
el cabello. Habla con el Gato de Cheshire, y luego la Duquesa la encuentra y se
une a ella en su paseo mientras le habla de las moralejas.
Luego se encuentra con el Grifo
(Malcolm Muggeridge) y la Tortuga Falsa (John Gielgud), con los que habla sobre
sus días de colegio y asignaturas, y pasean por la playa mientras le muestran
el baile de la “Cuadrilla de Langostas”.
Alicia entra entonces en la sala del
juicio, y actúa ella misma como escribana, tomando nota de las disparatadas
declaraciones de los testigos, que canturrean, hacen ruidos y en general
pierden el tiempo; el mismo Rey dormita en su silla.
Alicia comienza a crecer
de modo inesperado, y cuando le replica a la Reina, ésta comienza a gritar “¡Que
le corten la cabeza!”. Alicia no se inmuta cuando el ruido y la confusión aumentan
a su alrededor. Y entonces simplemente se despierta, se incorpora, se pone el
sombrero, y ella y Lorina se levantan y se marchan. Los créditos, con más
música de sitar, muestran las ilustraciones que hizo Lewis Carroll para la
primera versión del cuento.
La película, hablando en plata, es
rara. Hoy consideraríamos que es “cine experimental” o “cine de autor”: es un
proyecto estético más que narrativo. Filmada en 9 mm., con una fotografía
perfecta, se centra en mostrar la belleza de los lugares y las escenas más que
en contar una historia que la mayoría de espectadores se sabe ya. Carece casi
por completo de efectos especiales. Las escenas en que Alicia crece y encoge se
realizan con la actriz simplemente acercándose o alejándose de la cámara; muy
notablemente, cuando disminuye de tamaño dentro de la casa del Conejo, lo hace
corriendo hacia atrás. El Gato de Cheshire se ve un momento, como un animal
real, en la cocina de la Duquesa, pero luego solamente se oye su voz, susurrando,
cuando habla con ella. Únicamente en la partida de croquet se ve la cara del animal
sobreimpresionada en el cielo.
El Gato de Cheshire en su único momento "visible".
La actuación no es la que
esperaríamos en una película de fantasía en que una niña conoce a los
personajes más dispares. Alicia tiene todo el tiempo la mirada perdida, no
sonríe más que en un par de ocasiones (y de modo casi imperceptible), y habla
con un tono de voz monocorde y aburrido. No se inmuta ante nada, no se
emociona, no se asusta. Vaga de un lugar a otro, se dirige a los seres que
encuentra sin mirarlos. Conociendo las ilustraciones de Lewis Carroll, es evidente que han intentado imitar a la Alicia de estos dibujos, pero también conviene recordar que el propio Carroll estaba insatisfecho con ellos. La Alicia de esta película tiene una expresión continuamente melancólica. Solemne tal vez, pero rayana en la tristeza.
Y los habitantes del País de las Maravillas, cierto, se comportan de modo alocado e
impredecible, pero quizá no de la manera que imaginamos al leer el libro. El final de la
Carrera Loca, por ejemplo, es uno de los momentos más extraños. Los animales –
que, recordemos, no están caracterizados como tales – se arrojan unos sobre
otros, golpeándose, gruñendo y emitiendo chillidos como si fueran cerdos, y
luego, en el momento en que el Dodo declara que todos merecen premios, se
levantan dando tumbos y comienzan a gemir “Premios… premios…” en la manera en que hoy
imitaríamos a un grupo de zombies.
Las transiciones entre escenas son
irregulares. Muchas comienzan con voces oyéndose en off o en eco, o con Alicia simplemente apareciendo en ella, sin que
haya terminado la escena anterior. Incluso dentro de las secuencias hay cortes o fundidos,
como si fuera a producirse un cambio, para que después el diálogo continúe. Y
algunas escenas son largas, muy largas. Van alargándose, y Alicia está
simplemente allí. Y se oyen himnos, y zumbidos de abejas y cricrís de grillos,
y no parece que ocurra nada. Es el País de las Maravillas: el Tiempo tiene
voluntad propia.
Vale la pena ver esta película, aunque
sea solo una vez. El que apenas se usen efectos especiales y que los personajes
animales no lleven disfraz “obliga” a explotar lo que puede ser maravilloso y
mágico en un entorno real. Los interiores, incluyendo la “caída” por la
madriguera del Conejo, fueron filmados en un edificio abandonado de la misma
época victoriana (el hospital militar de Netley, cerca de Southampton), con láminas
anatómicas en las paredes, y algunas partes derruidas por el paso del tiempo. Es
uno de los mejores logros de la adaptación: Alicia está en un mundo que se
parece al suyo pero no lo es exactamente, o no del mismo modo. Y, excepto en el
caso del Gato de Cheshire, que decididamente no está bien resuelto, los actores
en traje victoriano se comportan como todos sabemos que son sus equivalentes
animales. Ver a Wilfrid Brambell en el momento en que saca su reloj de bolsillo
y lo señala impacientemente es ver al Conejo Blanco, con más nitidez que en
versiones donde lleva un disfraz completo.
La película no está editada por
ninguna compañía española ni doblada al castellano. Existen al menos tres
versiones en DVD, de la que, aparentemente, la más recomendable por la calidad
de imagen y contenidos adicionales es la de Warner de 2010. Se puede encontrar
con relativa facilidad en canales de vídeo de Internet. Y merece la pena,
aunque haya siempre algo que nos resulte incómodo (la tristeza de Alicia, los
animales muertos y/o disecados, la extensión de algunas escenas, la mínima
presencia del Gato de Cheshire), seguro que hay algo que nos llama la atención
por su acierto y belleza.
Fuentes:
Internet Movie Database.
Wikipedia.