12 de junio de 2019

Alice de Dennis Potter (1965)




Al igual que la versión de Jonathan Miller, Alice es una película filmada directamente para televisión que formó parte del programa La obra del miércoles de la BBC. Fue escrita por el guionista y dramaturgo Dennis Potter, dirigida por Gareth Davies, y estrenada en octubre de 1965, precediendo en algo más de un año a la película mencionada. Pero no se trata de una adaptación de los libros de Alicia, sino de una reconstrucción pseudobiográfica que muestra la relación de Charles Dodgson con Alice Liddell, la Alicia real inspiradora de sus historias.

La película comienza con un breve prólogo en el que vemos al reverendo Dodgson (George Baker), un hombre anciano, viajando solo en el departamento de un tren. A los pocos segundos entra una pareja joven que se sienta frente a él y lo saluda. La mujer, muy emocionada, se presenta a Dodgson y le dice que, siendo ella una niña, se conocieron un día en la playa, y que estuvieron jugando a cavar agujeros en la arena mientras él le contaba historias. Dodgson, claramente incómodo ante la situación, intenta manifestar su desinterés dando respuestas evasivas y bajando la vista a su periódico, pero la joven continúa contándole que no había vuelto a verlo tras aquel día pero que no lo había olvidado, y que desearía recordar también alguno de los cuentos que improvisó en aquella ocasión. Cuando la mujer menciona que va a casarse pronto y su prometido comienza a hablar de lo afortunado que es, Dodgson pierde la paciencia y les dice en tono seco y cortante que no entiende por qué creen que puedan interesarle sus asuntos personales. La pareja enmudece y el reverendo vuelve a su periódico.

El tren atraviesa entonces un túnel, y durante su paso por él se nos muestra una fotografía de Alice Liddell adolescente, el título y el guionista de la obra, y el tiempo vuelve atrás. Nos encontramos en Christ Church, donde vemos a un Charles Dodgson mucho más joven que se dirige apresuradamente (sacando un reloj del bolsillo del chaleco y murmurando para sí: Llego tarde, llego tarde) a la residencia del decano. Se para a atarse un zapato, olvida sus libros, vuelve a recogerlos, se va en dirección contraria.  A pesar de sus prisas, se para a oler unas rosas y charlar con el jardinero, quien lamenta que algo tan adorable se marchite tan pronto. Ocurre con todas las cosas adorables, responde Dodgson, con su característico tartamudeo. La niña que tienes en las rodillas, de repente... se convierte en mujer. Añade que prefiere las rosas rojas antes que las blancas, y el chico que ayuda al jardinero, bromeando, dice que podrían pintarlas. Dodgson sigue su camino, vuelve a olvidar los libros, el niño sale tras él a llevárselos. Dodgson le dice que lo de pintar de rojo las rosas blancas es una idea bastante buena y, cuando el niño se marcha, mira desde una ventana al anciano jardinero... y se lo imagina como una carta de la baraja, que pinta las rosas de rojo por miedo a que la Reina lo castigue. Dodgson sale de su ensoñación cuando el chiquillo se reúne con el jardinero y los dos vuelven a su trabajo.

A partir de ese momento, se nos narra la relación del reverendo Dodgson con la familia Liddell en escenas que implican a todo su entorno. Hay escenas de Dodgson con su amigo el reverendo Duckworth (Malcolm Webster), con alguno de sus estudiantes de matemáticas, a solas con Alice Liddell (Deborah Watling), o con un vendedor de artesanía; escenas de Alice con sus hermanas Lorina y Edith (Tessa Wyatt y Maria Coyne); escenas de los esposos Liddell (David Langton y Rosalie Crutchley)... No es un mundo exclusivo de Alicia, ni el de Lewis Carroll: hay muchas otras personas que forman parte de él.


La narración evita, tal vez deliberadamente, mostrarnos la tarde dorada en que Dodgson improvisó el cuento; por el contrario, nos va proporcionando pinceladas sueltas del País de las Maravillas que, inspirado por acontecimientos cotidianos como la compra de un regalo, o por frases afortunadas, como la del muchacho que ayuda al jardinero, va tomando forma en la mente del profesor de matemáticas. Hay, ciertamente, una excursión en barca con Duckworth y las hermanas Liddell, en la que Alice le sugiere que debería poner por escrito todas esas historias que inventa para mí, pero no se corresponde con la descripción que se nos ha transmitido del origen de la novela: la madre de las niñas también está presente, y lo que a Dodgson se le ocurre en esa ocasión es la escena de la Loca Merienda del té, que no estaba en el cuento original sino que fue inventada después. Así pues, la concepción y la escritura del libro es algo que va sucediendo a lo largo de varios años, pero queda supeditada a la relación de Dodgson con los Liddell, y al conflicto que se va acercando conforme éstos comienzan a observar un trato demasiado íntimo entre su espontánea y bromista hija de diez años y el escrupuloso y estirado reverendo.


Ajeno a las sospechas de la sra. Liddell, que ya le ha insinuado a su marido que cree que Dodgson pretende casarse con Alice, el autor termina su libro. A los Liddell les preocupa que otros miembros de la familia aparezcan en la novela, y se niegan a que un ilustrador vaya a su casa a conocer a su hija para tomarla como modelo. Dodgson se entrevista con su editor, Alexander McMillan (Maurice Hedley), quien le sugiere que John Tenniel realice las ilustraciones. Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas se publica por fin, y un nervioso Dodgson va a entregarle una copia a Alice, que tiene ya trece años, para encontrarse con que apenas le presta atención. Aunque su afecto por su amigo no ha disminuido, ya comienza a interesarse por asuntos de muchachas, como la visita de un posible pretendiente para su hermana Lorina. Como en ocasiones anteriores, Henry Liddell intenta llegar a un acuerdo con Dodgson sobre algunas reformas que el edificio de Christ Church necesita cada vez con más urgencia, pero Dodgson sigue negándose rotundamente a que se toque una sola piedra. Usted da por hecho que los cambios son, por fuerza, para mejor, le dice a Liddell, exasperado, cuando es justo lo contrario.

Con el paso del tiempo, el distanciamiento de Alice Liddell se hace insoportable para Dodgson, quien se siente aún más amargado con el triunfo del decano respecto a las obras de Christ Church. Liddell y Ducksworth lo ven tan nervioso y angustiado que el primero decide invitarlo a una merienda campestre como las de antaño, con su esposa y sus hijas... y otras personas, refiriéndose a Reginald Hargreaves (Tony Anholt), el pretendiente y futuro marido de Alice. Aunque acepta la invitación, Dodgson es muy consciente de que esa merienda junto al río es la confirmación de la ruptura con su niña de ensueño. Intenta recitar un poema pero, por primera vez, su tartamudeo se lo impide. Intentando darle ánimos, Lorina lee el final de Alicia en el País de las Maravillas.

Como epílogo, la narración nos devuelve al tren donde el ya anciano Dodgson ha rememorado su afecto por Alice Liddell, perdida la vista en el periódico, mientras la joven pareja sigue intimidada ante su silencio.

La película es interesante en varios aspectos, en especial porque 1965 parece aún una fecha un poco temprana para insinuar que un reverendo y profesor de matemáticas, muy respetado en su época, y escritor mundialmente reconocido en la posteridad, pudiera haberse enamorado de una niña y pretender casarse con ella en cuanto alcanzara la edad adecuada (sobre todo, porque no se proporciona el contexto necesario para que el espectador actual sepa que era una práctica aceptada en la Inglaterra victoriana). También muestra los aspectos menos agradables de la personalidad de Dodgson: era maniático, impaciente, irritable, intransigente ante los argumentos más razonables, y puritano hasta para sus contemporáneos. En algunas escenas de la película se lo ve responder con aspereza  y cierta arrogancia a personas que se han dirigido a él con la mayor educación, solamente porque no está de acuerdo con lo que dicen. 

El ambiente oprimido de la sociedad victoriana, incluso dentro de la intimidad de una familia o de un matrimonio, se muestra magníficamente en una escena en que se encuentran a solas los padres de Alice. La sra. Liddell quiere decirle a su marido que comienza a sospechar algo extraño en el trato especial que da Charles Dodgson a su hija, pero lo delicado del asunto, la conducta intachable del reverendo y sus propias reservas ante lo que solo pueden ser imaginaciones suyas hacen que, tras varios intentos frustrados, abandone su propósito. La recreación de la escena es impecable: la mujer está bordando mientras su marido trabaja en la mesa del despacho, y comienza a preguntarle vagamente si está muy ocupado, pero, cada vez que el decano le pregunta si desea hablar de algo o si tiene alguna preocupación, ella responde rápidamente que no. Se levanta, mira por la ventana, hace comentarios sobre el tiempo... El marido nota su inquietud e insiste en saber lo que le pasa, pero ella niega de nuevo que le esté pasando nada. No encontrando la manera de abordar el asunto, acaba y rompiendo y quemando unas cartas que Dodgson le había enviado a Alice.

La escena de la última merienda junto al río, en fin, es desgarradora. Hay una incomodidad palpable entre la sra. Liddell, que ni siquiera permite que la joven Edith toque el agua con las puntas de los dedos, controla qué y cuánto come cada uno, y procura evitar que sus hijas estén charlando porque hablar mucho no es bueno para las jovencitas; las tres hijas, que ya comienzan a aburrirse de esa clase de entretenimientos y de tener siempre a su madre de carabina; y Charles Dodgson, con el corazón destrozado ante el hecho inevitable de que esa niña en sus rodillas se ha hecho mujer; mientras que el joven Hargreaves, ajeno a todo, simplemente disfruta de una excursión con tres encantadoras muchachas y el famoso autor de Alicia. Todos piden al reverendo que recite uno de sus divertidísimos poemas absurdos, y, tras hacerse un poco de rogar, Dodgson se levanta y comienza a cantar la Cuadrilla de Langostas, e intenta hacer un conato de baile con Alicia, pero su tartamudeo, que nunca le afectaba al recitar sus poesías, lo bloquea de tal modo que ha de terminar callándose. El silencio que se produce a continuación duele en lo más profundo del alma. Tras intentar unas palabras de consuelo, Lorina coge la copia de Alicia en el País de las Maravillas que llevan consigo y lee las últimas líneas: Por último, se imaginó cómo esa hermanita suya se convertiría, en el futuro, en una mujer adulta, y cómo conservaría, a lo largo de los años, el corazón sencillo y cariñoso de su infancia. Y cómo reuniría a su alrededor a otros niños, y haría que los ojos de esos niños brillaran con anhelo con algún cuento extraño, tal vez con el sueño del País de las Maravillas de tanto tiempo atrás. Y cómo ella se apenaría con sus pequeñas tristezas, y se regocijaría con sus pequeñas alegrías, recordando su propia infancia, y los felices días de verano. Alice se levanta y le da un beso a Dodgson, el último sin duda alguna.

El guionista Dennis Potter volvió a explorar, veinte años más tarde, la relación entre Alice Liddell y el hombre que la hizo inmortal. En Dreamchild (1985), esta vez es Alice la anciana que rememora sus días de infancia y la presencia que el reverendo Dodgson tuvo en ellos. Que estas producciones sean películas y no documentales nos obliga a recordar que no todos los hechos que se muestran son históricos y contrastados; hay ficción, imaginación, y la propias interpretaciones del guionista y el director en el tratamiento de los personajes y la historia. Con todo, esta Alice nos ofrece una perspectiva bastante verosímil, ya que no exacta, de la parte más creativa - y, por sus diarios, feliz - de la vida de Lewis Carroll.

Fuentes:

Dennis Potter's Two Dark Visions of Wonderland







2 comentarios:

  1. Pues aunque haya cosas que no sean fieles a la vida real, me parece un acercamiento muy interesante a la historia de Alicia. Es una película que sí que me apetecería ver

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    1. Puedes verla cuando tengas un rato porque no es muy larga (una hora y diez minutos, aproximadamente) y se puede encontrar en plataformas de vídeo en Internet, aunque la calidad no es muy buena. Viene también como extra en algunas ediciones en DVD de Dreamchild, lo que me parece un muy buen detalle.

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