31 de mayo de 2019

El libro de los enigmas del País de las Maravillas




Desde hace aproximadamente una década, estamos observando un resurgir de los libros de adivinanzas para adultos. Destaco “para adultos”, porque los libros de adivinanzas infantiles han sido siempre una publicación básica para cualquier editorial dedicada a este sector: las adivinanzas “de toda la vida” están libres de derechos de autor, y basta contar con un ilustrador de animales antropomorfos para obtener un ejemplar voluminoso (son frecuentes los libros de “365 adivinanzas, una para cada día del año”) con un precio asequible. 

Los adultos, sin embargo, fueron un público marginado en este sentido hasta que comenzaron a publicarse libros con acertijos algo más complejos, con tapa dura y páginas a todo color. Sin duda, uno de los pioneros fue El gran libro de los enigmas de Fabrice Mazza, publicado en 2008, que fue seguido menos de un año después por El nuevo gran libro de los enigmas. Desde entonces, aparecen regularmente libros de adivinanzas que por lo común mezclan cálculo, deducción lógica y pensamiento lateral con trucos visuales, laberintos, movimientos de ajedrez y dibujos para buscar las diferencias. Pocos se salvan de la tentación de recurrir a rompecabezas clásicos como el enigma de la Esfinge, el de las puertas vigiladas por uno que siempre dice la verdad y otro que siempre miente, o el cruce del río con un lobo, un pato y un saco de maíz, con sus muchas versiones.

¿Por qué me traería al lobo y a la cabra a la cosecha de coles?

No pasó mucho antes de que diversos autores tuvieran la idea de “inspirar” sus libros de adivinanzas en obras literarias populares, adaptando los propios acertijos que pudieran venir en esas obras y ambientando el resto con sus personajes y escenarios. Los títulos, tales como El libro de los enigmas de Sherlock Holmes o El libro de los enigmas de J.R.R. Tolkien, pueden resultar engañosos, ya que hacen pensar que todos los acertijos proceden de los libros mencionados; los subtítulos aclaran que se trata de rompecabezas “inspirados en”. Lo que no es óbice, por supuesto, para que se incluyan los que ya puedan venir en la obra original: en el de J.R.R Tolkien, es evidente que vamos a encontrar las adivinanzas del duelo verbal entre Gollum y Bilbo.

Como era de esperar, los libros de Lewis Carroll no iban a escaparse de esta – bastante apreciable, no hay que negarlo – moda editorial. Carroll era un impenitente inventor de juegos, acertijos y rompecabezas, que improvisaba en largos viajes de tren para distraer a pequeños pasajeros, publicaba en periódicos para desafiar a los lectores, o desarrollaba con docenas de premisas en sus libros de lógica. El libro de los enigmas del País de las Maravillas: 140 frabullosos acertijos inspirados en las aventuras de Alicia, de R.W. Galland, reproduce y adapta algunos de ellos, aunque la mayoría son inventados por el autor o versiones de clásicos.


Los acertijos del libro están divididos en tres grupos: enigmas “sencillos”, “curiosos” y “difíciles”. No se explica qué criterio se sigue para determinar la dificultad o la curiosidad de cada uno, pero un rápido vistazo permite observar que los “sencillos” son sobre todo juegos de “busca las diferencias”, adivinanzas más bien populares, y acertijos de pensamiento lateral. Los “curiosos” y “difíciles” son sobre todo problemas de cálculo, los típicos de libro de mates: cálculo de volumen de líquidos, de distancia recorrida, de tiempo transcurrido, de porcentajes, proporciones y probabilidad. Hay también algunos de diferencias (con la complicación añadida de que la imagen está invertida, como reflejada en un espejo de modo simétrico) y varios rompecabezas que gustaban bastante a Carroll: los de trazar una figura sin levantar el lápiz del papel ni pasar dos veces por el mismo sitio.


El libro está profusamente ilustrado a todo color con los dibujos de Tenniel, con cenefas enmarcando cada página y un sombrero en que se indica el número. Las historias inventadas para presentar las adivinanzas son bastante entretenidas, y aparentemente dan por hecho que Alicia puede pasear libremente entre el País de las Maravillas y el Mundo del Espejo, lo que da al autor bastante libertad para crear todo tipo de situaciones. Todos los acertijos de Carroll están señalados con su procedencia y, como es obvio, las soluciones, con su correspondiente explicación, están al final.


En esencia, es un libro de adivinanzas presentadas por los personajes de Carroll en vez de por enunciados genéricos como “había tres hermanas que desafiaron a sus pretendientes a adivinar sus edades”, “dos amigos encontraron una bolsa de monedas y discutieron cómo repartirla” o “un tabernero pícaro quería mezclar vino y agua y tenía dos tinajas de diferentes tamaños”. Puede hacerse un poco frustrante para quien no sea ducho en matemáticas, por la gran cantidad de problemas de cálculo que no se pueden resolver con unos conocimientos básicos. También hay algunos acertijos que se repiten con diferentes planteamientos (por ejemplo, los de deducir qué cartas o tipos de canicas se han sacado de una bolsa sin mirarlas), y quizá demasiados dibujos para encontrar las diferencias.  Pero, en general, es un bonito libro, entretenido y asequible en su mayor parte, que puede hacer un pasar muchos buenos ratos a los amigos de las adivinanzas… sobre todo, si se olvidan de las soluciones de una vez a otra.


¡No PUEDO con los problemas matemáticos! ¡AAAAAAAGH!

El libro de los enigmas del País de las Maravillas: 140 frabullosos acertijos inspirados en las aventuras de Alicia, de Richard Wolfrik Galland. Grijalbo (Penguin Random House Grupo Editorial), Barcelona, 2014.

4 comentarios:

  1. Vaya, acabo de aprender alguna cosa nueva! Me encanta como escribes! ;)

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    1. ¡Bienvenida, Cati! Muchas gracias por tu comentario, pero tú escribes mejor que yo, ¡y en más idiomas!

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  2. ¿Frabullosos? ¿Palabra-maletín de "francamente bulliciosos" quizá?

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    1. Quizá. Es una de las posibles traducciones de la palabra frabjous del poema "Jabberwocky" de Alicia a través del espejo, que podría venir de la mezcla de frantic y joyous. Otros autores la han adaptado como:
      - "Promifortunoso" (Manuel Barberá, circa 1950);
      - "Fragarante" (Jaime de Ojeda, 1973);
      - "Ristolerto" (Ramón Buckley, 1984; y Jorge A. Sánchez, 1996);
      - "Fragoso" (Mirta Rosenberg y Daniel Samoilovich, 1997);

      y, más recientemente, "gloricioso", en la película de Tim Burton de 2010, aunque desconozco el nombre del/ los traductor/es. Para lo que cuenta, la palabra "frabulloso" y tu teoría sobre su origen son tan válidas como todas las anteriores.

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