Alice in Wonderland es una coproducción
estadounidense- japonesa de 1995, dirigida por Toshiyuki “Toshi”
Hiruma y Takashi Masunaga (habitualmente creditado solo como Takashi). Fue
producida por el estudio estadounidense Jetlag y distribuida por Goodtimes.
Tiene una duración de aproximadamente 45 minutos.
Jetlag Productions realizó
en la década de los 90 una gran cantidad de películas basadas en
cuentos populares y novelas de dominio público. Se trataba de producciones con un presupuesto
más bien bajo, animadas en estudios japoneses y coreanos pero dirigidas a la distribución
doméstica, en VHS y posteriormente en DVD, en el mercado estadounidense. Jetlag también
tiene en su haber la producción de las series de dibujos animados Las nuevas
aventuras de He-Man (1990) y Conan el Bárbaro (1992).
Tohiyuki Hiruma dirigió
varias películas para Jetlag entre 1994 y 1995. Masunaga era principalmente el jefe de diseño
de personajes de estas adaptaciones de cuentos, y tenía ya una larga trayectoria
como artista en series tan conocidas como Pac-Man (1982) y Dragones y
Mazmorras (1983).
Esta versión abarca la mayoría
de episodios de Alicia en el País de las Maravillas, sin incluir
fragmentos ni personajes de A través del espejo, y reproduce con gran
fidelidad los diálogos originales, sin apenas alteraciones. El guion fue
escrito por George Arthur Bloom. La banda sonora estuvo a cargo de Andrew
Dimitroff; las tres canciones que incluye están compuestas por el propio
Dimitroff, Nick Carr y Ray Crossley, con letras de Joellyn Cooperman. Michael Donovan aparece como director de doblaje, y en los créditos de la película se muestran unos treinta actores, pero no se indica a qué personaje dobla cada uno. Internet Movie Database identifica solo a algunos de ellos, y de modo inconsistente.
La película comienza con
una canción, “Anything goes in Wonderland”, mientras se muestra la orilla del
río, donde Alicia (Venus Terzo, o Cheralynn Bailey) y su hermana (que aquí recibe el nombre de Ada)
están sentadas sobre un mantel de picnic; Alicia juega con Dinah y deshoja margaritas, mientras su
hermana lee un libro.
Terminada la canción, un narrador (Michael Donovan, que doblará a otros personajes), nos
cuenta que Alicia se aburre de estar allí. De pronto aparece el Conejo Blanco (también
Michael Donovan) y se dirige brevemente a Alicia para preguntarle la hora antes
de seguir su camino.
El narrador dice que Alicia decide ir tras el Conejo
porque no tiene nada mejor que hacer; después de la caída de Alicia por la
madriguera, la figura del narrador desaparece hasta el final.
Alicia, pues, cae por la
madriguera y llega al Vestíbulo de las Muchas Puertas. Ve el jardín de la Reina
a través de una puerta por la que no puede pasar, come, bebe, cambia de tamaño, llora…
Cuando vuelve a encogerse, cae en el charco formado por sus propias lágrimas, y encuentra allí a un Ratón
bastante antipático, que le dice sin más “¡Odio a los gatos!” porque ya sabe
que Alicia tiene una gata, y que a continuación le pregunta bastante
bruscamente “¿Quién eres tú?” a la manera de la Oruga.
Alicia, el Ratón y muchos
otros animales llegan a la orilla, y el Ratón propone secarse con una Carrera
Loca. Empieza entonces la canción “Run, Alice, Run”, que se repite dos veces,
mientras que la animación para la propia carrera se repite tres.
Se
trata de una secuencia bastante desafortunada, no solo por las repeticiones
sino por los molestos efectos de sonido de tráfico que se escuchan mientras
corren los animales: bocinazos, derrapes y chirridos de neumáticos. Cuando la
canción termina, los animales simplemente desaparecen de golpe, y Alicia se
queda sola, preguntándose, como el espectador, dónde han ido todos.
Por suerte, el Conejo
Blanco pasa por allí, y Alicia, que ya está seca, sale corriendo tras él. Llega
hasta su casa, pero lo ha perdido de vista. Llama a la puerta, entra, admira la
decoración (“¡Me gustaría vivir aquí!”) y, viendo una botella con un líquido
sobre una mesa, decide probarla a ver si vuelve a cambiar de tamaño. Y en
efecto, se hace enorme y se queda atascada en la casita.
Llega el Conejo Blanco,
con una rana (posiblemente el jardinero Pat) y el lagarto Bill (doblado también por Michael Donovan), se llevan una gran sorpresa, y discuten cómo
sacar a Alicia de la casa.
Como sabemos, a Bill le toca colarse por la chimenea
para ver si puede hacer algo, y recibe un puntapié. Va a parar entre unos
arbustos, donde es asistido por unos Conejillos de Indias, y mientras tanto el Conejo
y los demás deciden quemar la casa. Alicia ve unos pastelillos, se come
uno y vuelve a encogerse. Sale discretamente de la casita, pero Bill la ve, y
Alicia echa a correr hacia el bosque. Los dos Conejillos la siguen, pero se
cansan enseguida y regresan a la casa del Conejo.
Alicia se para a
descansar en el tallo de una seta, donde se encuentra a la Oruga, que aquí no
está fumando sino bebiendo un refresco tropical con sombrillitas y trozos de
lima con una pajita muy larga (quizá una auto- censura en atención al público
infantil, como ocurría también en la versión de Rankin-Bass).
Conversa con
ella, y la Oruga, antes de marcharse, le aconseja tomar los trozos de la seta
para ajustar su tamaño a su gusto. Alicia lo intenta; primero se reduce más todavía,
y luego su cuello se estira desmesuradamente.
Entre las copas de los árboles se
encuentra con una asustada Paloma que la confunde con una serpiente y teme que
va a comerse los huevos que custodia en su nido; Alicia discute con ella
(porque, a pesar de sus protestas, la Paloma insiste en que ha visto muchas
serpientes y muchas niñas, y Alicia se parece más a lo primero que a lo
segundo) y con mucho esfuerzo logra doblar su cuello hasta poder acercar las
manos a la boca. Experimenta un poco más con los trozos de hongo hasta
encontrar el tamaño perfecto.
Se pregunta en voz alta
qué dirección debe tomar, y una voz le responde que dependerá de adónde quiera
ir. Alicia se gira para ver en un árbol al Gato de Cheshire (también Michael Donovan), el cual le cae
bien a pesar de sus intermitentes desapariciones.
El Gato le habla sobre el
Sombrerero y la Liebre de Marzo, y le asegura que volverán a verse en la
partida de croquet de la Reina. Alicia decide visitar a la Liebre de Marzo, porque
ya conoce a algunos Sombrereros, y, como están en mayo, quizá la Liebre no esté ya tan
loca.
Alicia reduce de nuevo su
tamaño cuando se acerca a la casa, donde la Liebre (Dough Parker), el Sombrerero y el Lirón
están tomando té y pan con mantequilla.
La escena de la Merienda Loca se sigue con bastante fidelidad,
pero en un momento dado, la Liebre propone que se pongan a dibujar, el
Sombrerero se saca unos lápices de colores del sombrero… y se produce un “momento del caimán con labios gordos”: una secuencia completamente aleatoria. Suena la
canción “M is for Me” y se ve una animación muy simple, del estilo de un vídeo
educativo para niños pequeños, con dibujos en lápices de cera de diversas cosas
que empiezan por M.
Es una alusión al texto original, en el que el Lirón cuenta
una historia sobre unas niñas que, en efecto, dibujaban cosas que empezaban por
esa letra, pero la secuencia en sí no encaja para nada en el resto de la
escena. La canción y su animación se repiten, dos veces. Terminada la canción, el Sombrerero vuelve a guardar los crayones y
siguen hablando como si nada.
Pero vuelve a pasar el
Conejo Blanco, y Alicia se levanta a seguirlo, mientras el Sombrero y la Liebre
se entretienen metiendo al Lirón en la tetera. Siempre tras el Conejo, Alicia atraviesa
una puerta en un árbol, y se encuentra de nuevo en el Vestíbulo. Y se repite gran parte de la secuencia del principio.
Gracias a una mejor planificación
y a los trozos de seta, puede entrar por fin en el jardín que vio al principio
(aunque, de hecho, parece idéntico al resto del País de las Maravillas que ha
visitado hasta entonces). Pronto ve a los Jardineros-Carta, que le explican por
qué están pintando las rosas de rojo (en el único rosal que hay a la vista), y
enseguida llega la procesión real.
A diferencia de los Jardineros-Carta, que llevan un sombrero y guantes, los
Soldados-Carta y el resto de los miembros de la corte solamente llevan guantes; no muestran ningún otro tipo de pertrecho, vestidura ni accesorio, por lo que el desfile no es precisamente vistoso. Excepto unos niños que deben de ser los Infantes, no se distinguen unos de otros, y tienen todos una expresión aburridísima.
Llegan el Rey y la
Reina de Corazones. Aunque la Reina se muestra amable al principio, pronto se
enfurece y comienza a ordenar ejecuciones; el Rey la tranquiliza, y se van
todos a jugar al croquet. Alicia se divierte con su flamenco y los erizos, y charla
un rato con el Conejo y el Gato de Cheshire. Éste último se niega a besar la
mano del Rey, y aunque el propio monarca no se siente ofendido, su señora se lo
toma muy mal y ordena su inmediata decapitación.
El Verdugo (que por lo menos
sí lleva una capucha, y un hacha con corazones troquelados, lo cual es
un detalle interesante) discute con los Reyes si es posible cortar una cabeza
que no está unida a cuerpo alguno, pero la cuestión no llega a dirimirse porque
el Conejo Blanco aparece muy alterado, gritando que las tartas de la Reina han
sido robadas.
El juicio se celebra allí
mismo, en medio del campo. Alicia toma el té con el Sombrerero, la Liebre y el
Lirón, que se han sentado en una manta a ver el espectáculo, y los miembros del
jurado (algunos corredores de la Carrera Loca, los dos Conejillos de Indias,
Bill, Pat, tres Palomas y un Flamenco) se acomodan en unas gradas, mientras una
nerviosa Sota de Corazones es atada con ramas de hiedra. Tras leerse la acusación,
Alicia es llamada a declarar. El Rey le pregunta con qué se preparan las tartas y,
mientras Alicia enumera todas las tartas que sabe hacer su madre, va creciendo
de nuevo, hasta hacerse enorme.
El Rey cita la regla 42 e
insta a Alicia a que se vaya, pero la niña no le hace ni caso. El juicio prosigue
con la presunta carta de confesión de la Sota de Corazones, pero, apenas ha
comenzado el Rey a leerla, Alicia señala que las tartaletas están a la vista de todos,
en una bandeja sobre una mesa. Esto no es un impedimento, según el Rey, para
dictar una sentencia, y cuando Alicia hace notar, enojada, lo ridículo de la
situación, todas las cartas se le echan encima.
Ada despierta a Alicia,
que se había dormido en su regazo. La niña empieza enseguida a hablarle del
curioso sueño que ha tenido, pero Ada dice que es hora del té, y que ya se lo
contará cuando estén en casa.
Las hermanas se marchan cogidas de la mano, y el
narrador cuenta cómo Ada se sonreía al pensar en los “tontos” sueños de Alicia…
mientras Dinah se queda tomando el té con los personajes del País de las Maravillas.
A pesar de que recoge los episodios más importantes de Alicia en el País de las Maravillas (siendo la omisión más notable la de la casa de la Duquesa), y que los diálogos respetan con mucha fidelidad el texto de Carroll, esta versión es a duras penas convincente. El doblaje es anodino (treinta y un actores de doblaje, y todos suenan igual), se reutilizan animaciones, los efectos de sonido son molestos y las canciones son francamente malas. Pero lo peor, con diferencia, es el apartado artístico. Es visualmente correcto (no hay bofetadas a los ojos), pero adolece de una extrema falta de imaginación. No se ha explotado en lo más mínimo el potencial de un mundo onírico donde todo debería dejarnos boquiabiertos. Hay algunos detalles con cuentagotas, como las orejas de la casa de la Liebre (recurso original de las ilustraciones de Tenniel, que se imita en muchas versiones), el corazón tallado en el hacha del Verdugo, o que uno de los Flamencos sea miembro del jurado. Pero la casa del Conejo es normal, la mesa de la Merienda Loca es normal, el jardín de la Reina es normal. Todo el País de las Maravillas es tremendamente normal, bañado con una capa naranja (la elección de la paleta de colores es también muy cuestionable), y arreando. Los Soldados-Carta no tienen atributos propios, todos los animales hablan y reaccionan del mismo modo, y ni siquiera la Reina, ¡ni siquiera la Reina!, transmite ninguna emoción cuando se enfada.
¡Es todo tan sosoooooooooooo!
Como la mayoría de
adaptaciones de dibujos animados de Alicia, y todos los títulos de
Jetlag, esta versión está pensada para niños. Pero estar dirigida a un público
infantil no debería significar que una película se reduzca al mínimo esfuerzo narrativo,
poniendo un par de canciones pegadizas y poco más. Al contrario, una película
infantil debería esmerarse en crear algo especial y fantástico, en asombrar, en
despertar curiosidad y fascinación. Jetlag da por hecho que su público va a ser
poco exigente y se conforma con contar la historia. Y la cuenta decentemente,
con mucho respeto al orden de escenas original y a los textos de Carroll, pero
se queda ahí.
La película se distribuyó
directamente en VHS en 1995, y posteriormente se reeditó en DVD en 2002; en una
edición triple con Blancanieves y La Bella y la Bestia en 2003; y
nuevamente en 2007, esta vez a cargo de la compañía que compró Goodtimes
después de que quebrara. Otros países distribuidores la han publicado también en ediciones dobles o cuádruples con otros títulos. Como curiosidad,
existe una versión en cinta de casete, con el audio de la película,
aparentemente un objeto de coleccionista en la actualidad.
Se ha editado en varios
idiomas; está en español latino (estudio Loops Doblajes, Venezuela) y
peninsular (estudio Q.T. Lever, Barcelona; distribuida por Manga Films). Como
curiosidad, la versión en VHS de Manga Films declara en la portada “edición
especial” (cuando no tiene ningún extra) y en la sinopsis de la contraportada
afirma que Alicia conoce a Tweedledee y Tweedledum (que no aparecen
en esta versión).
Aparte de los
distribuidores oficiales, se puede encontrar fácilmente en canales de vídeo de
internet. ¿Merece la pena verla? No es tan dolorosa como otras,
pero no la puedo recomendar. Para una animación corta de Alicia,
son mejores las de Rankin-Bass o Sodao Nozaki, y son veinte años más antiguas. Ésta se deja ver, nada más.
Fuentes:
Internet Movie Database
Extra: francés, música, lavado,
y los comentarios de algunos espectadores, extraídos de reseñas, durante la
canción “M is for Me”:
“M is for moron” (“idiota”).
“M is for my God” (“Dios
mío”).
“M is for mind… which I’m
losing” (“mente… que estoy perdiendo).
“M is for MAKE IT STOP!” (“¡PARADLO YA!”).