14 de enero de 2019

121er. aniversario de la muerte de Lewis Carroll


Una de las últimas fotografías tomadas a Charles Dodgson.
Autor y fecha desconocidos.




Tal día como hoy, en 1898, Lewis Carroll fallecía en la casa familiar de Guildford, a causa de una infección respiratoria. Su muerte se produjo trece días antes del que habría sido su sexagésimo sexto cumpleaños, y precedió en cuatro días a la del decano Henry George Liddell.

En una época en la que aún no existían los antibióticos, las habitaciones se calentaban con estufas de amianto, y la esperanza media de vida era de unos cincuenta años, no era extraño que escritores y filósofos meditaran sobre su propia mortalidad conforme se acercaban a esa edad, y dejaran dispuestas sus últimas voluntades con cuidadosa antelación. Dos años antes, el reverendo Dodgson había escrito a una de sus hermanas: “Se está volviendo cada vez más difícil, ahora, recordar cuáles de los amigos de uno siguen vivos, y cuáles se han ido… Además, tales noticias son cada vez menos y menos sorprendentes, y más y más se da cuenta uno de que es una experiencia que todos nosotros debemos afrontar”.

Había dejado un muy breve testamento – apenas quince líneas – en que repartía todo su patrimonio entre sus hermanos y hermanas, y solicitaba un funeral muy sencillo, y una lápida pequeña y corriente. Sus deseos fueron respetados, y aún descansa en The Mount Cemetery en Guildford, donde también yacen muchos de sus familiares.




Aunque fueron numerosos y bellos los obituarios, los poemas conmemorativos y los recuerdos de los amigos que fueron a despedirlo en Guildford, recordaremos hoy un comentario del propio Carroll en la carta anteriormente mencionada, que bien podría haber tenido cabida en alguno de sus poemas absurdos: “A veces pienso qué gran cosa sería poder decirse a uno mismo: ‘Ya me he muerto. ¡Ya no tengo que volver a pasar por ello!’”. 



Fuentes:




COHEN, Morton N. Lewis Carroll: A Biography. Random House, Nueva York, 1995.

Wikimedia Commons.

9 de enero de 2019

Alicia de Tim Burton (2010)


El 5 de mayo de 2010 se estrenó la muy esperada versión de imágenes reales y animación por ordenador de Alicia en el País de las Maravillas de la factoría Disney. Fue dirigida por el popular Tim Burton, y contaba en el reparto a actores también conocidos como Johnny Depp y Helena Bonham- Carter. La banda sonora, bastante apreciable, estuvo a cargo de Danny Elfman. La película superó todas las expectativas de taquilla, recaudando más de ciento diez millones de dólares en su primer fin de semana, y desbancando así, por mucho, el récord establecido en diciembre del año anterior por Avatar, de James Cameron, que había conseguido unos setenta y siete millones. Posteriormente recibiría dos Oscars, por el diseño de vestuario (Colleen Atwood) y la dirección artística (Robert Stromberg).

Como es habitual en las adaptaciones cinematográficas de la obra de Carroll, la nueva versión de Disney combinaba elementos de Alicia en el País de las Maravillas y A través del Espejo, además de introducir personajes y conceptos originales. Prometía ser no una interpretación, sino una continuación de la novela de Carroll: el retorno de Alicia al País de las Maravillas.

La protagonista de esta versión se llama Alice Kingsleigh, y es una adolescente de clase media-alta, huérfana de un padre comerciante que soñaba con nuevas rutas marítimas, con una hermana mayor ya casada, y una madre que espera que acepte un matrimonio ventajoso con un joven al que no ama. La familia del joven, con la connivencia de la madre de Alice, le tiende una encerrona en una fiesta, y Alice recibe la petición de matrimonio ante docenas de familiares y amigos. No sabiendo cómo rechazarla sin romper la rígida etiqueta victoriana, Alice huye literalmente del lugar, siguiendo al Conejo Blanco, al que ya ha visto antes, y acabando en su madriguera.



A partir de entonces se suceden algunas escenas que siguen el desarrollo del libro original: Alice ha de conseguir la llave para salir del vestíbulo, come y bebe los productos que se le aparecen, cambia varias veces de tamaño, y abre por fin la puerta y llega al jardín, convencida, todo el tiempo, de que se trata de un sueño, y muy poco emocionada al respecto. 



Pronto aparecen los personajes más destacados de la obra original, muchos de los cuales tienen ahora nombres y personalidades diferentes: el Conejo Blanco "Nivens McTwisp" (voz de Michael Sheen); el Lirón hembra "Mallymkun" (voz de Barbara Windsor); el Dodo "Uilleam" (voz de Michael Gough) y Tweedledee y Tweedledum (voz de Matt Lucas). Estos personajes le explican a Alice que la han atraído a propósito a su mundo (que ahora se llama País de Abajo, Underland) porque dice una profecía que ella es la única capaz de matar al Jabberwock. Ésta es una criatura similar a un dragón que obedece a la malvada Reina Roja "Iracebeth" (Helena Bonham- Carter), la cual se ha servido del poder del Jabberwock y de un ejército de cartas para conquistar el país a sangre y fuego.



Tras consultar con el profeta, que es la Oruga "Absolem" (voz de Alan Rickman), y ver el mismísimo pergamino de la profecía, Alice ni se inmuta porque sigue convencida de que está soñando y se va a despertar el cualquier momento. Ello hace que viva todas las aventuras siguientes sin pestañear, aburrida y sin ninguna noción de peligro incluso cuando resulta herida.

Alice va viajando de manera accidentada y accidental por el País de Abajo y encontrando diferentes personajes: partidarios de Iracebeth como la Sota de Corazones "Ilosevic Stayne" (Crispin Glover) y la criatura Bandersnatch, y potenciales aliados como el perro Bayard (voz de Timothy Spall), el Gato de Cheshire "Chessur" (voz de Stephen Fry) o el Sombrerero "Tarrant  Hightopp" (Johnny Depp), el cual explica, por cierto, que se volvió loco cuando la Reina de Corazones masacró a su familia. Con la ayuda de estos rebeldes, Alice se infiltra en el Palacio de la Reina de Corazones, donde descubre que la espada vorpalina es la única arma capaz de matar al Jabberwock.


Alice consigue hacerse con la espada y va a entregársela a la Reina Blanca (Anne Hathaway), que es hermana y rival de la Reina de Corazones. Tras preparar y hacerle beber a Alice una poción que incluye dedos humanos y su propia saliva, la Reina Blanca le explica que su hermana le arrebató el poder hace tiempo, pero que, como ella hizo un voto de "no causar daño a ninguna criatura viviente", tiene que ser Alice, la heroína de la profecía, quien lidere su ejército, empuñe la espada y decapite al dragón en su nombre. Alice lleva toda la película diciendo que no piensa matar a nadie y que ella tiene el control sobre todo lo que pasa en su sueño, pero al día siguiente se presenta en el campo de batalla con la espada y una armadura, muy dispuesta a encabezar un baño de sangre.


En medio de la lucha entre el ejército blanco y rojo, Alice logra cortar la cabeza del dragón, con lo que los soldados de la Reina de Corazones entran en pánico y abandonan el combate. La Reina Blanca y sus aliados celebran la victoria, y la Reina de Corazones y la Sota de Corazones son encadenados el uno al otro y obligados a partir al destierro. A continuación, la Reina Blanca recoge en una copa la sangre que sigue manando del cuello cercenado del Jabberwock, y se la entrega a Alice, diciéndole que si la bebe se transportará donde ella quiera. Tras despedirse de sus amigos, y posiblemente creyendo todavía que está en un sueño, Alice se bebe la sangre y vuelve al mundo real, donde no ha pasado el tiempo.

Alice vuelve a la fiesta, declina de modo bastante grosero la propuesta de matrimonio, dirige una frase áspera a varios miembros de su familia (y sin embargo no le dice a su hermana que su marido la engaña, hecho que ella misma ha presenciado con anterioridad), y le propone al padre del joven cuya mano acaba de rechazar convertirse en su socia de negocios, lo que al comerciante le parece una idea de lo más adecuada en ese momento y lugar. La película concluye con la imagen de Alice a bordo de un barco a Hong Kong, una de las rutas que había visionado su padre (con la desafortunada implicación de que posiblemente se dispone a traficar con opio). Una mariposa azul se posa en su hombro, y Alice reconoce en ella a Absolem. 

El punto fuerte de la película es el concepto visual. Tim Burton incorpora su habitual imaginería surrealista, dislocada y siniestra, sin escatimar detalles macabros (Mallymkun le arranca un ojo a la criatura Bandersnatch, el foso que rodea el castillo de la Reina de Corazones está saturado de cabezas cortadas hinchadas y pálidas, Alice decapita sin contemplaciones al Jabberwock) ni fetichistas (Ilosevic Stayne empuja contra la pared a Alice, que en ese momento mide unos dos metros y medio, y le susurra que le atraen las mujeres grandes). Las criaturas monstruosas son espectaculares, el entorno muy colorido y detallado, los trajes extravagantes y los efectos impecables. Sin embargo, el hecho de que prácticamente no se utilizaran decorados ni utilería, y que el incluso el vestuario que usaban los actores reales, como el traje de la Reina de Corazones y la armadura de Stayne, fuera "mejorado" por ordenador, hace que el aspecto general del País de Abajo, aunque deslumbrante, sea artificial. Las plantas son hermosas, pero parecen de plástico; los castillos de las Reinas son impresionantes, pero parecen de un parque de atracciones. Es un mundo que está bien hecho pero no tiene vida.

La narrativa y la actuación, por su lado, son deplorables. Alice es una heroína increíblemente apática. Con la justificación de que todo es un sueño que no va a tener consecuencias, no manifiesta ninguna emoción en toda su aventura por la Tierra de Abajo. No se cree nada de lo que le dicen ni parece importarle lo que le pase, y, tanto cuando se deja arrastrar en los enfrentamientos que la rodean, como cuando decide tomar la iniciativa y dar órdenes a los demás, tiene la expresión aburrida de quien ha de terminar por obligación una tarea tediosa. La Reina Blanca es muy similar en ese sentido: como ha hecho un voto de no atacar a nadie, no siente ni padece por nada; simplemente ordena a los demás que realicen las masacres por ella, y no se inmuta ante ninguna atrocidad, lo que se traduce en una interpretación insulsa. Los demás personajes, como el histriónico Tarrant Hightopp o la histérica Mallymkun, intentan compensar la falta de espíritu de sus compañeros de lucha sobreactuando de un modo penoso.

Hay, con todo, un solo motivo por el que la película fracasa como adaptación de la obra de Carroll: destruye todo lo que la hacía maravillosa. No hay adivinanzas, poesías, juegos de palabras, diálogos ingeniosos; no hay situaciones absurdas, interrogatorios con trampa o carreras locas. La inocente chifladura del Sombrerero se ha convertido en un caso grave de estrés postraumático, y el soñoliento Lirón parece ahora atiborrado de metanfetamina. Han eliminado todo lo que de aleatorio y de espontáneo tenía el viaje de Alicia por el País de las Maravillas para darle una razón y un argumento a esta segunda visita... lo que no debería necesariamente ser malo, si el argumento no fuera el más trillado de la historia. Un personaje normal y corriente descubre que es el único que puede derrotar a un enemigo que amenaza un mundo que probablemente ni siquiera es el suyo. El retorno de una Alicia adulta a un País de las Maravillas que ya no recuerda supone una idea fantástica con un potencial ilimitado, y sin embargo la desperdician en la más ramplona de las películas de aventuras.

Fuentes: 


Alice in Wonderland: an illustrated journey through time, de Mark Salisbury. Disney Editions, Nueva York, 2016.

Designing Costumes for Tim Burton's 'Alice in Wonderland', por Amanda FitzSimons.



6 de enero de 2019

Tienda de Alicia en Oxford



En Oxford, en la acera opuesta de Christ Church, donde Lewis Carroll vivió toda su vida adulta, hay una pequeña tienda que vende toda clase de artículos relacionados con el autor y sus obras. No sería más que una tienda de recuerdos, muy bien ubicada, si no fuera porque el establecimiento ya existía en la época de Carroll. Alice Liddell compraba en él, y sirvió de inspiración para la tienda de la Oveja que Tenniel dibujó en A través del espejo. Era en aquel entonces una confitería cuyo producto estrella eran caramelos de cebada, que también se mencionan en Alicia en el País de las Maravillas y siguen vendiéndose en la actualidad con una receta modernizada.





La lista de los recuerdos relacionados con Alicia que allí pueden adquirirse sería muy larga, pero sin duda uno de mis favoritos es uno que obtuve de manera gratuita: un punto de lectura con información y publicidad de la tienda.




Nada del otro mundo… salvo uno de los lados, que sí es de otro mundo. Del Mundo del Espejo, concretamente. Está escrito al revés, de modo que solo se puede leer con comodidad si se coloca frente a un espejo.





Evidentemente, la broma no es improvisada. Carroll tenía una gran afición a escribir en sus cartas informales mensajes al revés, o al revés por partida doble (de modo que solo se pudieran leer frente a un espejo y puestos boca abajo). En A través del espejo hay continuas referencias a que en ese mundo todo funciona al revés (hay que retroceder para llegar a lo que está delante, hay que tomar algo seco para quitarse la sed, hay que vendarse un dedo antes de pincharse) y, tampoco de casualidad, la disposición del interior de la tienda de la Oveja en la ilustración de Tenniel está invertida.



John Tenniel, 1871.



La Tienda de Alicia en Oxford, por lo menos, obedece las leyes físicas del mundo real, y podemos entrar en ella bajando unos escalones y avanzando hacia delante, sin riesgo de ir a parar en medio de la muy transitada calzada de la avenida St. Aldate. Es muy pequeña, eso sí, de modo que debemos tener cuidado y no tirar a Humpty Dumpty de su estantería con un codazo involuntario.


Fuentes: 


Alice in Wonderland Shop.


Wikimedia Commons


2 de enero de 2019

Alicia y los sueños de la razón. Conferencia de Alberto Manguel, 20/03/ 2015 (preguntas del público)




Al terminar su magnífica ponencia, Alberto Manguel fue tan amable de responder las cuestiones y comentarios de los oyentes, y de firmar libros después. Transcribo a continuación las preguntas del público y las respuestas que ofreció el profesor. La conferencia en sí está transcrita en tres partes: prima, secunda y tertia.

OYENTE: ¿Qué opina de la versión animada de Disney?
ALBERTO MANGUEL: He visto unas seis adaptaciones cinematográficas de Alicia, y ésta es la que más me gusta. Hay algo en ella que retiene el absurdo, que respeta el espíritu de Carroll. La que no me gusta nada es la de Tim Burton: este director piensa que necesitamos una interpretación freudiana del cuento.

OYENTE: Tras escapar de la casa del Conejo, en el bosque, Alicia se encuentra con un cachorrillo. El perrito es de tamaño normal, pero Alicia es muy pequeña y teme que la muerda o la pise. El perrito no habla, no se dirige a ella; Alicia le tira un palo para que lo persiga y ella sale corriendo en dirección contraria. Se ha interpretado que el perrito está soñando también, durmiendo como Alicia, y ha ido a parar al País de las Maravillas. El País de las Maravillas, ¿es el mismo para todos nosotros? ¿Es el mismo para una niña y para un perrito?
A.MANGUEL: No conocía esa interpretación. Qué linda. El País de las Maravillas es ejemplar, en el sentido que Cervantes daba a la palabra: es un lugar de ensueño que nos acoge a todos, con la visión que cada uno tiene de la locura, pero también de la belleza. Recordará usted que al final, después de que Alicia le haya contado su sueño a su hermana, ésta comienza a fantasear y medio a soñar con el País de las Maravillas que acaba de serle descrito, pero que su impresión del País de las Maravillas es la de “los recuerdos de infancia y los felices días de verano”. El País de las Maravillas es para cada uno lo que llevamos dentro.

OYENTE: Tiene usted detrás al Gato de Cheshire, que sonríe [el oyente se refiere a una proyección en la pared del fondo]. No sé si se ríe de usted, de mí, de todos los presentes… [Alberto Manguel interrumpe: “de todo lo que acabo de decir”]. Como se pregunta Alicia, ¿por qué sonríe el Gato de Cheshire?
A. MANGUEL: Carroll confía en el lenguaje. La expresión “sonreír como un gato de Cheshire” ha sido debatida, pero a Carroll no le importa: él recibe la maravillosa posibilidad que le ofrece esa frase. Ahí está la sonrisa, y quien lee la obra siempre piensa en una sonrisa como la del Gato. Personalmente, a mí me recuerda a la sonrisa de Beatriz, pero no me atrevería a decirlo en un congreso de dantistas [el público ríe].

OYENTE: ¿Existe un personaje contemporáneo que nos invite, como Alicia, a cuestionar la locura del mundo que nos rodea?
A. MANGUEL: La comparación no es mía, pero he leído que Holden, del… del Cazador del centeno [sic], es su equivalente moderno. Personalmente, yo la comparo con Andrea, la protagonista de Nada, de Carmen Laforet. Podrían ser hermanas. Puede que escriba sobre ello.

OYENTE: ¿Recomendaría usted una lectura ebria de Alicia?
A. MANGUEL: ¿Insinúa usted que la leí estando borracho? [el público ríe].
OYENTE: No, no… solo digo que… un libro, así, onírico…
A. MANGUEL: No, no recomiendo una lectura bajo la influencia del alcohol, ni de esta obra ni de ninguna otra. Me gusta tener todos los sentidos despiertos cuando entro en mundos de ficción.

OYENTE: ¿Cree que Alicia sueña con los pies en el suelo?
A. MANGUEL: Sí, lo creo.

OYENTE: ¿No es algo desconcertante que Alicia celebre su 150 cumpleaños?
A. MANGUEL: Tiene usted razón. Feliz no-cumpleaños, por cierto.

OYENTE: ¿No es Alicia un libro inquietante y difícil para niños?
A. MANGUEL: Por suerte. Subestimamos la inteligencia de los niños cuando creemos que solo quieren cosas fáciles. Somos nosotros, los adultos, quienes queremos que todo sea fácil, que todo salga rápido y bien. A los niños les gustan los retos, la complejidad. Los niños no tienen miedo a la muerte: quieren que haya un lobo, y que se coma a la abuela [el público ríe]. Nosotros nos equivocamos cuando seleccionamos y purgamos la literatura para niños. Las primeras experiencias del miedo deberían venir a través de la imaginación, que así nos prepara para el miedo del mundo real.

OYENTE: Hace poco se emitió por la BBC un documental sobre la vida de Carroll, que mostraba una fotografía de Lorina Liddell, supuestamente tomada por él, muy inquietante. Si se confirmara que Carroll era pedófilo, ¿dejaríamos de quererlo, y de amar su obra?
A. MANGUEL: Defina usted “pedófilo”.
OYENTE: [confuso] Era… era una foto muy inquietante…
A. MANGUEL: A Carroll le gustaba el cuerpo infantil de un modo estético, incluso erótico, pero jamás habría realizado ni aprobado un acto sexual con niñas. Somos hipócritas al condenar una parafilia cuando solo existe en la imaginación. Una foto de una niña desnuda es estéticamente bella, y solo nos escandalizamos si nosotros ponemos la perversión. Algo se convierte en pornográfico si nosotros decidimos que lo es… por ejemplo, que una mujer muestre el pecho en público es escandaloso, pero deja de serlo al instante si se pone a amamantar a un niño. Si acusamos a Carroll de ser un pervertido por apreciar el cuerpo de una niña, es que llevamos la perversión con nosotros.

Notas:

El libro protagonizado por Holden, cuyo título no acaba de recordar Alberto Manguel, es El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger.

El documental al que se refiere el oyente de la última pregunta es The Secret World of Lewis Carroll, producido y dirigido por Clare Beavan, presentado por Martha Kearney, y emitido por primera vez el 31 de enero de 2015 en BBC Two. El programa, en efecto, levantó ampollas entre académicos por su presentación tendenciosa e indocumentada de Lewis Carroll como un “pedófilo reprimido”. Mi reseña y resumen del artículo pueden leerse en esta entrada.

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