27 de diciembre de 2021

A través del espejo, y lo que Alicia encontró al otro lado (Primera parte)

 




Esta es la primera parte de un artículo dividido en cinco. La primera trata de la concepción del libro; la segunda, de su argumento y desarrollo, y el problema de ajedrez que plantea; la tercera y la cuarta, de sus personajes; y la quinta, de su influencia y adaptaciones.


A través del espejo, y lo que Alicia encontró al otro lado (Through the Looking-Glass, and what Alice found there), habitualmente abreviado como A través del espejo o Alicia a través del espejo (Through the Looking-Glass o Alice through the Looking-Glass) es un libro de Lewis Carroll que fue publicado el 27 de diciembre de 1871, hoy hace 150 años. 


Portada de la primera edición de 1871 (fechada erróneamente como de 1872), 
con la Reina Roja en actitud amonestadora.

El libro está concebido como una una continuación de Alicia en el País de las Maravillas, que transcurre seis meses después del primer sueño de Alicia  - en una nevada tarde de noviembre, en vez de la soleada tarde primaveral, y dentro de una habitación, en lugar de a la orilla del río - y cuenta las nuevas aventuras de la niña, quien, al preguntarse cómo será la habitación del otro lado del espejo, atraviesa sin dificultad la lámina de cristal y se encuentra en un mundo sorprendente donde muchas cosas funcionan de manera invertida. Mientras que los gobernantes del mundo de su primer sueño eran los reyes de una baraja de cartas, aquí son los reyes y reinas de ajedrez, y Alicia descubrirá que ella misma es capaz de convertirse en reina si atraviesa un enorme prado que está dividido en casillas como un tablero de este juego y logra llegar a la última fila. La mayor parte de los doce capítulos (del segundo al noveno), así pues, está estructurada como una partida de ajedrez, en la que se alternan las jugadas de las piezas blancas y rojas hasta que Alicia, como peón blanco, llega a la octava casilla y es coronada reina.


Diagrama de Lewis Carroll en el que detalla 
cómo Alicia gana la partida en once movimientos.


Al igual que sucedió con Alicia en el País de las Maravillas, A través del espejo tiene su origen en historias improvisadas por el autor para las hermanas Liddell. En el artículo "Alice on the Stage", Carroll cuenta que había estado enseñando a las niñas a jugar al ajedrez, e inventaba pequeños cuentos para ilustrar los movimientos de las piezas y las técnicas de apertura o ataque más sencillas. Por otra parte, es conocido el interés de Carroll por los fenómenos ópticos relacionados con la reflexión, como la inversión de una imagen, o su progresivo empequeñecimiento al reflejarse en múltiples espejos. Asimismo, para entretener a sus corresponsales infantiles, Carroll solía escribir al revés, de derecha a izquierda, de abajo arriba, o con el texto invertido, de modo que fuera necesario sostener la carta ante un espejo, o mirarla al trasluz, para poder leerla con comodidad. 


"Carta del espejo", enviada por Lewis Carroll 
a su amiga-niña Edith Ball, el 6 de noviembre de 1863.


Existe, a propósito de los orígenes del libro, una anécdota relacionada con una niña llamada Alice Theodora Raikes, hija de los vecinos de uno de los tíos de Lewis Carroll. Según lo contó la propia Alice, Carroll se acercó a ella cuando la vio jugar con otros niños en el jardín comunitario, un día que estaba visitando a su tío, y al parecer le dijo: "¿Así que eres otra Alicia? Tengo cariño a las Alicias". Les propuso a los niños mostrarles algo curioso, y los llevó a un almacén que estaba abierto al jardín donde jugaban, en el que había un alto espejo de pie. Le entregó una naranja a Alice Raikes y le preguntó en qué mano la tenía; ella le dijo que en la mano derecha. Entonces la hizo colocarse frente al espejo y le preguntó en qué mano tenía la naranja la niña reflejada. Alice le contestó que en la mano izquierda, y Carroll le pidió que le explicara cómo era eso posible. Tras reflexionar un poco, Alice le dijo que, si ella estuviera al otro lado del espejo, seguiría teniendo la naranja en la mano derecha. Aparentemente, Carroll la consideró una buena respuesta. Años más tarde, "alguien" le dijo a Alice Raikes que Carroll había declarado que ese encuentro le había dado la idea para A través del espejo


Aunque la anécdota en sí parece auténtica, no está nada claro cuándo se produjo, ni existe ninguna evidencia de cuándo, ni a quién, dijo Lewis Carroll que había sido su fuente de inspiración. Raikes, ya con su apellido de casada Fox, contó la historia al periódico londinense The Times el 22 de enero de 1932, mucho después de la muerte de Carroll y de cualquier familiar que pudiera confirmar cuándo tuvo lugar ese encuentro; es posible que se conocieran con A través del espejo ya avanzado o fase de impresión, y que la niña, al ver después el libro, se convenciera de que al autor se le había ocurrido gracias a la adivinanza del espejo y la naranja.


La primera fecha oficial en que aparece la idea de este libro es una carta que Carroll envió a su editor, Arthur McMillan, el 24 de agosto de 1866: 


Probablemente pase algo de tiempo antes de que me vuelva a dar el placer de coger papel y tinta. Tengo, sin embargo, la vaga idea de escribir una especie de secuela de Alicia, y, si acaso llega a ser algo, tengo la intención de consultarle en el momento, para que el asunto esté correctamente organizado desde el principio.


Medio año más tarde, el 6 de febrero de 1867, volvería a escribir a McMillan: "Espero completar otro libro sobre Alicia dentro de no mucho". El desarrollo de esta novela, con todo, sería muy lento: no hay constancia de que Carroll empezara la redacción hasta enero de 1868; no envió el primer capítulo completo a su editor hasta enero de 1869; y el manuscrito final no estuvo completado hasta enero de 1871. 


En lo que se refiere a las ilustraciones, Carroll había estado buscando un artista en la primera mitad de 1868. Su primera elección fue John Tenniel, quien ya había ilustrado Alicia en el País de las Maravillas, y había tenido un gran éxito. Pero Tenniel se negó, alegando que tenía mucho trabajo en Punch y otros proyectos como para embarcarse en otro libro; no es nada arriesgado aventurar que Tenniel no quería volver a trabajar con Carroll después de lo exigente que se había mostrado en su anterior colaboración. Carroll probó suerte con otros ilustradores: Richard Doyle, autor asimismo de viñetas para Punch, que rechazó la propuesta también por tener mucho trabajo; el escocés Joseph Noel Paton, que alegó estar demasiado enfermo; y William Schwenck Gilbert (el de las operetas de Gilbert & Sullivan), que también estaba muy ocupado con su carrera de letrista. Resuelto a conseguir a Tenniel, Carroll llegó a ofrecerse a pagarle a Punch cinco meses de su sueldo para liberarle del trabajo y que pudiera ilustrar su libro. Probablemente esta oferta contribuyó a ablandar a Tenniel, quien, en junio de ese año, se ofreció a "ir haciendo" alguna ilustración "en sus ratos libres". A Carroll no debió de sonarle muy convincente, así que le propuso el trabajo a John Proctor, ilustrador en las revistas Judy y Moonshine (competencia directa, por cierto, de Punch), pero este también lo rechazó, y el contrato de las ilustraciones de A través del espejo fue firmado finalmente en noviembre de 1868 por John Tenniel. 


Como había sucedido con Alicia, y confirmando todos los temores de Tenniel, la realización de los dibujos para A través del espejo fue conflictiva. Aunque le daba libertad para hacer su propia interpretación de personajes y escenarios, y hasta aceptaba consejos sobre el texto, Carroll asediaba al dibujante con quejas y especificaciones una vez le enviaba los bocetos. En principio, había encargado cuarenta y dos ilustraciones, ya que era el mismo número que había en Alicia, y un número al que Carroll le tenía especial cariño, pero fue pidiéndole más, algo que frustraba al ilustrador, ahogado con sus otros trabajos, hasta que al final fueron cincuenta. Probablemente, la ilustración más famosa del libro es la del monstruo llamado Jabberwock, pero la más curiosa es la que nunca hizo: Carroll escribió un capítulo sobre una avispa que llevaba peluca, y Tenniel rechazó tajantemente dibujarla, alegando que "estaba fuera de todas las posibilidades del arte". Incluso cuando las ilustraciones ya se habían tallado en bloques de madera para la imprenta, hubo que rehacer algunas esas piezas porque a Carroll, aunque había dado el visto bueno a la ilustración de Tenniel, no le gustó el resultado en las pruebas y los hizo modificar. 


Aunque había sido el deseo de Carroll de que el libro se publicara antes de la Navidad de 1871, para que fuera uno de los "regalos estrella" de aquel año, todos los cambios y problemas mencionados hicieron que se retrasara su salida, y acabó publicándose dos días después de la Navidad. En otro paralelismo con Alicia en el País de las Maravillas, Tenniel se mostró descontento con la calidad de la impresión de las ilustraciones, y Carroll sugirió retirar el libro de la circulación como había hecho con Alicia, pero esto no llegó a suceder y ninguna copia fue devuelta. 


A pesar de todas las complicaciones, y de salir a la venta después de las compras masivas de Navidad, se vendieron 15000 copias del libro en las siete semanas siguientes a su publicación, y renovó el interés por su predecesor, las ventas del cual también se incrementaron como consecuencia. 


En el siguiente artículo repasaremos las aventuras de Alicia en este mundo del espejo donde tantas cosas marchan al revés, y observaremos más de cerca el problema de ajedrez que Carroll plantea al principio del cuento.


Fuentes:


CARROLL, Lewis; GARDNER, Martin (ed.). The Annotated Alice, Penguin, Londres, 2001.


CARROLL, Lewis; GONZÁLEZ ÁLVARO, Juan (int.), Ana-Emilia (trad. prosa), PASCUAL, Emilio (trad. verso). A través del espejo, y lo que Alicia encontró al otro lado, Ediciones Gaviota, Madrid, 1990.


CARROLL, Lewis. “Alice on the Stage”, The Theatre, 1887. 


CARROLL, Lewis. Through the Looking Glass, and what Alice found there, Penguin Books, Londres, 1984.


COHEN, Morton N. Lewis Carroll: A Biography. Random House, Nueva York, 1995.


COHEN, Morton N. "So you are another Alice", en The New York Times, 7 de noviembre de 1971.


COLLINGWOOD, Stuart Dodgson. The Life and Letters of Lewis Carroll, T. Fisher Unwin, Londres, 1898. 


DEMAKOS, Matt. Cut-Proof-Print. From Tenniel’s Hands to Carroll’s Eyes, Stuffing the Teapot Press, Chatham, 2021.




25 de diciembre de 2021

Tercer cumpleaños de Estudios Carrollianos

 


En el tercer cumpleaños del blog, me doy cuenta de que este es el año en que menos entradas he publicado. Pero creo que es también en el que más material he acumulado para escribirlas: he adquirido una docena de libros relacionados con Carroll (y leído la mayor parte de ellos), he visitado una exposición dedicada a Alicia en el País de las Maravillas en el museo V&A de Londres; he participado en charlas y conferencias vía telemática; y recientemente he visto la última adaptación cinematográfica de una de las obras del autor. Aunque este año, lamentablemente, me haya quedado corta en las publicaciones, espero compensarlo el próximo, contando y compartiendo todo lo que he aprendido en este. 

Muchas gracias, como siempre, a los lectores y lectoras que se acercan a este diminuto espacio de internet a echar un vistazo. Sin vosotros, seguir estudiando a Carroll, aunque todavía apasionante,  sería un poco solitario. Sed bienvenidos y bienvenidas a mi rinconcito siempre que queráis, y disfrutad de una taza de té por año de vida del blog.


Irene Martínez




7 de diciembre de 2021

Alicia en miniatura



Mi agradecimiento a Juan Ángel Serrano por sus oportunas correcciones.


 
Del cuento "It's about time!
de la colección Disney's storytime treasures library (1998).

 

"¡Qué sensación más extraña!", se dice a sí misma Alicia, después de beberse la poción de la botellita, "Debo de estar encogiéndome como un telescopio". Se encoge, en efecto, hasta llegar a las diez pulgadas (25.4 cm.), y más adelante, tras aumentar de tamaño y darse aire inconscientemente con el abanico del Conejo Blanco, vuelve a reducirse hasta quedar en nueve pulgadas (22.8 cm.), lo que le hace exclamar, desesperada: "¡Nunca había sido tan pequeña como ahora, nunca!". 

 
Ilustración de Gordon Robinson (1916).

Sin embargo, científicos de las universidades de Cardiff, dirigidos por el doctor Daryl Beggs, han conseguido que sea más pequeña todavía, más pequeña de lo que nunca se habría imaginado el propio Carroll: han reducido las páginas del libro a un tamaño de 85x60 micrones. ¿Cuánto es un micrón? La milésima parte de un milímetro. Como referencia, el diámetro de un cabello humano mide entre 50 y 70 micrones. 


 


La página oficial del proyecto describe el libro como: "La más pequeña reproducción nunca hecha de Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas, con letras que se miden en nanómetros", y a continuación concreta: "las 78 páginas y 26.764 palabras de la historia se han traspasado a un pequeño chip de silicio, en que cada página tiene el ancho de un cabello humano (60 micrones). Cada letra individual solo tiene dos micrones de alta, y está hecha de oro puro". 

 

 

Según explican Daryl Beggs y Dimitra Fimi (la asesora literaria), escogieron el libro de Alicia en el País de las Maravillas no solo por las reducciones de tamaño de la protagonista, sino por la fascinación por las miniaturas y lo diminuto que, en general, sentían los victorianos. Fue la época en que se perfeccionó el microscopio, se popularizaron las figuritas de animales en joyería y adornos, y comenzaron a construirse detalladas casitas de muñecas (no tanto como juguetes, sino como modelos educativos donde las niñas recreaban la organización de un hogar).


Cocina de una casita de muñecas de 1840.
Victoria&Albert Museum of Childhood.

Charles Dodgson, el futuro Lewis Carroll, no se resistió al encanto de lo diminuto. Su tío Skeffington Lutwidge tenía una colección de instrumentos ópticos (además de otras curiosidades, como una nevera), y contagió a su sobrino su afición a observar minúsculos animales vivos por medio de un microscopio. "Es una visión de lo más interesante", escribiría Dodgson en su diario en 1852,  "dado que estas criaturas son convenientemente transparentes, y puedes ver sus órganos brincando como piezas de una intrincada maquinaria, y hasta la circulación de la sangre". Un año más tarde, John Benjamin Dancer (1812- 1887) inventó la microfotografía, el proceso de reducir fotografías a un tamaño de milímetros, de modo que solo puedan ser vistas a través de un microscopio. La novedad causó furor en la Inglaterra vitoriana al menos durante cuatro décadas, y no cabe duda de que Charles Dodgson, que se inició en la fotografía en 1856, debió de admirar muchas de estas imágenes microscópicas. 


Microfotografía de la Luna.

No olvidemos, por otra parte, que la producción de libros en miniatura data de la era renacentista (aunque ya se escribían obras a mano en miniatura antes de la invención de la imprenta), y ha sido un arte que ha perdurado durante siglos. El libro como miniatura legible a simple vista es un objeto común para coleccionistas y curiosos, y hoy en día es muy fácil encontrar libros de Alicia en miniatura, que caben en la palma de la mano pero también se pueden leer.



Edición en inglés de Wartelsteiner GmbH, 2016.
Mide 38x53 mm.


 
Edición en castellano de Minilibros, 2012.
Mide 50x60 mm.


Hasta el presente año, el honor del libro más pequeño nunca hecho - certificado con récord Guinness - lo tiene el cuento Teeny Ted from Turnip Town (2007), escrito por Malcolm D. Chaplin y publicado por Robert Chaplin, en Canadá. El ejemplar está impreso en treinta microtabletas de silicio y tiene un tamaño de 70x100 micrones. Sin embargo, parece ser que aún hay otros más pequeños: los dos creados en 2016 por el miniaturista siberiano Vladimir M. Aniskin. Ambos ejemplares - uno de los cuales contiene una lista de nombres de microminiaturistas, y el otro el alfabeto cirílico - miden 70x90; excepcionalmente están hechos a pulso, sin la ayuda de brazos o dedos robóticos, y presentados sobre el corte transversal de una semilla de amapola. Las letras miden 15 nanómetros.


La zona blanca de esta imagen es el corte de la semilla de amapola.
El libro está en la placa dorada del centro.
Imagen de Vladimir Aniskin.


Tanto el libro de los hermanos Chaplin como los dos listados de Aniskin  podrían  quedar desbancados si la Alicia de Beggs se presenta a los récords. No cabe duda, sin embargo, de que con el desarrollo de la nanotecnología, Alicia seguirá haciéndose más y más pequeña, hasta medidas inconcebibles. Desde hace poco, Alicia en el País de las Maravillas puede ser leída por los klingon: a partir de ahora, también podrán leerla los nanites.

 

Fuentes:

 

A cabinet of curiosities, página web de Howard Lynk. 


GAMERO, Alejandro. "Breve historia de los libros en miniatura", en La piedra de Sísifo, 27 de febrero de 2019. 


Tiny Alice Project.



Wikipedia.



1 de diciembre de 2021

Carta náutica en blanco





Había comprado un gran mapa del mar
  Sin un solo vestigio de tierra que pisar,
 Y su tripulación estaba encantada de ver
       Un mapa que todos podían entender.


    “¿De qué sirven el Polo y Ecuador mercatoriano,
  Trópicos, Zonas, y líneas del Meridiano?”
Dijo el Pregonero, y replicó su tripulación:
  “¡No son más que una simple y pura convención!"


  “¡Otros mapas tendrán relieve, islas y cabos!
  Pero gracias a nuestro Capitán bravo,
 (Así dijeron) tenemos lo adecuado:
        ¡Un perfecto y absoluto mapa en blanco!”


El alivio de los tripulantes - ninguno de los cuales tiene formación en marinería - al constatar que tienen un mapa "que pueden entender" es hasta cierto punto comprensible (si bien es también alarmante). La cartografía, durante los muchos siglos en que se carecía de tecnología tal como satélites, radares, sonares y drones, era una ciencia altamente especializada que requería una gran capacidad de observación, un pulso firme, y mucho, mucho tiempo para dedicarle. Si en la dispar tripulación del snark hubieran contado con un Cartógrafo, o por lo menos con un Barrelman (ayudante del vigía) que se hubiera ocupado de dibujar sobre el mapa en blanco, ¿cómo lo habría hecho?


Como se puede observar, en la carta náutica ya están dibujados los meridianos, pero la distancia entre los paralelos es variable según se acerquen o se alejen del Ecuador. Por tanto, lo primero que se determina es la distancia entre paralelos según el punto de la Tierra en que estemos. Esto se hace comprobando nuestra posición, por ejemplo con un sextante, y a partir de ahí, el cartógrafo calcula en el triángulo de paralelos la separación que debe dejar entre los paralelos que dibuja. 


Triángulo de paralelos.

Después de trazar los paralelos, se calcula la forma y el relieve de la costa, según otra serie de fórmulas. Pero lo más importante son los detalles del propio mar: la profundidad del fondo, el tipo de lecho marino, los posibles escollos o bosques de algas... El tipo de fondo se comprueba con el escandallo, una pieza de plomo (llamada pilón o plomo) atada a una cuerda (llamada sondaleza) con nudos a cada cierta distancia (metros, brazas...). Se echa al agua y se cuentan cuántos nudos se sumergen hasta que toca fondo. El escandallo tiene una oquedad en su base en la que se coloca una bola de grasa o sebo. Al recogerlo, tiene adherida a la grasa una muestra del lecho marino, y así se puede saber si es roca, fango, arena o cascajo (restos pulverizados de caparazones y coral fosilizado. Esto es importante porque dependiendo del tipo de fondo, se elige el fondeadero (lugar donde se echará el ancla), siendo el mejor fondeadero posible el de arena, donde el ancla y la cadena se asientan por completo) y el peor el de roca (donde el ancla puede quedar atascada en grietas o resbalar sobre una superficie demasiado plana).


Rueda de rumbos.


El rumbo de referencia es siempre el norte porque es el más fácil de identificar: de noche por la Estrella Polar, y de día según el sol: al amanecer, si una persona se pone de pie con los brazos en cruz, y el derecho orientado hacia la salida del sol, lo que tiene delante siempre será el norte. De hecho, el rumbo se expresa siempre en grados de diferencia del rumbo verdadero que se está llevando respecto al norte, siendo por tanto el norte el rumbo 000º, el este el 090º, el sur el 180º, y el oeste el 270º. por tanto, para poner rumbo noreste, se mandará al timonel "Proa al 045º".


Un mapa en blanco evita todos estos complicados embrollos, pero también pone a toda la tripulación en riesgo de acabar en un territorio de boojums en vez de en uno de snarks. Hoy en día, sin embargo, el dibujar físicamente un relieve de costa sobre una cartulina en blanco es algo que ha quedado desfasado por la digitalización de la cartografía, y la tecnología que permite fotografiar y medir con exactitud cada centímetro de la tierra y el agua. La carta mercatoriana que ilustra este artículo fue impresa, quizá por última vez, en 1964, y rescatada in extremis de acabar destruida. Se encuentra ahora a buen recaudo, y aún tiene una misión que cumplir: teniendo una carta náutica en blanco, solo me queda la pequeñez de conseguir un barco (simplemente iré a pedírselo al rey, como en El cuento de la isla desconocida) y la importante labor de reunir a mi tripulación. Como yo soy Profesora, ¿quién me podría acompañar? ¿Un Pintor, un Peluquero, un Pescador? Y como animal de a bordo, ¿un Pájaro, un Panda, un Pangolín? Se aceptan propuestas.

 

Fuentes:


Diagrama de carta mercatoriana en blanco para latitudes entre 61ºN y 61ºS. Diseñada por el cartógrafo Sebastián Ayala, del Instituto Hidrográfico de la Marina, Cádiz, España. Segunda edición de 1950; quinta impresión de 1964.


Asesoramiento experto de Ricardo Martínez, antiguo cabo primero de la Armada Española.

 

.

Artículos más leídos