27 de diciembre de 2021
A través del espejo, y lo que Alicia encontró al otro lado (Primera parte)
Diagrama de Lewis Carroll en el que detalla
"Carta del espejo", enviada por Lewis Carroll
25 de diciembre de 2021
Tercer cumpleaños de Estudios Carrollianos
En el tercer cumpleaños del blog, me doy cuenta de que este es el año en que menos entradas he publicado. Pero creo que es también en el que más material he acumulado para escribirlas: he adquirido una docena de libros relacionados con Carroll (y leído la mayor parte de ellos), he visitado una exposición dedicada a Alicia en el País de las Maravillas en el museo V&A de Londres; he participado en charlas y conferencias vía telemática; y recientemente he visto la última adaptación cinematográfica de una de las obras del autor. Aunque este año, lamentablemente, me haya quedado corta en las publicaciones, espero compensarlo el próximo, contando y compartiendo todo lo que he aprendido en este.
Muchas gracias, como siempre, a los lectores y lectoras que se acercan a este diminuto espacio de internet a echar un vistazo. Sin vosotros, seguir estudiando a Carroll, aunque todavía apasionante, sería un poco solitario. Sed bienvenidos y bienvenidas a mi rinconcito siempre que queráis, y disfrutad de una taza de té por año de vida del blog.
Irene Martínez
7 de diciembre de 2021
Alicia en miniatura
Mi agradecimiento a Juan Ángel Serrano por sus oportunas correcciones.
Del cuento "It's about time!"
de la colección Disney's storytime treasures library (1998).
"¡Qué sensación más extraña!", se dice a sí misma Alicia, después de beberse la poción de la botellita, "Debo de estar encogiéndome como un telescopio". Se encoge, en efecto, hasta llegar a las diez pulgadas (25.4 cm.), y más adelante, tras aumentar de tamaño y darse aire inconscientemente con el abanico del Conejo Blanco, vuelve a reducirse hasta quedar en nueve pulgadas (22.8 cm.), lo que le hace exclamar, desesperada: "¡Nunca había sido tan pequeña como ahora, nunca!".
Ilustración de Gordon Robinson (1916).
Sin embargo, científicos de las universidades de Cardiff, dirigidos por el doctor Daryl Beggs, han conseguido que sea más pequeña todavía, más pequeña de lo que nunca se habría imaginado el propio Carroll: han reducido las páginas del libro a un tamaño de 85x60 micrones. ¿Cuánto es un micrón? La milésima parte de un milímetro. Como referencia, el diámetro de un cabello humano mide entre 50 y 70 micrones.
La página oficial del proyecto describe el libro como: "La más pequeña reproducción nunca hecha de Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas, con letras que se miden en nanómetros", y a continuación concreta: "las 78 páginas y 26.764 palabras de la historia se han traspasado a un pequeño chip de silicio, en que cada página tiene el ancho de un cabello humano (60 micrones). Cada letra individual solo tiene dos micrones de alta, y está hecha de oro puro".
Según explican Daryl Beggs y Dimitra Fimi (la asesora literaria), escogieron el libro de Alicia en el País de las Maravillas no solo por las reducciones de tamaño de la protagonista, sino por la fascinación por las miniaturas y lo diminuto que, en general, sentían los victorianos. Fue la época en que se perfeccionó el microscopio, se popularizaron las figuritas de animales en joyería y adornos, y comenzaron a construirse detalladas casitas de muñecas (no tanto como juguetes, sino como modelos educativos donde las niñas recreaban la organización de un hogar).
Cocina de una casita de muñecas de 1840.Victoria&Albert Museum of Childhood.
Charles Dodgson, el futuro Lewis Carroll, no se resistió al encanto de lo diminuto. Su tío Skeffington Lutwidge tenía una colección de instrumentos ópticos (además de otras curiosidades, como una nevera), y contagió a su sobrino su afición a observar minúsculos animales vivos por medio de un microscopio. "Es una visión de lo más interesante", escribiría Dodgson en su diario en 1852, "dado que estas criaturas son convenientemente transparentes, y puedes ver sus órganos brincando como piezas de una intrincada maquinaria, y hasta la circulación de la sangre". Un año más tarde, John Benjamin Dancer (1812- 1887) inventó la microfotografía, el proceso de reducir fotografías a un tamaño de milímetros, de modo que solo puedan ser vistas a través de un microscopio. La novedad causó furor en la Inglaterra vitoriana al menos durante cuatro décadas, y no cabe duda de que Charles Dodgson, que se inició en la fotografía en 1856, debió de admirar muchas de estas imágenes microscópicas.
Microfotografía de la Luna.
No olvidemos, por otra parte, que la producción de libros en miniatura data de la era renacentista (aunque ya se escribían obras a mano en miniatura antes de la invención de la imprenta), y ha sido un arte que ha perdurado durante siglos. El libro como miniatura legible a simple vista es un objeto común para coleccionistas y curiosos, y hoy en día es muy fácil encontrar libros de Alicia en miniatura, que caben en la palma de la mano pero también se pueden leer.
Edición en castellano de Minilibros, 2012.Mide 50x60 mm.
Hasta el presente año, el honor del libro más pequeño nunca hecho - certificado con récord Guinness - lo tiene el cuento Teeny Ted from Turnip Town (2007), escrito por Malcolm D. Chaplin y publicado por Robert Chaplin, en Canadá. El ejemplar está impreso en treinta microtabletas de silicio y tiene un tamaño de 70x100 micrones. Sin embargo, parece ser que aún hay otros más pequeños: los dos creados en 2016 por el miniaturista siberiano Vladimir M. Aniskin. Ambos ejemplares - uno de los cuales contiene una lista de nombres de microminiaturistas, y el otro el alfabeto cirílico - miden 70x90; excepcionalmente están hechos a pulso, sin la ayuda de brazos o dedos robóticos, y presentados sobre el corte transversal de una semilla de amapola. Las letras miden 15 nanómetros.
La zona blanca de esta imagen es el corte de la semilla de amapola.
El libro está en la placa dorada del centro.
Imagen de Vladimir Aniskin.
Tanto el libro de los hermanos Chaplin como los dos listados de Aniskin podrían quedar desbancados si la Alicia de Beggs se presenta a los récords. No cabe duda, sin embargo, de que con el desarrollo de la nanotecnología, Alicia seguirá haciéndose más y más pequeña, hasta medidas inconcebibles. Desde hace poco, Alicia en el País de las Maravillas puede ser leída por los klingon: a partir de ahora, también podrán leerla los nanites.
Fuentes:
A cabinet of curiosities, página web de Howard Lynk.
GAMERO, Alejandro. "Breve historia de los libros en miniatura", en La piedra de Sísifo, 27 de febrero de 2019.
Tiny Alice Project.
Wikipedia.
1 de diciembre de 2021
Carta náutica en blanco
Había comprado un gran mapa del mar
Sin un solo vestigio de tierra que pisar,
Y su tripulación estaba encantada de ver
Un mapa que todos podían entender.
“¿De qué sirven el Polo y Ecuador mercatoriano,
Trópicos, Zonas, y líneas del Meridiano?”
Dijo el Pregonero, y replicó su tripulación:
“¡No son más que una simple y pura convención!"
“¡Otros mapas tendrán relieve, islas y cabos!
Pero gracias a nuestro Capitán bravo,
(Así dijeron) tenemos lo adecuado:
¡Un perfecto y absoluto mapa en blanco!”
El alivio de los tripulantes - ninguno de los cuales tiene formación en marinería - al constatar que tienen un mapa "que pueden entender" es hasta cierto punto comprensible (si bien es también alarmante). La cartografía, durante los muchos siglos en que se carecía de tecnología tal como satélites, radares, sonares y drones, era una ciencia altamente especializada que requería una gran capacidad de observación, un pulso firme, y mucho, mucho tiempo para dedicarle. Si en la dispar tripulación del snark hubieran contado con un Cartógrafo, o por lo menos con un Barrelman (ayudante del vigía) que se hubiera ocupado de dibujar sobre el mapa en blanco, ¿cómo lo habría hecho?
Como se puede observar, en la carta náutica ya están dibujados los meridianos, pero la distancia entre los paralelos es variable según se acerquen o se alejen del Ecuador. Por tanto, lo primero que se determina es la distancia entre paralelos según el punto de la Tierra en que estemos. Esto se hace comprobando nuestra posición, por ejemplo con un sextante, y a partir de ahí, el cartógrafo calcula en el triángulo de paralelos la separación que debe dejar entre los paralelos que dibuja.
Después de trazar los paralelos, se calcula la forma y el relieve de la costa, según otra serie de fórmulas. Pero lo más importante son los detalles del propio mar: la profundidad del fondo, el tipo de lecho marino, los posibles escollos o bosques de algas... El tipo de fondo se comprueba con el escandallo, una pieza de plomo (llamada pilón o plomo) atada a una cuerda (llamada sondaleza) con nudos a cada cierta distancia (metros, brazas...). Se echa al agua y se cuentan cuántos nudos se sumergen hasta que toca fondo. El escandallo tiene una oquedad en su base en la que se coloca una bola de grasa o sebo. Al recogerlo, tiene adherida a la grasa una muestra del lecho marino, y así se puede saber si es roca, fango, arena o cascajo (restos pulverizados de caparazones y coral fosilizado. Esto es importante porque dependiendo del tipo de fondo, se elige el fondeadero (lugar donde se echará el ancla), siendo el mejor fondeadero posible el de arena, donde el ancla y la cadena se asientan por completo) y el peor el de roca (donde el ancla puede quedar atascada en grietas o resbalar sobre una superficie demasiado plana).
Rueda de rumbos.
El rumbo de referencia es siempre el norte porque es el más fácil de identificar: de noche por la Estrella Polar, y de día según el sol: al amanecer, si una persona se pone de pie con los brazos en cruz, y el derecho orientado hacia la salida del sol, lo que tiene delante siempre será el norte. De hecho, el rumbo se expresa siempre en grados de diferencia del rumbo verdadero que se está llevando respecto al norte, siendo por tanto el norte el rumbo 000º, el este el 090º, el sur el 180º, y el oeste el 270º. por tanto, para poner rumbo noreste, se mandará al timonel "Proa al 045º".
Un mapa en blanco evita todos estos complicados embrollos, pero también pone a toda la tripulación en riesgo de acabar en un territorio de boojums en vez de en uno de snarks. Hoy en día, sin embargo, el dibujar físicamente un relieve de costa sobre una cartulina en blanco es algo que ha quedado desfasado por la digitalización de la cartografía, y la tecnología que permite fotografiar y medir con exactitud cada centímetro de la tierra y el agua. La carta mercatoriana que ilustra este artículo fue impresa, quizá por última vez, en 1964, y rescatada in extremis de acabar destruida. Se encuentra ahora a buen recaudo, y aún tiene una misión que cumplir: teniendo una carta náutica en blanco, solo me queda la pequeñez de conseguir un barco (simplemente iré a pedírselo al rey, como en El cuento de la isla desconocida) y la importante labor de reunir a mi tripulación. Como yo soy Profesora, ¿quién me podría acompañar? ¿Un Pintor, un Peluquero, un Pescador? Y como animal de a bordo, ¿un Pájaro, un Panda, un Pangolín? Se aceptan propuestas.
Fuentes:
Diagrama de carta mercatoriana en blanco para latitudes entre 61ºN y 61ºS. Diseñada por el cartógrafo Sebastián Ayala, del Instituto Hidrográfico de la Marina, Cádiz, España. Segunda edición de 1950; quinta impresión de 1964.
Asesoramiento experto de Ricardo Martínez, antiguo cabo primero de la Armada Española.
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