8 de agosto de 2024
4 de agosto de 2024
After Alice, de Gregory Maguire (2015).
Aviso: este artículo resume y comenta una novela, incluyendo los acontecimientos más significativos y el final.
After Alice es una novela del autor estadounidense Gregory Maguire (1954- ). No debe confundirse con la novela del mismo título de Karen Hoffman (2014), con la titulada After Alice Fell de Kim Taylor Blakemore (2021), ni con The World After Alice de Lauren Aliza Green (2024).
Nacido en Nueva York y titulado en literatura en lengua inglesa y literatura infantil, Maguire escribió y publicó ocho libros infantiles entre 1978 y 1994. En 1995 publicó su primera novela para adultos, Wicked: memorias de una bruja mala, la cual, inspirada en el mundo de Oz de Frank Lyman Baum, elabora la vida de la Bruja Mala del Oeste, desde su nacimiento hasta que muere disuelta por el agua que le arroja Dorothy. Al principio este libro no se vendió mucho, pero, debido al éxito de su adaptación en 2004 al musical de Broadway Wicked: la historia jamás contada de las brujas de Oz, con canciones de Stephen Schwartz y libreto de Winnie Holzman, se convirtió de la noche al día en un superventas. En 2005, una década después de su publicación, pasó veintiséis semanas en la lista de más vendidos de The New York Times.
Cartel original de Wicked.
Maguire no perdió ocasión de seguir explotando este éxito. A este primer libro añadió tres continuaciones: Hijo de bruja (2005), Un león entre hombres (2008) y Out of Oz (2011), formando una tetralogía titulada The Wicked Years. Después escribió una secuela en forma de trilogía, titulada Maracoor y compuesta por The Brides of Maracoor (2021), The Oracle of Maracoor (2022) y The Witch of Maracoor (2023). El título más reciente de la saga Wicked es una precuela, titulada Elphie: A Wicked Childhood (2024). A fecha de hoy, solo los tres primeros libros de la tetralogía principal han sido traducidos al castellano. También está en desarrollo una novela gráfica del primer libro, dibujada por Scott Hampton, cuya publicación está prevista para marzo de 2025.
Aparte de los libros de Wicked, Maguire ha escrito una veintena de libros infantiles, una docena de relatos cortos, y siete libros para adultos; la mayoría de los cuales consisten también en reinterpretaciones de cuentos infantiles. De estas obras, solo Hiddensee: el cuento del Cascanueces que fue y será (2017) ha sido traducida al castellano.
After Alice, "En pos de Alicia", fue publicada en 2015. Está inspirada en los dos libros de Alicia de Lewis Carroll, y tiene como protagonista a Ada, una niña a la que Alicia menciona en una sola línea en Alicia en el País de las Maravillas, cuando, atrapada en el Vestíbulo de Muchas Puertas, comienza a preguntarse si se habrá convertido en una persona diferente:
La historia transcurre en Oxford, un día de junio de un año entre 1861 y 1865, el mismo día en que la Alicia de Carroll cae por la madriguera de conejo. Su amiga Ada, que vive en una casa cercana, sale con el recado de entregarle un tarro de mermelada, y va a caerse por la misma madriguera. Por tanto, llega ella también al País de las Maravillas, pero demasiado tarde como para ver a Alicia, y ha de recorrer ella también ese mundo, encontrándose con los mismos personajes del cuento original, u otros completamente nuevos.
Como suele hacer en las novelas en que reinterpreta o adapta un cuento popular o de autor, Gregory da nombres y contextos familiares desarrollados a los personajes. La familia de Alicia se llama Clowd, y está compuesta por su padre, su hermana mayor Lydia, y ella misma; su madre ha fallecido recientemente. Ada se llama Ada Boyce, y tiene unos padres que apenas se ocupan de ella, un hermano recién nacido cuyos llantos constantes hacen la vida en la casa insoportable, una gobernanta llamada señorita Armstrong, y una escoliosis que le obliga a llevar un corsé ortopédico. Conforme se precipita por la madriguera del conejo, Ada pierde su corsé, y cae en el Charco de Lágrimas. La morsa y el Carpintero la rescatan, y al llegar a la orilla descubre que su espalda está perfectamente derecha. En la orilla charlan con las Flores Vivas, pero su conversación queda interrumpida cuendo uno de los Jardineros- Carta viene a arrancar una de ellas para llevársela a la Reina. También encuentran al gato de Cheshire, quien les cuenta que era un gato en el mundo real que murió y fue enterrado por sus dueños bajo el tejo de Iffley (un árbol de Oxford del que se calcula que tiene unos 700 años), y se despertó en el País de las Maravillas.
Tejo de Iffley.
Mientras tanto, en Oxford, Lydia está buscando a Alicia, y tiene una larga conversación con la señorita Armstrong, que a su vez está buscando a Ada, y aprovecha para desahogarse con Lydia y contarle las penurias de su hogar: su señora abusa del Madeira, el niño recién nacido está siempre enfermo y llorando, y ella se siente atraída por el señor. Lydia no ve la hora de quitarse a la gobernanta de encima, y renuncia a buscar a Alicia. Además, en la casa hay trabajo esa tarde: su padre tiene un importante invitado, y ella debe atenderlo con formalidad y servirle el té.
El invitado es nada menos que el científico Charles Darwin, ya mayor, el cual viene acompañado del señor Winter, un americano abolicionista que intenta atraer a su causa al autor de la teoría de la evolución. Con el señor Winter viene Siam, un niño negro, nacido esclavo, al que Winter ha adoptado como hijo suyo para asegurarse de que crezca como un ciudadano libre. Winter es un hombre joven, atractivo, inteligente y soltero, y Lydia, de quince años, no pierde la oportunidad de coquetear mientras toman el té, hablando e interrumpiendo más de lo que corresponde a una muchacha, y mostrando más solicitud al invitado joven que al anciano.
En el País de las Maravillas, Ada llega a la merienda del Sombrerero, la Liebre y el Lirón, e intercambia una cuchara que llevaba en el bolsillo por una llave que tiene la Liebre. Más tarde ayuda al Caballero Blanco, que ha quedado atrapado en unas lianas, y caminan juntos un trecho. Llegan a una puerta que se abre con la llave de la Liebre, pero el Caballero pasa primero, la puerta se cierra tras él, y la llave desaparece. Ada continúa sola de nuevo, y se encuentra con personajes que le han dicho que han visto a Alicia y que ha ido a la fiesta de la fiesta de la Reina de Corazones. Al cruzarse con una troupe de marionetas que va a actuar en esa fiesta, se une a ella.
En Oxford, la señorita Armstrong llega a casa de los Clowd para preguntar si han visto a Ada. El señor Clowd sugiere que su principal invitado se retire a descansar del viaje, y que mientras Lydia, Winter y Siam acompañen a la señorita Armstrong a buscar a Ada y Alicia, que ya hace horas que no aparecen. Mientras pasean por Oxford, buscando a las niñas sin mucho interés, el señor Winter les habla de la teoría de la evolución y del abolicionismo, lo que tampoco les interesa mucho. Lydia se da cuenta de que la señorita Armstrong también intenta flirtear con el señor Winter, y observa que Siam está todo el rato huraño e indiferente.
Al regresar a la casa de los Clowd ya al anochecer, sin haber encontrado ni rastro de las niñas, los tres hombres se reúnen a considerar si la situación es grave, Lydia va a supervisar la cocina, y Siam merodea por las habitaciones. Roba una pieza de ajedrez, pero Lydia lo pilla y va a contárselo a los adultos, mientras reflexiona que, si llegara a casarse con el señor Winters, se convertiría en la madrastra de Siam, y eso no le haría ni pizca de gracia. Mientras espera que vengan a reñirlo, Siam se apoya en un espejo, lo atraviesa, y va a parar él también al País de las Maravillas.
Pronto se encuentra con Ada, y van juntos a la fiesta de la Reina. Durante el camino, Siam le cuenta a Ada que, aunque ser esclavo era terrible, él no pidió al señor Winter ni a nadie que lo rescatara y se lo llevara, ni el señor Winter le preguntó su opinión al respecto. Cuando llegan a la fiesta, Siam no quiere entrar: ha decidido quedarse a vivir en el País de las Maravillas antes que volver a Oxford, y sabe que cuando Ada encuentre a Alicia buscarán la manera de regresar, así que se separan. Cuando Ada llega al palacio real, están juzgando ya a Alicia, y llaman a declarar al Jabberwocky. Ada se queda boquiabierta al ver que el Jabberwocky es... su corsé ortopédico, el cual las coge a ella y a Alicia y se las lleva volando, hasta que atraviesan una superficie líquida, y asoman la cabeza por el río junto al que estaba Alicia aquella mañana, con lo que pueden nadar hasta la orilla, secarse un poco y dirigirse a sus respectivas casas.
El libro, como se ve, va alternando (a partir del capítulo 8) los capítulos en que Ada está en el País de las Maravillas, y los capítulos en que Lydia está en el mundo real, hablando con gente de su casa y vecinos (en un momento se encuentra con Charles Dodgson, sacando fotografías). La idea de la novela, en sí, me parece aceptable, en tanto que el introducir a un segundo personaje del mundo real puede ofrecer una nueva visión del País de las Maravillas. Pero el autor desperdicia este concepto de todas las maneras posibles.
Para empezar, más de la mitad del libro está dedicado no a las aventuras de Ada en el País de las Maravillas (la niña no cae por la madriguera hasta el capítulo siete), sino a las vivencias de los otros personajes en el mundo real, completamente inventadas por Maguire, y ajenas tanto a lo que puede mencionarse en los libros de Carroll como a cualquier hecho histórico. De hecho, la verdadera protagonista parece ser Lydia, la hermana mayor de Alicia. Han quedado huérfanas de madre hace algunos meses y Lydia, sin tiempo para el duelo, está intentando asumir lo que significa ser ahora "la señora de la casa" pero sin tener ningún poder de decisión real sobre nada. La primera mitad del libro no son más que las reflexiones y tribulaciones de Lydia sobre su nueva posición en la familia, y largas conversaciones entre ella y la señorita Armstrong, que también aparece de modo predominante en la historia.
Edición de William Morrow de 2016.
En la segunda mitad, ya bastante tarde, se introducen los nuevos personajes del señor Winter y Siam (y de manera secundaria Charles Darwin), lo que parece que no tenga más propósito que incluir largas digresiones sobre la teoría de la evolución y la abolición de la esclavitud en Estados Unidos. La "aventura" de Ada, que prometía ser el argumento principal del libro, transcurre lenta, muy lenta. Se encuentra sin ningún orden con personajes del País de las Maravillas y del Mundo del Espejo, como si fuera una adaptación en cine que mezcla los más populares de ambos libros. También en un momento aparecen personajes nuevos, como un oso y una bailarina que aparentemente son marionetas. Pero no se distinguen unos de otros. Todos los personajes, reales o de los mundos de fantasía, hablan exactamente igual, de un modo engolado, complejo y rebuscado, con palabras tan difíciles que Humpty Dumpty les tendría que pagar horas extra. Maguire tiene que ser el autor más pedante que he leído nunca: hace que niñas de siete años, muchachas de quince, bibliotecarios de Oxford, cocineras y criadas medio analfabetas, Sombrereros y Morsas hablen todos de temas existenciales con el vocabulario más selecto posible. El único que habla de la manera que debería es Siam, al que se ha molestado en darle la jerga de los negros esclavos americanos, y gracias.
De modo que los diálogos locos e ingeniosos de los libros originales se convierten aquí en largas y aburridísimas conversaciones sobre motivos bíblicos y filosóficos. ¿El humor, los juegos de palabras? Maguire suda tinta para conseguirlos. Todo es catilinario, estirado, pretencioso. Es precisamente el tipo de literatura contra la que se levantó Carroll con sus libros de Alicia. Tendría sentido, y creo que hasta quedaría bien, si ese estilo estuviera solo en los capítulos del mundo real, mientras que los que ocurrieran en el mundo maravilloso fueran más espontáneos, naturales y fantásticos, pero no.
El libro ha sido un sopor. Lento, aburrido, frustrante. El presentar tantos hilos argumentales diferentes para tratarlos del mismo modo resulta en un fracaso total. Y eso que las tramas de cada personaje, individualmente, no son malas. Es original que otra niña caiga en el País de las Maravillas. Es interesante examinar la vida de una adolescente de clase media en la época victoriana, dividida entre sus obligaciones, sus aspiraciones y sus limitaciones. ¿Y la historia de un niño nacido esclavo, que ha sufrido experiencias terribles, pero está resentido con el hombre blanco que lo ha adoptado y lo ha sacado de su país en guerra, porque lo ha separado de todo lo que conocía? ¡Eso merecería un libro propio! Pero no, nada, no se desarrolla ninguna de esas buenas ideas. Ha sido un desperdicio. Un incendio en un contenedor de basura, como se dice en inglés. O, como habrían dicho en este libro, "una situación u ocurrencia exacerbadamente calamitosa".
Datos bibliográficos de la edición leída:
Texto de Gregory Maguire.
Publicado el 12 de octubre de 2015.
ISBN: 9780060548957.
Editorial Harper Collins.
288 páginas.
28 de julio de 2024
Charles Dodgson en Daresbury.
Entrada dedicada a las amables guardesas de la iglesia de Todos los Santos de Daresbury, que me permitieron entrar y permanecer en ella cuanto quisiera, con la mayor simpatía y afectuosas sonrisas.
Al noroeste de Inglaterra, limitando al norte con Merseyside y Gran Mánchester, al este con Derbyshire, al sureste con Staffordshire, al sur con Shropshire, y al oeste con Gales, se encuentra el condado de Cheshire. Su capital es Chester, y sus ciudades más conocidas probablemente sean Mánchester, importante núcleo de comunicaciones ferroviarias, y Liverpool, histórica cuna de Los Beatles. A unos treinta y seis kilómetros de Mánchester, en dirección a Chester, hay un puntito en el camino que merece nuestra atención: Daresbury, una pequeña población de menos de trescientos habitantes. Tiene una iglesia, un cementerio, una granja de vacas y un camino que permite recorrer el pueblo relajadamente en una media hora. Y a unos dos kilómetros y medio de esta pequeña villa hallamos el lugar de nacimiento de Charles Dodgson.
En 1832, Daresbury, "virtualmente perdida entre granjas", tenía una extensión de 242 hectáreas y una población de 143 habitantes, entre los que se encontraban los padres y las dos hermanas mayores de Charles. Su padre había recibido el curato en 1827, y la casa parroquial que habitaba la familia estaba tan aislada, "que hasta el paso de una carreta despertaba un gran interés", como diría Stuart Collingwood, el sobrino y primer biógrafo de Charles Dodgson. La vida en esa casa sin más vecinos que flores, insectos y animales del corral impregnó la imaginación y la sensibilidad de Charles en su infancia. Uno de sus primeros poemas trata de un niño que queda desolado al encontrar un pollito muerto en el gallinero, y en otro recuerda "una casa aislada, anchos mares de maíz" como "el feliz sitio donde nací".
En Daresbury no había escuela. El padre de Charles logró establecer una escuela dominical en la iglesia de Todos los Santos, donde predicaba, pero era en su casa donde impartía un severo régimen de estudio y lecciones, combinado con rezos y lectura de la Biblia. El reverendo, doblemente graduado en Lenguas Clásicas y Matemáticas, enseñaba personalmente a su hijo, además de a otros niños del pueblo, por lo que cobraba un pequeño sobresueldo; su esposa, Frances Lutwidge, educaba a las hijas. Charles fue un niño inteligente y precoz que aprendió rápidamente latín y mostraba un gran interés por las matemáticas, hasta el punto de insistir a su padre en que le enseñara fórmulas y operaciones muy adelantadas para su edad; y por la literatura inglesa, a la que contribuyó desde muy pequeño escribiendo sus primeros acrósticos. Según relatos de sus hermanas, sentía tanta fascinación por los pequeños animales del campo que solía adoptar caracoles y ranas como mascotas. Fue también en estos primeros años en los que se reveló su tartamudeo, un defecto que sería común en su familia (prácticamente todos sus hermanos y hermanas lo sufrirían) y quedó sordo del oído derecho tras un fuerte episodio de fiebre.
La familia Dodgson permaneció en Daresbury dieciséis años. En 1843, amigos del reverendo Dodgson solicitaron al primer ministro, Robert Peel, que le concediera un nuevo destino, en una parroquia mayor y mejor pagada. Después de Charles, habían nacido otros siete hermanos y hermanas, haciendo un total de diez niños y dos adultos, además del servicio; el reverendo se veía apurado por dificultades económicas y la estrechez de la casa parroquial, ya que su sueldo dependía del tamaño de la congregación, no del de su familia. Los Dodgson cultivaban comida en un pequeño huerto, criaban algunos animales y daban clases, pero aun así las necesidades de diez niños debían de superar sus recursos. Escuchando la petición de los notables, Robert Peel adjudicó al reverendo Dodgson la rectoría de Croft-on-Tees, en el condado de Yorkshire del Norte, con unos 740 habitantes.
Cuando la familia se marchó de Daresbury, Charles tenía once años. En la iglesia de Todos los Santos, donde fue bautizado y oyó predicar a su padre durante esa década, se despidieron de la familia con un tributo que recordaba y agradecía todo lo que el reverendo Dodgson había aportado desde su llegada: la escuela dominical, las lecturas de la Biblia "no menos de tres veces a la semana", y las ayudas a innumerables pobres, enfermos y afligidos de la congregación.
En la actualidad, Daresbury es un pueblecito pegado a la carretera que comunica Mánchester con Chester. El acceso es difícil si uno no conduce: de lunes a sábado hay un autobús que sale de la cercana población de Warrington y se detiene, bajo petición, en cierto punto de la carretera, cerca de la granja lechera y a unos veinte minutos del pueblo. El resto del camino hay que hacerlo a pie, por el arcén, lo que en un día soleado es relativamente agradable, pero no me gustaría tener que recorrerlo en la oscuridad, lluvia o niebla. La mañana de abril en que me encontré con la sorpresa de que el autobús no dejaba en la entrada del Daresbury sino en medio de la carretera fue, por suerte, seca y soleada - aunque con mucho viento - y pude ir andando sin contratiempos hacia el pueblo, saludando a ciclistas y paseantes por el camino.
En la ruta Warrington- Chester, el autobús deja en el lado derecho de la carretera, y Daresbury queda en el izquierdo, por lo que hay que cruzar al llegar al pueblo, respetando, evidentemente, los semáforos.
La señal de bienvenida al pueblo no deja lugar a dudas de que es el Daresbury que vio nacer al futuro Lewis Carroll.
Se entra al pueblo por el lado de la iglesia de Todos los Santos, que de hecho está ubicada en medio del cementerio. La iglesia ya no es igual a como era en la infancia de Charles; fue reformada casi por completo en 1870. En 1935 se inauguraron unas vidrieras con los personajes de Alicia en el País de las Maravillas, y en 2012 se dedicó un pequeño anexo, el Centro Lewis Carroll, a su vida y obra.
Entrada sur. Fotografía de Wikipedia.
Torre y cementerio, desde el norte.
Tras atravesar el cementerio, hermoso y bien cuidado como suelen estarlo los camposantos rurales, llegué a la iglesia, que en aquel momento ya había terminado el servicio de la mañana. Unas amables parroquianas me invitaron a recorrerla a mi antojo y me dijeron que me sintiera como en casa; se marcharon al poco, con lo que durante una hora tuve el lujo de disponer de la pequeña iglesia "para mí sola". La nave central tiene forma de cruz; el altar es modesto y sobrio, y cuenta también con un pequeño órgano. Todo el edificio es sencillo, excepto mi principal punto de interés: la magnífica vidriera de la Natividad, que incluye a Lewis Carroll y a Alicia, los personajes del País de las Maravillas, y uno de sus poemas.
La vidriera, sita en la capilla Daniell e inagurada en 1935, se construyó con donativos de entusiastas carrollianos de todo el mundo, para conmemorar el centenario de su nacimiento. Fue diseñada por el artista Geoffrey Webb (1879- 1954) y muestra una escena de Natividad, en cuyo primer panel Charles Dodgson y una niña que representa a Alicia (basada en las ilustraciones de John Tenniel, no en la Alice Liddell real) están rezando. Debajo de la vidriera hay cinco paneles que incluyen personajes del País de las Maravillas. El primer y el quinto panel se refieren al nacimiento y la muerte de Charles Dodgson, mientras que los tres centrales incluyen versos de uno de sus poemas: "Felicitación de Navidad (de un hada para un niño)". Escondidos en el conjunto de la vidriera hay una pequeña telaraña - la marca personal de Geoffrey Webb - y el Gato de Cheshire. Fue un honor inmenso poder estar todo el tiempo que quise contemplando esta maravillosa obra sin molestar ni interrumpir a nadie.
Después de llenarme los ojos cuanto quise, di una vuelta por el Centro Lewis Carroll, que tiene paneles que cuentan su vida y obra y algunos juegos y actividades interactivas para los niños.
Pasé también por el rinconcito de los recuerdos, del que adquirí un curiorísimo mantel con una ilustración en que los personajes de Carroll "invaden" la tranquila iglesia de Todos los Santos.
A continuación salí a dar una vuelta por Daresbury. Aunque la posibilidad de ir a tomar un refresco al pub cercano era muy tentadora, me llamaba más recorrer el pueblo mientras durara el buen tiempo - muy variable en la primavera inglesa -, así que emprendí la marcha por un camino bordeado de flores: el paseo Lewis Carroll, la calle principal de la localidad.
Los habitantes de Daresbury parecen muy orgullosos del que fue un destacado residente, y casi todas las casas de la avenida reciben nombres sacados de sus obras, o contienen algún detalle que lo referencia.
Al llegar al final del pueblo, tras un placentero paseo, tuve la posibilidad de seguir caminando y llegar al lugar donde estuvo la casa parroquial donde nació Charles Dogdson. Estuvo, porque ardió hasta los cimientos en 1884. Sin embargo, sabemos cómo era porque el propio Charles Dodgson, cuando comenzó a interesarse por la fotografía, trasladó todo su equipo a Daresbury y fotografió la casa de su infancia, preservándola, sin saberlo, para la posteridad. En la actualidad, una valla metálica y unas líneas de ladrillos indican dónde estuvo la vivienda.
A mi pesar, decidí no ir a visitar la zona, ya que debía estar pendiente del autobús de vuelta a Warrington, y la conexión, a su vez, a Mánchester, donde me alojaba. De modo que volví a la entrada del pueblo, me despedí mentalmente de la iglesia, crucé la carretera vigilando que no pasaran caballos, y volví a darme una caminata por el arcén para coger el autobús de vuelta a Warrington.
En Warrington, mientras hacía tiempo para el siguiente tren a Mánchester, me encontré con algo que fue el colofón perfecto a mi viaje a la cuna de Lewis Carroll. Literalmente, vi pasar un conejo blanco, lo cual no me llamó la atención, porque era Sábado Santo, y había conejos de Pascua por todas partes. Pero cuando detrás del conejo pasó corriendo una muchacha con vestido azul y delantal blanco, y luego un grupo de niños exultantes, y luego una oruga con una sombrilla en forma de seta, me di cuenta de que era una actividad de Pascua con temática de Alicia en el País de las Maravillas, y me metí en ella, como Alicia en la merienda loca, sin que nadie me invitara.
La obra, por lo visto, iba ya por la mitad, y consistía en un recorrido por el centro de Warrington, durante el cual los niños participaban en juegos, resolvían acertijos, y recibían regalitos de los comercios locales. Como era de esperar, no tardó en aparecer la temible Reina de Corazones, ordenando decapitaciones a diestro y siniestro, pero los valientes niños no se arredraron.
La Reina se calmó un poco, y explicó que estaba enfadada porque había perdido su valioso huevo dorado. Invitó a los niños a buscarlo en el parque donde nos hallábamos, y prometió una fabulosa recompensa a quien lo encontrara. Todos los niños se pusieron a buscarlo, cosa que no era fácil, pues resultó que el parque estaba cuajado de pequeños y brillantes huevos de chocolate. Un sagaz chavalín de seis o siete años encontró el huevo dorado y se lo entregó a la Reina, recibiendo como premio un vale para canjear en una juguetería local.
Cuando terminó la actividad y los niños se dispersaron, recogí yo misma un pequeño huevo de chocolate que había quedado en un parterre, así que mi excursión a Daresbury y Warrington no pudo terminar de modo más dulce.
CARROLL, Lewis; SÁNCHEZ-RODRIGO, Carlos Miguel (trad. y ed.). El paraguas de la rectoría. Cajón de sastre. Ediciones del Cotal S.A., Barcelona, 1980.
COHEN, Morton N. Lewis Carroll: A Biography. Random House, Nueva York, 1995.
COLLINGWOOD, Stuart Dodgson. “Before Alice: The
Boyhood of Lewis Carroll”, en The
Strand Magazine, Londres, 1899, p. 616.
COLLINGWOOD, Stuart Dodgson. The Life and Letters of Lewis Carroll, T. Fisher Unwin, Londres, 1898.
DE LA MARE, Walter. Lewis Carroll, Faber and Faber, Londres, 1932.
HUNT, Peter. The making of Lewis Carroll's Alice and the Invention of Wonderland, Bodleian Library, Oxford, 2020.
KELLY, Richard. Lewis Carroll, Twayne Publishers Michigan, 1990.
The Daresbury Lewis Carroll Society.
WAKELING, Edward. Lewis Carroll: The Man and His Circle, I.B. Tauris, Londres, 2015.
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