27 de agosto de 2023

Alberto Solsona (1947- 1988)

 


Alberto Solsona circa 1985.
Galería Albert Domènech.


El pintor, ilustrador y poeta Alberto Solsona nació el 1 de marzo de 1947 en el barcelonés barrio del Poble Sec, en una familia humilde. Comenzó a estudiar dibujo y pintura, y posteriormente grabado y artes gráficas, en la Escuela Massana, en 1962. 


Amarillo, negro y azul (1968)
MACBA.

En 1970 se trasladó a vivir a Madrid, donde residiría hasta su muerte, con su compañero sentimental y artístico, el también pintor Fernando Almela. Su primera exposición, conjunta con Almela, tuvo lugar en 1974, en la Galería SEN de Madrid. A lo largo de 1974 y 1975 presentaron su trabajo conjunto en la Galeria Temps de Valencia o la Galería Tassili de Oviedo, entre otras. El estilo de Solsona derivaría hacia el arte abstracto, mientras que Almela se especializaría en pintura figurativa.


Hazañas bélicas (1972).
Alberto Sonsona y Fernando Almela.
MACBA

Posteriormente, Solsona exhibiría sus obras en diferentes galerías españolas, como la galería EGAM de Madrid (1978, 1980, 1982, 1984, 1986, 1988 y 1991), y también en las galerías Carmen Durango de Valladolid (1976), Nicanor Piñole de Gijón (1984), Fúcares de Almagro (1984) y G. 11 de Alicante (1985). Su obra se exhibió en exposiciones colectivas como las del Museo Español de Arte Contemporáneo de Madrid (1982) y el Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla (1986). También tuvo reconocimiento internacional; llevó sus obras en exposiciones itinerantes por América del Sur, y participo en la II Bienal Internacional de Arte de El Cairo en Egipto (1986), donde recibió la Medalla de Oro, o el Festival de Arte Contemporáneo de México D. F. (1988). 



Su estilo partió del pop-art de finales de los años 60 y la década de los 70; incluía elementos del cómic, que también realizaba para editoriales de libros infantiles. Después fue evolucionando hacia la abstracción y los arabescos. En 1978 realizó trece aguafuertes para ilustrar un recopilatorio de poemas de Walt Whitman, con motivo del 85º aniversario de la muerte del poeta. 



En 1986 y 1987 trabajó con formas y motivos vegetales en una serie titulada "Jardín Botánico", para regresar después a los arabescos hasta su muerte en diciembre de 1988. 


Fernado Almela preservó las pinturas de Solsona, creando la Fundación Solsona, la cual, tras el fallecimiento de Almela en 2009, pasó a llamarse Fundación Almela-Solsona, y sigue siendo la principal depositaria de las obras de ambos. En la actualidad, la obra de Solsona se puede encontrar en el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA), el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) de Madrid, el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, la Colección Fundación Juan March de Madrid, o el IVAM de Valencia. 


Como autor de cómic e ilustración infantil, comenzó a trabajar en 1966, y a lo largo de toda la década de los 70, en publicaciones de Bruguera como Din-Dan, Minitroquelados Autoescuela, TravesurasHoras alegres, Buenas noches, Buenos días, Lluvia de estrellas, Peques o Tele Color, entre otras. En 1970 dibujó las series “Arturito King” y “Cartulino” para la revista Strong, de Ediciones Argos Juvenil, así como Los cuentos de Popeye y Los cuentos de Rosario para la editorial Pala.




En 1971 se introdujo en el cómic para lectores adultos dibujando las aventuras de la heroína Agar-Agar, con guion de Luis Gasca "Sadko" para la revista Drácula, del sello Buru Lan. 



También fue el dibujante del libro de historietas Empieza la aventura, editado por la Diputación de Madrid en 1982, e ilustró portadas para la editorial Cátedra en 1987. 



Solsona dibujó siete de los treinta y seis números de la colección Lluvia de estrellas, que resumía y adaptaba en cómic otros tantos cuentos y fábulas. Concretamente, sería el ilustrador de "Cabellos de Oro y los tres osos", "La bella durmiente del bosque", "La ratita presumida", "El cuento de la lechera", "Las habichuelas del gigante", "La cigarra y la hormiga" y "Alicia en el País de las Maravillas", el antepenúltimo. La serie se publicó a lo largo de 1984 y se reeditaría al año siguiente. 


Mi ejemplar de "Alicia en el País de las Maravillas" es la reedición de 1985. La portada está constituida por viñetas del interior, y en la contraportada, además de la lista de los títulos que componen la colección, se indica el nombre del ilustrador y el del adaptador del texto, Miguel Pujol.



Como sucede en otras adaptaciones de Alicia para colecciones infantiles, el texto se simplifica y se altera en ocasiones de manera absurda, lo que a su vez provoca ilustraciones, como menos, curiosas. En esta versión observamos también que Miguel Pujol parece haber adaptado la versión cinematográfica de Disney y no el cuento original, ya que Alicia, tras formar un mar con sus lágrimas, atraviesa la puerta por el ojo de la cerradura, pasando por un picaporte de aspecto animado que es exclusivo de la película y nunca apareció en los libros de Carroll. 






Tras esto, Alicia se encuentra con "una pata muy animada", pero el ave que Solsona dibuja tiene un pico más propio de una psitácida (es posible que conociera el cuento mejor que el adaptador, y pretendiera dibujar un dodo). En la viñeta siguiente, de todas maneras, ya hay un animal distinto que sí se parece más a un pato.



Al abreviar el texto, encontramos que Alicia no logra salir de la casa del Conejo al comer las tortitas en las que se han convertido las piedras que le tiran, sino que simplemente se vuelve pequeña "sin saber cómo". Tras meterse en el bosque se encuentra "con un gusano" aunque Solsona vuelve a acercarse al cuento original, y muy sensatamente dibuja una oruga. 




Al comer los trozos de seta según las indicaciones del "gusano", primero su cuello se estira, pero luego se vuelve pequeña de nuevo, y sigue paseando por el bosque. Encuentra entonces al "gato de Chearsire" (sic), al que Solsona dibuja con camisón y gorro de dormir (porque está "echando la siesta"), y el colorista opta por pintar totalmente de naranja. Y el gato de "Chearsire" la manda a visitar al zorro, un animal que no aparece ni se menciona en ninguno de los dos libros de Carroll. El por qué Miguel Pujol decide convertir en un zorro a la Libre de Marzo escapa por mucho a mi comprensión.





Nuevamente, Alberto Solsona demuestra conocer el cuento que está ilustrando mucho mejor que la persona que lo adapta, porque la casa del "zorro" tiene unas orejas de liebre, y cuando Alicia llega a la mesa de la merienda, lo que encuentra en ella es una liebre, por mucho que el texto insiste en llamarla "el zorro". En la casa están también, como es lo habitual, el Sombrerero y el Lirón, aunque a este último el texto no lo menciona.


Tras una muy breve merienda loca, Alicia encuentra el tronco de árbol que la lleva - directamente - al jardín de la Reina de Corazones, y ve los Jardineros-Carta, que pintan de rojo las rosas blancas. No tarda en llegar la Reina de Corazones, con su comitiva y su diminuto consorte, otra "inspiración" de la película de Disney.





La Reina invita a Alicia a su partida de críquet (sí, críquet; Miguel Pujol lo confunde con el croquet), pero a Alicia le preocupa lastimar a los flamencos y erizos y no se decide a golpearlos. El gato de "Chearsire" se le aparece para advertirle sobre la Reina, y esta, al verla distraída, se enoja y lleva a la niña a juicio.



Alicia es llevada a la sala de juicio, presidida por "un conejo vestido de juez", y acusada de faltar al respeto a la Reina y de haber entrado en el País de las Maravillas sin permiso. Alicia se defiende, y parece que en los dibujos se hace más grande para después volver a reducirse, aunque en el texto no se hace ninguna mención a cambios de tamaño. La enfurecida Reina manda a su ejército de cartas sobre ella, y Alicia sale corriendo. Al verse atrapada, comienza a llamar a gritos a su hermana, y se despierta.




Para un lector joven que preste atención tanto a los dibujos como a los textos y los bocadillos, esta versión puede resultar desconcertante, debido a las libertades que se toma el adaptador del cuento, que contrastan con los dibujos, bastante más fieles, de Solsona. Como ya ocurría en la versión de Trini Tinturé, el adaptador del texto y el colorista hacen muy poco servicio al ilustrador, alterando el cuento conforme a su parecer, y coloreando viñetas por bloques, sin separar partes de la ropa o los objetos que rodean a un personaje. Aunque Alberto Solsona ilustró el cuento más parecido al original que el texto del que disponía, los detalles se pierden en un pésimo coloreado. Como solía suceder en muchas colecciones de la época, da la impresión de que quienes trabajaban en libros para niños pensaban que no valía la pena molestarse.


En esta mesa está el Lirón, 
aunque a primera vista no se vea.


Los dibujos de Solsona, si bien son bastante simples, denotan el interés por el pop-art, e incluso la psicodelia (en las líneas ondulantes) que el autor había manifestado a principios de su carrera. Alicia es una niña pequeña, cabezona y con el pelo en gruesos mechones, que en casi todas las viñetas parecen flotar un poco sobre sus hombros. Sus rasgos faciales son muy básicos, y no cambian mucho a lo largo de sus aventuras, salvo por el movimiento de las cejas. Su vestido rosa es bastante sencillo (con cuello tipo Peter Pan, y con bolsillos en algunas viñetas y en otras no), y no lleva medias ni delantal, pero otros personajes como el Sombrerero o la Reina sí llevan trajes muy completos y detallados. Me ha parecido especialmente interesante la continuidad que Solsona da a dos viñetas del mar de lágrimas: son momentos consecutivos, pero las olas forman una única imagen cortada por el borde de las viñetas.



Alberto Solsona trabajó abundantemente en la ilustración infantil, y esta versión de Alicia no debió de ser una de sus obras más destacadas. Sin embargo, un mejor trabajo de coloreado, sin los  "pegotes" que fusionan varios personajes entre ellos o con objetos de su entorno, permitiría apreciar mejor su trabajo y los detalles que añadió incluso en una obra tan sencilla.


Este cómic se puede encontrar con cierta facilidad en tiendas online de coleccionismo de libros y tebeos, con un precio variable, entre los dos y los diez euros, aunque no es una pieza rara que justifique un precio elevado. 


Fuentes:




2 comentarios:

  1. Me pregunto si en casos como este no hay charlas antes de sacar a la venta las publicaciones; que el texto diga una cosa y los dibujos muestren otra me parece bastante gracioso. El estilo de Solsona es lindo, lástima eso del coloreado, lo opaca un poco.

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    1. Me temo que en los años 70 y 80 la edición de libros infantiles no se tomaba demasiado en serio. En muchos casos, el equipo de ilustración no se reuniría, ni se comunicarían unos miembros con otros. Cada uno recibiría un encargo que alguien se ocuparía de coordinar de aquella manera, y estos eran los resultados. Supongo que habría una impresión general de que "total, los niños no se van a dar cuenta".

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