19 de noviembre de 2023
17 de noviembre de 2023
Snarked! de Roger Langridge (2011-13). Vol. II.
Este es un artículo dividido en tres partes. La primera parte consta de una presentación del autor y el primer volumen de Snarked!; la segunda, del segundo volumen de la obra; y la tercera, del tercer volumen y un comentario y conclusión.
El volumen II, que abarca los números del 5 al 8, se titula "Ships and Sealing Wax" ("Barcos y cera de sellos"), y comienza con los tres ministros reales yendo al calabozo del palacio para liberar al Grifo, a quien tienen entre grilletes desde que fue incapaz de cumplir su misión de recuperar a Rusty. Le dan una nueva oportunidad, y aunque el Grifo atribuye el fracaso del anterior intento a los dos secuaces inútiles que le asignaron, le vuelve a dar a los dos mismos individuos. Más tarde, va a visitar a un chivo, llamado Cube, al parecer un ingeniero aeronáutico, que le proporciona una especie de parapente a reacción y una flauta con la que puede invocar al bandersnatch, además de una barquita común y corriente para sus ayudantes.
En alta mar, la Morsa y el Carpintero, los príncipes y la tripulación se encuentran frustrados (y algunos, mareados) ante la falta de rumbo. El Gato de Cheshire se aparece de nuevo a la princesa y le dice que deben dirigirse a la isla del snark, y que no es que el mapa esté en blanco, sino que no lo saben leer. Aunque a la Morsa no le apetece dirigirse a una isla poblada de criaturas monstruosas, el Gato de Cheshire le convence de que hace años que no ha sido avistado allí ningún snark, y que, en cambio, hay fabulosos tesoros. La tripulación del barco cuesta más de convencer: ellos mismos eran cazadores de snarks antes de que uno de sus miembros, el Panadero, desapareciera sin dejar rastro, cuando el snark al que perseguían se reveló como un boojum. Aunque la caza de los snarks les daba mucho dinero, no quieren arriesgarse a perder a otro miembro. La Morsa interviene y les cuenta que hace años conoció a un Jardinero - el Jardinero Loco de Silvia y Bruno - que también vio una vez a un boojum, y en efecto desapareció... para volver a aparecer veinte años después, sin haber envejecido en absoluto. Les asegura que el Panadero también podría volver, y la tripulación, sin que se les ocurra por un momento que lo que les acaba de contar la Morsa es otra de sus muchas mentiras, accede a visitar la isla, por si hay alguna posibilidad de que su compañero regrese.
El barco es invadido por cocodrilos, pero logran expulsarlos e incluso capturar a uno enorme, que el Carnicero prepara para comer y conservar en sal para el resto del viaje. Mientras se dan un banquete, sufren un nuevo ataque, esta vez de un barco pirata con una tripulación compuesta por el Sombrerero, la Liebre, el Conejo Blanco, Humpty Dumpty, la Oruga y Tweedledee y Tweedledum, quienes le disparan al Lirón de un cañonazo.
Los tripulantes del Old Gertrude deciden devolverles el proyectil y abordan el barco pirata, pero acaban siendo capturados y hechos prisioneros. La Morsa es el único que no ha participado en el combate: se ha desentendido de la suerte de sus compañeros, ha robado las cartas náuticas del Pregonero, y sigue atracándose de carne de cocodrilo, dispuesto a seguir el viaje él solo, ahora que tiene un mapa funcional. Pero cuando la princesa destruye ese mapa al lanzarle una flecha incendiaria desde la celda donde la tienen prisionera, la Morsa no tiene más remedio que rescatarlos. Se entrega al barco enemigo llevando una bandera blanca, y convence a los piratas de que todos los tripulantes y pasajeros del Old Getrude tienen la peste, por lo que los piratas los devuelven rápidamente a su barco y se alejan todo lo deprisa que pueden.
La celebración del rescate no dura mucho: al darse cuenta de que no solo se han quemado sus mapas, sino que la Morsa se ha comido toda la carne de cocodrilo que tenían pensado salar y conservar para meses, el Pregonero mete a sus pasajeros en una barquita y los arroja al mar. Tras la desesperación inicial, el Carpintero se da cuenta de que el mapa en blanco de la princesa, al mojarse, ha revelado la ubicación de la isla del snark. Pero siguen sin tener instrumentos de navegación para establecer un rumbo ni un timón para mantenerlo. Sobreviven, con todo, a una tormenta en alta mar, y llegan a una paradisíaca isla tropical donde los nativos (aves de diferentes tipos, liderados por un supuesto Dodo) los colman de agasajos y los tratan a cuerpo de rey: según el Carpintero, el único que entiende su idioma, habían estado padeciendo una terrible sequía, y los consideran dioses al haber traído la lluvia de la noche anterior.
La Morsa no tarda en decidir que van a quedarse allí, de modo que Scarlett decide volver a partir en la barca, llevándose el mapa, un saco de provisiones, y a Rusty. Mientras ella se encuentra con que la barca se ha hecho pedazos contra las rocas de la orilla, la Morsa y el Carpintero descubren que los nativos son caníbales que los han estado cuidando para luego hervirlos en la típica olla gigante: por lo que le explican al Carpintero, creen que al comérselos absorberán sus poderes de portadores de lluvia. La situación pinta muy mal, pero son rescatados sorpresivamente por la tripulación del snark, que ha ido a la isla en su busca. También los ayuda a escapar uno de los pájaros (aparentemente un pingüino, y de sexo incierto), que de repente, y sin haberse cruzado más que un par de miradas, se ha enamorado de la Morsa.
De vuelta en el Old Gertrude, el Pregonero les dice que habían encontrado una botella flotante con un mensaje del rey Russell, en el que confirma que ha sido hecho prisionero en la isla del snark, y que ofrecerá una cuantiosa recompensa a quien lo libere. Ahora que saben cómo activar el mapa de la princesa, solo tienen que poner rumbo a la isla. Sin embargo, y a pesar de la excitación de saber que su padre sigue con vida, Scarlett le ofrece a la Morsa volver a la isla de los pájaros caníbales, porque - de alguna manera que no se explica - ha adivinado que la Morsa y el pingüino se han enamorado, y lo compara con el amor que su padre le tenía a su ya fallecida madre. La Morsa se lo agradece, pero cree que ese pájaro ya se habrá olvidado de él.
En la última parte de este volumen, el Gato de Cheshire vuelve a aparecerse para entregarle a Scarlett una bolsa con gafas protectoras que necesitará si se enfrentan a un snark (a pesar de que, como la propia Scarlett le recuerda, él mismo les había dicho que ya no había snarks en la isla homónima). La Morsa está tumbado y deprimido por haberse separado del pingüino, acariciando y hablándole a un dibujo que ha hecho de él o ella, y lamentándose de que su vida de ladrón y estafador, aunque es la que ha elegido, a veces se vuelve solitaria. Mientras tanto, el Grifo, que había estado buscando a los fugitivos desde su parapente, baja hasta el Old Gertrude con una escalera de cuerda y usa la flauta para invocar al bandersnatch, aquí un enorme monstruo marino, que invade la cubierta. La Morsa se "enfrenta" al Grifo, fingiendo que se desmaya para que el Carpintero lo tumbe de un martillazo por la espalda. Le roban la flauta que invoca al bandersnatch y todas las demás pertenencias que tenía en los bolsillos, y suben a cubierta a enfrentarse al monstruo, pero resulta que este reconoce y obedece a la princesa Scarlett, y dice que no es agresivo, solo que tiene un dolor de muelas.
El Carpintero se introduce en su boca y le quita un clavo que se le había encajado entre los dientes. El Grifo recupera el conocimiento y sube también a cubierta, pero el bandersnatch, con su cola, lo agarra y lo lanza a millas de distancia, para destrozar a continuación su aparato volador. El Grifo, y los restos del aerodeslizador, van a caer sobre la barquita de sus inútiles secuaces. La princesa y el Carpintero se despiden del bandersnatch al tiempo que la tripulación avista la isla del snark, y la Morsa deja que la princesa lo considere un héroe por robarle la flauta al Grifo (aunque lo hizo por pura costumbre, y realmente ha sido el Carpintero quien los ha salvado, al noquear al Grifo y poner al bandersnatch de su parte) y se vuelve al camarote a decirle al dibujo de su "querido" pingüino que podía sentirse orgulloso de él.
A pesar de toda la acción y aventuras, este volumen se hace aburrido, ya que la historia no progresa. Al principio se dirigen a la isla del snark, y terminan igual, dirigiéndose a la isla del snark; los sucesivos ataques de los cocodrilos, de los piratas y del Grifo con el bandersnatch no tienen ninguna consecuencia; la estancia en la isla de los pájaros caníbales solo sirve para que la Morsa se enamore de un pingüino que le da un masaje y así se "demuestre" que tiene un corazoncito bajo sus muchas y gruesas capas de egoísmo. Los personajes no aprenden nada; la Morsa sigue aprovechándose de todo y de todos, y no vacila en abandonar a su suerte al Carpintero cuando se le presenta la ocasión; el Carpintero demuestra valentía y astucia, además de conocimiento de idiomas, pero lo siguen tratando como un bobo; la princesa, que se comporta como una adulta, cada vez admira más a la Morsa, a pesar de que este no hace más que traicionarlos y apropiarse méritos que sabe perfectamente que no tiene; el niño Rusty no hace más que meterse en problemas y dar a entender que ha muerto para aparecer a la siguiente viñeta completamente ileso.
Las dos apariciones del Gato de Cheshire me han molestado especialmente: en una sale disfrazado de mariachi, y en la otra de caballero del siglo XVIII con una peluca empolvada. Da la impresión de que el autor no ha sabido darle al personaje la consistencia suficiente para que sus intervenciones esporádicas sean interesantes y significativas, y por eso hace que cada vez tenga un aspecto ridículo que no se molesta en explicar.
Por otra parte, se abusa un poco de la suerte de los protagonistas o de la estupidez de sus enemigos: los piratas no los desarman cuando los cogen prisioneros (encierran a Scarlett en un calabozo con un arco, flechas y material para encenderlas); los pájaros, cuando los persiguen, van todos por el mismo camino, en vez de aprovechar su superioridad numérica para separarse en dos grupos y acorralarlos; y el mismo Grifo, que se supone un cazarrecompensas profesional y meticuloso, decide invocar al bandersnatch sin tener ni idea de si va a obedecerle o no, en vez de usar sus armas y habilidad para reducirlos. Los dos secuaces del Grifo no hacen absolutamente nada en este tomo; a no ser que tengan alguna intervención en el tercero, no se entiende siquiera por qué lo acompañan.
Las dos últimas páginas ofrecen lo mejor de todo el tomo: un resumen del texto original de La caza del snark con algunas de las ilustraciones de Henry Holiday.
Ahora que ya tienen mapas y protección contra los snarks, y se han librado de tres grupos de enemigos distintos (cuatro, contando a los cocodrilos), y el autor ha embutido con calzador a casi todos los personajes de Alicia en el País de las Maravillas y A través del espejo, no debe de faltar mucho para que lleguen a la isla donde está prisionero el rey Russell y se encuentren con un snark, o tal vez un boojum.
Datos bibliográficos:
Texto e ilustraciones de Roger Landridge.
Publicado en 2012.
ISBN: 9781608862764
Editorial Boom Entertainment.
112 páginas.
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