Segunda parte. Interpretación.
El Jabberwock de Peter Newell (1902)
Ésta es la segunda parte de un
artículo dividido en cuatro. La primera trata sobre los orígenes del poema; la
tercera, sobre la recepción y el legado de la obra; y la cuarta, sobre la traducción y las versiones en castellano.
“Jabberwocky” es un poema muy breve,
de solo siete estrofas, que en realidad son seis porque la primera y la última
son la misma. Aparecen dos personajes presuntamente humanos, padre e hijo, y
una gran variedad de criaturas salvajes, entre las que destacan, por su
ferocidad, el Bandersnatch (Magnapresa, Zamarrajo, Zumbabadanas), el JubJub
(Jubo-Jubo, Rapiña, Yubyub) y por supuesto el Jabberwock (Fablistanón, entre
otros mencionados en este artículo). Nada se sabe de estas fieras: solo se
indica que el Jubjub es un pájaro y que el Jabberwock tiene “dientes y garras”
y unos “ojos llameantes”.
Tras su primera y única lectura del
poema, Alicia tiene claro que “alguien ha matado a algo”,
y desde luego no va desencaminada. La primera estrofa es la presentación de un
bosque tranquilo a la caída de la tarde, donde los animales que lo habitan se
dedican a sus actividades habituales, como tadralar o bratchilbar. La segunda
estrofa es la advertencia de un padre a su hijo sobre la peligrosidad de los
terribles Jabberwock, Magnapresa y Jubjub. Desoyendo los ruegos paternos, en la
tercera estrofa el hijo empuña un arma (espada vorpal o vorpalina en la mayoría
de traducciones) y sale en busca de la aterradora criatura. No encontrándola,
se detiene bajo un árbol a meditar su siguiente movimiento. Sin embargo, en la
cuarta estrofa es el Jabberwock quien lo encuentra y se lanza contra él. El
combate se despacha presto en la quinta estrofa: el caballero decapita al
Jabberwock y regresa con su cabeza, galopando y triunfando, o galofando. La
sexta estrofa es la celebración del padre que vuelve a ver a su hijo vivo y
victorioso, y la séptima, en fin, es la repetición de la primera, en que el
bosque vuelve a la calma después del conflicto.
Para Martin Gardner, pocos se
atreverían a discutir que “Jabberwocky” es el mayor poema absurdo de la
literatura inglesa. Él mismo lo compara con un cuadro surrealista, en el cual,
en vez de imitar fielmente la realidad como haría un pintor figurativo, el
artista retoza con la pintura tanto como quiere: “Las palabras que [Carroll]
utiliza pueden sugerir vagos significados, como un ojo aquí y un pie allá en un
cuadro de Picasso, o puede que no signifiquen nada: que solamente sean un juego
de sonidos agradables, como un juego de colores no objetivos en un lienzo”.
Esta teoría según la que el poema intenta sugerir más que indicar se
correspondería con la reacción de la propia Alicia al leerlo: “Parece que me
llena la cabeza de ideas, ¡pero no sé exactamente cuáles!”.
Según Ramón Garrido, editor de los
libros de Alicia para Cátedra, este “ingenuo” comentario de Alicia “es más
inteligente que el de muchos especialistas”, ya que define lo absurdo como una
falsa pretensión de significado, y porque no pierde el tiempo en una “pormenorizada
interpretación” de unas palabras que no se prestan a ello. El “Jabberwocky”,
por tanto, no puede analizarse: simplemente leerse y, como diría el Caballero Blanco,
disfrutarse… o no disfrutarse.
Sin embargo, para expertos semiólogos
como Mr. Adam Rose, de la Universidad de Chicago, y Humpty Dumpty, del Muro de
Ladrillos, el texto no tiene nada de absurdo: es un poema épico breve y directo
en que un héroe vence a un monstruo y regresa triunfante entre el clamor de los
suyos. La dificultad que entraña no está en el sentido sino en el significado:
Alicia no sabe lo que son las váparas o los borgoves, como en su primera
aventura no sabía lo que eran la latitud y la longitud, aunque conociera las
palabras. Dicho de otro modo, si el poema parece absurdo – a ella y a los
lectores – no es por una falta de sentido, sino por nuestra propia escasez de
vocabulario, justificable en una niña de siete años y medio, pero vergonzosa en
un lector adulto.
Así pues, la lógica interna del poema
y la gramática impecable no dejan lugar a dudas: sabemos que alguien ha matado
a algo; sabemos que el “algo” es una criatura peligrosa y que el “alguien”, ya
que empuña un arma, tiene dedos suficientemente prensiles para permitirnos
suponer que es un ser humano. Ahora bien, el resto del poema depende totalmente
de la imaginación del lector, y no solo por las palabras que no llega a
explicarnos Humpty Dumpty. ¿Qué son todas las demás criaturas que se mencionan?
¿Dónde tiene lugar el combate? ¿Qué
clase de monstruo es el Jabberwock? ¿Quién forjó la espada vorpalina? Y sobre
todo, ¿por qué ese alguien mata a ese algo? ¿Porque es una amenaza real para
otras personas, o solamente para probar su valía como caballero? ¿Era una
prueba de fuerza, un rito de madurez, un capricho de joven noble ocioso? ¿Es el
Jabberwock un ejemplar único o uno de muchos? Como le sucede a la propia
Alicia, nos hacemos muchas preguntas, y es propio de Carroll el dejarnos sin
respuestas. De modo que para algunos el Jabberwock es un dragón escamoso
y alado de la tradición medieval, para otros un ave gigantesca, y para otros
una criatura que parece haber brotado de la tierra… mientras que para otros, el
muchacho que se enfrenta a él ni siquiera es humano, o la espada vorpalina es
un sacacorchos con el que difícilmente podría decapitarse a nadie.
En la siguiente parte veremos algunas
de las obras que han sido inspiradas, con mayor o menor fidelidad y éxito, por
este breve y enjundioso cantar de gesta.
Fuentes:
CARROLL, Lewis. Through the
Looking Glass, and what Alice found there. Puffin Books, Londres,
1984.
CARROLL, Lewis; BUCKLEY, Ramón
(trad.); GARRIDO, Ramón (ed.). Alicia en el País de las Maravillas. A través
del espejo, Cátedra, Madrid, 2001.
CARROLL, Lewis; GARDNER, Martin
(ed.). The Annotated Alice, Penguin, Londres, 2001.
ROSE, Adam. “Lewis Carroll’s ‘Jabberwocky’: non-sense not nonsense”, Universidad de Chicago, Chicago, 1995.
En el ámbito de los juegos de rol el termino "vorpalino" o "vorpalina" se suele emplear para designar a las armas de mano (generalmente espadas) que decapitan automáticamente si aciertan a golpear al adversario, o tienen unas enormes posibilidades de hacerlo. No se cual pueda ser el origen del término. Es posible que se las llame así precisamente por este poema, debido a que la Espada Vorpalina mata de un golpe al Jabberwock cortándole la cabeza con aparente facilidad.
ResponderEliminarEl origen de la palabra es este poema, en efecto. Por lo que sé, Dragones y Mazmorras fue el primer juego de rol que adoptó el término, y supongo que de ahí lo habrán cogido los demás. Carroll nunca proporcionó una definición de "vorpal" dentro o fuera de sus textos: de hecho, en la carta a la niña Maud Standen que menciono en el primer artículo, él mismo dice que lamenta no poder explicar el significado de "vorpal blade" o "Tulgey woods". Un biógrafo, Alexander L. Taylor, observó que la palabra puede formarse intercalando las letras de "verbal" y "gospel". Por el contexto, se deduce fácilmente que puede significar "afilada, mortal", por lo que el uso que de ella hacen los juegos de rol parece bien justificado.
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