30 de enero de 2023

Prohibido leer a Lewis Carroll, de Diego Arboleda.

 



Aviso: este artículo comenta una novela, incluyendo los acontecimientos más significativos y el final.


Prohibido leer a Lewis Carroll es un libro de narrativa infantil de Diego Arboleda (1976- ), escritor y filólogo licenciado por la Universidad Autónoma de Madrid. Tras una primera etapa laboral como librero, se inició en la narrativa infantil en 2008 con la colección de cuentos Tic Tac. Desde entonces ha ido publicando novelitas y cuentos infantiles a razón de uno por año o cada dos años, siendo los más destacados Prohibido leer a Lewis Carroll, que ganó el Premio Lazarillo en 2012 y el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2014, y la serie protagonizada por los detectives animales Lupas y Nanai. La mayoría de sus obras están publicadas en Anaya. 


Raúl Sagospe (1974- ), ilustrador, es licenciado en Historia en la Universidad de Alcalá de Henares, y cursó estudios de Ilustración en la escuela de Arte n.º 10 de Madrid. Además de Prohibido leer a Lewis Carroll, ha ilustrado otros libros de Diego Arboleda (Papeles arrugados, 2012; Mil millones de tuberías, 2013), y obras de Raúl Argemí (Pepe Levalián, 2010) y Roberto Aliaga (El virus de la suerte; Don Facundo Iracundo, el vecino del segundo; ambos de 2016).


La historia de Prohibido leer a Lewis Carroll comienza en la ficticia comarca francesa de Les Arcs, en abril de 1932. La joven institutriz Eugéne (quien, por algún motivo, tiene nombre masculino; el femenino sería Eugénie) enseña inglés, alemán y literatura a los niños de diferentes casas nobles, pero en ninguna la aguantan mucho tiempo: es tremendamente gafe, rompe todo lo que toca y causa catástrofes allá donde va. 




La aristocracia local no la soporta, pero, debido a la cláusula de un testamento por el que heredaron muchos de sus bienes, se ven obligados a darle trabajo, y se turnan para ponerla a cargo de sus hijos, lo que es un peligro se mire por donde se mire. Un día, encuentran en un periódico el anuncio de un matrimonio neoyorquino que busca una institutriz francesa para su hija de diez años, y les falta tiempo para mandarles a Eugéne, de modo que se la pueden quitar de encima sin quebrantar la irrenunciable cláusula. Eugéne no tiene problema en irse a trabajar a Nueva York, pero le llama la atención que, en la carta donde el matrimonio neoyorquino le especifica los pormenores del trabajo, le exigen que nunca mencione los libros de Lewis Carroll a la niña que va a educar, y finja que ni los conoce ni le interesan, aunque los haya leído.


Cuando llega a Nueva York, tras haber conocido en el viaje a Peter Llewelyn Davies y a un hombre que custodia un huevo gigante, Eugéne se entrevista con el matrimonio que la ha contratado, y descubre el porqué de prohibir la lectura de Lewis Carroll: la niña, Alice, está tan obsesionada con Alicia en el País de las Maravillas que se encuentra al borde de un severo trastorno de personalidad. Se está convenciendo de que es la Alicia del cuento, y busca por todas partes un conejo blanco para seguirlo a su madriguera. 



Sus padres temen que caiga en la locura si descubre que, a principios de mayo, Alice Liddell - la niña, ya una anciana, que inspiró el cuento original - va a estar muy cerca de ella, en un homenaje en la universidad de Columbia. La misión de Eugéne, por tanto, es ocultarle este hecho por todos los medios, lo que es difícil, en parte por la publicidad que se le está haciendo a la visita de Alice Liddell, y por otro, porque su mismo padre es uno de los organizadores del evento. Tampoco ayuda que con la familia vive un tío que ya tiene una enfermedad mental (un trastorno alimentario compulsivo; devora sin control enormes cantidades de comida) y que apoya a la niña en su creencia de que es Alicia; y que Eugéne, fiel a su torpeza, destroza todo lo que cae en sus manos.



Conforme la iba leyendo, me parecía más un serio drama psicológico que una novelita cómica infantil: la niña no tiene personalidad propia, el tío sufre un trastorno de estrés postraumático (come compulsivamente tras haber estado a punto de morir de inanición), y los padres parecen minimizar los problemas de ambos. El padre está harto del tío por el gasto que supone la comida que devora, y la madre (que es su hermana) se lo perdona todo, pero ninguno parece entender que necesita ayuda (en su defensa, hay que recordar que eran los años 30). Tampoco parecen muy brillantes al traer desde Europa una institutriz solo para que distraiga a Alice los tres días previos al evento, habiendo soluciones más sencillas. Se menciona varias veces que son muy ricos y que le pagan a Eugéne el billete de primera clase y todos los gastos del viaje: les habría costado lo mismo que la madre y la hija se fueran una semana de excursión a algún sitio y volvieran cuando Alice Liddell ya se hubiera marchado (lo que también podría haber servido para despertar el interés de la niña por lugares y gentes reales, en vez del ficticio País de las Maravillas).


En la parte que a mí me interesa, los datos sobre la visita de Alice Hargreaves a Nueva York son correctos; solo se inventan algunas cosas al final (que cualquiera puede adivinar) para que la historia termine bien. El libro, eso sí, incurre en la falsa creencia de que Alicia en el País de las Maravillas fue censurado en China e idealiza el estatus de icono literario de Alice Liddell y Peter Davies: no menciona, como es de esperar, que Alice Liddell acabó hastiada de ser "la Alicia del cuento", ni que, según los allegados de Peter Davies, la carga de ser Peter Pan tuvo mucho que ver con su suicidio. Hay, además, un error de bulto que no me explico, y es que se refieren a Humpty Dumpty como un personaje de Alicia en el País de las Maravillas, cuando la niña debería saber perfectamente que es de A través del espejo. Por otra parte, que el motivo de que Eugéne vaya a Nueva York a trabajar sea que los nobles de Les Arcs quieran deshacerse de ella porque siembra el caos por donde pasa y la manden a América, a que lidien con ella los yanquis, me recuerda sospechosamente al planteamiento de la película de Mr. Bean.



Para su público objetivo, niños de ocho a diez años, es recomendable y entretenida: el humor proviene casi todo de los destrozos de Eugéne y los atracones del tío; el final es previsible y bonito, y nadie aprende la lección. Las ilustraciones de Raúl Sagospe son simples y coloridas, y acompañan bastante bien. Los dos primeros capítulos se pueden leer gratuita y legalmente en la página de la editorial, Anaya, simplemente buscando la ficha del libro. 



Datos bibliográficos: 

Texto de Diego Arboleda.

Ilustraciones de Raúl Sagospe.

Publicado el 4 de septiembre de 2014.

ISBN: 978-84-678-6410-6.

Editorial Anaya Infantil y Juvenil.

208 páginas.

Ficha en Anaya. Incluye propuestas de trabajo para docentes y PDF de las primeras dieciocho páginas (en el botón "empezar a leer"). 



Fuentes: 

Anaya Infantil y juvenil.



Sagospe, blog personal del ilustrador Raúl Sagospe.

29 de enero de 2023

Año Lunar del Conejo y censura china de Alicia

 

Adobe stock photo.


Según el calendario lunar chino, el pasado 22 de enero comenzó el Año del Conejo, que terminará el 9 de febrero de 2024. Numerosos países y regiones en Asia, además de China, siguen este calendario de modo cultural y religioso, como Japón, Corea, Tailandia, Vietnam, Nepal, el Tíbet, Malasia o Singapur. Las celebraciones suelen durar quince días e incluyen desfiles con los llamativos dragones chinos o Nian (en realidad mezcla de dragón y león), fuegos artificiales, comidas festivas, muchos dulces, y lecturas y predicciones para el año según los horóscopos. 


Existen muchas variaciones de la leyenda de los doce animales del zodíaco chino, en muchas de las cuales se cambian unos animales por otros (por ejemplo, en Vietnam, Nepal y Tailandia, el Gato ocupa el lugar del Conejo, y en algunas regiones de Malasia, lo hace el Ciervo Ratón, un pequeño rumiante que es aproximadamente del tamaño de un conejo). En la versión más general, el Emperador de Jade, la mayor divinidad taoísta, convocó a todos los animales a su presencia, y decidió que los doce que llegaran antes y le parecieran dignos serían sus guardianes. Los países en que el Gato no forma parte de estos doce, lo explican diciendo que él y el Ratón (o Rata) eran muy amigos, y como el Gato dormía mucho, le pidió al Ratón que lo despertara cuando fuera hora de ir a visitar al Emperador. El Ratón se lo prometió, pero después pensó que, si el Emperador los veía juntos, saldría perdiendo en comparación con el Gato. Entonces lo engañó contándole que el dios los había convocado al día siguiente, y partió a su encuentro mientras el Gato, sin sospechar de su amigo, se pasó el día durmiendo. Cuando se enteró de que todos los animales menos él habían visto al dios, se enojó tanto por la traición del Ratón, que desde entonces todos los gatos persiguen y atacan a los ratones nada más verlos.


El mismo Ratón, viendo que había un caudaloso río en el camino, se subió a la cabeza del Buey (o Vaca), el cual vadeó pacientemente el río (algunas versiones dicen que en este momento el Gato estaba con el Ratón, pero ese aprovechó para empujarlo, y el Gato cayó al río, se fue corriente abajo, y no llegó a tiempo de ver al dios). El Ratón siguió viajando así de cómodo hasta las puertas celestiales, donde se bajó de un salto de la cabeza del Buey y fue el primero en llegar a la presencia del dios; por ese motivo, cada ciclo lunar comienza con el Año del Ratón.


A continuación llegó el esforzado Buey, seguido de cerca por el rápido Tigre, y este a su vez por el hábil Conejo, que había atravesado el río saltando entre las rocas que sobresalían. El quinto animal en llegar fue el Dragón. El dios le dijo que, si su hijo había venido con él, podría ocupar el sexto lugar, pero no era el caso. La Serpiente se deslizó entonces hasta la divinidad y le dijo que ella era la hija adoptiva del Dragón, con lo que se le otorgó el sexto puesto. El Caballo y la Cabra (u Oveja) llegaron al mismo tiempo, y se cedieron el uno al otro el séptimo lugar. La divinidad se lo dio al Caballo, y le dio el octavo a la Oveja, pero los admiró por igual a ambos por su modestia y amabilidad. El Mono se había entretenido jugando por el camino, pero logró llegar en noveno lugar saltando de árbol en árbol. Tras él llegaron el Gallo, el Perro, y el Cerdo (o Jabalí). 


El simbolismo del Conejo, y los rasgos que a las personas nacidas en un Año del Conejo atribuyen los horóscopos, suelen variar según la fuente que se consulte. Se dice que el Emperador de Jade valoró la docilidad y dulzura del Conejo, así como su sentido de la prudencia: está siempre atento y vigilante, avisa a los demás de posibles peligros, y excava madrigueras con muchas salidas para tener más posibilidades de ponerse a salvo. La fertilidad y la capacidad de las hembras para cuidar de muchas crías fueron también cualidades que apreció la divinidad. En general, se espera que los años del Conejo sean pacíficos, productivos y esperanzadores. 


El año 1931 no fue un año del Conejo (fue un año de la Cabra), y aparentemente no fue un buen año en China para el Conejo Blanco y los demás personajes del País de las Maravillas. Según recogió el periódico estadounidense The New York Times el 5 de mayo de 1931 en su sección "Topics of the Times", el libro de Lewis Carroll había sido prohibido en la región de Hunan, en el centro- sur de China. Dictó la prohibición el general Ho Chien (o He Jian en chino simplificado), gobernador en la provincia por el Kuonmintang, el Partido Nacionalista de China. La razón de la censura fue que en el libro aparecían animales antropomorfos que hablaban e interactuaban con los humanos. Según Ho Chien, atribuir a los animales lenguaje y características de los humanos podía llevar a los niños a considerarlos a un mismo nivel, lo que sería "desastroso" para su educación. 


Sin embargo, y a pesar de que esta prohibición suele recogerse en todas las listas de libros históricamente censurados, estamos ante un caso primitivo de bulo informativo: es cierto que el general Ho Chien se opuso con rotundidad a los animales parlantes en los cuentos para niños, pero no se refirió directamente a Alicia en el País de las Maravillas, y el libro nunca fue prohibido ni censurado, ni en Hunan ni en otras regiones de China. 


El malentendido se remonta a dos meses antes de la aparición del artículo del The New York Times. El 5 de marzo de 1931, el periódico chino Shen Bao publicó un artículo titulado "Una petición para la revisión de los libros de texto en las escuelas". El autor era el general Ho Chien, el cual, en efecto, se quejaba de las "vulgaridades" que aparecían en los libros infantiles en que había personajes animales que hablaban e interactuaban con los personajes niños, e incluso recibían tratamientos respetuosos. En la segunda parte del artículo, también citaba algunas frases de los libros de texto que supuestamente tenían contenido político inadecuado para los escolares, porque los incitaba al comunismo. Ho Chien, él mismo un estudioso del Confucianismo, proponía que todos los libros de texto debían basarse en textos clásicos adaptados a la edad de los alumnos, no inventar historias con animales parlantes o peligrosa propaganda. 


Educadores e intelectuales no tardaron en responder a este artículo, defendiendo la importancia de la fantasía en la literatura infantil. Aunque tanto Ho Chien como sus defensores y detractores tenían en mente Alicia en el País de las Maravillas, que había sido traducida al chino por primera vez en 1921, el ataque de Ho Chien fue hacia los cuentos infantiles en general. Ni Alicia ni ningún otro libro fue prohibido ni censurado. Pero un desgraciado hecho llevó a "confirmar" este mito: en ese mismo año de 1931, el traductor de Alicia al chino, Chao Yuen-ren, completó la traducción de A través del espejo, pero esta fue destruida en uno de los primeros bombardeos japoneses a la ciudad de Shanghai. No fue la censura, sino una guerra, lo que impidió que se publicara la traducción al chino de A través del espejo, la cual no vio la luz hasta 1968.  



Cualquiera que en la actualidad vea un programa infantil de la televisión china, sus libros de cuentos o sus innumerables mascotas de productos de alimentación, verá inmediatamente que la propuesta del general Ho Chien - personaje con bastantes controversias en su carrera militar como para meterse en reformas educativas - no cuajó para nada en la cultura popular china, y los animales siguen hablando con los humanos, con las divinidades, y unos con otros. Este año de 2023 podemos felicitar al siempre nervioso Conejo Blanco por todos los homenajes que está recibiendo, y ver en su honor alguna de las incontables versiones de Alicia en el País de las Maravillas que se han hecho y siguen haciendo en China. 


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Fuentes:


Chinese Fairy Tales - Alice in Wonderland (cortometraje de animación por ordenador, en chino con subtítulos en inglés).

Little Fox Chinese - Alice's Aventures in Wonderland (serie de animación tradicional de veinticuatro capítulos, solo en chino). 


WONG, Sen. An Early Alice in China: A Rumor and a Translation." Knight Letter. II.19 (invierno de 2012), págs. 16-19.

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