30 de enero de 2021

Lola Anglada (1892? - 1984)

 




Dolors Anglada i Sarriera, conocida como Lola Anglada, fue una artista catalana que destacó especialmente en pintura, ilustración e historieta, aunque cultivó numerosas disciplinas como la cerámica, el grabado, la composición de carteles y la impresión de litografías. Fue la ilustradora de la primera traducción de Alicia en el País de las Maravillas que se hizo en España, en 1927 y al catalán (la traducción al castellano se haría el mismo año, pero unos meses más tarde). 




Lola Anglada nació en Barcelona en una fecha incierta: la mayoría de fuentes indican el año 1892, pero otras especulan con 1893 o 1896. Nacida en una familia de la alta burguesía catalana, gozó de una infancia privilegiada, residiendo habitualmente en Barcelona y veraneando en una masía solariega en Tiana. Sus padres viajaban a menudo y le traían lecturas y álbumes ilustrados, y desde pequeña comenzó a crear sus propios libros de principio a fin, escribiéndolos, dibujándolos y encuadernándolos.





Con apenas dieciocho años logró ingresar en la prestigiosa Escola de la Llotja de Barcelona, teniendo de compañeros a Antoni Utrillo y Joan Llaverias, pero fue expulsada por la intervención del católico Comité de Defensa Social, que consideraba inapropiado que la única mujer de la escuela contemplara y dibujara modelos masculinos desnudos. Llaverias siguió enseñándole y ayudándola, y después de que la revista infantil ¡Cu-cut! le publicara una historieta, se convirtió en colaboradora habitual de En Patufet (y su suplemento Virolet) y La Mainada. En 1911, Llaverias consiguió que comenzara a colgar algunos de sus cuadros en exposiciones colectivas; un año después ambos compartieron una en la célebre Sala Parés de Barcelona. 


Lola Anglada con su mentor Joan Llaverias, 1912.

En 1914, Lola Anglada publicó su primer cuento escrito e ilustrado por ella, Floriana. En 1916 consiguió una exposición individual en las Galeries Laietanes, y ese mismo año ingresó en la academia del pintor modernista Francesc d’Assís Galí, donde conocería a Cristòfol Ricart y a Joan Miró. A este último, con el que llegó a compartir estudio, lo unió una estrecha amistad o incluso una relación amorosa, como se aseguraba en una biografía del pintor, que incluía cartas y notas de Anglada. Aparentemente, los padres de ambos artistas, preocupados por la existencia desordenada que tendrían si se casaran, llegaron a reunirse para fijar la asignación que les darían cada cierto tiempo para que no se vieran en la pobreza.


 
Cartel de la primera exposición 
dedicada exclusivamente a Lola Anglada (1916).
 

Entre 1917 y 1918 contó con una generosa beca del gobierno francés, que la exhortaba a trasladarse a París y estudiar en la Académie de la Grande Chaumière. El padre de la artista era reticente a dejarla marchar; solo consintió una vez terminada la Primera Guerra Mundial, y con la condición de que la acompañara su madre. Aun así, les exigía volver cada poco a Barcelona, de modo que la estancia de Lola Anglada en la capital francesa fue intermitente. Pero allí conoció a Francesc Macià, exiliado por Miguel Primo de Rivera, y esa amistad refrendó su ideología republicana y partidaria del estatuto de autonomía catalán. Desde entonces, durante sus estancias en Barcelona colaboró activamente con la UGT, militó en la Unió Catalanista, defendió causas feministas, y participó en complots contra la dictadura de Primo de Rivera. Mientras tanto, seguía trabajando como ilustradora: en 1920 escribió e ilustró Contes del paradís; en 1925 fundó su propia revista, La Nuri, destinada a un público infantil femenino (duraría un poco más de un año, con 17 números); y en 1927 ilustró la primera versión en España de Alicia, traducida al catalán por el poeta Josep Carner y titulada Alicia en terra de meravelles. En 1929 publicaría Margarida, una novela parcialmente autobiográfica, y continuaría publicando trabajos en Francia.


Portada del primer número de La Nuri (1925).

A finales de los años 20, y durante la primera parte de la década de los 30, Lola Anglada gozó de una gran popularidad por sus libros infantiles, al tiempo que crecía su compromiso con la causa catalanista. La autora apoyó a Francesc Macià durante la Segunda República y  colaboró con el filólogo Pompeu Fabra y otros autores en la recuperación y difusión de la lengua catalana, cuya enseñanza en las escuelas se había prohibido en 1926. Tras el estallido de la Guerra Civil, no solo continuó dibujando en las pocas revistas infantiles que aún se publicaban, sino que colaboró con el escultor Miguel Paredes en la creación de un símbolo catalanista. Paredes, inspirado por la canción popular "Els tres tambors", creó el personaje de un niño miliciano, "el más pequeño de todos", que, vestido con un mono de obrero, tocado con un gorro frigio y con una bandera catalana en la mano derecha, levanta la izquierda para arengar a la lucha antifascista. Anglada publicó un cuento ilustrado que acompañaba la figura de Paredes, la cual se convirtió de inmediato en mascota de la militancia catalana.


Portada de El més petit de tots (1937).

Terminada la guerra, su trabajo en la propaganda republicana le valió críticas y amenazas, y fue perseguida y represaliada hasta que se recluyó en un piso barcelonés, en el que consiguió instalar una prensa litográfica para poder seguir trabajando. Sin embargo, su amargura por la derrota, y la naturaleza de los únicos encargos que recibía - diseños de letras para los uniformes de los vencedores, y estampas religiosas para la abadía de Monstserrat - hicieron que se marchara a un exilio interior en la masía familiar en Tiana.  Aunque retirada de la vida pública, siguió trabajando durante toda la dictadura franquista, realizando litografías sobre la historia, la sociedad y las costumbres de la Barcelona decimonónica, para textos escritos por el investigador Francesc Curet. Aunque los libros fruto de esta colaboración, como Barcelona Vuitcentista (1948), La Barcelona dels nostres avis (1949) o la colección Visions barcelonines 1760-1880 (editada en diez volúmenes entre 1952 y 1958) se vendían en ediciones de lujo para bibliófilos, se le prohibieron dos exposiciones en Barcelona y en Palma de Mallorca por "roja, peligrosa y separatista".  Fue un motivo de aflicción para la autora que la denuncia que provocó la cancelación de estas exposiciones proviniera de su colega ilustrador Ricard Opisso.


"Menjador a ciutat", una ilustración para el volumen 1 de Visions Barcelonines (1952).

Además de estos trabajos, realizó proyectos personales como la autobiografía La meva casa i el meu jardí (1958) y el cuento Martinet (1962). En 1961 cedió gratuitamente a la Diputación de Barcelona una magnífica colección de muñecas antiguas, heredada de su padre e incrementada por ella, y que muchos años después, y poco antes de su muerte, recordaría en Les meves nines (1983). Pero en 1974, ya octogenaria y acuciada por las necesidades económicas, vendió toda su obra y el resto de propiedades familiares al patrimonio de Cataluña. En los años setenta se sucedieron los títulos y reconocimientos que recibió la artista, que culminaron en la entrega de la máxima distinción de Cataluña, la Creu de Sant Jordi, en 1982. Falleció en la casa de Tiana a los noventa y dos años. En la actualidad, reciben su nombre varios certámenes artísticos y literarios, así como numerosas escuelas infantiles en Cataluña, y suele ser considerada la primera mujer que se dedicó profesionalmente a la ilustración en toda España.




La traducción de Alicia en el País de las Maravillas de Josep Carner merece un apartado propio, al tratarse de un acto político y reivindicativo tanto como cultural. El poeta adaptó el texto de modo que no fuera literalmente una traducción del inglés sino una recreación en catalán, y Lola Anglada siguió esa línea, acercando en lo posible las ilustraciones al paisaje suyo y de su público, con lo que creó un País de las Maravillas ambientado en la comarca del Maresme. 



Comienza por retratar a Alicia como una niña contemporánea, con los tirabuzones que se llevaban en la época, calcetines en lugar de medias, y zapatos tipo "merceditas". Los vestidos sencillos que  lleva cambian de estilo y color entre unas ilustraciones y otras, y representan un pequeño conjunto de trajes de diario que podría llevar cualquier niña que estuviera leyendo el cuento.


 

Las viviendas de la Duquesa y del Conejo Blanco no son ya las casitas de campo victorianas, sino amplias masías de paredes blancas y techos de tejas rojas. La cocina de la Duquesa, con sus ristras de ajos y dátiles redondos colgando del techo, los platos de cerámica sobre la repisa de la chimenea, tomates y berenjenas sobre una mesita, una escoba de palma y un españolísimo botijo en primera fila, es uno de los escenarios con los que más podrían identificarse los pequeños lectores.

 

 

 


Con todo, lo que probablemente más llama la atención de las ilustraciones de Lola Anglada es el diseño de los naipes. No solamente cambia la baraja inglesa por la española (espadas, copas, oros y bastos), sino que utiliza el patrón catalán de la misma, reemplazando los oros por soles. El Rey y la Reina de Corazones se convierten aquí en los Reyes de Espadas.





El resto de criaturas que pueblan este mediterráneo País de las Maravillas son muy variadas y están llenas de detalles. Algunos van completamente vestidos, otros llevan solo un ligero atuendo o un accesorio, y otros no llevan más que su propia piel o caparazón, pero todos son únicos.










En octubre del mismo año de 1927, la editorial que había traducido Alicia al catalán, Mentora (que fue sucedida por Juventud) la publicó en castellano, con traducción de Juan Gutiérrez Gili. En esta primera edición en castellano se mantuvieron la portada, las ilustraciones y los márgenes y letras capitulares de Lola Anglada. Para la quinta edición en castellano, en 1947, Anglada dibujó una nueva portada. Otras ediciones han usado como portada alguna de las ilustraciones interiores a color.


Portada de la 5ª edición (1947).

Aunque no tuvo hijos que no fueran en dos dimensiones ("Mis hijos son mis dibujos", declaró en una ocasión), Lola Anglada manifestó siempre un gran cariño hacia la infancia, cariño que se hacía patente en sus libros de cuentos, en el texto de El més petit de tots, y en la dedicatoria que escribió a su libro Les meves nines, que ilustró no solo con dibujos de las propias muñecas sino también de niñas jugando con ellas. No es mucho suponer que fue muy feliz acercando el maravilloso país de Alicia a su tierra natal, y a los lectores que conocían por primera vez la historia de la niña curiosa que se caía por una madriguera.


A vosotros, niños de Cataluña, dedico esta humilde obra mía. No me olvidéis y estimad mi trabajo, hoy y el día de mañana. Valga para Cataluña este noble arte mío que en el transcurso de mi vida he trazado con amor. Valga para vosotros, nuestros niños, para que en el día de mañana, cuando seáis hombres y mujeres, recordéis y estiméis mi arte como uno de los amores más grandes y sinceros que se hayan tenido hacia nuestra tierra, Cataluña.


Dedicatoria del libro Les meves nines (1983).



Fuentes:


AMIGUET, Teresa. "Lola Anglada, 'la més gran de tots'", en La Vanguardia, 12 de septiembre de 2014.

ARMENGOL, Joaquim. "La vida extraordinaria de Lola Anglada", en Núvol, 30 de junio de 2015. 

ARTIGAS, Jordi. "Lola Anglada, la dibuixant lluitadora", en Núvol, 6 de agosto de 2012.

FERNÁNDEZ, Víctor. "Las mujeres que pintaron en la vida de Joan Miró", en La Razón, 3 de marzo de 2018.


Lola Anglada i Sarriera, blog sobre la artista y su obra.

Lola Anglada Sarriera, en Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores.

URDIALES VALIENTE, Alberto. "La primera ilustración infantil en España", en APIM, 10 de noviembre de 2015.



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